Carolina Ramírez, la colombiana protagonista de un éxito imbatible de Netflix que se prepara para hacer teatro en la calle Corrientes
En una charla con LA NACION, la actriz habla de Lo que queda de nosotros, la obra de teatro que protagonizará en Buenos Aires, su paso por la exitosa La Reina del Flow, su admiración por la Argentina y sus proyectos a futuro
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En las calles de Buenos Aires, el invierno que acaba de empezar se hace notar con fuerza, pero adentro del teatro el clima es diferente. El frío y el gris de la ciudad contrastan con la calidez y la paz que brinda la sala vacía del Multitabaris Comafi, el lugar de encuentro con Carolina Ramírez y el espacio en donde la actriz cumplirá uno de sus grandes sueños: protagonizar una obra teatral en la “ciudad de la furia”.
En la Argentina, Carolina es conocida como la protagonista de La Reina del Flow, título de la novela que protagonizó y que se convirtió en uno de los grandes éxitos de Netflix. Sin embargo, ese mote que se ganó gracias a uno de sus tantos trabajos, se queda corto a la hora de definirla. “No soy mexicana, vamos a empezar por ahí, porque el otro día que fui a la tele leí un tuit que me dio mucha risa que decía, ‘¿Y esa mexicana quién es?’”, dice un poco tentada al presentarse. “Soy una actriz colombiana, casada con un argentino, así que tengo DNI argentino, que ama lo que hace, que ha estudiado mucho para hacer esto, que cree que tiene las herramientas para poder pararse ahí en el escenario y ofrecer un buen espectáculo. Una actriz que se hizo famosa por una serie a la que le va muy bien en Netflix, los que no la vieron pueden ir y verla. Una mujer con buen sentido del humor, con una conciencia social muy profunda, que ama profundamente a su país, que defiende causas nobles, que es animalista y que cree que el mundo puede ser mejor a través del arte”, enumera.
Carolina es una de las grandes estrellas del espectáculo en Colombia. Bailarina clásica desde la niñez, por cuestiones del destino comenzó a actuar a los 19 años. A los 23 obtuvo su primer gran protagónico televisivo en La hija del Mariachi, uno de los mayores éxitos de la televisión colombiana que marcó, durante un año y medio, un promedio de 30 puntos de rating con picos de 40. De ahí le siguieron La Pola, El capo 2 y Contra el Tiempo, entre otros proyectos. Fue jurado de un reality show de talentos, grabó varias películas, fue consagrada en el Festival de Cine de Málaga como mejor actriz de reparto por su papel en Niña Errante y se subió al escenario para protagonizar obras como Toc, Toc, Closer y Shakespeare enamorado, entre muchas otras. Hace poco más de un año se vino a vivir a la Argentina, y por estos días, empieza en la Avenida Corrientes su camino para convertirse también, en una estrella local.
-Estás a días de estrenar Lo que queda de nosotros en el Multitabaris. ¿Qué sentís ante esta posibilidad de hacer teatro en Argentina?
-Hay mucha ansiedad, obviamente, y mucha responsabilidad porque este es un público exigente, que conoce, que va al teatro, que tiene opciones para escoger y por eso puede ser selectivo y exquisito. Pero también es un público muy amable, muy generoso, que admira a sus artistas, los cuida y los respeta. Si yo agarrase el mapa de Latinoamérica, creo que Buenos Aires, con su circuito tan atiborrado de ofertas para todos los gustos, es el mejor lugar en donde puedo estar. Para mí es un privilegio muy grande, y los privilegios acarrean ciertas responsabilidades, por eso estamos ensayando muchísimo.
-Esta obra ya la habías hecho en Colombia. ¿Hay diferencias entre una puesta y otra?
-Han cambiado muchas cosas. Obviamente la puesta trata de ser lo más fiel posible a su creador y director, Alejandro Ricaño, que fue quien nos dirigió y quien la montó en Colombia, pero no podemos alejarnos de la realidad argentina y de la realidad del público de calle Corrientes, un público que se involucra, que quiere ser parte. Esta es una obra que originalmente es muy narrativa, tiene una configuración un poco más de teatro independiente, pero hemos podido encontrar ese puente para conectar con este público que está tan acostumbrado al teatro comercial, sin alejarnos de esas herramientas que nos da una escenografía minimalista. Somos dos actores que no tenemos recursos ni de vestuario, ni de elementos, ni de nada. Nosotros contra el mundo, y eso está muy bueno porque significa un reto actoral muy grande.
-¿Estás nerviosa por el estreno?
