La conductora, que todavía transita el duelo por la muerte de su papá, abre su corazón y habla de esos difíciles momentos, del apoyo de su pareja y de la contención de sus hijos
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Conduce Recreo todos los domingos, de 13 a 15 por América, y desde Mar del Plata. Estuvo yendo y viniendo, y por estos días aprovecha vacaciones con sus hijos, con su novio y los hijos de él en una casita que alquilaron cerca de La Feliz. En diálogo con LA NACION, Carla Conte habla de este regreso a la televisión, de sus inicios en el medio y cuenta cómo lleva el duelo por la muerte de su papá, en julio pasado. Durante la charla, la conductora pasa por muchos estados, se emociona y llora cuando recuerda a su padre y ríe cuando habla de sus hijos, Mora y Facundo, y de su pareja, Federico Rozas.
-¿Es verdad que cuando te llamaron para conducir Recreo creíste que era una broma?
-Sí, porque me contactaron por Instagram y lo primero que pensé es que era una joda, aunque la propuesta estaba buena. Después, la productora ejecutiva me comentó que era un día a la noche, no tenía mi contacto y se le ocurrió escribirme por Instagram. Justo en ese momento estábamos pensando qué hacer en vacaciones, había algunas cosas dando vueltas pero nada se concretaba. Siempre me voy de vacaciones con dos amigas y sus familias y les decía que si tenía trabajo no iba a poder ir y si no tenía, tampoco porque estaba sin plata. Era todo un misterio. Cuando apareció Recreo estuvo bueno porque pasamos enero en una casa en Pilar, súper tranqui con mis hijos y viajando el fin de semana a trabajar. Me cerró por todos lados, porque es un programa relajado, divertido. Estuve el primer domingo y después me contagié Covid, así que no le faltó nada a esta temporada. Estuve un día con fiebre, mucho cansancio y me quedó una tosecita, pero no puedo decir que la pasé mal.
-Tu papá murió por el Covid. ¿Cómo estás transitando el duelo?
-Él ya había tenido Covid junto mi mamá sin que estuvieran vacunados y prácticamente no habían tenido síntomas. Y después se vacunaron, se contagiaron otra vez de Covid y los dos estuvieron muy mal. Mi mamá no llegó a estar internada pero para mi papá fue letal. Estuvo 25 días internado y falleció. Nada que no le esté pasando a muchos, no tiene nada de especial y tiene todo de especial. Tengo una tristeza gigante, enorme. Hace unos días fue el cumpleaños y fue muy duro. Es la primera vez que me pasa algo tan fuerte. Toda la vida pensé que mi abuela se iba a morir y tiene 94 años y está firme. Nada te prepara para la muerte de un ser amado, aunque tengo 44 años y no soy una nena. Sentía que las balas pasaban cerca, había incertidumbre y yo intentaba mantener un equilibrio porque no quería que mis hijos me vieran tirada llorando todo el día. Pero hay una parte mía que lo haría. Sin embargo, en honor a esa persona que fue la más feliz y alegre que conocí, sigo adelante aunque por momentos es muy difícil (se emociona). A veces se puede mejor y otras no tanto.
-Contaste que tenés una conexión fuerte con tu papa, aún hoy...
-Sí. Con las herramientas que tenía busqué, porque necesito saber, entender, aunque nada te explica. Es muy angustiante. Todos me decían: ‘vas a ver que lo vas a sentir’, y ya lo he soñado pero hice los registros akáshicos porque ya conocía la herramienta y me dio una calma. Empezás a pensar qué podría haber hecho, tratás de volver el mundo para atrás para cambiarlo. Durante estos meses recibí mensajes hermosos y alguien me escribió algo muy lindo que decía: ‘qué hacemos ahora que nos quedan un montón de años de vida’. Y entonces me acordé de mi viejo que perdió a su mamá siendo muy jovencito y todavía no podía hablar de ella sin llorar, y al mismo tiempo era la persona que yo conocí, que más festejaba la vida, que más compartía, que tenía la mejor energía. De alguna manera, se puede, y aunque es difícil hay que ir para adelante. En mi familia hay muchos niños hermosos y mis hijos están súper conectados con el abuelo.
-¿Cuánto te acompañaron tus hijos y tu novio?
-Para Federico hay un premio aparte. No sé qué hubiera sido de mí sin Fede, porque fue un sostén impresionante, es de fierro. Y mis hijos también me acompañaron, claro; su papá se hizo cargo de ellos durante todo el tiempo que pasé con mi papá y en el que fui hija y no podía ser madre, porque no podía con todo.
