La actriz y conductora vuelve a la pantalla chica con un nuevo show gastronómico, Pasaplatos, que se estrena hoy, a las 14.30; en una entrevista con LA NACION abrió su corazón y contó por qué es tan reservada con su vida privada; además habló sobre sus galanes favoritos
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Regresa a la tele luego de un año y medio en el que se dio el permiso de disfrutar del ocio. El lunes 17, a las 14.30, Carina Zampini estrena Pasaplatos por eltrece. En una entrevista con LA NACION, la actriz contó por qué no vuelve a actuar, habló sobre la relación con su hijo y que está soltera desde hace un año. Además reveló cuáles fueron sus personajes preferidos y los galanes a los que recuerda con más cariño.
-¿Qué te gusta hacer cuando no trabajás?
-Algo que descubrí con los años es saber que no es malo no sentirse productivo durante un tiempo. A los 25 años ya era madre y trabajaba muchas horas por día haciendo ficción, me encargaba de las cosas de mi casa y me daba culpa permitirme estar tirada dos horas en el sillón sin hacer nada o mirando tele.
-¿Y qué cambió?
-Con los años elegí ver las cosas de otra manera. Este año sin trabajar entrené hasta que se vino la ola de calor porque ya no quiero padecer nada a esta altura de mi vida (risas). En casa hago todo: limpiar, cortar el pasto, lavar, hacer las compras, arreglar un caño si se rompe. Me gusta y es parte de conectarme con mi espacio. Si no trabajo disfruto de estar en mi casa, con mis cosas. La privacidad tiene que ver con mi forma de ser, no por ocultar ni tener estrategias sino por cuidar también mis vínculos porque cuando rompemos nuestra privacidad estamos rompiendo también la de alguien más. Por ejemplo, en mi familia somos cuatro hermanos, tengo sobrinos y todos tenemos una vida y sé que no voy a contar anécdotas de mi infancia o adolescencia porque hay otras personas que son parte de esa historia y quizás no les gusta.
-¿Estás en pareja? Se dijo que tenías una relación con el periodista Federico Seeber, también se habló de tus coqueteos con Christian Petersen en tu programa anterior...
-Con el periodista nunca pasó nada y con Petersen jugábamos en el programa y nada más. ¿Querés que te cuente la cantidad de gente a la que besé en una ficción? Para mí besar delante de cámaras es como ir de la mano (risas). Estuve de novia con otra persona, nos separamos hace un año, no salió en ningún lado y no me escondí, pero no era famoso. Cuando estaba haciendo Dulce amor yo estaba en pareja con un camarógrafo y todos los sabían, y Sebastián (Estevanez) estaba con su mujer y sin embargo, salió una tapa de una revista diciendo que éramos amantes. Entiendo que es la fantasía de la gente que ve la novela, pero nada más lejos que la realidad. Llega un momento en que aprendés a convivir con eso.
-¿Aprendiste rápido o te costó?
-Aprendí rápido. Me preocupo más por las personas que me acompañan, sean del medio o no, porque tienen que confiar plenamente en lo que les decís frente a la cantidad de cosas que pueden escuchar. Además esas personas tienen familia y el problema se agranda más y más. Hoy estoy sola, soltera, tranquila.
-¿Por qué tardaste tanto en volver a la televisión?
-Terminé hace un año y medio con El gran premio de la cocina y después me contrató la productora Kuarzo, con quienes estaba en contacto diario para ver qué podíamos hacer hasta que apareció Pasaplatos y me encantó. Vengo de hacer este tipo de programas y los disfruto porque me gusta mucho el estilo del formato de competencia en el que se puede demostrar un talento.
-¿De qué se trata Pasaplatos?
-Tiene distintas etapas y la primera es como un casting en vivo. Dos de los protagonistas son los chefs, Pablo Massey y Juan Gaffuri, que compiten entre sí para ver quién es el descubridor del mejor cocinero de la temporada. En cada equipo va a haber 16 cocineros.
-¿Entonces?
