El actor habló con LA NACION sobre los cambios que se vienen en las próximas semanas en su vida y los diferentes proyectos que lo apasionan
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Es una etapa de cambios para Boy Olmi, que en septiembre empieza a grabar una comedia junto a su mujer, Carola Reyna. En unos días se despide de Para mí para vos, la obra que protagoniza en el Multitabaris y que continuará en cartelera y también termina el programa La hora exacta, que conduce en elnueve. “Es un gran cambio, saludable y positivo porque se mueve a nuevos horizontes”, le explica el actor a LA NACION. En la intimidad de su camarín, un rato antes de salir a escena, el actor habla de esta decisión, de su vida con Carola y de su tarea de “ayudar a tomar conciencia del cambio que necesita hacer la humanidad para vivir en armonía”.
-¿Por qué dejás la obra?
-Dejo la obra, pero sigue con Guillermo Arengo porque es un éxito. La pasamos fabulosamente bien, nos divertimos, nos emocionamos, nos queremos y eso no es un lugar común. Es todo muy grato y pasa algo muy angelado porque es una comedia brillante que ganó el Tony a mejor comedia en Broadway, muchos de sus actores fueron premiados y aquí está nominada a varios premios ACE. Pero tengo que dejarla porque empiezo a grabar una serie como protagonista y me importa mucho hacerla. Sólo puedo decir que es una comedia con Carola (Reyna) para una plataforma.
-¿Fue difícil tomar la decisión? ¿Qué cosas tomás en cuenta cuando todo lo que hacés te gusta?
-Fue muy difícil. Consulto con todas las fuentes que hay (risas). Soy una persona muy inquieta, muy curiosa y me apasionan muchas cosas muy diferentes. Actúo, dirijo, hago entrevistas, produzco documentales de temas que me preocupan, en donde asumo la responsabilidad de sentirme un comunicador involucrado con cosas importantes de hablar. Me gusta moverme de un proyecto a otro y en este caso, fue la oportunidad de hacer esta serie la que me hizo pensar que tenía que soltar algo. Y solté. Mi vida no se termina con el trabajo aunque es muy importante porque trabajo desde muy chico. Mi papá era humorista y crecí muy estimulado, y también era un tipo muy curioso. En mi caso, me acerco a todo de una manera muy lúdica y trato de que la cabeza y el corazón se involucren en igual proporción.
-Cocinaste en MasterChef, bailaste por un sueño, hiciste drama, comedia, dirigiste cortos, un largo que se llama Sangre del Pacífico, y el documental Huellas en el agua te dio una gran apertura de conciencia.
-Sí, así fue. Y entre las cosas que me permitió hacer fue Jane & Payne, que me importa mucho ya que es el encuentro entre estos dos sabios, Jane Goodall y Roger Payne, dos leyendas en la historia de la conservación de la Tierra. Tuve el privilegio de que se me ocurriera juntarlos y los dos, fascinados, vinieron a la Argentina en medio de sus complicadas agendas porque siempre se habían admirado mutuamente y nunca habían tenido la oportunidad de conversar. Nos fuimos de campamento a la Península de Valdés, entre las ballenas y bajo las estrellas.
-¡Te das todos los gustos!
-Trabajo mucho para darme los gustos. Le pongo mucha garra y mucho empeño y los gustos no tienen que ver con algo que sea necesariamente para mi propio placer personal, sino con lo que yo creo que es la búsqueda de la felicidad, que está regida por distintos factores. Hay un concepto japonés que es el del Ikigai, que es una especie de diagrama que abarca cuatro aspectos: aquello que nos apasiona hacer, aquello que hacemos bien, de dónde proviene el dinero que ganamos y cuánto de lo que hacemos sirve para el resto de la humanidad o lo que está vivo. Si esos cuatro círculos se tocan en un punto central y lográs estar ahí, entonces sentís la felicidad más profunda. La hora exacta, por ejemplo, es un hermoso programa de televisión, pero también nos permite reflexionar sobre lo qué hacemos los humanos en la Tierra y sobre nuestra cultura. Es una visión muy amplia sobre lo humano en la Tierra y un ejercicio muy interesante que no termina con un ganador. Y MasterChef celebrities no es un programa de cocina sino una mirada sobre las emociones que provoca una carrera de gente pública cocinando en televisión.
-¿Por qué termina La hora exacta?
-Lleva tres años en Canal 9. Nos despedimos a fin de agosto, con un programa especial en el que Teté (Coustarot) y yo vamos a jugar. Termina porque hay una reestructuración en la programación del canal y no tiene que ver con el programa en sí. Es muy posible que toda esa energía vaya en una nueva dirección. Cada movimiento nos lleva al siguiente peldaño y no sé aún a dónde me lleva salir del teatro y la tele, es algo que iré descubriendo. Ahí es donde estoy entrenado para poner interés.
-¿Qué cosas te hizo descubrir y cambiar el documental Huellas en el agua?