-Sí, pero siempre. Yo soy una gallina, ustedes no saben ¡Soy re gallina! Choco todo contra el mundo, pero cagada encima [dice y estalla de risa].
-Sos una actriz que ha hecho de todo, pero siempre manifestás un amor especial por el teatro...
-A mí lo que me hace vibrar en el teatro es el presente. Los seres humanos, que vivimos tan en el pasado y tan en el futuro, solo cuando estamos en el teatro, donde nos encontramos con la escena viva, podemos estar en el presente. Es algo que solo el arte puede proveer y esa es la magia que a mí me conmueve tanto de este arte vivo. Como actriz, también me da la posibilidad de desarrollar mi arte. En la tele y en el cine son instantes muy chiquitos los que actuamos. Hay grandes esperas y cuando estás frente a una cámara son máximo cinco minutos de una escena que la haces y ya queda en manos de otro. En cambio el teatro es algo puro para nosotros, nadie le mete mano, por eso es tan importante para los actores vivirlo y conocer esa dimensión: medir el nivel de energía en el escenario y después ver como se capitaliza al estar frente a una cámara, ya sea de cine, que es un poco más de culto, o de tele, que es comercial, algo que no digo de mala manera porque le agradezco a la tele todo lo comercial que es, ya que gracias a ella también me puedo dar el lujo de hacer lo que yo quiera cuando quiero.
-Además de hacer teatro, en el verano estuviste filmando una película en nuestro país. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Fue hermoso. Entre las cosas que más me gustan de la Argentina está su cine. Mariano, mi marido, siempre ha sido muy cinéfilo y muy defensor del cine argentino, entonces desde que empezamos a salir en el 2008, he estado viendo películas de acá. El cine argentino tiene una cosa hermosa que es la cotidianidad, son expertos en actuarla, hay un naturalismo hermoso. Tienen siempre grandes historias y un sentido del humor muy particular, una forma casi grotescamente tierna de contar sus tragedias.
-¿Qué podés contarnos del proyecto?
-Natural Arpajou, que es una directora que conocí en el Festival de Cine de Málaga y a quien adoro y admiro, me invitó a ser parte de Unicornio, una película que habla sobre el amor, la amistad y la filialidad. Para mí fue un honor muy grande cuando me presentaron a Nancy Dupláa, a quien admiro hace un montón de tiempo porque yo vi Verano del 98 en Colombia cuando estaba en el colegio. Me parece una actriz muy real, de verdad, y fue hermoso encontrarnos en la vida porque además es una gran persona. También actúan Sofía Dieguez y Camila Sosa. Realmente ha sido como un regalito más de los que este país me ha venido dando. Me da mucha alegría poder estar acá, haciendo lo que más amo, en el lugar que más admiro de las cosas que me gustan hacer. Obviamente, para llegar a hacer el cine y el teatro que voy a hacer, tuvo que estar La Reina del Flow, porque yo no llegó acá pisando como una desconocida. Hace 15 años venía y nadie tenía idea quién era, podía hacer una vida normal, y ahora me paran por la calle.
El fenómeno de La Reina del Flow
En el 2017, Carolina fue convocada para protagonizar un nuevo proyecto televisivo: La Reina del Flow. Allí se puso en la piel de Yeimy Montoya, una mujer que vuelve a su Medellín natal después de 17 años en busca de venganza, con el único fin de destruir la vida de Charly Flow, el hombre que la enamoró, la engañó y la metió presa cuando era una adolescente, y es hoy, la más grande estrella del reggaeton colombiano.
Lo que no se imaginaba Carolina, quien en un principio no quería aceptar la propuesta, es que esta heroína con tinte oscuro, grandes traumas y un don inusual para la música le iba a traer tantos cambios en su vida. Al poco tiempo de salir al aire en Colombia, la novela se convirtió en la más vista de los últimos 15 años en el país, llegando a ganar un Emmy Internacional como mejor telenovela. Mucho menos se iba a imaginar que gracias a Netflix, su nombre iba a trascender fronteras y llegar a países impensados.
-Tenés una amplia y exitosa trayectoria actoral en Colombia, pero La Reina del Flow te dio un salto internacional. ¿Lo imaginabas o lo soñabas?
-¡No! Soñé con muchas cosas en la vida, pero no con esto, y menos con esta serie. Cuando acepté hacer La Reina... para Colombia, era un trabajo más la verdad, porque para mí la tele es un trabajo más ya que depende de cosas externas que uno no puede controlar. De repente sale al aire allá y la rompe, gran rating. Después pasó lo que pasó en Netflix y fue una sorpresa muy grande, pero también se que es el resultado de muchas cosas. Hay astros que se alinearon, hay una pandemia en la mitad y la necesidad mundial de contenidos para consumir, entonces 80 capítulos eran un regalo. ¿La historia era buena? Claro que sí, la dirección y los recursos que se han usado también son muy buenos, la música, su temporalidad tan actual, pero la pandemia nos favoreció un montón. Después salió la segunda, que fue muy extraña para mí porque iba en contra de mis principios, y también explotó.
