Este miércoles llega a Netflix Maestro, el segundo largometraje del intérprete y cineasta con el que aspira a ganar su primer Oscar por su personificación del célebre compositor y pianista Leonard Bernstein
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Sus padres querían que trabajara en finanzas, pero Bradley Cooper empezó a trazar otros planes cuando, en su casa de Abington, Filadelfia, un día se encontró con un VHS de El hombre elefante del realizador David Lynch. La actuación de John Hurt lo cautivó tanto, que decidió que él quería convertirse, en algún momento de su vida, en John Merrick, ese hombre alienado por la sociedad.
Su persistencia lo condujo nada menos que a cumplir ese sueño cuando fue elegido para protagonizar la puesta teatral de Bernard Pomerance. Cuando su padre y su incondicional madre lo vieron arriba de un escenario, la opinión de ambos cambió, y Cooper continuó trabajando para convertirse en un actor consumado. Sin embargo, tiempo antes, debió sortear un período escolar en el que no era precisamente la figura más popular entre los alumnos. Según Bradley, “no era considerado cool” porque le dedicaba todas sus horas al estudio, con un approach obsesivo que se percibiría décadas más tarde en su carrera como actor y director.
Después de graduarse en la universidad de Georgetown, el inquieto Cooper fue por más. Su próximo paso era ingresar al Actors Studio, como eventualmente terminó sucediendo. Su paso por Nueva York fue un momento bisagra. “Gracias a mi coach actoral, Elizabeth Kemp, empecé a relajarme, algo que no me estaba sucediendo antes”, declaró. Mientras audicionaba para roles menores, trabajaba como portero. Su vida estaba escindida, pero no él no lo padecía. Todo implicaba un sacrificio para alcanzar el Santo Grial, y todo cambiaba de cariz cuando veía, en primera fila, como James Lipton entrevistaba a Robert De Niro, uno de sus máximos ídolos, con quien tendría el privilegio de actuar codo a codo en 2012 en El lado luminoso de la vida.
En 2001, en tanto, Bradley debutaba en cine en la comedia Wet Hot American Summer, y luego le llegaba la estabilidad con la serie Alias, en la que interpretó a Will Tippin con un carisma que hizo que varios directores empezaran a convocarlo. Su conquista de Hollywood estaba en marcha, pero puertas adentro, cuando la cámara se apagaba y no tenía que mostrar su amplia sonrisa, Cooper batallaba un infierno personal, una adicción que había empezado en su juventud, cuando el consumo de alcohol de manera recreativa devino en una enfermedad que lo llevó a lugares oscuros, y a la que le sigue dando pelea.
Su situación personal se agravó cuando su padre Charles, ese hombre que había logrado ver a su hijo cumpliendo su anhelo de ser actor, falleció de un cáncer de pulmón y Cooper se vio sumido en la depresión y en sus adicciones. Así lo contó en el programa Running Wild Bear Grylls: The Challenge, en el que además se sinceró sobre sus pensamientos más lúgubres.
“Desarrollé una actitud nihilista hacia la vida después de eso, como si pensara ‘¿Qué importa? De todos modos me voy a morir’. No estuve nada bien por un largo tiempo hasta que pensé que tenía que aceptar quién era en realidad, y tratar de encontrar la paz, y de a poco eso fue apareciendo, pero fue un trabajo enorme el hasta llegar ahí”. Durante ese período tan duro, Cooper ya estaba trabajando en varios conceptos para largometrajes que desarrollaría tiempo después.
Tomar el corazón roto y crear, la clave de todo
Ya lo había expresado la recordada Carrie Fisher en uno de los consejos que brindó desde sus experiencias: “Hay que agarrar el corazón roto y convertirlo en arte”. Eso mismo hizo Cooper cuando concibió al personaje de Jackson Maine para Nace un estrella.
Si bien se trataba de una cuarta remake de una historia muchas veces contada, el actor, quien debutó como cineasta con el film, quería arrojar luz sobre tópicos que los largometrajes previos no habían abordado. Así nació Jackson, ese cantante country que le da pelea a la depresión y a las adicciones mientras intenta que su vínculo con Ally (Lady Gaga) no se evapore en el proceso. La personificación de Cooper, que le valió una nominación al Oscar (el intérprete ya lleva cosechadas nada menos que 9 candidaturas), irradiaba una naturalidad sobre la que él mismo se hizo eco. “Mi propia historia de vida hizo que fuera más fácil comprender a Jackson y ponerme en su piel”, aseguró.
Por muchos años tuve problemas de autoestima, y eso me hizo maltratar a los demás, porque no me quería a mí mismo
“Cuando filmamos la película yo ya estaba en un momento de mi vida en el que me sentía cómodo, en el que sabía que podía enfrentarme a eso, así que pude soltarme, fui muy afortunado en ese sentido, muchos roles de mi carrera me permitieron explorar aristas más que interesantes”. En efecto, Jackson es solo uno de los nombres de una larga y ecléctica lista que incluye los de Phil Wenneck en ¿Qué pasó ayer?; Richie DiMaso en Escándalo americano; Chris Kyle en Francotirador; Jon Peters en Licorice Pizza; Stan Carslile en El callejón de las almas perdidas; y el gran Rocket para el que le puso la voz con una timing cómico impecable en la saga de Guardianes de la Galaxia. Esos largometrajes, además, le dieron a Cooper la invaluable oportunidad de trabajar con cineastas brillantes.
