El legendario capocómico uruguayo conversó con LA NACION en compañía de Jimmy Castilhos, el hombre que lo llevará al altar en el mes de febrero
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Está sentado en un bello rincón de Punta Ballena, a pocos kilómetros de Punta del Este. El atardecer le confiere al mar de fondo una tonalidad bucólica. La charla por videoconferencia cuenta con una camarógrafa de lujo, Agó, una de las hijas del recordado artista uruguayo Carlos Páez Vilaró.
La serenidad del entorno se contradice con la euforia de Carlos Perciavalle, pletórico ante el casamiento con el actor y productor Jimmy Castilhos, su pareja treinta años menor. Parece un adolescente exaltado ante ese acontecimiento trascendental que sucederá en Uruguay durante el mes de febrero, “en el año del Dragón”, fecha aconsejada por la astróloga Ludovica Squirru, amiga íntima del actor.
Más allá de su grato presente, la charla también lo llevará a pensar en su amigo Antonio Gasalla -internado desde hace varios meses-, de su propia salud -que le dio un susto durante el verano pasado- y sobre el robo sufrido en su propiedad hace dos años, un hecho traumático que se conoció a partir de la viralización de videos donde se lo pudo ver desencajado y a los gritos frente a gente de su entorno más íntimo. No elude temas. Al contrario, parece dispuesto a decir en voz alta lo que ha tenido que callar.
“¿Cómo estás, hijito?”, saluda Perciavalle, enfundado en un llamativo atuendo con abundante bijouterie sobre su pecho. Ante el comentario sobre el agradable lugar escogido para la entrevista, rápidamente argumenta que “estamos luchando para que no se edifique más en este sitio”. Razón no le falta, los negocios inmobiliarios no suelen llevarse bien con la naturaleza y las vistas abiertas. “Es un lugar único, al que vienen miles de turistas de todo el mundo para disfrutarlo, por eso debemos preservar a las plantas y a la fauna marina y tropical”.
Conoce muy bien ese enclave esteño: “Este es mi barrio”, confiesa. Es que, a sólo tres kilómetros de Punta Ballena, se encuentra Laguna del Sauce, donde, desde hace décadas, Perciavalle vive en su chacra El Paraíso. El caserón principal del predio es habitado por él mientras que una casa anexa es la que cobija a su futuro esposo, presente durante todo el desarrollo de la entrevista.
“Estoy celebrando todas las cosas que están pasando, que son de alegría, entusiasmo, de no enojo, ni guerras o peleas. Todo es amor, juntarse y unirse para sobrevivir”, arremete el legendario humorista, bautizado en la década del setenta como el “Rey del café concert”, ese género irreverente donde la cuarta pared escénica no existía y la interacción del artista con el público era esencial. ¿Por qué hablar en pasado? Acaso el stand up hoy tenga mucho de aquellas propuestas que se leían osadas para la época.
“Amo LA NACION y me siento orgulloso de esta nota”, adula seductoramente antes de definirse como “el uruguayo más argentino que conocerán jamás”. A su lado, Castilhos irá diciendo lo suyo, remarcando algunos conceptos vertidos por su pareja.
Sí, quiero
“Él es mucho más chico que yo, aunque no tanto, treinta años no es nada”, dice con humor Perciavalle, aunque muy convencido que el tiempo es una relatividad. “Nos reímos mucho, algo que es fundamental. Cuando conozco a una pareja, siempre le pregunto si se ríen porque el sexo, droga y rock & roll pasa, pero la risa queda. Nosotros siempre lo hemos pasado muy bien, a pesar de haber enfrentado momentos difíciles y a gente que es de lo peor. Antes de esta entrevista, me contaron sobre algunas personas que quisieron hacerme mal, pero no hay que tomar venganza, hay que dejarlos que se caigan y se pierdan solos; yo estoy muy feliz y muy bien acompañado”. El artista sabe que una decisión como la que acaba de anunciar contará con adeptos y detractores.
-¿Cómo nació la idea del casamiento?
-Yo se lo propuse a Jimmy, en presencia del periodista Gustavo Descalzi, un amigo de toda la vida. Me arrodillé delante suyo y le pedí la mano. Habrá un compromiso y organizaremos una fiesta enorme con la gente amiga de todo el mundo.
-Evidentemente, la diferencia de edad entre ustedes no es un escollo.
-Por supuesto que no.
