Carlos Calvo: los amores de un galán apasionado
Carlos Calvo tuvo todos los amores que quiso. No se privó de disfrutar de la pasión por las mujeres. Aquel primer ACV, en 1999, lo encontró con una vida privada ordenada junto a su mujer Carina Galucci y a sus hijos, Facundo y Abril. Galucci, psicóloga y actriz, fue el amor verdadero, con el que decidió casarse en 1998 y la que estuvo en las buenas y, sobre todo, en las malas..Acaso fue la compañera que necesitó para transitar el último tramo de su vida contenido y cuidado, como nunca antes lo había estado.
El pibe de San Antonio de Padua siempre soñó con la fama. Se sabía fachero y hacía uso de esos dotes. Con aquellas noviecitas del barrio aprendió a seducir, a disfrutar de la vida íntima y a confirmar que lo suyo sería algo así como la concreción de una nueva versión conurbana del Don Juan, aquel personaje que amaba con ética propia y saltaba de una sábana a otra. Cuando Carlín dejó el Oeste y comenzó a circular en el mundo farandulesco, su vida cambió en todos los aspectos. No solo se convirtió en un hombre consagrado, con esa fama que pocos logran construir, sino que también inició un derrotero afectivo con esas mujeres de cartel diverso a las que él seducía con herramientas irresistibles.
Allá lejos
María Noel Genovese era una de las mujeres más bellas del país. Había llegado de su Uruguay natal para incursionar en el mundo de las pasarelas locales. En 1979, se cruzaron en una fiesta y la atracción fue irrefrenable. Carlín participaba del programa Somos nosotros, luego de haberse mostrado desnudo en la obra La lección de anatomía y de haber renunciado a trabajar con Alfredo Alcón por no adaptarse al personaje que le habían asignado.
María Noel, como todos la llamaban, era la chica de tapa del momento. Las marcas la buscaban como imagen de sus productos, los productores la tentaban para hacer comedias en televisión y teatro, y los caballeros le acercaban costosos regalos para seducirla. A pesar de su fama, la modelo no se sumó a escándalos y prefirió la vida de perfil bajo. Cuando inició su romance con Carlín, era moneda corriente verlos en algunas discos o fiestas de la farándula. Sin embargo, ellos disfrutaban de la intimidad, de esa soledad que les permitía gozarse. La relación duró dos años, pero en 1980 todo se hizo trizas. Como sucedió más de una vez en su vida, llegaron los rumores de infidelidad.
En realidad, la pareja con Noel se había roto hacía un tiempo. Es que Calvo se había enamorado de la actriz Cecilia Cenci cuando protagonizaban la telenovela Un ángel en la ciudad. Sin embargo, el affaire duró poco tiempo y el galán volvió con la modelo, pero la cosa no duró mucho más, algo se había quebrado definitivamente.
La ruptura con María Noel lo marcó. A tal punto que durante 1981 no pudo sostener una pareja estable. Hubo algunos escarceos con Elvia Andreoli, otra famosa con la que los unió la pasión, pero no mucho más. Carlín ya comenzaba a disfrutar de las mieles del éxito y de todo lo que le deparaba en el plano personal. Aunque, en poco tiempo, un gran amor volvería a traer orden a su vida.
Escándalo
Luisina Brando gozaba de popularidad y de prestigio. Era de esas actrices que podían descollar en una telenovela, en una buena obra de teatro o en cine bajo las órdenes de Leopoldo Torre Nilsson o María Luisa Bemberg. Se conocieron en 1982 y la pasión fue irrefrenable. Cuando la relación se conoció públicamente fue un escándalo. Aunque la farándula ya se había desasnado con romances como el de Susana Giménez con Ricardo Darín o el de Silvia Montanari con Darío Grandinetti, lo cierto es que, una vez más, la sociedad pacata enjuiciaba a los novios. Luisina le llevaba siete años y eso generaba todo tipo de comentarios. Sin embargo, la pasión duró cinco años. Tiempos en los que no solo compartían la privacidad, sino también el trabajo. En teatro, Chúmbale fue uno de los sucesos de aquellos tiempos. A ella le daba celos como las mujeres se abalanzaban sobre él a la salida de cada función.