-En la primera parte cada chef selecciona a los integrantes de su equipo solamente probando los platos y sin ver nunca a los participantes. El único que está en contacto con ellos es el jefe de cocina, el chef Roberto Ottini. Massey y Gaffuri se van a tener que basar en los sabores, la presentación de los platos, la técnica y nada más. Una vez conformados esos equipos se pasa a la siguiente etapa en la que pueden competir también los mismos integrantes de un equipo entre sí, para saber cuáles son los cocineros que el chef va a mandar a la eliminación de los viernes porque la idea es que se queden con el mejor de cada equipo. Finalmente va a haber un cocinero ganador y también un chef ganador que se lleva los laureles por haber descubierto al nuevo campeón de la cocina.
-¿Los participantes son cocineros amateurs?
-Los participantes tienen conocimientos de cocina y pueden ser amateurs, algunos tienen sus propios emprendimientos, otros estudiaron, otros no estudiaron nada.
-¿Tenías ganas de seguir en un programa de cocina?
-La verdad no lo tenía previsto porque fuimos pasando por diferentes opciones, buscando qué hacer. Quería un formato que nos gustara a todos. A mí me encanta la cocina, me divierte, me gusta aprender.
-¿Y qué aprendiste en estos años ?
-Un montón porque hice el ciclo Morfi durante un año y medio y después El gran premio de la cocina, durante tres años y medio. Aprendí muchas recetas y tips. Me acuerdo que un día hicieron aceitunas rellenas de queso, apanadas y fritas y eso nunca se me hubiera ocurrido. Y tips básicos que quizá no tenés en cuenta como por ejemplo saber cómo se utiliza la sal porque no es lo mismo usarla antes que después, depende de lo que cocines y si querés que se deshidrate para que largue los jugos o no. Yo cociné siempre y sigo haciéndolo, pero a veces cuando tiene ganas y tiempo, cocina mi hijo Manuel.
-¿Vive con vos?
-Tiene 24 años y es lo más. Sigue viviendo conmigo y viendo la posibilidad de independizarse, aunque esta re difícil para alguien joven. Trabaja en la producción ejecutiva de Nada que perder, que es un programa de radio de la 105.5, que conduce Juani Martinez. Además estudió diseño gráfico y trabaja con distintas empresas. Más allá de que él quiera tener su propio espacio -que lo entiendo-, convivimos muy a gusto y no nos invadimos. Cada uno tiene sus tiempos, sus horarios, a veces apenas nos vemos y otras podemos compartir y conversar.
-No vas a padecer, entonces, el síndrome del nido vacío...
-Imagino que no porque es paulatino. De todas maneras no soy muy apegada, ni necesitada de la permanencia constante en los vínculos. Trabajo para ser consciente en muchas cosas que tienen que ver con la vida y en medio de ese análisis entiendo que tenemos que ser libres de pensar, decir y hacer. Tenemos que ofrecerle eso a los demás. Intenté criar a mi hijo desde ese lugar. De hecho hace muchos años que le digo a Manuel que si quiere probar suerte en otro país, lo haga, porque nosotros tenemos la ciudadanía italiana. Le digo que no se quede por mí y que siempre va a tener mi acompañamiento. No quiero que sienta ningún peso de otra persona en la vida.
-Una mamá moderna...
-Nunca fui una mamá posesiva, soy bastante desapegada. Me acuerdo que la primera vez que Manuel se fue de campamento en el Jardín, muchas mamás lloraban a moco tendido y yo pensaba que se iba uno o dos días. No lloré tampoco cuando se fue de viaje de egresados, ni de vacaciones ni cuando se iba con el papá los fines de semana después de separarnos. Esas cosas no me pasan, a pesar de que soy re contra sensible y humana. Es parte de la vida y uno puede elegir cómo lo vive. Además en la maternidad o la paternidad hay que pensar que el accionar puede generar consecuencias en los hijos porque a partir de mi vivencia sucede algo en el otro y si lloro porque se va de campamento, puede sentir culpa, por ejemplo. Intento tener empatía y una mirada amplia de lo que nos sucede alrededor. Entonces tenemos esa relación y nos acompañamos mucho, conversamos sobre cosas re profundas y también pueden pasar tres días y apenas nos cruzamos.
-En 2015 descubriste que te interesaba la conducción y que podías hacerlo muy bien, ¿cómo se dio?
