Braian Zárate, el primer eliminado de Survivor: su particular oficio y las ganas de salir de un barrio peligroso
Se anotó en el reality con la esperanza de ganar y poder cambiar su vida y la de su familia; fue el primer eliminado porque se puso en contra a su equipo luego de una desafortunada frase
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Braian Zárate fue el primer eliminado del reality extremo de Telefe, Survivor Expedición Robinson. Estuvo apenas tres días en una isla desierta del Tapón de Darién (Colombia) que no fueron suficientes para experimentar la aventura que esperaba, pero fueron demasiadas horas lejos de su pequeño hijo Oliver, de dos años. En diálogo con LA NACIÓN, contó cómo se sintió cuando sus compañeros lo eliminaron y por qué dijo esa desafortunada frase sobre sus compañeras. También dijo que vive en Villa Fiorito y que es un barrio peligroso en el que no quisiera criar a su hijo y por esa razón entró al reality, no por la fama. Como sus hermanos, se dedica a la costura de guantes y trabaja desde los 14 años, cuando debió dejar la escuela para salir a ganar el “mango” y ayudar en su casa, en donde si bien sus padres trabajaban no alcanzaba para darles de comer a los cinco hermanos.
-¿Cómo era tu vida antes de entrar a Survivor?
-Estaba trabajando como ayudante de cocina en el Hospital Garraham, antes estuve en la Policía Federal y cuando se cortó el servicio ahí me trasladaron al hospital. Yo entré al juego también porque quería darle una vida mejor a mi hijo. Nosotros vivimos en Fiorito y mi hermano en Pilar, que es un barrio más tranquilo. Fiorito es horrible, es peligroso, los fines de semana tiran tiros para cualquier lado, y no estoy mintiendo, es tierra de nadie. Por cualquier cosa empiezan a los tiros, venden droga, roban. Y no quiero que mi hijo crezca en un barrio así.
-¿Cómo siguió cuando volviste?
-Normal. Lo primero que hice fue abrazar a mi hijo, lo llené de besos, tanto que me sacaba... (risas). Pero lo extrañaba y me hice un asadito.
-¿Y ahora estás trabajando?
-Trabajo en casa. Había renunciado al hospital para ir al reality. Toda mi vida hice costuras de guantes industriales y estoy con eso con mi mujer Mayra. Mi gran sueño de toda la vida es tener mi casa propia y poder sacar a mi hijo de ahí. Quiero que vaya a un colegio en el que los papás de sus compañeros sean buena gente. Me pasó y es feo. Queda en uno agarrar el buen camino.
-¿Qué te pasó?
-Me crie en Ingeniero Budge, mi papá trabajaba y mi mamá también... ¿quién me cuidaba? Nadie me miraba, yo salía a la calle, la conocí y por eso sé que no es recomendable.
-¿Qué te salvó?
-Gracias a Dios escuché y seguí los consejos de mis padres y sé que no hay nada mejor que trabajar, tener lo tuyo y volver a casa y dormir tranquilo sin joder a nadie. La tentación está y hay que ser fuerte, y no quiero que el día de mañana mi hijo esté cerca de la tentación. Quisiera tener un buen trabajo y hacer una inversión y tener un taller para comprar mis cortes y hacer mis guantes. Pero no tengo capital y se necesita bastante.
-¿Pudiste terminar la escuela secundaria?
-No, a los 14 años dejé el colegio porque tenía que trabajar y aprendí este oficio en el que sé hacer de todo. Mi papá trabajaba en zapatería y ahora está jubilado, y mamá siempre fue ama de casa y hacía lo que saliera y como podían nos daban de comer a los cinco hermanos.
-¿Creés que vas a cumplir tu sueño? ¿Lo ves posible o inalcanzable?
-Difícil, pero no imposible. Trabajo, junto plata, ahorro, no malgasto. En algún momento se va a dar. Cuesta, pero se puede. También estoy buscando trabajo además de trabajar en casa. Está bastante complicado.
-¿Fantaseás con trabajar en la tele?
-Sinceramente no, pero sí se da bienvenido. Aprovecho las oportunidades y trato de no dejarlas pasar.
-Decís que entraste el reality para ganar y comprar una casa para tu hijo, ¿cómo se dio?
-Un día llegaba de trabajar y mi suegra y mi mujer me contaron que estaban anotando gente para el reality y desde chico veo Supervivencia al desnudo porque lo miraba mi papá y siempre me llamó la atención, me imaginaba cómo sería vivir en una selva, y me gusta la naturaleza, la tranquilidad. Y más allá de eso, siempre tuve una duda: si es verdad lo que muestran o cuando se apagan las cámaras se van a un camping, comen y se bañan. Y me choqué contra la pared... (risas). Todo lo que se ve es verdad.
-¿Extrañar a tu hijo te jugó en contra?
-Estuve tres días en la isla en los que extrañé mucho a mi hijo. El primer día no fue tanto, pero en el segundo me di cuenta que no estaba a la vuelta de mi casa y eso me pasó bastante. Igual tenía que seguir, no por eso iba a abandonar.
La frase que lo destruyó
-¿Te sorprendió que te eliminaran?
-No, porque la verdad me expresé mal cuando generalicé y dije que todas las mujeres no hacían nada. Eran cuatro mujeres y todavía lo sostengo, que en el campamento no ayudaban en nada. Había muchas cosas que hacer y considero que yo hice de todo para tener una buena choza, como mis compañeros. Y ellas estaban en la playa, charlando, como en un cumpleaños, y hubo un topo que les fue con el cuento. Me dio un poco de rabia. El último comentario me destruyó. Me expresé mal, pero no me puedo quedar callado y digo las cosas de frente. La gente está acostumbrada a escuchar lo que le gusta.
-¿Qué te dijo tu mujer sobre ese comentario?
-Me entendió porque me conoce.
-¿Cómo te sentías cuando te fuiste?
-Enojado. Somos un grupo y tenemos que tomar decisiones juntos. Cuando dije que yo no participaba del segundo juego me tendrían que haber dicho si les parecía mal, pero no dijeron nada. Las cosas se dicen de frente y no a las espaldas. Hasta la hora del complot no pensé que me iba porque querían sacar a Janet y era un eslabón que servía porque era flaquita, pero siempre estaba haciendo algo y ayudando, y eso le sirve al grupo. Yo no medía por fuerza.
-¿Qué te gustó y qué te costó de esta experiencia?
-Estar en la selva fue lo mejor que me pudo haber pasado, pero no había comida, no había fuego para ahuyentar a los mosquitos y los bichos. Yo sabía que no iba a comer, estaba mentalizado, pero no pude ser fuerte en estar lejos de mi hijo. No lo voy a negar, eso me costó mucho. Encima me acordé que mi bebé ya había empezado a tomar en taza y en cosas que me estaba perdiendo. Pero no lloré en el grupo porque sabía que podía debilitarlos, entonces me aparté para que no me vieran.
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