-¿Cómo se establece el vínculo con treinta años de diferencia?
-Es notable, perfecto. Es una relación de lealtad, sabiduría, enseñanza. Y, además, Jimmy cocina maravillosamente bien.
Sabe que semejante brecha generacional no es tan usual a la hora de conformar una relación y que las miradas están puestas con incredulidad sobre su decisión de casarse: “No hay problema en que yo sea tanto menor que él, espero que me cuide, pero no quiero enfermeros”, ironiza el cómico.
-¿Qué te atrajo de tu pareja?
-Me sedujo su bondad, su sentido del humor, su espiritualidad y su amor por los animales. Por otra parte, tiene una personalidad increíble, es sumamente inteligente.
-¿Cuándo se conocieron?
-Hace veintitrés años me vino a contratar por primera vez. Estaba vestido con un traje azul, camisa, corbata y zapatos de charol. Llegó a mi casa con una escribana para hacer tres funciones en el Lawn Tennis. Me sorprendió mucho que un productor viniera a Laguna del Sauce con ese atuendo y con una escribana. Aquella pequeña temporada, que duraría tres días, se extendió a cuatro meses.
-Carlos, vos tuviste una pareja de muchos años.
-Sí, nunca hice publicidad con eso, jamás hablé de mi vida privada.
Durante cinco décadas, el actor compartió la vida con Miguel Bermúdez. Fueron años de no exhibición pública y de preservar la intimidad del vínculo.
-Ahora mostrás más tu vida personal.
-Es que ha llegado el momento en el que hay que decir que debe haber más unión que desconfianza, que tenemos que estar unidos para sobrevivir; por eso me parece tan importante el casamiento y hacerlo público, para que la gente se de cuenta que no todo está perdido, que siempre se puede salir adelante.
De productor a marido
Jimmy Castilhos recuerda la primera imagen que tuvo de quien pronto se convertirá en su esposo. “Cuando era niño, y en mi casa aún no había televisión color, veíamos La noche de Carlos Perciavalle, que era el programa preferido de mi padre. Ahí pude reconocer a un hombre bellísimo, vestido como un torero, una estrella con todas sus luces. Recuerdo que, en una de las emisiones, la cámara giró y lo tomó de atrás, para que se viera su cola desnuda. Eso hacía él en la década del ochenta y ante un público que era muy prejuicioso. Fue la persona que me hizo sentir orgulloso de quien era, de no tener vergüenza. Desde ese día, he seguido la carrera de este hombre increíble, talentoso y valiente que se convirtió en una leyenda viviente”, sostiene este hombre también nacido en Uruguay y que llena de elogios -un poco desmesuradamente- a Perciavalle, casi como presentándolo cada vez que lo menciona.
“Aquella vez que llegué a su casa con un contrato debajo del brazo, no podía imaginar que 23 años después estaríamos por casarnos”, reconoce Castilhos, el encargado de anunciar que Eduardo y Elina Constantini, amigos de la pareja, serán los padrinos de la boda y que, posiblemente, Gino Bogani confecciones el traje de los novios. “Como tenemos una espiritualidad tan enorme, creo que habrá desde sacerdotes a rabinos, hasta el mesías bajará para casarnos. En realidad, nuestro mesías es Juan Cruz Bordeu, al que le hacemos caso en todo lo que nos dice”.
Muy envalentonado, Castilhos se aventura a decir “no lo preguntaste, pero seguro lo harás, así que ya te cuento que estarán invitadas Susana Giménez y Mirtha Legrand”. La boda no sólo será un hecho simbólico, sino que también se rubricará legalmente en el Registro Civil. “Algunas personas dicen que le voy a comer la billetera porque es millonario, pero otros afirman que somos tan pobres que comemos raíces. También dijeron que yo era stripper, escort y que pintaba casas. ¿Por qué no buscan conocernos de verdad, en lugar de opinar?”
El productor no duda en afirmar: “Siento amor y admiración por estar junto a uno de los hombres más famosos del mundo, una leyenda teatral” y a la hora de pensar en cuestiones más íntimas, sostiene que “el erotismo forma parte de la pareja, aún no puedo creer que, a esta altura, haya gente que piense que la edad es un impedimento para el amor sexual”. Jimmy se queja porque en un canal de televisión porteño habían afirmado que compartió un jacuzzi con un hombre que no era Perciavalle, “¿cómo lo saben? ¿estaban allí dentro?”.
