Buscavidas, un programa exitoso del que no quedan rastros... ¿por una venganza?
Luis Brandoni, Patricio Contreras y María Fiorentino rememoran junto a LA NACION el primer unitario que se hizo en democracia y que retrataba la vida en un barrio humilde; todos sus capítulos fueron borrados, no queda material de archivo
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Fue la primera ficción que hizo Luis Brandoni tras la última la dictadura militar. Y la primera, luego de muchos años, que narraba la vida cotidiana en un barrio de clase baja. Buscavidas era un unitario semanal que se estrenó en Canal 13 en 1984 y tuvo cuatro temporadas de gran éxito. Los televidentes se identificaban con estos personajes solidarios que luchaban día a día para ganarse el pan y que a pesar de algunas amarguras eran alegres y siempre le encontraban un sentido a todo. Los protagonistas eran Luis Brandoni, Patricio Contreras, Roberto Carnaghi, María Florentino, Jorge de la Riestra, Calígula, Mario Luciani, Nene Malbrán y Alberto Busaid. Con dirección de Jorge Palaz y Diana Álvarez, en cada capítulo había actores invitados, entre ellos Mimí Ardú, Marita Ballesteros, Zulma Faiad, Norman Briski, Cristina Banegas y Floria Bloise. Según los libros de Ismael Hasse, sus protagonistas, Camilo y Ramón, eran dos amigos que se rebuscaban la vida como vendedores ambulantes: cada semana compraban una mercadería diferente y salían a patear las calles para venderla. Era una comedia dramática que tuvo 157 capítulos y se grababa en dos días: los lunes se hacían las escenas de piso y los martes, las de exteriores.
El pecado de haber borrado todas las cintas
Según afirma Luis Brandoni a LA NACION, “un esbirro de Gerardo Sofovich borró todos los capítulos de Buscavidas. “Yo tenía una situación muy conflictiva con el señor Gerardo Sofovich, que fue quien dio la orden para que borraran el programa y mandó a un cómplice que tenía un cargo en la conducción de Canal 13 y que cumplió esa tarea. Que yo sepa no se borraron otros programas del canal: el interés de Sofovich estaba en borrar Buscavidas porque estaba yo. Fue una especie de venganza porque en un programa de Susana Giménez le hice pasar un mal rato, diciéndole cosas que había hecho muy mal cuando estuvo en la conducción en ATC. No quedó nada de Buscavidas y no fue un accidente”, detalla.
El conductor, productor y guionista Gerardo Sofovich, que fuera interventor del canal estatal durante la presidencia de Carlos Menem, murió en 2015. LA NACION consultó a su hijo Gustavo Sofovich sobre este hecho y él aseguró: “Es de muy mal gusto que Brandoni hable así de Gerardo cuando ya no está. Él sería incapaz de destruir arte y cualquier cosa relacionada con la televisión es arte. Me da mucha vergüenza que hable de mi papá de esa forma porque sería incapaz de hacer eso, al contrario luchaba para que todo lo que estuviera en un celuloide se inmortalizara. Hay cosas que prescriben con la muerte de cada uno. Es de muy mala educación y muy desagradable que diga esa barrabasada”.
“Ha sido muy doloroso para nosotros aceptar que hayan borrado todos los programas –explica Patricio Contreras–. Fue un crimen porque [el programa] retrató las vivencias de las nuevas migraciones de Chile, Perú, Uruguay y otros países vecinos. Era un registro interesante de ese fenómeno y yo le otorgo un interés sociológico porque, además, no te imaginás la alegría de los chilenos en la Argentina que se sentían orgullosos de que en la televisión hubiera un compatriota, con lo chauvinista que somos. Y ocurrió lo mismo con los provincianos en general, porque todos se sentían identificados, de alguna manera, con este muchacho chileno que sufría algunos percances por su cultura, por su lenguaje. Era un humor ingenuo, con protagonistas de buenos valores. Creo que borrar el programa fue una agresión a Luis”, concluye.
“Es un horror que hayan borrado Buscavidas –apunta María Fiorentino–. Además nos dimos algunos lujos muy bien recibidos. Por ejemplo, Brandoni logró llevar a Osvaldo Miranda, que no hizo un personaje sino de él mismo y no sé por qué situación caía en ese barrio humilde. Recuerdo que mi personaje le pedía un autógrafo, y yo pensé en quedármelo pero él hizo la acción y escribió en el aire así que cuando terminó la escena le dije que quería un autógrafo y me contestó: ‘Pero cómo te voy a firmar un autógrafo si sos una colega, dejate de joder’ (risas). Fue un programa que la gente quería porque se sentía muy identificada. Era el retorno de la democracia y no había tantos vendedores ambulantes como los hubo después. Entonces eran personajes atípicos y cada capítulo terminaba de una manera esperanzadora”.
