La actriz, que está haciendo teatro independiente y tiene un dúo con su vecina Meli Lezcano, reflexiona sobre el aprendizaje que le dejó la crisis de los 30 y habla de sus múltiples proyectos
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Dicen que de las crisis salimos fortalecidos y Cande Molfese pudo comprobarlo, porque es lo que le sucedió. Luego se transitar el duelo de una separación, del actor Ruggero Pasquarelli tras seis años de relación, la actriz pasa por un momento lleno de proyectos e ilusiones. Pronta a mudarse, disfruta de la buena repercusión de su libro Un año diferente: 365 días inolvidables para viajar hacia tu interior, de Editorial Planeta. Además, los sábados hace una obra en el Teatro El grito, terminó de rodar la serie Barrabrava, está dando los primeros pasos con el dúo Las vecis, junto a Meli Lezcano, y en mayo abrirá su propio café de especialidad. De todo eso y más habló en una charla íntima con LA NACION.
-Tu día parece tener más de 24 horas...
-Soy muy manija, tengo mucha energía. Entreno cuatro veces por semana, hago yoga, baile, canto, actuación, astrología, terapia bioenergética, cursos de cocina. Y encima estoy con ganas de mudarme y en refacciones en un local en República de la India y Cerviño, porque voy a abrir un café de especialidad que se llama Borja. Creo que va a estar listo en mayo. Va a tener una impronta muy Cande Molfese: vegetariano y healthy. Los martes van a ser veganos y se va a servir leche vegetal, por ejemplo, y me gustaría hacer live sessions también. Hace tiempo que tenía ganas de abrir un café o un restaurante y surgió la oportunidad con mi ex cuñado, que ya tiene un Borja en Belgrano. Estoy muy entusiasmada. Cuando pude cerrar esa etapa con mi vínculo afectivo, florecí y pude encarar todos los proyectos porque las cosas empezaron a fluir. Los sábados hago teatro en El grito, en Costa Rica y Juan B. Justo. La obra se llama Wellness y la dirige Paloma Contreras. Es la primera vez que hago teatro independiente y estoy feliz. Es todo un desafío, con un texto interesante y actrices increíbles. Por otra parte, el año pasado estuve cuatro meses en Uruguay grabando la serie Barrabrava, que pronto se estrena en Amazon Prime Video, y fui muy feliz. Es un gran cambio en mi carrera porque, por primera vez, me dieron un personaje de adulta. Siempre me daban personajes muy jóvenes, mucho más que yo. Por eso este cambio es muy importante.
-¿Y cómo surgió la idea de hacer el libro? Tu segundo libro, porque en 2015 publicaste Mundo Cande, con un concepto muy distinto.
-Sí, Mundo Cande fue en otro momento de mi vida. Un año diferente está cien por ciento escrito por mi hermana Josefina y por mí. Ella es ilustradora, vive en Barcelona y en el 2019 fui a visitarla y la idea surgió durante una charla, porque las dos estábamos transitando una crisis. Con el tiempo creamos un drive y empezamos a compartir cosas sobre personas que nos inspiran, artículos, libros. Pensábamos que era la única manera de sanar, y que eso iba a suceder a través de la meditación, la alimentación, el encuentro con nosotras mismas. En el 2020 me llamaron de editorial Planeta, con quienes ya había trabajado, y como venía hablando de este proyecto en mis redes, me preguntaron si quería escribir un libro. Les contesté que ya lo tenía escrito y aquí estamos. Es hermoso verlo físicamente y que a la gente le guste tanto. Es un libro para siempre, que no se acaba cuando terminás de leerlo, sino que podés volver sobre él, ir a tus tiempos. Todo lo que contiene me interpeló.
Una crisis productiva
-¿Y sirvió para sanar, para superar la crisis?
-Sin duda. Ahora estoy volviendo a leerlo, a vivirlo otra vez y me encanta. Tiene su propia red social y compartimos experiencias. El libro está vivo y dura todo el año, insisto.
-Y esa crisis, ¿fue la de los 30?
-Sí, la crisis de los 30 que viví a los 29 (ríe). Tuvo con ver con mi relación sexo-afectiva con mi pareja durante seis años. Y con el retorno de Saturno (ríe). Estudio astrología también y me interesa. Sentía que la relación estaba llegando a su fin y tuvo que pasar un año más hasta que pude separarme. Había cosas que transitaba y me daba cuenta que no me pertenecían. Esa angustia previa a separarte es intensa, porque no sabes adónde vas a caer. Hoy me doy cuenta que había mucha negación.
-¿Atravesaste esa crisis o sigue el proceso?
-Hoy me siento mucho mejor. Tengo mucho trabajo encima y sigo duelando lo transitado. No sé si estoy en un cien por ciento en todo, aunque en muchas cosas sí. Pero me parece que me queda un camino todavía. Soy una persona curiosa, me gusta indagar, entender y creo que es por ahí.
-¿Estás lista para iniciar otra relación amorosa?
-Sí, ahora por fin tengo ganas de conocer a alguien. Tal vez me vincularía de una manera distinta, más libre. Y no hablo de libertinaje ni relación abierta sino de un amor libre y compañero. No quiero que la pareja sea un trabajo sino un disfrute. Es difícil, lo sé, pero tengo fe en encontrar a la persona.
-En estos años cambiaste muchas cosas en tu vida, ¿la alimentación es una de ellas?
