Faltan días para que Carla Quevedo vuelva a subirse a un avión, algo que desde hace años se volvió una constante en su vida. Esta vez, volará con destino a Los Ángeles, donde se instaló en febrero de este año para seguir apostando a su carrera actoral. Pero esta partida no es como otras. Deja Buenos Aires con melancolía, algo que no le había sucedido en los nueve años que estuvo viviendo en Nueva York. Le cuesta reconocerlo (teme que sea el título de la nota), pero la llegada de las tres décadas la hicieron reflexionar. "No quiero decir que me pegó la crisis de los 30, pero sí. Cumplí años en abril y, más allá del cliché, por algo es. La verdad es un año que me encuentra en un momento bastante particular. Estoy midiendo qué hice hasta acá y de qué manera quiero seguir. Desde los 21 no paso más de cinco meses de corrido en un mismo lugar. Es desgastante… Estoy un poco más incómoda con esto de ir y venir".
–¿Cuándo hiciste el clic?
–Estoy intentando encontrar el punto medio entre lo que deseo profesionalmente y lo que me hace bien en lo personal. Me doy cuenta de que no tengo la fortaleza o la paciencia que tenía a los 20 para estar sola en Estados Unidos, en un monoambiente. En su momento, fue algo que disfruté, un aprendizaje, estuvo buenísimo y dio sus frutos. Pero por ahí, en este momento, no estoy tan cómoda en esa incomodidad.
–Además, te enamoraste [de Pedro Rosemblat, humorista político]. ¿Eso provocó que cambiaran las reglas del juego?
–Tal vez puse la libido en otro lugar o estaba abierta a que me pase; además era la persona, el momento y coincidimos.
Decir que me pegó la crisis de los 30 puede sonar a cliché, pero es un momento en el que estoy midiendo qué hice hasta acá y de qué manera quiero seguir
–¿Seguirán con la relación a distancia?
–Sí. Estamos buscando el balance. Pensar que el problema es la lejanía en una relación es muy reduccionista. La pareja que vive en la misma ciudad tendrá otros problemas que nosotros no tenemos.
–¿A él le gustaría instalarse allá?
–Eso deberías preguntárselo a él. Pedro no es actor, encontró en el humor una manera de hacer política. Tampoco es un humorista o "standapero". Más allá de que puede interesarle acompañarme, tiene raíces y un compromiso político y social que no va a abandonar. Tampoco le pediría que lo hiciera. Es parte de lo que me enamoró de él. Por eso, nos acompañaremos como podemos.
–¿Por qué elegís Los Ángeles?
–No sé si sigo una línea muy lógica. La elección fue tardía. Desde que me fui a Nueva York mis agentes me dicen que tengo que ir a L.A. a probar. Después de que hice la serie de HBO [Show Me a Hero], tomé una mala decisión: en lugar de recolectar los frutos, me vine inmediatamente para Buenos Aires. Después, sí, fui a L.A, pero nunca me gustó. Allá todo el mundo labura en la industria y me resulta agotador. Desde Uber hasta el mozo de un restaurante o gente que conocés en un bar… ¡todos! Yo me junto con mis amigos y no quiero hablar de trabajo.
–¿Es difícil triunfar como actriz allá?
–Ahora hay un boom de actrices argentinas en Estados Unidos. Es muy gracioso porque varias me dijeron: "Yo vi que vos pudiste y me arriesgué". Por un lado, pienso que es buenísimo; por el otro, tienen que bancársela. Si bien cuando se te da está buenísimo, es muy sacrificado. Hacer casting en Estados Unidos es duro porque no la tenés regalada. En Argentina, una vez que entrás en el sistema, tenés una suerte de continuidad. Es más, hay muchas que están en Estados Unidos haciendo castings y no lo dicen porque no quieren que la gente se entere si no les va bien. Yo me siento bien con la narrativa del fracaso. [Se ríe].
–¿Por qué?
–El otro día leí una nota vieja donde se hablaba de Peter Lanzani y de mí como dos jóvenes promesas. Y es muy loco… De mí se habla como una promesa ¡desde 2010! En un punto, me siento cómoda con eso. No quiero dejar de serlo, es algo bastante lindo. Si no, me pondrían en un lugar de presión, de neurosis, para superar ese rol. Pero sí es cierto que El maestro me puso en un lugar de más visibilidad.
–¿Te imaginás casada y con hijos?
–Obvio que sí. Soy familiera, para mí es muy importante. No sé si será mañana o en cinco años, pero me encantaría tener mi familia. Pero ahora es difícil con este ir y venir. Va a llegar un momento en el que las cosas se van a acomodar.
–¿Con Pedro?
–Tengo un presente con él y espero que se extienda hacia el futuro. Ojalá sea así.
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