La actriz española habló con LA NACION sobre por qué regresó a la Argentina en medio de la pandemia y también abrió su corazón sobre cómo es actualmente su relación con su ex y padre de sus dos hijas
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Blanca Oteyza tiene un romance con nuestro país que se remonta a principios de los ’90, cuando llegó a Buenos Aires casi como parte de una aventura y tuvo varias oportunidades de trabajo en teatro, cine y televisión. Conoció a Miguel Ángel Solá en el entonces ATC haciendo Luces y sombras, de Oscar Barney Finn. Se enamoraron, tuvieron dos hijas, María (24) y Cayetana (20) y estuvieron juntos durante 17 años. Se separaron de manera turbulenta, ya en Madrid, donde se instalaron en 2000 luego de recibir amenazas de muerte a la familia. Hoy la actriz española regresó a la Argentina porque siente que es una asignatura pendiente. Tuvo entrevistas con productores, directores de casting, con colegas y ya filmó un cortometraje y hay dos posibilidades para hacer teatro. En estos días, España la espera otra vez para subirse a un escenario y para grabar una participación en la nueva temporada de La casa de papel. En una charla íntima con LA NACION, Blanca desgrana su relación con nuestro país y revela cuál es ahora su vínculo con Solá.
-¿Cómo se te ocurrió viajar en el medio de la pandemia?
-Es la pregunta del millón. [Risas] Me gusta decir que la Argentina es mi país por elección. Por circunstancias personales, se cerró un ciclo cuando nos fuimos a España por amenazas de muerte. María tenía tres años, luego nació Cayetana, la vida pasó, nos separamos en 2011 y yo no estaba en un buen momento para volver entonces. Mis hijas eran pequeñas, mi madre vivía conmigo y tenía un divorcio encima que fue muy duro. No estaba lo suficientemente entera ni fuerte y me tuve que reinventar emocionalmente desde cero. Pasaron los años y volver era una asignatura pendiente que estaba latente dentro mío.
-Y se dio ahora...
-Sí. Mi madre partió hace cuatro años, mis hijas crecieron, son una delicia, mujeres fantásticas; y yo estoy fuerte, bien. Se dio la oportunidad de volver y en medio de este caos, me saqué un billete de avión a Buenos Aires. Si todo estuviese bien, ¿cuál es la gracia? Me gusta mucho poner el grano de arena, trabajar en equipo, llevar adelante los proyectos, crear, transmitir alegría. Soy una persona optimista y es una suerte. Siempre me siguieron llegando proyectos y comentarios amorosos de argentinos. Me decían que se me consideraba mucho, que me querían, que pensaban en mí, y yo necesitaba saber qué había pasado conmigo aquí, porque también se han dicho muchas cosas, ha pasado mucho tiempo, diferentes circunstancias. Me preocupaba la imagen de mí que pudo haber quedado aquí. Me atreví, tome un avión, pasé los veintiocho mil quinientos papeleos y controles y aquí estoy. Acabo de venir de Maipú, provincia de Buenos Aires, donde filmé un corto y aún quedan algunas escenas para hacer con Fito Yanelli. Hemos hecho una cosa muy chula, que mola mucho. En estos días he visto a colegas, a productores, a directores de casting. Y estamos viendo si hacemos Yocasta, de Héctor Levy, con dirección de Pablo Razuk, y Vuelo postergado con Nora Zinski, escrita por Daniel Botti. Fue muy fructífero el viaje.
-Pero volvés a España...
- Sí, porque el 9 de abril reestrenamos Cuidados intensivos en el Teatro Amaya, con Ángeles Martín y Paloma Montero; y tengo que grabar una participación en La casa de papel, y tengo mis dos escuelas y una compañía de teatro. No estoy aquí por falta de trabajo sino por la continuidad de un puente que se quedó a medio construir hace once años y estaba pendiente. Quería saber si esas cosas bonitas que decían de mí eran ciertas y comprobé que sí. Llegué a la Argentina en 1991 y recién cuatro años después conocí a Miguel, luego nos casamos, e hicimos con mucho éxito El diario de Adán y Eva. Tenemos una historia artística y sentimental muy fuerte que duró 17 años, y él es un actorazo, súper considerado aquí y quería saber qué había pasado conmigo. Quizá es una cuestión emocional y de asignatura pendiente. Hay algo que se me quedó trabado con la Argentina y estoy intentando resolver. ¡Qué más romántico que en mitad de una pandemia! Eso ha sido el broche de oro.