La presencia de la pareja en estrenos o entregas de premios lograban eclipsar al resto. Llamaban la atención. Durante cinco años no se despegaron un minuto. Cuando protagonizaban la obra Mamá, en el Maipo, el vínculo comenzó a resquebrajarse. Demasiada fama y la tentación de Carlín por las mujeres era una pulsión irrefrenable. En 1988, Carlín y Luisina se separaron. Durante muchos años, ella no quiso volver a hablar de él. Con el tiempo, el recuerdo de la relación se volvió amoroso. No había pasado mucho de la ruptura cuando el galán sedujo a otra bella: Marisa Mondino, una chica que despuntaba en la televisión y como modelo. Ella siempre se abstuvo de generar escándalos y se alejó joven de las luces del show. La pareja duró solo un año y medio.
Carlín pasó algún tiempo sin pareja estable, aunque no le faltaban amores ocasionales. No tenía demasiado tiempo para dedicarle a una mujer porque un torbellino laboral había copado su vida:Amigos son los amigos. La comedia se estrenó en 1990 en el flamante Telefe y se convirtió en un fenómeno de rating que tuvo su correlato teatral también exitoso.
La vida de Calvo no era prolija en aquellos tiempos. Es complejo mantener el equilibrio personal cuando el éxito profesional es tan desbordado. El galán que todos querían, que no competía con los hombres y que era el hijo y el nieto que deseaban las señoras de barrio comenzaba a minar su vida privada con algunos deslices. Demasiada fama y dinero para el chico de barrio que tenía todo y más. Podía acceder a lujos impensados y gozar de la intimidad con quien quisiera. El que esté libre de no marearse que tire la primera piedra.
En 1991, cuando Amigos son los amigos transitaba su segunda temporada, tuvo un breve romance con Adriana Salgueiro, que venía de una ruptura sonada con Sergio Velasco Ferrero. Ese mismo año, se lo vinculó con Julieta Ortega, ahora la diferencia de edad se invertía y era él quien le llevaba muchos años a su mujer. La hija de Palito bien podría haber sido su hija. En 1992, se enmarañó con mujeres no famosa, pero nada serio lograba estabilizarlo. Será por eso que hasta 1996 su vida afectiva fue tambaleante, efímera, sin compromisos.
A mediados de los ´90, se enamoró de la actriz Patricia Echegoyen. La miramarense y el actor vivieron algunos meses juntos, pero no estaban hechos el uno para el otro. Tenían distintos estilos de vida y aficiones diferentes. Ella no congeniaba con buena parte del núcleo social de él. No se sentía cómoda con determinadas actitudes y prefería una vida más sosegada. Al año la pareja se rompió. Faltaba poco para que llegara a su vida el amor verdadero, adulto y definitivo.
La mujer
Carina Galucci era algunos años menor que él, pero de una madurez en la que él se sostenía. Con ella llegó el sosiego a su vida. Se casaron casi de incógnito para confirmar legalmente esa unión que, por primera vez, llevaría al actor a formar una familia. Había pasado los 40 años y su vida tomó otro rumbo, aunque la felicidad inicial se vio alterada por el primer ACV de Calvo acontecido en 1999.
Galucci soportó rumores y certezas de infidelidad y el dolor por la salud quebrantada de su marido, pero siempre estuvo allí. A pesar de todo se comportó a la altura de su afecto. Fue madre y padre de sus hijos cuando su marido empezó a no poder sostener su independencia física y emocional. Y ya separada se privó de mostrarse libremente con alguna nueva pareja.
En los últimos años, ella se encargó de sostener a Carlín, de ilusionarlo con la sensación de normalidad familiar y de contener a sus hijos ante el dolor de ese padre que, poco a poco, se iba apagando. Junto a amigos incondicionales como el productor Javier Faroni, Galucci le armó a Calvo una vida contenida en el amor y en la asistencia médica. Sin dudas, fue la mujer que estabilizó sus emociones, pero no pudo con el deterioro físico. Fue la que lo convirtió en padre y la que lo amó más allá del éxito, el dinero y el dolor. Fue la que estuvo cuando había que estar. Acaso eso la convierta en el acaso único amor verdadero de ese eterno niño llamado Carlín.
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