Carlos Mata quería ser rockero, detestaba ser galán de novelas y el ultimátum de su exmujer
Protagonizó sucesos como Cristal y compuso temas que quedaron en la memoria; ¿en qué anda el actor y cantautor que fue furor en los 80?
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Cuando los servicios de streaming no estaban ni asomándose y los programas de televisión se exportaban en latas, Carlos Mata conquistaba el mundo. Corría el año 1985 y aquel joven y seductor artista venezolano, con un éxito medido en su propio país, trascendió las fronteras con su personaje de Luis Alfredo Ascanio en la telenovela Cristal. El culebrón fue tan popular que Mata se convirtió en una megaestrella en España, en la Argentina y en los Estados Unidos, pero también en Israel, en Ruanda, en Turquía, en Polonia y en Kenia. Cinco años después, compuso “Déjame intentar”, y ya no hubo vuelta atrás: la melodía quedó impresa en la memoria emotiva de toda una generación. A casi 40 años de la explosión de su carrera y a punto de cumplir los 70, el eterno galán que dejó huella en la Argentina vive en Miami y todavía comparte con el público su eterna sonrisa.
Carlos Enrique Mata Iturriza nació el 28 de agosto de 1952 en Caracas. Fue el segundo de diez hermanos y en su casa el arte siempre estuvo presente. “El primer vínculo mío fue con la música”, reconoció Mata a la actriz puertorriqueña Maddy Rivera el año pasado en una entrevista íntima. Luego de contar que en su casa todos tocaban un instrumento y que su mamá “cantaba precioso”, el cantautor explicó que gracias a su padre se formó en la música clásica. “Mi papá era un maniático de la música, pero no tenía oído. Había sido educado en los Estados Unidos, entonces tenía mucha influencia norteamericana: Bing Crosby, Sinatra, y de los latinos Pedro Vargas. A mí me encanta la música clásica, tengo formación en música clásica, pero al violín lo cambié por una guitarra eléctrica a los 15 años porque, por supuesto, me encantaba el rock y la música pop”, agregó luego. Fue esa misma guitarra y un evento completamente fortuito la puerta de entrada a la industria del espectáculo.
Un golpe de suerte
Además del violín y la guitarra, la adolescencia de Mata estuvo plagada de libros y pinturas: tras perder a su madre cuando tenía 13 años fue ahí en donde encontró consuelo. De ahí también surgieron sus otras pasiones: la actuación -dentro de su formación se destaca el método Stanislavski- y la arquitectura, carrera que terminó y que le permite ostentar de dos edificios, cinco casas, algunos espacios comerciales y varios proyectos pedidos por amigos muy cercanos. Allí estaría hoy, entre planos y columnas de hormigón, cantando en eventos familiares y tocando algún instrumento en la soledad de su hogar si un productor insistente y un amigo que necesitaba compañía no lo hubieran llevado al lugar justo en el momento indicado.
“Yo era extremadamente tímido”, recordó el cantautor, y explicó que la guitarra le sirvió en su juventud para romper el hielo con las mujeres. “Me iba por ahí con la guitarrita a cantar canciones y tenía éxito sobre todo ante el público femenino”, agregó luego, y reconoció que nunca pensó seriamente en ser actor. “Eso fue por un accidente. Yo estaba estudiando arquitectura y un compañero me pidió que por favor lo acompañara porque iba a hacer un casting para una comedia musical de Broadway: Godspell”, repasó. Mientras su amigo hacía el casting, el director de la obra, Levy Rossel, posó su mirada sobre él. “Yo estaba feliz en la última sillita viendo aquello y de repente el director me dice: ´tu, el peludo, pasa´. Yo no hallaba cómo decirle ´no, es que yo vine a acompañar´. Él no me oía. ´Ay, dios mío´, decía yo. ´Me muero del susto´. Hice una prueba ahí. La banda tocó una canción que les pedí y la canté temblando, por supuesto”, recordó. Luego de temblar también en el ejercicio de improvisación, Rossel le dio su devolución: “La parte musical está bastante bien y la parte de actuación es un desastre, pero tu tienes talento para esto, quédate”, le dijo, y así debutó en teatro como protagonista.
Con porte de galán
Con dos discos grabados y el hit de Topacio (1984) en su haber -”Que por qué te quiero”, el tema de la famosa novela de Grecia Colmenares, lleva su firma y su voz-, la oportunidad de protagonizar le llegó en 1985 y estuvo muy cerca de decir que no. “Yo estaba grabando un disco y tenía una gira. Yo no quería ser protagonista. Nunca me sentí galán ni quería hacer esas estupideces. Yo quería ser un actor de carácter: dame un papel de asesino, de estrangulador, no sé... ¡de un pirata!, pero galán de telenovela me parecía muy aburrido. Además al principio eso era como muy cliché, eran unos tipos muy estirados que levantaban las cejas y hablaban totalmente engolados, y yo venía de la escuela de Stanislavski. Para mí era una aberración”, le explicó a Maddy.
