El madrileño palacio de Liria lleva casi 250 años siendo testigo silencioso de algunos de los acontecimientos más importantes de la familia Fitz-James Stuart, una dinastía que se remonta al 1400. Nacimientos, compromisos, banquetes, visitas reales y de mandatarios y hasta desfiles de moda… esas paredes lo vieron todo. El sábado 6, el palacio presenció el último gran acontecimiento de la casa ducal: la boda de Fernando Fitz-James Stuart y Solís –hijo de Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo (decimonoveno duque de Alba) y de Matilde Solís-Beaumont y Martínez Campos–, y Sofía Palazuelo Barroso, hija de la galerista de arte Sofía Barroso.
La boda empezó a las 12:30 del mediodía, tal como marcaba la invitación. El enlace de Fernando, duque de Huéscar y futuro duque de Alba, y Sofía –desde ahora duquesa de Huéscar–, coronó la larga amistad de dos familias, que comenzó hace casi un siglo, precisamente, en Liria. Jacobo Fitz-James Stuart, bisabuelo del novio, era gran amigo de Gregorio Marañón, un prestigioso médico, tatarabuelo de Sofía. Tal era su amistad que Marañón asistió al nacimiento de la duquesa Cayetana, en el palacio madrileño, la madrugada del 28 de marzo de 1926. Casi un siglo después de ese acontecimiento, el nieto de la duquesa de Alba y la tataranieta de Marañón decidieron unirse en este mismo escenario.
Fue una boda repleta de guiños a la historia de la familia Alba. Los novios eligieron octubre para dar el "sí, quiero", uno de los meses preferidos de los Fitz-James para casarse: Cayetana de Alba y Luis Martínez de Irujo lo hicieron en octubre de 1947 y su nieto Luis Martínez de Irujo y Hohenlohe y Adriana Marín en octubre de 2016. Cayetana también fue quien instauró la tradición de casarse en Liria: ella lo hizo con Jesús Aguirre, en 1978. Los novios tuvieron que cambiar la capilla por la gran terraza trasera para poder recibir a sus más de 700 invitados. Al aire libre, se montó un altar de flores decorado con obras de arte con motivos religiosos. El padre Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, que fue confesor y asesor espiritual de Cayetana, ofició la ceremonia con la ayuda del padre Ángel. El novio, vestido con el uniforme de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, entró del brazo de su madre, Matilde Solís-Beaumont. La novia lo hizo junto con su hermano mayor, Fernando Palazuelo. Junto al altar, en un lugar de honor, los esperaba la reina Sofía, que asistió en representación de la Casa Real y otros dos reyes: Simeón y Margarita de Bulgaria. Al otro lado del altar, el padre del novio y la madre de la novia, Sofía Barroso. Al terminar la misa, Sofía hizo la genuflexión a la Reina, su primer gesto hacia la Corona como duquesa de Huéscar. Sofía no pudo quedarse al almuerzo, pero, antes de despedirse, posó con los novios en uno de los salones de Liria. La boda de Fernando y Sofía también sirvió para que Alfonso Diez, viudo de Cayetana, regrese a Liria, tras cuatro años de la muerte de la aristócrata y sólo veinticuatro horas después del que hubiera sido su séptimo aniversario de boda.
UN VESTIDO MUY ESPECIAL
El traje de novia que lució Cayetana para su boda con Luis Martínez de Irujo, obra de Flora Villareal, es considerado una joya de la costura española y está custodiado en el Museo del Traje de Madrid. El de Sofía tampoco defraudó. La duquesa de Huéscar llevó un traje realizado por su tía, la diseñadora Teresa Palazuelo. Rompiendo con la tradición de la Casa de Alba, no llevó ninguna de las tiaras que forman parte del alhajero de los Fitz-James Stuart. Como una mujer moderna, prefirió un sencillo tocado de plumas, de la sombrerera Teresa Briz. Sus únicas joyas fueron un brazalete de brillantes y un gran zafiro, que perteneció a su bisabuela y unos pendientes, también de brillantes, regalo de compromiso de Fernando.
EN UN JARDÍN VERSALLESCO
Los novios ofrecieron un cóctel en los jardines de Liria. Diseñados por el famoso paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier, autor del Parque de Montjuïc, en Barcelona, los jardines del palacio de los Alba recrean los de Versalles. Fue una boda tradicional, que también reflejó el espíritu de los novios: no hubo discursos, ni brindis. Tras el almuerzo, los recién casados abrieron la pista de baile con el vals "Bombones de Viena", de Strauss. Luego, el Dj Mickey Pavón amenizó el resto de la tarde y la noche. La fiesta fue al mediodía, pero los novios y sus amigos siguieron el baile hasta pasada la medianoche.
EL UNO PARA EL OTRO
Fernando y Sofía se conocieron en 2012, mientras estudiaban en The College of International Studies, una prestigiosa Universidad americana en Madrid. Él ya había cursado Derecho, en Londres, y coincidió con ella en unos cursos de Marketing y Comunicación. Los primeros años llevaron su relación casi en secreto hasta que en abril de 2015 la prensa logró tomar las primeras imágenes juntos. Cuando Fernando se instaló en Estados Unidos, para terminar sus estudios en la Universidad de Massachusetts, Sofía lo acompañó. Allí, en Boston, se consolidó la relación. Aunque Fernando se dedica a la banca y ayuda a su padre en la gestión del patrimonio familiar y Sofía trabaja en el mundo del arte junto a su madre, comparten amigos y pasiones, como la pintura, el cine y los deportes (el tenis y el yachting). Además, los une una educación exquisita (él estudió en el colegio Los Rosales, de Madrid, y ella, en el American International School), una discreción férrea y un profundo sentido de la responsabilidad. Una pareja que, algún día, ostentará el ducado de Alba y deberá hacerse cargo de gestionar uno de los patrimonios culturales más importantes de España.
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