Las mujeres de su vida
-Contás que no viniste antes porque tus hijas eran pequeñas y porque cuidabas a tu mamá, ¿eran muy unidas?
-Muy unidas. Falleció hace cuatro años y se fue muy rodeada de amor. Nunca he pasado más de dos meses separada de mi mamá. Era una gran compañera de vida. Era mi madre, pero había un plus porque era la mujer que elegía para reírme, salir, ir al teatro, para compartir. Ha sido un vacío enorme que todavía tengo. Imagino que quedará siempre, pero iré superándolo con el tiempo. Era una mujer especial mi madre, Maruja.
-¿Y tenés esa misma relación con tus hijas?
- Sí, nos llevamos muy bien. Tenemos mucha confianza, compartimos muchas cosas. Ellas son grandes, ya tienen su vida, pero vivimos juntas: la nuestra es una casa de chicas [risas], pero cuando pase el Covid-19, María se va a independizar. Nos gusta comer juntas, ir a tomar una cerveza de vez en cuando o ir al teatro o al cine. Y también confieso que están deseosas de que encuentre una pareja y que me aguante el novio [risas]. Yo creo que me quieren quitar un poco de encima. Las dos son artistas, María escribe, ha publicado su segundo libro, y tiene un grupo de música, estudió imagen y comunicación. Y Cayetana es actriz también y está subida a un escenario desde los 17 años. Siento que mis hijas me retroalimentan mucho y eso me gusta. Estoy orgullosa que sean dos mujeres tan enteras, con carácter, con criterio, que pelean con sus proyectos.
- ¿Y les hacés caso? ¿Hay un novio?
- No me es fácil porque mi pasión está en otro lugar y además de actuar soy directora, produzco, tengo dos escuelas. Es un trabajo full time y confieso que soy un poco adicta. Y luego cargas con cicatrices que pesan y a la hora de apostar a una relación te da un poco de vértigo, pero no tiro la toalla, soy una romántica empedernida y me gustaría compartir mi vida con un compañero.
-Quizá pueda ser un actor tan apasionado como vos de la profesión...
- Va a tener que ver con este mundo y que sienta esa pasión. Sobre todo me gustaría poder compartir porque no hay nada mejor que eso.
Un desamor inesperado
-¿Cómo es tu relación hoy con el padre de tus hijas?
-Por desgracia no tengo ninguna relación con él. Me duele tener que reconocerlo. Es muy duro admitirlo, incluso es muy frustrante. Hay una sensación de fracaso por no haber podido lograr una relación armónica. Pero es así, no voy a mentir.
- ¿Lo intentaste muchas veces?
-Es muy complicado. En los divorcios siempre hay alguno que queda más herido que el otro, que guarda más rencor, más dolor. Ha sido un mal divorcio. Así de duro es. No se ha sabido hacer.
-¿Tiene relación con sus hijas?
-Es complicada la relación y no quiero hablar por mis hijas.
-¿Cuánto te costó reconstruirte después del divorcio?
- Mucho, muchísimo. Miguel y yo teníamos muchas cosas a nivel emocional, pero también éramos una dupla artística, teníamos una productora, una familia. Hacíamos todo juntos. Imagínate el desgarro que fue, tuve que reinventarme. Cuando tienes una dupla artística y te separas, hay uno que queda más atrás y lógicamente Miguel tiene un reconocimiento y un talento impresionantes. Artísticamente me vi muy golpeada. Miguel Ángel Solá es Miguel Ángel Solá y punto, está muy claro. En ese momento, lo sufrí mucho, pero ahora aquí estoy. Con el paso del tiempo pienso que si no me hubiera pasado lo que me pasó, hoy no sería de esta manera. De todo intento sacar lo positivo, pasé años duros, muy jorobados, pero hoy puedo hablar desde este lugar y me enorgullece mucho.
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