Luego de rechazar el papel principal de Topacio porque le dieron a elegir entre cantar la cortina musical o ser el protagonista, fue una de las autoras más destacadas de la televisión venezolana quien lo convenció para ponerse frente a las cámaras. “Mira, Delia Fiallo te quiere protagonista”, recordó Mata que le dijo un productor de Radio Caracas Televisión. “¿Otra vez? Yo no quiero ser protagonista”, fue la respuesta. “Pero Carlos, ¿tu eres loco? Aquí todo el mundo quiere ser protagonista, ya van dos veces que te ofrezco”. Luego de negarse, de repetir hasta el hartazgo su deseo de no hacer de galán y de denigrar el género, le pusieron al teléfono a la escritora. Tras un tenso ida y vuelta, la mujer lo acorraló: “Carlos, te voy a hablar como si fueras mi hijo. Acepta. Me vas a dar las gracias. Hazlo por mí”. Con ese gesto, Mata aceptó ser el Luis Alfredo de Cristal (interpretada por Jeannette Rodríguez) y su carrera pegó un salto internacional. Luego vendrían entre muchas otras La Dama de Rosa (1986), Señora (1988), y su desembarco en Telefe junto a Catherine Fulop con Déjate querer (1993).
Si bien su figura se corrió del centro de la escena internacional y durante algunos años se refugió en su familia, Mata nunca dejó de componer, cantar y actuar: grabó doce discos, participó de 39 programas de televisión, de ocho películas y de casi una veintena de obras de teatro. También se desempeñó como conductor, se ganó el mote de “producto de exportación venezolano”, detrás claro del petróleo y llevó la bandera de su país a recorrer el mundo. Instalado en Miami desde hace muchos años, en 2019 se animó a presentar Desnudo con sombrero, una pieza teatral de su autoría donde repasa su infancia, su juventud y su carrera con mucho humor y nada de vergüenza. Además pinta, compone y de vez en cuando se anima a proyectar. ¿Mira telenovelas? No, y jamás lo ha hecho. “Juro que nunca he visto una”, le respondió a un periodista español del portal 20 minutos durante una entrevista. “Y lo digo casi con vergüenza, ya que ha sido gran parte de mi trabajo”.
¿Todo por amor?
En medio del éxito de Cristal, Mata decidió él también apostar al amor y se casó con Marlene Maseda, con quien tuvo a sus tres hijos. La pareja al principio supo sortear la exposición y los constantes viajes del artista. De hecho, el más pequeño nació en Buenos Aires, mientras el actor grababa Déjate querer (1993), una novela de Raúl Lecouna. Sin embargo, poco tiempo después la distancia y las exigencias del mercado para mantener tanto la carrera de actor como la de cantautor pusieron a Mata entre la espada y la pared: su mujer le pidió elegir entre su vida profesional y su familia. No dudó: se bajó de los escenarios, se despidió de las novelas, dejó el éxito atrás y se instaló en Nueva York para intentar salvar su matrimonio.
El venezolano más famoso desapareció de escena al tiempo que el público se preguntaba dónde estaba su galán. Instalado en los Estados Unidos, aprovechó la distancia para estudiar cine y pasar más tiempo con sus hijos. El esfuerzo al principio valió la pena, pero con el correr de los años se hizo insostenible. “‘Sé que yo te suplicaba que no te fueras, pero una cosa es dar la vida para salvar a quien amas y otra es regalar tu vida´”, recordó el actor que le dijo, ya grande, el mayor de sus hijos. Mata decidió volver primero en 1996 en El Rosa y el azul, un programa en el que compartió conducción con Patricia Miccio y que emitió Gems Televisión, y un año después con la novela Dos Mujeres. En 2002, Carlos Mata y Marlene Maseda firmaron los papeles de divorcio.
El amor volvió a la vida del eterno galán venezolano gracias a Maigualida Torres, su “verdadera Dama de Rosa”, como él mismo definió. La pareja se casó en 2004 y desde entonces no se separan. “Comenzamos esta nueva historia con historial de vivencias individuales y nos aventuramos, sin dudas ni prejuicios, al amor sin linderos; el camino de vivirlo juntos”, escribió el intérprete en su cuenta de Instagram cuando el matrimonio cumplió 20 años. Y es con ella con quien se lo suele ver por los distintos rincones de Miami, donde todavía actúa, compone, ensaya algún plano, pinta y disfruta de la vida.
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