Veinte años atrás, cuando se conocieron, encontraron en el arte la forma perfecta para tejer su relación y hasta crecer como personas. En ese entonces, Abel Guaglianone y Joaquín Rodríguez no ambicionaban ser coleccionistas, y mucho menos imaginaban cuánto podían hacer, algún día, por difundir el talento de tantos artistas que hoy se convirtieron, en algunos casos, en amigos entrañables. Pero las obras los fueron "encontrando" y hoy, muchas de ellas cuelgan en las paredes de su departamento de Retiro devenido en una suerte de "museo" contemporáneo imperdible.
–¿Cómo se decidieron por este concepto de departamento-museo?
Abel: Se fue dando. Éramos coleccionistas pero de cosas más clásicas. Recién cuando nos mudamos acá –habíamos prometido que iba a ser un espacio minimalista–, mutamos.
–¿Cómo fue la selección de las obras?
Abel: Nunca tuvimos un hilo curatorial, compramos lo que nos iba transmitiendo algo. El grueso de las colecciones arranca así.
Joaquín: A veces el interés es decorativo, otras es particular o puede ser especulativo. Todos los motivos son válidos. Nosotros tomamos la decisión de no definirnos y seguir guiándonos por el placer, la intuición, y permitir que la obra nos encuentre. Lo que sí entendimos es que, como pasa con las personas, a veces no las comprendés de entrada.
Abel: Hace veinte años, cuando nos conocimos –hoy cumplimos ocho años de casados–, la idea era empezar por un tema del que no supiéramos nada. Fue un punto de encuentro en el que los dos arrancamos de cero.
–En ese momento, ¿de qué modo estaban vinculados al arte?
Abel: Soy anticuario desde hace cincuenta años (dirige Edipo Antiques) y coleccionaba pintura rusa del siglo XVIII y pintura romántica italiana del siglo XIX.
Joaquín: En mi caso, el gusto por el arte estaba. De chico hice miles de talleres, incluso de cerámica. Pero no como una cuestión formal, sino como un hobbie. Pero eso queda latente. Nosotros, además, siempre nos vinculamos mucho desde el arte y la literatura. Ese fue un punto de encuentro entre los dos, una forma de descubrimiento interno. El arte te ayuda a descubrirte, a repensarte.
La colección tiene unas trescientas o cuatrocientas obras. Por lo general dos veces al año hacemos una renovación y colgamos las que están guardadas
Todos deberíamos tener más compromiso con el arte. Y no desde lo económico. Es muy valioso ir a una muestra, conocer a los artistas...
–¿Cuál fue la primera obra que compraron juntos?
Joaquín: Una tinta de Kandinsky. Eso dio inicio a un conjunto de obras de papeles de grandes maestros del siglo XX. Y fue sacarlo a Abel del academicismo siglo XVIII y XIX, empezar a conocer y entender el arte moderno, ver que había otras opciones fuera de la pintura académica. En cinco años reunimos unos cincuenta papeles, litografías, acuarelas, grabados… Fue una colección puente que nos trajo a lo contemporáneo.
Abel: Estos maestros del siglo XX eran como tener el domingo el diario del lunes. Entonces pensamos que queríamos acompañar el crecimiento de estos artistas. Queríamos involucrarnos, entonces empezamos con los artistas contemporáneos.
–¿Tienen idea de qué cantidad de obras tienen?
–Serán unas trescientas o cuatrocientas. Por lo general dos veces al año hacemos una renovación general y colgamos las que están guardadas.
–¿Cómo es ese proceso?
Abel: Difícil. Es como un patchwork donde las obras tienen que tener un diálogo. Nos lleva una semana, con el montajista sacamos todo y lo volvemos a poner. Hay obras que hay que subirlas por el balcón porque nos encanta la obra grande.
–¿Qué hacen con las obras guardadas?
Abel: Van a un depósito. Pero soñamos con tener un espacio físico más grande para exhibir todas las obras colgadas y que la gente pueda disfrutarlas.
–¿Con qué criterio eligieron los artistas?
Joaquín: Fueron llegando por referencias, por amigos que nos fueron guiando. Y por instinto.
