Brooke Shields tiene un nuevo papel en su vida: sindicalista en Broadway
Tras protagonizar un éxito con La madre de la novia, en Netflix, la actriz y empresaria es la nueva presidenta de Actors’ Equity, que representa a actores, directores y técnicos teatrales de su país
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NUEVA YORK.- Brooke Shields tiene una nueva oficina. Está vacía y aún no ha pensado cómo quiere amueblarla, ni siquiera sabe con qué frecuencia estará allí, pero es una señal de su nuevo e inesperado estatus como presidenta de la Actors’ Equity Association, el sindicato que representa a los actores, directores y técnicos teatrales de los Estados Unidos.
La candidatura de Shields fue una sorpresa, incluso para ella misma. Pero cuando Kate Shindle, quien había dirigido el sindicato durante nueve años, anunció en abril último que dejaba el cargo, el director musical de Shields le sugirió que considerara postularse, y muy pronto se presentó como candidata; en mayo ganó la votación de los miembros, derrotando a dos sindicalistas experimentados. Ya dirigió su primera reunión del consejo del sindicato y se dio cuenta de que tiene mucho que aprender, empezando por cómo se lleva adelante una asamblea.
Shields, por supuesto, es una de esas personas que ha sido famosa durante tanto tiempo, y de tantas maneras, que ni siquiera puede recordar el momento en que era una “persona común”. Fue modelo infantil, estrella de cine preadolescente, objeto sexual e ícono de belleza, todo antes de ir a la universidad (Princeton, por si se lo preguntaban). En los años transcurridos desde entonces, ha actuado en la pantalla y los escenarios, ha escrito libros, ha hablado mucho, sobre todo de la depresión, y se ha convertido en símbolo y tema de un debate en evolución sobre cómo las mujeres y las niñas han sido sexualizadas por las industrias del entretenimiento y la moda.
Ha interpretado cinco papeles distintos en Broadway, y en todas las oportunidades ha sido en reemplazo de la protagonista (Grease, Chicago, Cabaret, Wonderful Town y La familia Addams). También ha actuado ocasionalmente en teatros regionales (El exorcista, en el Geffen de Los Ángeles, por ejemplo) y fuera de Broadway (en las obras Cartas de amor, Los monólogos de la vagina y Love, Loss, and What I Wore, entre otras).
Ahora, a sus 59 años, piensa mucho en la mediana edad. Se está recuperando de una operación en el pie que llamó la atención cuando usó Crocs (amarillas, a juego con su vestido) en los premios Tony. Acaba de iniciar un nuevo negocio de belleza, Commence, con productos para el cuidado del cabello desarrollados para mujeres de más de 40 años; está escribiendo otro libro, también centrado en el envejecimiento; y busca nuevas formas de aprovechar la fama de la que nunca podrá desprenderse. Ahí es donde entra en juego Actors’ Equity: dice que los actores y directores de escena la apoyaron cuando necesitó incorporarse rápidamente en un espectáculo desconocido. Ahora quiere devolverles el favor. Durante un almuerzo en B’artusi, un restaurante italiano del West Village, habló de su época en el teatro y de su curso intensivo como sindicalista. A continuación, presentamos fragmentos editados de la conversación.
–¿Cómo va el pie?
–Son los dos pies. Todo va a salir bien. Es mi sexta cirugía. Me destrocé los pies en Broadway, bailando en espectáculos sin entrenamiento y en escenarios llenos de obstáculos, metiendo a la fuerza los pies en zapatos y maltratándolos. Estoy segura de que también es hereditario, quizá sea otra de las cosas de las que puedo culpar a mi madre.
–Creaste una empresa, estás actuando y la presidencia de Actors’ Equity es ad honorem ¿Por qué te postulaste a ese cargo?
–Hay algo con lo que lucho y he luchado toda mi vida: ser un personaje público. Es algo con lo que tienes que vivir ¿Cómo lo convierto en algo que no me moleste? ¿Cómo utilizo a Brooke Shields —esa cosa que está separada de mí, que es un trabajo y una mercancía de algún tipo— para hacer algo por una comunidad que solo me ha dado amor y aceptación cuando no quedaba bien contratar a alguien sin experiencia en Broadway? Mi experiencia en el teatro comercial, en el teatro regional y en el off Broadway, es la de una comunidad que te recibe con los brazos abiertos. Es la gente que me ha apoyado.
–La representación sindical es algo nuevo en tu vida…
–Es una curva pronunciada de aprendizaje para mí. La primera vez que presidí una asamblea fue algo salido de los Monty Python. No había aprendido la jerga ¿Las reglas de Robert? Me las aprenderé. Pero si ese es mi punto débil, no pasa nada: porque puedo aprenderlas, o alguien que lo haga mejor puede hacerlas y yo puedo sentarme a su lado.
–¿No te gustan los conflictos?
–Va a ser difícil para mí. En esta etapa de mi vida, estoy soltando la cuerda del tira y afloja. No me gusta pelear; me gusta dialogar.
–Pero tenés un trabajo en el que vas a tener que reclamar a los productores cosas que no quieren dar. Es contradictorio…
–Estoy preparada. He tenido que hacerlo en mi empresa: despedir a gente, decir que no. Es una habilidad que hay que practicar y aprender.
–Actors Equity acaba de anunciar una huelga contra el trabajo de desarrollo, alegando que las negociaciones no avanzan. ¿Cuál es el problema?
–La gente no recibe una compensación justa.
–Además, los artistas de los parques temáticos de Disney acaban de votar a favor de unirse a tu sindicato…
–Tenemos que averiguar qué quieren, y luego tenemos que proponer a personas que puedan ser buenas en esa negociación.
–¿Qué opinás de la situación del teatro?
–No se ha recuperado del todo, obviamente, de la pandemia. Pero es estupendo ver cuántos espectáculos nuevos hay. Hay para todos los gustos. Podés tener un Merrily We Roll Along y un Stereophonic y un Illinoise y Appropriate y Mother Play. Es refrescante que no haya una sola tendencia.
–Algo que escucho a menudo de los lectores es que se preguntan por qué no puede haber más transmisión en continuo de espectáculos escenificados.
–Eso es complicado. Lo esencial del teatro es vivirlo en persona. Cada noche hay una representación diferente.
–¿Vas por seguir actuando?
–Mientras me llamen seguiré actuando. Tengo un par de cosas ahora mismo en las que estoy trabajando. A Netflix le fue muy bien con la última película que hice. Estoy preparando una serie. Lo que sería ideal es filmar una serie aquí en Nueva York porque así podría hacerlo todo. Y nunca dormiría.
–¿Cuál querés que sea tu legado?
–Espero poder llevar a cabo muchos de los pequeños cambios necesarios para lograr una transformación importante, y dejar una asociación más amable e integradora, no enfadada o fracturada.
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