La vuelta de la democracia
Buscavidas marcó el regreso de Luis Brandoni a la televisión. “Para mí fue muy importante porque me permitió salir de la lista negra que encabecé durante la dictadura. El primer prohibido de la dictadura fui yo: el golpe fue el 24 de marzo del 76 y el 26 grababa un programa que estaba haciendo en Canal 9 con Marta González. Mientras esperábamos una escena, nos fuimos a tomar un café, ella se puso a llorar y me dijo que me habían echado. A las 48 horas del golpe de Estado ya me habían puesto en la lista negra, por eso volver a la televisión con un programa como Buscavidas fue un gran desahogo. Fueron casi ocho años de ostracismo en los que no me hacían ni reportajes. Lo único que estaba permitido era mencionar el nombre y apellido en el marco de una crítica de teatro. Muchos de nosotros sobrevivimos trabajando en teatro, en forma privada. Fue una fiesta extraordinaria volver a trabajar”, relata Brandoni.
Contreras también recuerda el contexto en el que salió al aire Buscavidas. “Tuvo un éxito tremendo porque era la primavera alfonsinista y el programa tenía que ver con lo que estaba pasando, con la recuperación de la democracia y el espíritu que se vivía estaba reflejado ahí. ¡Fue tan lindo eso! Mostraba la vida cotidiana de la clase baja, pocas veces tenida en cuenta, otorgando a ese sector social una cierta nobleza de espíritu, solidaridad. Eran buenos vecinos, de buenos sentimientos. Se rescataban básicamente esos valores y gustó mucho”.
“Era un programa hermoso –rememora Fiorentino–. Los personajes se ganaban la vida trabajando, rebuscándosela como podían, con conflictos cotidianos, y la historia transcurría en un barrio solidario. Camilo, el personaje de Luis, se sentía a obligado a ser Superman y arreglarlo todo. Y era muy interesante la historia del extranjero que Patricio había dibujado con ese personaje tan particular, que usaba una remera de Superman e iba por las calles de Constitución con un minicomponente al hombro, escuchando música. Era muy divertido”.
Un lugar para todos
“Es el único programa de la televisión argentina en el que un extranjero, en este caso un chileno, fue protagonista. Chile quiso comprar al programa pero ya no existía: fue de esa manera que nos enteramos que las cintas ya habían sido borradas”, relata Brandoni. Y agrega: “En un momento tuve diferencias con la producción, con la dirección y con el autor, que eran peronistas porque llevaban a actores amigos y yo pude meter solamente una vez a un amigo íntimo en un programa. Cuando me harté fui a hablar con las autoridades del canal porque siendo asesor de cultura del gobierno de Alfonsín era el único tipo que no le podía dar una mano a los amigos. No me aproveché de mi cargo, aunque no faltó quien dijera lo contrario. Y en cambio los peronistas quedaban bien porque llevaban a un montón de amigos para hacer personajes. Todos, salvo yo. Me fastidió tanto que no pudiera pedirle al autor que le escriba un personaje a un amigo que preferí irme, pero tengo recuerdos muy gratos”, expresa el actor.
Sobre su relación con Contreras, Brandoni aseguró: “No éramos amigos, pero se me ocurrió que podía ser muy original y exitoso hacer un programa con un protagonista extranjero. Lo había visto en un espectáculo teatral que trajo de Chile y me pareció fantástico su trabajo. Me dio la sensación que no solo era original sino que iba a estar muy bien y gracioso como efectivamente fue. Tuvimos mucha suerte porque después hicimos Made in Lanús, en teatro, y Made in Argentina, en cine, con un éxito formidable. Fuimos buenos compañeros durante mucho tiempo. Creo que la notoriedad de Buscavidas tiene que ver con que era uno de los pocos programas que hablaban de lo que le sucedía a la clase baja y tenía un público amplio, y les gustaba a los jóvenes porque los protagonista tenían un oficio distinto cada semana. Todavía hoy me recuerdan que veían Buscavidas y se divertían mucho y eso me llena de orgullo”, dice con emoción.
Fue el primer programa de Contreras como protagonista en una ficción de la televisión argentina. Había venido con una compañía de teatro chilena con la idea de quedarse unos meses en nuestro país, pero tuvieron un éxito singular y la estadía se extendió. Brandoni lo vio en una obra de teatro y después compartieron algunas escenas en otro programa de televisión. Ahí se conocieron y Brandoni lo recomendó cuando le propusieron hacer Buscavidas. “Fue una gran fortuna la mía”, asegura Contreras. “Estaba haciendo Muerte accidental de un anarquista en teatro y un día fui a la Asociación de Actores y me crucé a Beto que me dijo con ese tono paternalista que tiene y con su estilo: ‘Vos, que te estás haciendo el trágico, vos sos un actor de comedia’. El humor se basa generalmente en los prototipos sociales locales y ahí yo estaba limitado, pero me dijo que tenía que hacer comedia y al poco tiempo me llamó y después me enteré que a Paco Hasse se le había ocurrido hacer una comedia de una dupla de vendedores callejeros estando en Chile, así que todo tiene que ver con todo. Originalmente creo que iba a hacerlo con Ricardo Darín, que era jovencito pero ya mostraba su talento, su gracia y su capacidad para la comedia. No se dio y entonces Beto propuso que me llamaran. Fue una gran suerte que me tuviera en cuenta”.
