El intérprete, quien debutó en cine con la aclamada El cliente y murió a los 25 años en 2008, tuvo una vida de excesos que lo condujo a su fallecimiento y una relación tóxica con la industria sobre la que se supo tiempo después de su partida
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Había algo en la mirada de Brad Renfro, una tristeza subyacente que, si bien acompañaba armónicamente a los personajes que interpretó en su corta carrera, no era más que un reflejo de lo que sucedía cuando él abandonaba el set. El cine era su vida, pero no pudo resistir la exposición que llegó en uno de los momentos más impiadosos de la industria, la década del 90, en la que trabajó con constancia pero ignorando potenciales peligros en algunos sets que serían investigados años después de su triste muerte, el 15 de enero de 2008, cuando solo tenía 25 años.
Renfro no estaba viviendo una cotidianidad fácil antes de ser descubierto para su primer papel. Residió con sus padres en Knoxville, Tennessee, hasta que éstos se separaron a sus cinco años y nada volvió a ser igual. Su padre dejó de verlo y su madre volvió a casarse y se mudó a Michigan con su segundo esposo. Él pasó a ser cuidado por su abuela paterna, Joanne, en un contexto de muchas privaciones. Esa mezcla de angustia por la ausencia de sus papás y cómo su vida había dado un vuelco de un momento a otro lo llevaron a refugiarse en todo aquello que implicara un escape de esa infancia solitaria. En varias entrevistas que concedió, el actor contó que empezó a fumar marihuana a los 9 años y a tomar alcohol, a los 11. Cuando tenía 12, fue arrestado por primera vez cuando intentó consumir en el aula del colegio al que asistía. Esos detalles sobre su vida los compartió una vez que Hollywood le abrió las puertas, cuando ya iba en camino a convertirse en una de las grandes promesas del cine.
En esa etapa turbulenta, más precisamente a los 10 años, fue elegido por el realizador Joel Schumacher para el que sería su debut en cine: El cliente, el thriller en el que el actor interpretó a Mark Sway, un niño que es testigo de un asesinato y que busca ser protegido. En raras ocasiones uno se encuentra con una personificación tan natural a una edad temprana y sin formación, y eso fue precisamente lo que ocurrió con Renfro, quien no solo demostró estar a la altura de secuencias con Susan Sarandon y Tommy Lee Jones sino que ya tenía un magnetismo independientemente de quién fuese su partenaire. Llevaba la actuación en la sangre. “Lo que hizo Brad en esa película me impactó, yo siento que aprendí de él y no a la inversa, siempre sorprendía con alguna decisión que tomaba para mejorar su actuación”, declaró Sarandon dos años después del estreno del film, en 1996. El recordado Schumacher, por su parte, hizo referencia a cómo, cuando lo conoció al joven, sintió que ya había experimentado mucho más que cualquier otro niño, que tenía una sabiduría que supo canalizar en su interpretación.
“Tenía un rango emocional increíble”, expresó el cineasta. “Creo que Brad había vivido muchas cosas para tener tan solo 10 años, había pasado por muchas, muchas emociones, y cuando un actor traslada eso a su arte, estamos ante la presencia de un regalo. Era un actor honesto, alguien que comprendía lo que sucedía a su alrededor”, apuntó el director. El propio Renfro, quien recibió varios premios por su interpretación en El cliente -como el caso del Young Artist Award- se encontraba entusiasmado en ese momento por las posibilidades que tenía delante suyo. “Me siento muy afortunado de hacer lo que amo y además poder vivir de eso. De hecho lo haría gratis”, le manifestaba el joven a la revista People.
El actor que todos querían y el principio del fin
Luego de la excelente repercusión que tuvo El cliente, Renfro fue convocado para los largometrajes El poder de la amistad, de Peter Horton, por el que volvió a ganar el Young Artist Award; Tom y Huck, de Peter Hewitt y Los hijos de la calle, la devastadora película de Barry Levinson en la que interpretó a la versión adolescente del personaje de Brad Pitt, Michael Sullivan. De nuevo, la tristeza en su mirada traspasaba la pantalla y algo similar sucedió en El aprendiz, el film coprotagonizado por Ian McKellen que marcó un antes y un después en su carrera y que se estrenó en 1998, el año en el que su vida personal empezó a desmoronarse.
Renfro parecía escindido. Mientras era premiado en el Festival de Cine de Tokio por su trabajo en aquella producción, era detenido en Los Ángeles por posesión de marihuana y cocaína. Recién había cumplido 16 años. “Agradezco que me hayan arrestado”, expresó por entonces. “Me enseñó muchísimo, me impulsó a mantenerme sobrio, así que no cambiaría nada de lo que pasó. Siento que fue positivo que me haya pasado a los 16 y no 20 años más tarde”, agregaba el joven en un testimonio que, en retrospectiva, resulta desolador.