Aquel amigo del alma
Este año se conoció la noticia que daba cuenta del cuadro de demencia senil que atraviesa Antonio Gasalla, internado desde hace varios meses en una institución especializada. Perciavalle conformó con su colega un dúo artístico que marcó un estilo en el humor, aunque la amistad personal atravesó por algunos momentos de distanciamiento.
“Estoy tratando de conversar con él, pero es muy difícil. Se encuentra en una clínica y para poder tener contacto, ya que está internado judicialmente, hay que hacer un montón de papeles y pedirle permiso a un juez, algo medio complejo para mí. Sigo de cerca su situación, hablo con su amigo Marcelo Polino y con su hermano Carlos, que tampoco está muy bien”, sostiene el humorista, quien, por primera vez, deja de lado la euforia, aunque no pierde la esperanza en una mejoría de la situación de su amigo. “Tengo fe, me contaron que, de lo único que hablaba, era de Nacha (Guevara) y de mí”.
-¿Irás a visitarlo?
-No pierdo la esperanza de cruzar el río y poder tomarlo de la mano para recordar algunas de las cosas maravillosas que hicimos juntos y que seguiremos haciendo en la imaginación y el corazón de todos los que nos vieron sobre un escenario.
-¿Recordás cómo se conocieron?
-Nos vimos por primera vez el día que dimos el examen de ingreso al Conservatorio Nacional. Nos sentamos uno al lado del otro y, a partir de ese momento, empezamos a cultivar ese humor que nos caracterizó, riéndonos primero de nosotros mismos y luego de todo lo que nos rodeaba.
Pensar en la carrera de Perciavalle se convierte en un desafío para la memoria. Trabajó en todos los medios y apeló a diversos lenguajes estéticos, pero fue en el teatro donde logró imponer un sello distintivo abordando propuestas de tono bien variado, aunque siempre con el humor de por medio como modo para establecer la comunicación con el público y plantear una crítica a la sociedad imperante. En las últimas horas, se mostró feliz por el triunfo electoral de Javier Milei, dando un giro conservador a su mirada sobre la realidad.
A sus shows unipersonales se sumaron obras como La jaula de las locas -junto a Tato Bores-, El diario privado de Adán y Eva -con China Zorrilla- o Gasalla y Perciavalle en Broadway, junto a su histórico compañero de rubro.
Y si la preocupación por el cuadro de Gasalla lo preocupa, él mismo fue noticia por una dolencia de salud que lo obligó a estar internado y que generó alarma en la opinión pública: “Estoy espléndido, ayer me hice mis exámenes habituales y los médicos me dijeron que debía salir volando porque soy como un pajarito, no tengo absolutamente nada”, se ataja.
-¿Cuál fue la razón de tu última internación?
-Una pavada, tuve un poco de agua en los pulmones, pero se me fue enseguida, por eso sólo estuve internado dos días.
La vitalidad del actor le permitirá encarar la próxima temporada de verano al frente de La nave de Perciavalle, espectáculo en el que recordará anécdotas de su vida. El escenario, como es su costumbre, estará montado en el parque de su chacra, un clásico de Punta del Este. Además, continuará al frente de Perciavalle íntimo y eterno, el ciclo de televisión que realiza en una señal esteña.
Traiciones
Hace dos años, trascendió que Perciavalle había sufrido el robo de pertenencias y dinero. El hecho se habría producido en su propia casa y sus responsables habrían sido personas de su entorno más directo. “Gracias a Jimmy, no pasó a mayores, ya que fue él quien grabó todo lo que se vio, lo elevó a la televisión e hizo que se terminara”.
-¿Qué fue lo que sucedió?
-Cuando uno llega a esta edad, y no me sucede solamente a mí, se acerca gente que busca sacarte cosas, también le sucedió a Antonio (Gasalla). En mi caso, tuve la suerte de tener a Jimmy, mi perro guardián y unos abogados estupendos.
-¿Quiénes fueron los responsables del hecho?
-Un montón de gente porque soy muy crédulo, pero también estoy convencido que todo decanta y se conoce la verdad. Así fue, se fueron cayendo solos.
-¿Te robaron mucho?
-No.
Sin embargo, Castilhos confiesa que la sustracción fue de “quinientos mil dólares”, cifra que lejos está de espantar a Perciavalle: “Para mí, eso no es nada”, finaliza convencido.
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