Un reemplazo forzado y un acento bienvenido
Fiorentino también llegó a Buscavidas gracias a Brandoni: “Habíamos hecho una gira con la obra Convivencia y me dijo que lo que le interesaba de mi como actriz era que sabía hacer personajes populares sin embrutecerlos, sin parodiarlos. Me propuso hacer a esa mujer en un mundo de hombres, una vecina que solucionaba cosas, casada con un actor adorable que se murió haciendo Buscavidas, Mario Luciani. En realidad se murió sobre el escenario del Cervantes haciendo Dorrego. En Buscavidas fue mi marido durante tres temporadas y cuando se murió tuvimos algunas reuniones para decidir si lo matábamos, o dado que todos sabían que Mario había muerto, entraba a reemplazarlo otro actor. Y se optó por un reemplazo, así que tuve el lujo de trabajar con Alberto Busaid, que hizo el mismo personaje”.
Revolviendo en el arcón de sus recuerdos, Contreras dijo que su acento fue motivo de varias deliberaciones. “Con el autor y el director hablamos sobre cómo resolver el tema del acento y ellos sugirieron que fuera mendocino. Entonces propuse que crucemos la cordillera y lo hagamos directamente chileno. Y así fue. En ese momento los chilenos eran una colectividad muy grande en la Argentina, sobre todo en el Sur. Recuerdo que en una ocasión cuando estaba el problema del Canal de Beagle y hubo una tensión muy grande, nosotros estábamos grabando exteriores en la calle Florida y una historia sobre las fiestas patrias chilenas, que se celebran el 18 de septiembre. En la ficción, el chileno decidía tomarse el día libre a espaldas de su socio Camilo y celebraba solito visitando a algunos compatriotas. Habían invitado a Franklin Caicedo, a Antonio Prieto y a otros dos actores chilenos que estaban de paso. Y yo iba con una botellita de vino camuflada, blandiendo una banderita chilena y con ánimo de celebrar. Casi se arma un lío tremendo: la cámara no estaba a la vista para que no fuera tan obvio que estábamos siendo observados. Yo estaba con una camisa verde loro, arreglado, peinado con jopo y creyeron que estaba provocando. Vivimos un momento tenso”, se ríe ahora.
A Fiorentino le viene a la memoria un latiguillo que decía el personaje de Brandoni sobre el suyo y que todavía hoy, de vez en cuando, se lo recuerdan. “Fue un latiguillo que salió de una discusión entre el personaje de Beto y el mío, que me enojaba y cerraba la puerta y él decía: ‘Es buena, pero es una ordinaria’. Y pegó tanto que recuerdo que cuando subía a un taxi y me reconocían, me decían ‘la ordinaria, cómo le va’. Había otra mujer que era muy divertida, Nené Malbrán, una actriz deliciosa que no pudo estar el último año porque participaba del Cirque du Soleil y tuvo un accidente, una desviación de una vértebra y necesitaba hacer reposo. Era un personaje muy divertido, con el que el mío y el de Beto siempre terminábamos peleando. En la vida real vivía a la vuelta de mi casa y era de las pocas que en ese entonces tenía teléfono, así que si me necesitaban de la producción, por ejemplo, la llamaban a ella y venía a avisarme”.
Fiorentino también quiere mencionar a otro buen compañero, Roberto Carnaghi: “Fue un placer compartir tiempo con él aunque casi no teníamos escenas juntos. Es un tipo muy divertido y era fantástico conversar con él. Como era un elenco chico, compartíamos la comida y muchas horas juntos. Recuerdo que hacíamos los frentes de los exteriores en una casa humilde y los dueños la pintaron para que se viera linda. Claro, ellos veían que su casa salía por televisión y decidieron que se viera mejor, lavándole un poco la cara. Además pusieron rejas, así que hubo que modificar los decorados en el piso, para que coincidieran. Mi vestuario era acotado para estar acorde con el personaje. Mostraba la vida en un barrio humilde, con personas que no la estaban pasado bien pero intentaban ayudarse, creando una cadena solidaria. Se grababa en dos días, uno en piso y otro en exteriores. Me acuerdo que todavía no estaba la flexibilización laboral y nos pagaban las horas extras y un plus por exteriores. Después llegó la flexibilización laboral: Menem lo hizo”, ríe Fiorentino.
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