Desde el año 2000 hasta su muerte, el actor fue alejándose progresivamente de lo que más amaba: la actuación. Si bien obtuvo roles en películas como Bully, Mundo fantasma y The Theory of the Leisure Class por la que ganó el premio al mejor actor en el Festival de Cine de Nueva York, nada volvió a ser lo mismo cuando entró en un espiral de adicciones del que no pudo salir. En 2000, el actor fue arrestado por robar un yate y al año siguiente, cuando estaba en libertad condicional, fue detenido nuevamente por posesión de estupefacientes y por conducir bajo los efectos de las drogas. Casi como si se tratara de un pedido de ayuda, le contó al oficial que lo arrestó que había empezado a consumir heroína y metadona, por lo que se le ordenó cumplir con un programa de desintoxicación. Ese ciclo se repetiría en numerosas ocasiones.
Su primo, Jesse Hasek, líder de la banda de metal 10 Years en cuyo video “Wasteland” hizo una participación Renfro, contó que fue a visitarlo a un centro de rehabilitación poco antes de la muerte del actor, quien le aseguró que se sentía más optimista respecto a su batalla contra las adicciones. Al mismo tiempo, Renfro extrañaba enormemente a su hijo, quien nació en 2003 en Japón, fruto de una relación que el intérprete mantuvo con bajo perfil. De hecho, nadie supo que había sido padre ni tampoco que estaba involucrado sentimentalmente con una joven.
La noticia trascendió cuando la madre del actor, Angela, murió en 2012 y en el obituario se mencionó el nombre del niño por quien Brad estaba luchando día a día. En una salida del centro, en su departamento de Los Ángeles, el actor tuvo una recaída y falleció producto de una sobredosis de heroína y morfina. Sus restos fueron trasladados a su lugar de origen, Tennessee. La angustia de su abuela fue tan grande que dos semanas después de la muerte de su nieto, falleció en su casa de causas naturales, a los 76 años.
Los duros testimonios que salieron a la luz
Diez años después de su muerte, BuzzFeed News realizó una investigación sobre cuán protegido había sido el actor en los rodajes de los que participó siendo menor y la lupa se posó sobre El aprendiz, película dirigida por Bryan Singer, quien fue acusado de abuso y agresión sexual a menores. En el informe de la publicación brindó su testimonio Fernando Altschul, el asistente de dirección del film, quien reveló que Renfro era el único niño en estar en las fiestas de rodaje y que se le permitía acceder al alcohol. “Me shockeó verlo ahí, y no reconocía a la gente que estaba, así que me fui, pero lo hice pensando que un chico de 14 años no tenía que estar en ese lugar”. Sin embargo, Altschul no intervino. “Sentí que estaba en esa fiesta por decisión propia y que si le decía algo iba a ser visto como fuera de lugar, no me correspondía ser una figura paterna”, declaró.
Por otro lado, el asistente de dirección también mencionó cómo Renfro no respetaba los consejos de su abuela Joanne. “No la escuchaba, no le daba importancia a lo que ella le decía. Sé que fue una mujer que hizo todo lo que pudo con él, pero Brad estaba en modo rebelde y ella no podía manejarlo”. Por otro lado, un actor que trabajó con Renfro y que prefirió no dar su nombre para la investigación, aseguró que llegaba tan mal a los rodajes que confrontó a Joanne. “Brad estaba siempre cansado y yo quería saber qué estaba pasando, pero su abuela me mentía todo el tiempo, como me enteraría después. En ese momento ya se sabía que no estaba fumando simplemente cigarrillos y que le pasaban cosas muy difíciles en su casa que ella no lograba controlar”, añadió.
Asimismo, muchos colegas coincidieron en que Renfro nunca pudo superar el abandono de sus padres y que su destino parecía marcado. Esa triste realidad, junto a la desprotección de la industria, creó una tormenta ante la que no encontró salida. “Nadie dijo que había que protegerlo, se seguía el rodaje aunque él no estuviera bien, nunca se lo cuidó y era un niño”, sumó el actor que resguardó su identidad.
En un hecho más que refleja cómo Hollywood le dio la espalda, Renfro fue ignorado en el segmento In Memoriam de los premios Oscar. Sin embargo, sus amigos mantuvieron vivo su legado, como Mark Foster, de la banda Foster the People, quien le dedicó la canción “Downtown”, cuya desgarradora letra habla de la lucha de su entorno por ayudar a ese joven al que tanto querían. “Brad no solo era actor, también era músico, era un verdadero artista”, recordó Foster sobre ese joven de una sensibilidad que, como bien expresó Joel Schumacher, provenía nada menos que de su propia vida.
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