Por primera vez, abren las puertas de su espectacular casa en Villa La Angostura, posan junto a sus tres hijas, Maia, Elisa e Isabel, y cuentan que tras el nacimiento de Francisco les gustaría casarse en la Patagonia
Desembarcó en este rincón único del Nahuel Huapi en 1999, movida por la pasión que Francisco Mayorga (46), el padre de sus hijas, siente por el Sur desde muy chico. Hacía cinco años que Carola del Bianco (39) y "Paco" estaban de novios y, apenas pisaron juntos esta extensión de tierra mágica frente a Villa La Angostura, supieron que habían encontrado su lugar en el mundo. "Los dos éramos muy jóvenes cuando empezamos con el proyecto de esta casa, que nos llevó bastante tiempo armar", dice la ex mannequin mientras rememora la aventura que implicó convertir su gran sueño en realidad. Es que el único acceso a este maravilloso refugio patagónico, al que con "Paco" y sus tres hijas –Maia (9), Elisa (7) e Isabel (2)– llaman hogar durante el verano, es a través del agua, construirlo llevó una logística titánica… e innumerables idas y vueltas en barco. "Ese, sin embargo, no fue el único desafío: como ‘Paco’ y yo somos de la ciudad, tuvimos que aprender a vivir en el medio de la nada, sin luz eléctrica ni gas la mayor parte del día", agrega la anfitriona mientras invita a ¡Hola! Argentina a recorrer su casa por primera vez.
REFUGIO DE AMOR
–¿Qué significa este lugar en tu lovestory con "Paco", con quien ya llevan veintidós años juntos?
–Esta casa es la manifestación "física" de nuestra historia y, como nuestro amor, fue transformándose a lo largo del tiempo. Empezó siendo una casa de solteros, en la que durante diez años nos dedicamos a recibir a nuestros amigos más queridos y con la llegada de nuestras tres hijas se acomodó a la vida en familia. Ahora que Maia, la mayor, está por cumplir 10, ya estamos imaginando una nueva reforma, así puede empezar a venir con amigas.
–¿Qué recordás de esos primeros tiempos en la Patagonia?
–Era una época en la que viajaba mucho por mi trabajo como modelo y recuerdo lo fascinante que me resultaba el contraste entre la vida que empezamos a vivir acá y las pasarelas. Llegamos a estar seis meses instalados en el Sur y fueron varias las veces que corrí hasta el aeropuerto de Bariloche para subirme a un avión, cumplir con un compromiso y volver a los dos días a hachar leña con "Paco" para poder bañarnos, por ejemplo. Acá aprendimos a disfrutar de las cosas simples de la vida. Empecé a trabajar a los 15, en un momento familiar complicado y con una exigencia muy grande, que era autoimpuesta, porque nadie nunca me pidió nada. Estar tranquila en el living de casa, con el fuego prendido e inmersa en un juego de mesa en la mitad de la semana era algo impensado para mí, y esta casa y "Paco" me dieron esa posibilidad. Debo admitir que no me resultó nada fácil aprender a disfrutar del ocio o darme el lujo de pasar una tarde entera cocinando. Son cosas que descubrí viviendo acá y que, hoy, no cambiaría por nada en el mundo.
–¿Siempre tienen huéspedes?
–Sí, nos encanta. Vengo de una familia italiana en la que mi abuela nos juntaba alrededor de su mesa todos los fines de semana. Es algo que debo haber heredado de ella porque ya desde chica me gustaba cocinar. Preparar cosas ricas para mis seres queridos y hacerlos sentir cómodos siempre fue importante para mí. Soy de las que se esfuerzan por que la mesa esté impecable y bien servida y que la comida esté rica y entre por los ojos. Para mí, recibir bien es una expresión de afecto y, por eso, antes de que lleguen nuestros invitados, me gusta armarles ramitos con flores para decorar sus baños y sus cuartos y saco los mejores juegos de sábanas y toallas. Después, me concentro en atenderlos bien y en organizarles programas divertidos para que se lleven los mejores recuerdos.
–Además de cocinar con amor y preparar la casa para su llegada, ¿cuál es tu fórmula para que los invitados se sientan como en casa?
–Entre el clima y las vacaciones, se hace muy corto el período del año en el que está bueno que vengan, entonces siempre terminamos siendo veinte como mínimo. Más allá del caos, lo pasamos bárbaro y mentiría si dijera que tengo una fórmula: lo único que importa es la predisposición y la buena onda, porque ninguna convivencia es fácil.
A LA ESPERA DEL VARÓN
Este verano fue particularmente especial para Carola, que hace seis meses quedó embarazada de su cuarto hijo –y primer varón–, Francisco, a quien esperan para principios de junio. "El nacimiento de Isabel, la menor, fue tan lindo y especial que con "Paco" nos dieron ganas de tener uno más. Como yo ya estaba cerca de los 40, mi obstetra me recomendó empezar a buscarlo cuanto antes… y aquí estamos", sonríe la futura mamá.
–¿Qué sintieron cuando se enteraron de que estabas embarazada?
–Felicidad absoluta, porque este bebito se hizo esperar. Nos enteramos gracias a Isabel, Un día la vi rara e intuí que era hora de comprar un test de embarazo… [Se ríe].
–¿Te genera ansiedad el parto?
–No, porque, aunque cada embarazo es diferente y cada parto es único, con tres hijas ya sé lo que me espera. Ojalá que fuera natural, como los anteriores. Yo me preparo con mucha alegría para ese momento tan increíble que nos regala la naturaleza.
