Calaveras, convulsiones y un exorcismo: Andrea Rincón contó cómo se hizo evangélica
Durante su paso por PH, Podemos Hablar, la actriz compartió un relato pormenorizado sobre cómo tomó la decisión de bautizarse
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Andrea Rincón no solo fue una de las protagonistas de la segunda emisión del año de PH, Podemos Hablar, por su muy promocionada pelea con Belén Francese. La actriz de Un gallo para esculapio se ganó la escucha atenta del resto de las invitadas y de Andy Kusnetzoff cuando relató cómo llegó a decidir ser bautizada. Una historia que incluyó calaveras, convulsiones y hasta un exorcismo.
El relato comenzó cuando Andy le preguntó por qué se bautizó. “Me pasó algo que es muy loco pero lo voy a contar. Es medio esotérico”, reveló la actriz y dio inicio así a una historia que tuvo al resto de los invitados expectantes. “Todo comenzó hace cinco años, en una época en la que tenía pesadillas y no podía dormir. Me despertaba -lo voy a decir, aunque parezca loca- con calaveras asfixiándome”, confesó. Eso sucedió hasta que una amiga evangelista la fue a visitar y le contó que se había unido al movimiento porque vio como “en la iglesia sanaban gente”.
“Cuando me contó lo que le pasaba, que la gente escupía pelos o vomitaba, yo le decía ´pero ¿por qué?´, y ella me respondía ´porque le hicieron trabajos´”. Al escuchar a su amiga, Andrea pensó que eso era lo que necesitaba. “Dos pastoras vinieron a mi casa, me pusieron una mano en la espalda y me dijeron ´para liberarte de los demonios en el nombre de Jesús´. Yo pensaba ´estas están re locas´”, recordó. “Hasta que me dijeron ´respirá´. Ahí se me trabaron los brazos al lado del cuerpo, se me dieron vuelta los ojos, caí al piso y empecé a convulsionar”, rememoró, mientras Sol Pérez, Graciela Alfrano, Belén Francese y Jujuy Jimenez la miraban sin poder salir de su asombro.
Andrea explicó que su amiga estaba allí con su marido orando y que luego le contaron que ella gritaba con una voz que no era la de ella, que estuvo un tiempo largo hasta que volvió en sí, que en ese momento empezó a empujar a todo el mundo -”peor que la crisis que me agarró recién”, bromeó en relación a la pelea con Francese- y que gritaba “¿Qué me hicieron? ¿Qué me hicieron?”. “Hasta que me abrazaron y dijeron ´ya está, ya se fue´”, revivió.
La noche posterior a ese episodio, Andrea escuchó un ruido violento en su cuarto que la llevó a mudarse por un tiempo a la casa de su papá. “Estuve ocho meses en lo de mi viejo, durmiendo con mi hermanito, pobrecito. Ellos pensaban ´esta se volvió a drogar de vuelta´ porque yo estaba acurrucada en la cama leyendo la biblia”, recordó, y reconoció que en ese momento tuvo mucho miedo.
Luego de aquel episodio, Andrea siguió yendo a la iglesia y conoció a Mauricio Corrado, su futuro marido, también evangelista. Hasta que en febrero volvió a transitar una experiencia fuera de lo común. “En un momento Mauricio empieza a orar y yo empecé a sentir que me descomponía. Lo miro y le digo ´tenés los ojos en blanco´”. Luego recordó que comenzó a escuchar la voz de él distorsionada y a sentir que el alma se le desprendía del cuerpo, por lo que le pidió que llame a una ambulancia. “Pensé que me moría”, repasó.
Lejos de cesar, los episodios sobrenaturales siguieron para la actriz: dos meses después, en una ministración, Mauricio comenzó a vomitar “como un barro”, explicó. “¿Qué es una ministración?”, quiso saber Alfano, intrigada. “Es como hacer una liberación, lo que antes decían exorcismo”, respondió la actriz, y continuó con el relato.
Tanto en marzo como en abril, durante esos oficios, escupió sangre. “Fui al médico, me hicieron un montón de estudios y no tenía nada”, aseguró, y explicó que hoy en día está mucho mejor, que pudo soltar angustias pasadas, que lloró mucho durante esas “sanaciones” y que hoy se siente “mucho más liviana”. “Desde que arranqué, hace cinco años, a hoy la gente que me conoce me dice que tengo hasta otra mirada”, completó.
Durante el final del relato, Alfano volvió a interrumpir para preguntarle a Rincón si había sido abusada. La actriz la miró, pero prefirió no decir nada al respecto y continuar con su historia. Cuando terminó, volvió a insistir. “¿Vos crees que haber sido abusada es una vergüenza para alguien?”. “No creo que sea una vergüenza, tiene que ser una vergüenza para el abusador”, respondió Rincón, y explicó que para contar algo así la persona tiene que estar preparada. Luego de un ida y vuelta, Andy tomó la palabra para recordar que nadie tiene la obligación de contar lo que no tiene ganas. Y la duda quedó en el aire.
Para cerrar su historia, Rincón contó que después de todo lo que vivió y de que un hombre que “hizo mucha liberación” le dijera que todavía tenía un frente abierto, cayó en la cuenta de que le faltaba bautizarse. Y fue por ello.
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