-No sabía que podía y cuando me animé a probar supe que podía bancar la parada si no me salía porque existía la posibilidad de que dijeran que no sirvo para esto. Ser actriz me sirvió un montón, no sé si hubiera podido hacerlo de otra manera. Tal vez con mucho esfuerzo y con tiempo. Hace 28 años que trabajo como actriz y en la conducción utilizo muchas cosas que aprendí grabando ficciones.
-¿En su momento te sorprendió que te ofrecieran sumarte a Morfi?
-Me sorprendió que yo lo pensara un año antes de esa oportunidad. Había ido de invitada al programa AM, de Vero Lozano, y le dije a mi representante que me gustaba lo que hacían ellos y estaría bueno probar algún día. Pasó el tiempo, yo estaba contratada por Telefe a punto de hacer una novela que después fue ADDA, pero en ese momento se retrasó y no había ficciones para mí. Al mismo tiempo Canal 13 me ofreció una ficción y Telefe no quería que me fuera, entonces me preguntaron si me animaba a conducir Morfi hasta que arrancara la novela. Mi representante se acordó de la charla que habíamos tenido y aceptamos. Así arranqué y a los meses empezaron las grabaciones de ADDA pero ya no querían que me fuera de Morfi. Fue una gran oportunidad para aprender.
-¿Nunca más volviste a hacer ficción?
-No, porque tuve la suerte de tener una buena aceptación en la conducción. Me llaman para conducir en muchos canales y distintos tipos de programas. Y, por otro lado, casualmente empezó a bajar mucho la producción de ficción, luego vino la pandemia y no hay tantas posibilidades.
-¿Extrañás?
-No, porque hay mucho de eso que pongo todos los días en la conducción. Me gustaría hacer una participación en alguna ficción, pero de pocos capítulos. Sería como ir a jugar un rato.
-Hiciste mucha televisión pero poco teatro, ¿por qué?
-Porque intento no vivir a mil por hora y si estoy trabajando en televisión no quiero hacer teatro a la noche. No pretendo comprarme un yate ni un departamento en Miami ni nada por el estilo, entonces no necesito tener tres trabajos. Priorizo volver a mi casa y tener tiempo para compartir con mi hijo o con mis amigos para ver una serie. El actor de teatro tiene un estilo de vida que hay que llevar adelante y que no es posible si trabajás en televisión y grabás todo el día. Haría teatro si solo hago teatro y disfrutaría de hacerlo, sin duda.
-¿Cuáles de los personajes que hiciste recordás con mas cariño y por qué?
-Recuerdo con cariño a Carla Lucero, la villana de Por siempre mujercitas y Ricos y famosos porque es el personaje por el que la gente me conoció y treinta años después todavía la recuerdan. Por ese personaje me gané mi primer Martín Fierro con veinte años. Otro personaje que amé fue Ana Guerrico de Padre Coraje, era mala, pero tenía todos los justificativos y la gente quería que el Padre Juan quedara con Ana porque lo amaba incondicionalmente y era capaz de morirse y de hecho, se suicida por ese amor. Fue un personaje hermoso, de época, con un montón de matices, hermosamente escrito. Otro que recuerdo con mucho amor es Victoria Bandi de Dulce amor porque esa novela fue de los mejores estadios laborales de mi recorrido en cuanto al grupo, la gente, la convivencia, aunque trabajaba muchas horas. Lo disfrutamos un montón y fue una buena heroína de novela pero con carácter, todo un desafío porque era poco demostrativa en el inicio y después conquistó al público. Son tres personajes que recuerdo por distintas razones.
-¿Y quién fue el actor que mejor te acompañó?
-Gabriel Corrado, con quien hicimos Luna salvaje. Tengo un cariño muy especial por ėl porque es brillante, buena gente, buen compañero y tiene una energía muy linda. Es un líder nato que siempre tira para adelante, no importa si hay un problema. Me acuerdo que esa novela no andaba bien cuando arrancamos y llegó a tener 20 puntos de rating al mediodía y él estaba siempre con una sonrisa, con brillo en los ojos, proponiendo, colaborando. Aprendí mucho y lo adoro. También tuve una muy buena experiencia con Sebastián Estevanez, con quien hicimos dos novelas. Me divertía mucho con él.
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