–"Paco" va a tener un compañero de aventuras...
–Está chocho con la idea de tener un coequiper, pero lo cierto es que no estábamos "buscando al varón". Los dos disfrutamos muchísimo de nuestras chicas y celebramos la llegada de cada una de ellas. Obviamente, estamos felices con la llegada de Francisco y con la idea de tener cuatro hijos, pero no sufríamos la ausencia del varón.
–¿Cómo te sentiste hasta ahora?
–En términos de náuseas, este fue el peor. Pero ahora que esa etapa quedó atrás, me siento bárbara. No soy de antojos, pero cuando te sentís tan mal –que no es un ratito, sino las 24 horas durante sesenta días seguidos–, rogás tener antojos y comerte todo.
–¿Te preocupa engordar mucho?
–No, me relajo mucho con mis embarazos y los disfruto de verdad. Soy cero obsesiva con los kilos y, es más, ¡hasta me siento espectacular! [Se ríe]. Con el tiempo, todo vuelve a su lugar y, si algo no vuelve, no pasa nada porque la llegada de un hijo al mundo es la gloria.
–¿La edad incide en cómo vivís este embarazo?
–Si bien soy una persona supervital y con mucha energía, la edad se siente. No es lo mismo llevar un embarazo a los 39 que a los 29, que es cuando quedé de la mayor. De todas maneras, lo que más incide no es la edad, sino tener otras hijas, a las que me gusta prestarles atención. Lo que antes me sorprendía ya no me sorprende y mi cabeza no está puesta ciento por ciento en la panza.
LA ALEGRÍA DE OTRO HERMANO
–¿Cuándo les dieron la noticia a las chicas?
–A principios de diciembre, cuando se cumplieron los tres meses de rigor y ya no había manera de camuflar lo mal que me sentía. En cuanto me dijeron que estaba todo bien, les dijimos. Fue alucinante verlas tan sorprendidas y contentas. Ellas no piensan que va a ser uno más para vivir con nosotros, ni uno más que les va a sacar tiempo de su mamá; simplemente, no ven la hora de conocer a Francisco.
–¿Cómo se preparan para la llegada del nuevo integrante de la familia?
–Ahora están con el foco puesto en el colegio, que acaba de empezar, pero cuando se acuerdan quieren que nazca ya. Justamente por eso trato de no hablarles todo el tiempo de la panza, así no se ponen ansiosas. Son nueve meses de embarazo y para un chico tan chiquito como Isabel, por ejemplo, ese tiempo es una eternidad.
–¿Isabel, la menor, se puso más celosa?
–Y, sí… Es la única que se nota que está celosa. Hay momentos en los que está feliz con la panza y le da besitos y otros en los que le quiere pegar. Es entendible: es la única que no sabe cómo es tener un hermano más chico.
–¿En qué otras cosas te concentrás a la hora de acompañarlas en este proceso?
–Me concentro en estar mucho tiempo con ellas, en darles todo el protagonismo ahora y en responderles las preguntas que les surjan. El mensaje es que lo que va a pasar es lindo y está buenísimo que llegue un nuevo hermanito. [Sonríe].
LA ILUSIÓN DEL "SÍ, QUIERO"
–Si bien tu historia de amor con "Paco" está muy consolidada, todavía no pasaron por el altar. ¿Casarse sigue siendo una asignatura pendiente?
–En todos estos años juntos, ninguno de los dos tuvo el interés ni las ganas de organizar un casamiento. Desde el principio, apostamos al amor y a estar bien juntos y pasar por el Registro Civil nunca fue una prioridad. Ahora que somos una familia, sí tenemos ganas de casarnos y de que nuestros hijos puedan celebrar con nosotros la unión.
–¿Tienen fecha?
–No, porque cada vez que empezamos a organizarlo me quedo embarazada. [Se ríe].
–¿Soñás con ese momento?
–Nos mueve la ilusión de las chicas, a las que les encantaría que el casamiento sea acá, en nuestra propia casa. Lo imagino sencillo y en compañía de nuestras familias y amigos más íntimos.
–¿Cómo evolucionó tu amor con "Paco"?
–Miro para atrás y no puedo creerlo, porque pasó una vida de verdad. Con él todo se fue dando de una manera natural y prácticamente sin buscarlo porque, en un principio, no teníamos planeado formar una familia, ni casarnos. Las pruebas están en que estuvimos juntos quince años hasta que nació Maia, que fue una bebita muy buscada, y en que todavía no pasamos por el altar. "Paco" es mi compañero de vida y, si bien me siento muy afortunada de habernos cruzado, puedo dar fe de que el amor, primero, es un compromiso y una decisión. Juntos, vivimos momentos buenos y malos, tuvimos nuestras crisis, pero lo más lindo de nuestro amor, sin lugar a dudas, es que siempre apostamos por estar juntos.
–Al día de hoy, ¿qué es lo que te sigue enamorando de él?
–El amor que siente por nuestra familia y la dedicación que tiene con nosotras. Hay actitudes de él que lo hacen ser la persona que es y que al día de hoy me siguen maravillando.
–¿Cómo es en su rol de padre?
–Es recto y no se deja influenciar por los argumentos de las chicas. Tiene una buena brújula interna y es muy claro y coherente a la hora de educarlas.
–¿Qué valora de vos como madre?
–Ama que sea mamá tiempo completo y que esté atrás de todo en casa. Admira el tiempo y la atención que les dedico a nuestras hijas… ¡y la paciencia que les tengo! [Se ríe].
- Texto y producción: María Güiraldes
- Fotos: Tadeo Jones
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