-A pesar de ser la protagonista, en las redes sociales fuiste muy sincera al manifestar que había cosas que no te terminaban de cerrar porque tenías una gran contradicción entre tus principios y lo que se plasmaba en el libreto...
-¡Terrible! Pero bueno, esa gran contradicción con la que Carolina Ramírez habitaba este personaje me sirvió como elemento para construir esa gran contradicción que es Yeimy Montoya. Y a la gente le gustó, la compró, no sé... ¡Es muy loco! Además es muy loco decir que la segunda temporada causó un impacto mucho más grande que la primera, siendo la primera muy buena y dramatúrgicamente mucho más construida. Pero bueno, es maravilloso.
-De repente estaba Carolina en su casa, súper feminista, y se encuentra con un libreto en donde su personaje se enamora del hombre que la mandó presa 17 años, entre otras cosas...
-Lo de los 17 años yo digo que puede ser un error de juventud, ¿pero que le haya pegado? Eso me pareció dolorosísimo. Digamos que yo le perdono lo de los 17 años, porque pudo no haber tenido la culpa, porque él también era chiquito, pudo haber sido un error no solo de él, ¿pero que le haya pegado? Eso era lo que a mí me rayaba, no podía superar eso ¡No! Es muy difícil volver de ahí.
-¿Cómo fue ese trabajo entre tus propias contradicciones y lo que tenías que interpretar?
-Yo creo que lo que me ayudó es que el personaje no llegaba tan gratis a amarlo, a morirse de amor por él. Si se dan cuenta recién en los últimos 20 capítulos es cuando ella realmente cede, pero para poder llegar ahí, tuvo que perder todo, tuvo que despojarse y dejar absolutamente todo en el camino, convertirse en otra persona. Ese recorrido fue muy interesante, muy cansador, porque fue duro de hacer, pero yo la pasé muy bien.
-Cuando terminó la segunda temporada y te preguntaban por una tercera contestabas con un rotundo no, pero en los últimos días empezaste a decir que sí...
-Lo que pasa es que cuando termina la segunda, yo termino reventada en todo sentido. Las jornadas fueron muy duras, hubo una pandemia en la mitad, el miedo constante a contagiarnos... Después cuando salió al aire había mucha presión de todas partes, mucha expectativa, y cuando sale en Netflix, que la rompe, más presión aún. Pero a mi un viaje que hice a España me aclaró muchas cosas. Me encontré con un público que me agradece que yo los haya sacado de momentos difíciles de su vida, lo que me da hasta vergüenza porque no, realmente es circunstancial, yo solo hice un trabajo. Cuando ves lo que pasó, cuando ves que hay gente que la vio y fue feliz uno dice, ‘bueno, podemos seguir haciéndolos felices’. A mí lo único que me preocupa es qué historia vamos a contar. Tenemos algo que fue tan lindo, con una segunda temporada tan sorpresiva para todos y ese final al que fue muy difícil llegar, y toca otra vez deconstruir ciertas cosas para plantear una tercera... Pero todo es posible, porque hay grandes libretistas y un producto que la gente ya compró.
-¿Hay posibilidades concretas de que suceda?
-Siempre hay chances, sí. Es verdad que hay un interés por parte del dueño del producto, pero depende de tantas cosas... Primero, reunir a los 20 amigos para la foto, o sea todo el elenco, que está regado por todas partes haciendo un montón de cosas. Segundo la historia ¿Quiénes van a encarar el proyecto? ¿Qué van a escribir? Hay mucha telita por cortar, pero interés hay, claro que sí.
Carolina, una argentina más
Una noche del 2007, en un bar de Cartagena, Carolina se sorprendió cuando un argentino la sacó a bailar en un boliche. Ella era una actriz muy reconocida, él un extranjero que no sabía quién era ella, y en ese cruce de miradas algo se encendió. “Nos enamoramos desde el primer momento, estoy absolutamente segura. Desde ese vallenato que bailamos pasó algo que no nos volvió a separar jamás”, cuenta y en la sonrisa que se despierta en su rostro se percibe el amor que siente por Mariano Bacaleinik, el empresario con quien se casó en 2010.
