Impuso un modo de hacer y fue pionero en el uso de las cámaras portátiles; Odol pregunta, La campana de cristal y VideoShow son algunos de los íconos de su exitosa carrera; fue reconocido con varios premios Martín Fierro
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“¡Con seguridad!”, decía Cacho Fontana y la pantalla televisiva parecía estremecerse. El animador, fallecido minutos antes del mediodía de hoy a los 90 años, marcó un modo elegante de plantarse frente a las cámaras y de decir con autoridad.
Si la radio supo de su dominio a la hora de comunicar, con ciclos como el Fontana Show o Sexta edición, la televisión le ofreció su imagen para que Fontana sumara su presencia y exhibiera el porte que lo convirtió en uno de los profesionales más completos y prestigiosos del país.
Los comienzos
Norberto Palese, tal el nombre que figura en el documento de Jorge Cacho Fontana, fue un porteño de ley. Amigo de la noche y la bohemia, su pasión por la comunicación se inició como animador del Chantecler, aquel famoso reducto tanguero, parada obligada de los milongueros de mediados del siglo pasado.
Incansable, golpeó puertas, que rápidamente se abrieron, para ingresar a la radio y, al tiempo, llevar su charme a la televisión. En este medio, debutó como “maestro de ceremonias”, como se decía entonces, hablando con voz engolada y convicción.
Si bien no fue el primer animador de Odol pregunta, aquel recordado ciclo de preguntas y respuestas, nacido en 1956, tiene a Cacho Fontana como su máximo referente. El formato, término que no se utilizaba en aquel entonces, fue pionero en su género y parecía haber sido creado para Fontana. Él impuso el latiguillo “con seguridad”, ante la respuesta afirmativa de los participantes y, tal fue la popularidad, que el público adoptó la frase, impuesta en la vida cotidiana de los argentinos.
El conductor generaba no sólo empatía, sino confianza en los participantes y su voz siempre fue autorizada a la hora de hablar sobre los más diversos temas. Era un estudioso de su metier, una persona extremadamente informada sobre la actualidad nacional e internacional y un curioso empedernido sobre los más diversos temas de cultura general. Ese background le daba autoridad suficiente para liderar espacios periodísticos y ciclos donde se desafiaban los conocimientos de los participantes.
En Odol pregunta, uno de los primeros programas en llevar una marca en su nombre, también participaron Augusto Bonardo, Blackie y Carlos D´Agostino, palabras mayores del mundo de la conducción. Así como Fontana se vinculó a la marca Odol, también participó de El show de Ika, cuando esta compañía lanzó una moderna flota de nuevos modelos de automóviles.
Showman
Si en Odol pregunta, Cacho Fontana impuso prestancia y sabiduría, en La campana de cristal se permitió desandar un tono mucho más “espectacular”. El programa consistía en desafíos que debían cumplir los participantes buscando no solo llevar agua para su molino, sino también ayudar a una institución de bien público, finalidad que compartía con Sábados de la bondad.
La campana de cristal irrumpió en el antiguo Canal 7 en 1961 y su éxito haría extender la permanencia hasta la temporada 1965. Pero fue en 1968 cuando comienza a verse por Canal 13 y su audiencia explota.
“La campana de cristal había sumado 35,7 puntos de rating en 1968, cuando Cacho Fontana era su único conductor y corría de una punta a la otra de la ciudad, aún en ambulancias ululantes a contramano, para cumplir con la televisación en vivo de los desafíos impuestos a los participantes”, se explica en Estamos en el aire, la imprescindible historia de la televisión escrita por Carlos Ulanovsky, Silvia Itkin y Pablo Sirvén, editada por Planeta.
La era moderna
En 1977, Cacho Fontana revolucionaría el medio con VideoShow. El programa se basaba en jugosas entrevistas y coberturas de viajes, para tal fin, se utilizaba, por primera vez en nuestra televisión, cámaras portátiles “livianas” que lograban movilizar a los equipos de exteriores con una infraestructura relativamente sencilla.
VideoShow marcó otro hito en la carrera del animador y del medio televisivo que lo había coronado como su gran estrella. En aquellos años, Cacho Fontana cobraba los cachets más abultados de la televisión. Su injerencia en las audiencias lo llevaron a ser convocado por innumerables marcas para convertirse en la imagen de sus productos.
Luego de un breve lapso al frente de la programación de Canal 11, ya con la dictadura militar gobernando el país, a Fontana le tocó conducir, junto a Lidia “Pinky” Satragno, una épica transmisión: Las 24 horas de Malvinas. Aquella maratón televisiva desde los estudios de la flamante Argentina Televisora Color (ATC) tenía como misión recaudar fondos y víveres para ayudar a los soldados apostados en el campo de batalla del Atlántico Sur.
Aquel programa, con fines loables, se vio empañado por el contexto dictatorial en el que se encontraba inmerso el país y por las posteriores denuncias que daban cuenta que mucho de lo donado no había llegado al destino correspondiente. Aún emociona el recuerdo de la ya anciana actriz Pierina Dealessi entregando sus aros frente a cámaras. Desde ya, Cacho Fontana ni Pinky cumplieron con compromiso con la misión de animar la gesta patriótica televisada.
Reconocido
Cacho Fontana ganó más de quince premios Martín Fierro por su trayectoria radial y televisiva. En 1990, Aptra le entregó el galardón a la trayectoria, el mayor reconocimiento que ofrece la entidad. Igual premio recibió en 2018, esta vez en la ceremonia que da cuenta de la actividad radial y junto a su amiga Pinky. Aquella vez, los presentó otro grande: Héctor Larrea.
Jorge Cacho Fontana marcó un tiempo y desarrolló su carrera con estilo propio. Su tránsito profesional dejó huella, convirtiéndose en referente de las generaciones de profesionales que lo continuaron en el medio radial y televisivo.
Para el público, fue una de las estrellas más queridas. Su partida enluta a sus colegas y a los miles de seguidores que acompañó con sus programas. Con el fallecimiento de Fontana se va cerrando un tiempo elegante y refinado de los medios.
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