-Sí, pero hace seis años que soy vegetariana. Me encanta la cocina además y estoy haciendo un curso de cocina ayurveda, de health coach, que me tiene muy atravesada. Y no solo hablo de dejar la carne sino también los procesados. Es todo un desafío porque soy una mina re social y no quiero perder de divertirme. Hay que encontrar el equilibrio, que es la base de la vida. Si voy a la casa de alguien y hay pizza, la como. Pero hay cosas que ya no elijo o no me interesan. No soy vegana porque todavía consumo huevos, pero no lácteos ni quesos, por ejemplo. De todos modos, no soy una extremista porque me gusta vivir y disfrutar.
-¿Por qué decidiste ser vegetariana?
-En su momento hice una terapia alternativa con una psicóloga que me aconsejó, por mi tipo de personalidad, dejar algunos alimentos para hacer una limpieza hepática. Y lo sentí. Estaba muy obsesiva en ese entonces y dejé el café, las harinas, el alcohol; básicamente no vivía pero es insostenible a lo largo del tiempo, por eso hay que buscar un equilibrio. Hace un mes hice un detox de siete días y aprendí muchas cosas. Es un proceso hermoso y sé que la posta está ahí. Es importante saber qué nos metemos en el cuerpo, porque es lo que vamos a tener toda la vida.
De macro a micro
-Formaste un dúo con Meli Lezcano, ¿cómo nació Las vecis?
-Salió jugando. Tuvimos una propuesta de un sello importante pero nosotras queremos hacer algo independiente, porque así surgió. Con Meli somos vecinas y nos hicimos muy amigas: fue muy importante en todo mi proceso y yo en el de ella. Componemos nuestras canciones, trabajamos con una productora, hacemos shows cortitos para marcas. Queremos ir de menos a más. Voy a ser sincera: me han pasado cosas en mi carrera que han sido muy fuertes, como Violetta. Entonces, ya estuve en estadios que ni todavía hoy dimensiono. Pero ya lo viví y ahora estoy para hacer algo más chiquito. Si viene, que venga, pero no queremos hacer un Luna Park. No es la intención. Ella también lo vivió con Agapornis. Ahora queremos que nuestra música le llegue a alguien, queremos cantar juntas, hacer nuestras canciones, nuestros shows y pasarla bien.
-Violetta fue un gran éxito y apenas tenías 21 años, ¿qué recuerdos tenés de cómo viviste esa experiencia?
-Violetta me cambió la vida a mí y a mi familia. Fue muy fuerte. Entré al medio por una puerta enorme. Era conocida en cualquier lugar del mundo, llenamos estadios, no podíamos caminar y éramos la segunda gira más vendida después de los Rolling Stones. Hoy lo pienso y no puedo creer haber sido parte de eso. Estoy muy agradecida por esa etapa de mi vida. Seguimos siendo muy amigos todos, no había competencias, éramos todos iguales, había mucho amor; recorrimos el mundo juntos. Violetta fue maravilloso.
-¿Y cómo te sentiste cuando eso terminó?
-Muy difícil, no voy a mentir. No entendía nada, era tan fuerte lo que había vivido que cuando terminó no sabía qué hacer de mi vida. Tuve ataques de pánico, mucha ansiedad, hice terapia. Pero todo eso me hizo lo que soy hoy y volvería a trabajar una y mil veces con Disney. Por otro lado, hoy siento que hacer esta obra de teatro independiente, que me interpela, es muy importante en mi búsqueda personal como actriz porque me preparé y me sigo preparando para eso aunque la vida, quizá, me haya puesto en otro lado.
-Contabas que siguen en contacto con tus compañeros de Violetta…
-¡Sí, claro! Tini es muy amiga, Facu Gambandé es casi mi hermano, viene a las reuniones familiares y yo a las suyas. La italiana Ludovica (Comello) se casó con un productor y fueron padres; el otro día fuimos a almorzar con Diego Domínguez, que vino a rodar una serie. Lo que vivimos fue muy fuerte. Soy una persona que crea vínculos con sus compañeros. Por ejemplo, en Barrabrava estábamos las 24 horas juntos con Miguel Ángel Rodríguez y ahora nos juntamos a tomar mate, o con Mónica Gonzaga también.
Todo queda en familia
Cande Molfese es la menor de cinco hermanas. Creció en el barrio de Recoleta y, fan de los programas de Cris Morena, ya de chiquita supo que quería cantar, bailar y actuar. Su mamá, que trabajó en el Poder Judicial durante muchos años, es pintora y su papá, que vive en México desde hace 18 años, escribe muy bien. La pareja se separó cuando Candelaria tenía un año y, aunque al principio tuvieron algunos reparos y querían que estudiara otra carrera, la apoyaron y la empujaron a seguir sus sueños. “Durante un tiempo hice diseño de interiores pero no duré mucho porque ya sabía que la actuación iba en serio. Soy una afortunada que trabaja de lo que me gusta”, asegura.
-¿Y cómo nació la influencer?
-Cuando estaba todavía haciendo Violetta, mi hermana Constanza, que es mi manager, me dijo: ‘esto se va a terminar, ¿qué vas a hacer?’. Yo no tenía ni idea y ella me sugirió hacer videos al estilo Xuxa, sobre maquillaje, cocina, todas cosas afines a mí. Empezamos a grabar esos videos, de a poquito, y sin querer me convertí en una youtuber. Fue muy genuino todo. Cuando terminó Violetta ya tenía mi empresita y después surgió la posibilidad de hacer el libro Mundo Cande, que hasta lo presentamos en Polonia. Fue increíble, un shopping cerrado para mi, lleno de fans, una locura. Por eso pienso en cantar en un cafecito y me encanta la idea.
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