Después de ese primer flechazo pasaron varios meses hasta que se volvieron a encontrar, esta vez en Buenos Aires. “Vine en el 2008 con mi hermano, que se venía a estudiar acá, y le escribí a Mariano porque nos habíamos dejado el mail. Le dije que viajaba y desde el minuto uno que pisé la Argentina estuvo ahí y ha estado ahí siempre”, recuerda. “Fuimos novios a distancia como un año y medio, carísimo salió eso, y hoy seguimos jugándonosla por el amor”
-Y ahora te produce en Buenos Aires y cumple el sueño de hacer teatro acá...
-Me cumple el sueño y yo se lo cumplo a él, porque él también quería producir teatro acá. Nos cumplimos los sueños mutuamente.
-¿Es difícil trabajar con tu esposo?
-¡Durísimo! ¡Horrible! Sobre todo porque yo odio que me digan lo que tengo que hacer y que me lo diga mi marido me emputa. Creo que es más difícil para él que para mí, porque soy bastante temperamental. Mariano es un gran productor en Colombia, las obras más importantes de allá en los últimos años las ha producido él, y tiene una forma de trabajo con la cual tengo que coincidir cuando soy su empleada. Yo pertenezco a un equipo y tengo que estar siempre al nivel de los demás. No puedo, porque soy la mujer del productor, estar por encima del resto. El respeto mutuo creo que es lo que nos permite trabajar, estar, crear y soñar cosas juntos para hacerlas realidad. Saber como tratarnos, cuando somos marido y mujer y cuando somos productor y actriz. Es importante tener claros los roles en cada momento.
-Por él terminaste viviendo en la Argentina. ¿Qué es lo que más te gusta de nuestro país?
-La gente me divierte un montón, es muy amorosa. Me gustan mucho los museos y acá son hermosos, la arquitectura de Buenos Aires obviamente, pero también ese contraste raso de Latinoamérica, esa cosa que no nos aleja tampoco. Aunque ustedes provienen de Europa, Latinoamérica está ahí muy presente y muy latente, y eso hace que no me sienta una extranjera, porque también es muy duro levantarse siempre siendo un extranjero. Los argentinos son grandes anfitriones y manejan una intensidad que a mí me produce mucha ternura, porque son muy intensos en todo, son un gran tango. Aquí hace más frío que en cualquier parte, hace más calor que en cualquier parte, les va peor que a cualquier parte, les va mejor que en cualquier parte, todo es como ‘wow’, y eso es muy lindo porque son gente apasionada, muy sincera, sin filtros. Rara vez encontrás a alguien con filtro, y eso está bueno también. El argentino siempre se expresa y siempre dice lo que piensa, y eso culturalmente es hermoso, porque yo vengo de un país donde no lo hacen.
-¿Y eso no te choca?
-¡Claro que sí! Al principio, pero ya no. Cuando llegué mi relación con los encargados del edificio era como... ‘me hablan mal ¿por qué?’. Yo vengo de un país donde todo es, ‘por favor, será que usted puede, si es posible...’, todo para decir, ‘dame tal cosa’. Realmente me siento muy cómoda acá, ya sé manejarlos, ya sé entenderlos, ya sé leerlos y he aprendido mucho de ustedes también.
-Después de Lo que queda de nosotros. ¿Qué proyectos vienen para Carolina?
-Yo siempre dejo que la vida me sorprenda. Si pudiera escoger quiero seguir haciendo teatro. Ojalá esta obra nos de la posibilidad de continuar, son solamente tres semanas, pero eso también dependerá de la respuesta del público. Las agendas están apretadas pero se pueden acomodar. Tengo también una temporada de una serie que me gusta mucho hacer en México, De brutas, nada, que está ahí como esperando para empezar. Si sale la tercera de La Reina del Flow tendría que mudarme un tiempo de nuevo a Colombia, lo que me daría dolor porque me gusta mucho estar acá. El plan es seguir trabajando y por supuesto que me encantaría hacer tele en la Argentina, porque hay un montón de actores muy buenos y grandes historias.
-¿Con quién te gustaría trabajar acá?
-Yo soy fan de Mercedes Morán, pero mal, fan, fan. Igual hay muchos, puedo hacer una lista enorme porque aquí hay actores increíbles, directores increíbles, productores, los que hacen las escenografías... Hay mucho oficio, entonces quiero pegarme a todas esas posibilidades infinitas que existen. Aquí hay teatro sobre telas y es increíble, magia con ventriloquía y es increíble... El artista se puede potenciar en todas las ramas y como artista me gustaría seguir potenciándome en otras cosas que tal vez no he conocido.
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