-¿Ensamblaron familias o no conviven?
-No vivimos juntos pero pasamos enero en familia, en una casa que alquilamos. En la diaria nos vemos mucho y los chicos se llevan súper bien; nos gustaría compartir más a los dos pero también somos conscientes de que tenemos hijos y hay que cuidar sus espacios, sus individualidades. Me gusta acompañar a mis hijos, estar presente. Al principio me daba culpa dejarlos para ir a trabajar, como a toda madre, hasta que me relajé y se acomodó todo. Una mamá que labura y de lo que le gusta, es una mamá contenta.
Cambio de rol
Carla estudió varias cosas antes de debutar en televisión. “Estudié para maestra jardinera pero nunca me recibí. Soy la que pasó por todas las instituciones y no se recibió de nada. Intenté hacer el CBC de Psicología, estudié fotoperiodismo en TEA y estudiaba comedia musical mientras trabajaba en una casa de cambio en el microcentro. Un día me echaron, me indemnizaron y con ese dinero estudié canto, teatro, empecé a hacer castings y audiciones, a trabajar como modelo y bailarina. Así se fue dando. Vivía sola y me bancaba de esa manera. En uno de esos castings quedé para hacer Call TV, en la medianoche de Canal 9, y desde entonces no paré más.
-Tenés mucha experiencia en programas en vivo...
-Tengo muchas horas de conducción y casi todos mis trabajos fueron en vivo. Me fascina el vivo y la grabación me deprime, me desinflo. Trabajé mucho menos como actriz, hice cosas cuando no era conocida y ya siendo más popular habré hecho tres obras en teatro comercial.
-Las mujeres tenían otro rol en la tele, eran las secretarias de los conductores, estaban para mostrarse. ¿Cómo lo vivías?
-Por suerte fue cambiando todo y en mi caso, fue a los codazos (ríe). Cuando empecé en Call TV buscaban una minita de adorno, y de eso me di cuenta a los cinco minutos y le dije al productor que renunciaba porque no era lo que necesitaban. Me preguntó qué quería, le contesté que me diera algo para conducir, un juego, un segmento, lo que sea. Y así fue. Pero todo tuve que pedirlo o buscarlo, porque se daba por sentando que la mujer estaba ahí para mostrarse solamente. De a poco fui descubriendo todas esas cuestiones. Siempre dije lo que pienso, aunque a veces no de la mejor manera. Con los años aprendí modales televisivos porque me interesa que se entienda el mensaje y no que se queden con que me enojo y soy una loca, que es lo que sucede cuando una dice las cosas sin filtro. Aprendí a decir las cosas de la mejor manera posible con los años, la experiencia y con la ayuda de algunos productores copados.
-¿Sufriste acosos? ¿Cómo los manejaste?
-Decía al aire las cosas que me incomodaban. Tengo registro de estar pasándola mal y sonreír porque estaba en televisión, muchas veces. Con los años fui encontrando mi lugar y aprendí a no ponerme en situaciones en las que sabía que la iba a pasar mal. Las cosas cambiaron y ya no se discute, sé que tengo mi lugar, hace años que trabajo, tengo mucha experiencia y tengo con que pararme frente a la cámara y lo demuestro laburando. Y tengo mi back de la mujer que fui y que sigo siendo, aún a punto de cumplir 45. Estoy en un momento de la vida en el que me siento mejor parada, más plantada. Pero cuando eso no sucedía, todo me hacía dudar.
-¿Tan segura estás hoy que hasta te animás a lucir tus canas? ¿Fue una decisión dejar de teñirte?
-Yo no sabía cómo me llevaba con mis canas porque no me acuerdo cuándo alguien me tiñó el pelo por primera vez. Fui a la peluquería, tenía tres canas y me tiñeron. No fue una decisión tomada. Y después ya me fui tiñendo, cambiando de color, y cuando me crecían las raíces me veía toda la frente plateada. Necesitaba teñirme cada vez más rápido. En un momento tenía que ir cada tres semanas y era una pesadilla. Cuando terminó Confrontados, lo primero que dije fue que no me teñía más y a las dos semanas nos guardaron a todos por la pandemia. Así fue como sucedió esta transformación.
-¿Y te gusta?
-Me encanta. Quiero tener el pelo largo con canas. Siempre vi preciosas a las mujeres con canas. Estaba harta de teñirme. Y cuando me miro al espejo, no me siento vieja por tener canas.
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