-Fue el primero de muchos documentales que hice; el último fue sobre Quino y pude hablar con él. He tenido encuentros mano a mano con personas notables como Chopra, Brian Weiss, Quino, Liv Ullmann, el Papa Francisco, que me dejan la conciencia de que hay cosas mucho más importantes que otras en relación a lo que nos toca vivir como especie humana y en relación con otras especies. Somos 8 mil millones de habitantes en un espacio finito y con recursos finitos, y el proceder con el que venimos desarrollando nuestras actividades en los últimos siglos nos lleva a un momento bisagra muy dramático que pone en peligro la supervivencia de nuestra propia especie.
-¿En dónde lo notás?
-Es algo que se evidencia en lo ambiental y en lo social: en lo ambiental estamos creando condiciones peligrosas para nuestra supervivencia visibles, por ejemplo, en el cambio climático y es algo muy grave; y en lo social se evidencia cada vez más en la inequidad, en la diferencia abismal entre ricos y pobres, que genera violencia, éxodos, guerras y millones de personas que no tienen las condiciones básicas para vivir. Todo eso pone en evidencia también una crisis espiritual y ahora tenemos la posibilidad de dar un salto cualitativo y elevar la calidad espiritual de nuestra especie en la que, de una vez, podamos reconocer que somos parte de un todo que está interconectado. No existe nadie que pueda salvarse en desmedro de otro. Y creo que mi tarea es ayudar a que seamos conscientes de eso y que si seguimos actuando con emociones que nos habitan a todos, como la codicia, la ambición, el egoísmo, la violencia, estamos generando un camino de no retorno que nos lleva a la autodestrucción. Hay que tomar conciencia y pegar ese salto. Tenemos que vivir de una forma más armónica, sino el dolor va a ser cada vez mayor y yo quisiera achicarlo.
-¡Sos incansable!
-Tengo mucha energía, descanso bien, me doy mucho espacio para recargar esa energía en la naturaleza. Por ejemplo, tuve una hora libre y me fui a caminar con mi mujer a la reserva ecológica de Costanera Sur. Por otra parte, mi curiosidad me lleva a explorar formas de alimentación más saludable, de desarrollo espiritual más productivo, pero no soy un experto en nada de eso. Hago yoga, tai chi, deportes, aunque no soy constante. Trato de buscar una forma que sea lo más afín posible. También soy muy urbano, pero rajo de la ciudad todo lo que puedo.
-Hace poco hicieron un viaje por el país en motorhome...
-Alquilamos un motorhome e hicimos un viaje por Mendoza durante 25 días. Fueron unas vacaciones hermosas. Estoy muy atento a ver qué es necesario en cada momento. No me defino como actor sino como un ser humano al que le pasan cosas todo el tiempo, como a todos. Si me quedo con la definición de actor parecería que después no puedo bailar, jugar, cantar, cocinar, pintar.
-También hiciste un documental sobre Soda Stereo, ¿qué recuerdos tenés de esa experiencia?
-A principios de los 90 trabajé en Siendo Dynamo, un documental sobre la última etapa de Soda Stereo y es un retrato del proceso creativo de ese penúltimo disco que fue Dynamo. Conviví con ellos durante tres meses en su estudio, viendo cómo trabajaban. Gente muy talentosa, creativa, trabajadora y con Gustavo (Cerati) teníamos una afinidad que nos llevó también a divertirnos mucho fuera del trabajo y nos encontrábamos en el campo, por ejemplo.
-Hablemos de amor. Hace más de 30 años que compartís la vida con Carola, algo poco común en los tiempos que corren. ¿Algún secreto?
-Carola es mi compañera de 30 años. Somos muy diferentes y muy afines. No hay una fórmula ni un secreto más allá del amor y el respeto con los que nos acompañamos en nuestros caminos, a veces juntos a la par y otras dejando espacios cuando el otro lo necesita. Compartimos muchos gustos que tienen que ver con el cine, el arte, la naturaleza. Y tenemos una casa que nos gusta mucho, un nido en el que criamos al hijo de cada uno y creamos una familia muy unida. Nos divierte mucho el desafío de ser una pareja que, contra lo que dicen las estadísticas sobre que las parejas no duran, la nuestra es un experimento valioso de vanguardia (risas).
-Una de tus primeras parejas fue Susú Perocaro, ¿qué recordás de esos tiempos?
-Fue hace muchísimo tiempo, otra vida, diría. Y creo que uno vive muchas vidas que son los peldaños que van llevando a otros aprendizajes. Pertenece a un momento muy lejano de mi vida, en el que primaba la juventud. Recuerdo que me fui de la casa de mis padres para vivir con ella y empecé a trabajar por ese entonces también. He tenido varias parejas y he tratado de tomar lo mejor de ese momento.
Para agendar
Para mí para vos. Hasta el 3 de septiembre, los miércoles, jueves y viernes, a las 20, los sábados, a las 19.30 y 21.30, y los domingos a las 20. En el Multitabaris (Avenida Corrientes 831, CABA). La obra vuelve a escena el 20 de septiembre.
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