–Al ser contemporáneos tienen posibilidad de conocerlos…
Abel: Hay vínculos afectivos enormes. Y te fascinás al entender la obra desde su vivencia. Con muchos compartimos vacaciones, Navidades, bautismos… También reconozco que alguna vez puede pasar que conocemos alguno y al volver a casa lo descolgamos.
–Además de coleccionar, cumplen un rol de mecenas. ¿De qué manera?
Abel: El coleccionismo no es una línea recta.Vas acumulando obra y en algún momento el camino se abre como un gran abanico. A nosotros nos interesa colaborar con instituciones públicas, privadas, proyectos privados, galerías y artistas. Tenemos menos necesidad de incorporar obra, aunque también lo hacemos, pero sobre todo buscamos colaborar.
En cinco años reunimos unos cincuenta papeles, litografías, acuarelas, grabados… Fue una colección puente que nos trajo a lo contemporáneo
La entrada en el Mamba nos permitió trabajar y desarrollar el compromiso y la participación, que tanto nos interesan
–¿De qué manera se involucran?
Joaquín: Primero fue Yungas, un programa dirigido por Raúl Flores, con clínicas en todo el país. Durante dos años financiamos el proyecto. Y después con ArteBA, empezamos armando comidas para recibir al programa VIP y nos dimos cuenta de que queríamos colaborar en el desarrollo de la escena.
–El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires tiene un lugar especial en sus corazones…
Joaquín: Hasta hace muy poco fui su vicedirector, una experiencia increíble. Ahora estoy haciendo la licenciatura en Curaduría y Gestión de Arte y estoy en pleno proceso de tesis e investigación. Y repensando proyectos vinculados al tema.
Abel: Yo formo parte de la comisión directiva de la Asociación de Amigos. La entrada en el museo de ambos nos permitió trabajar y desarrollar el compromiso y la participación, que tanto nos interesan. La Asociación apoya al museo en la recaudación de fondos para distintas actividades. El año pasado hubo una gran renovación hecha por Larisa Andreani, que es la presidenta de Amigos. Somos un grupo en el que todos estamos muy comprometidos. Hacemos distintas actividades, como la gala anual, donde se involucra el mundo del arte y los invitados principales son los artistas.
Joaquín: La difusión de las artes visuales en Argentina implica mucho esfuerzo. Hay poco apoyo de parte del gobierno, poco aporte público, por eso las iniciativas privadas son siempre bienvenidas.
Abel: El fin de semana pasado fuimos por tercer año consecutivo al Mercado de Arte Contemporáneo, en Córdoba, del que participan casi todas las galerías del interior del país. Entusiasmamos a otros amigos coleccionistas y armamos un grupo, compramos obra y llevamos el premio que damos en el Barrio Joven de ArteBA.
–Eso lo organizan ustedes, ¿no?
Joaquín: Si, el premio cumplió once años. Fue ideado por Juan Cambiaso y él nos pasó la posta en 2014. Buscamos los fondos, elegimos los jurados, coordinamos las visitas, los anuncios y la difusión de los artistas. Es mucho trabajo pero muy gratificante.
–¿Qué les aconsejarían a quienes quieren empezar a coleccionar?
Joaquín: Mirar mucho, no tener miedo a preguntar, ser fiel a uno mismo. No hay una sola manera de coleccionar ni un manual de artistas a quien hay que comprarles.
Abel: Y no hace falta tener una gran acumulación de obras para ser coleccionistas.
Joaquín: Tampoco hace falta ser coleccionista. Hace falta comprar obra. A nosotros nos ha transformado la vida de verdad. A mí el arte me hizo dar un vuelco muy grande y conectarme con otras cosas. Creo profundamente en su poder transformador y desde un lugar muy concreto. Te hace ver la realidad desde otro ángulo.
Abel: Sería bárbaro que todos tengamos un poco más de compromiso con el mundo del arte. Y no me refiero a lo económico. Compromiso es ir a los museos, a las galerías. El momento del país es difícil y a todos nos cuesta mucho todo. Por eso es muy valioso ir a una muestra, conocer a los artistas, les da un sentido a su trabajo.
Joaquín: María Victoria Alcaraz dice que cuando uno tiene contacto con el arte no vuelve a ser el mismo. Para nosotros es una fuente de felicidad tan grande que pretendemos que para todos sea así.
Creo profundamente en el poder transformador del arte y desde un lugar muy concreto. Te hace ver la realidad desde otro ángulo
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