En sintonía con el concepto de tomar lo que estaba roto y construir a partir de ello, Bradley brindó la que probablemente sea la mejor actuación de su carrera en la mencionada El lado luminoso de la vida, la adaptación de David O. Russell de la novela de Matthew Quick, una screwball comedy contemporánea que, como Nace una estrella, también mostraba problemáticas de salud mental. Cooper personificó a Pat Solitano, un profesor de historia que tampoco olvida su propio pasado, porque no puede y porque no quiere. Asimismo, subestima su diagnóstico de bipolaridad y no controla sus acciones. Más allá de que el corazón de la película es su vínculo con Tiffany (Jennifer Lawrence, su partenaire en varias producciones), Cooper tiene un ida y vuelta con De Niro extraordinario.
Muchos factores hicieron que ese film y ese rodaje se erigiese como otro gran paso en su carrera que ahora incluye créditos como guionista, productor e incluso como compositor ganador del Grammy por Nace una estrella. Hacer arte. De eso se trató siempre. Maestro, su segundo film, no es la excepción.
Una industria abyecta y un regreso con gloria
Cuando Cooper fue papá de Lea de Seine en 2017, se permitió ser menos duro consigo mismo y hablar de sus adicciones con total franqueza. “Por mucho tiempo estuve perdido, consumía alcohol y también cocaína, me despedían de los trabajos y sufría por una baja autoestima; pero mi vida empezó a cambiar con la paternidad, porque me permitió disfrutar de cosas maravillosas, y los momentos que comparto con mi hija están cargados de felicidad, es tan simple y enorme como eso”, declaró. Sus problemas de autoestima se agravaron, paradójicamente, en uno de los mejores momentos de su carrera, cuando Nace una estrella fue nominada a ocho premios Oscar, pero solo obtuvo una estatuilla, a la mejor canción del año (“Shallow”). Entonces, Cooper se sentía “descartado” por algunos de sus colegas.
“Lo que pensaba de mí mismo era siempre feo, no me quería, entonces jamás contemplaba que podía también estar lastimando a los demás”, dijo con candidez en el podcast SmartLess conducido por sus amigos, Will Arnett, Jason Bateman y Sean Hayes. De hecho, fue Arnett quien le hizo ver lo mal que estaba tratando a su entorno. “Vos, Will, fuiste la razón por la que me pude recuperar, me ubicaste en el camino que terminó cambiando mi vida entera”, le manifestó Cooper a su colega, quien se emocionó al escuchar esas palabras. “Ahora te veo feliz, y me da felicidad a mí porque sé lo mucho que te costó llegar ahí”, sumó el actor de BoJack Horseman.
En esa charla, Bradley aludió a cómo en la industria le hablaron con desdén cuando su ópera prima se estrenó, y contó que un director y una actriz se le acercaron en la entrega del Oscar para decirle que no merecía las nominaciones que había recibido. “Ya me había pasado antes cuando me nominaron por El lado luminoso de la vida, me hacían sentir que no valía lo suficiente, y recuerdo pensar: ‘¿Qué carajo es Hollywood?’ ¿Qué les pasa a todos en este lugar?’”.
Para no sufrir una recaída fruto de esos disparadores, Cooper se concentró en ser un padre presente y en seguir confiando en sí mismo como realizador. Así, Maestro, su ambiciosa biopic sobre el compositor y director de orquesta Leonard Bernstein que llega mañana a Netflix, siguió cobrando forma. El largometraje empezó a ser trabajado por el actor y realizador hace seis años, y en 2023 finalmente lo estrenó, con una campaña de prensa intensa, pero satisfactoria. Si algo le gusta a Cooper, es hablar de sus pasiones. “Yo siempre quise ser director de orquesta. Me pasaba horas imitando los movimientos”, confesó y aclaró que el film, coescrito con Josh Singer, no apunta a ser un retrato de Bernstein como figura clave de la música sino el registro de su complejo y fascinante vínculo con su esposa, Felicia Montealegre (personificada por Carey Mulligan).
“Me siento muy agradecido de haber podido indagar en la vida de ambos, de haber conocido a su familia, a sus hijos que tan bien se expresan, porque de eso se trata la película: de un matrimonio, de una familia”, explicó el cineasta y protagonista de un film en el que la música es “el arma nuclear secreta” que enaltece las secuencias. “Lo mismo me sucedió con Nace una estrella, la música es poderosa, la música conmueve”, enfatizó el prolífico artista de 48 años.
Maestro podrá ser el film que finalmente le dé a Bradley Cooper su primer Oscar, pero ya es el film con el que también le rinde tributo a su padre. Esa misma persona que le hacía ver películas como El hombre elefante en su casa, fue quien le regaló una batuta cuando tenía ocho años. El ciclo se cierra, pero no así la puerta que abrió con Nace una estrella. Cooper, intuimos, será un realizador que ponga a la música en un merecido primer plano en varias ocasiones más.
A fin de cuentas, es difícil escapar de los años formativos, sobre todo cuando convergen en un rapto de productividad. “Yo amaba la conducción desde pequeño, pero me refiero a jugar a que conducía”, dijo en una entrevista con Variety. “Le pedí a Papá Noel una batuta y conducía todo el tiempo porque en mi casa siempre se escuchaba música clásica, así fue como crecí”.
Maestro, de Bradley Cooper, estará disponible en Netflix a partir del miércoles 20.
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