Son la parejita mimada de Hollywood. Bellos y exitosos en lo profesional, conformaron una familia tipo espléndida. Aspiracionales para los millones de fans que cosechan en todo el mundo. Y si bien cada uno tiene su pasado afectivo –¿quién no?–, ellos se encargan de no hacer alardes de conquistas anteriores para no opacar el bonito cuadro familiar que tan buena reputación les acarrea. Se los denomina couple goals, algo así como "meta de pareja". Y, las nuevas corrientes que analizan los status matrimoniales, hablan de ellos como relationship goals, categoría utilizada cuando ambos miembros de una pareja se encargan de cumplir sueños, fijar objetivos comunes y alcanzarlos con esfuerzo compartido.
Hogar, dulce hogar. Vida de pareja, divino tesoro. Blake Lively y Ryan Reynolds saben muy bien cómo preservar lo que sucede puertas adentro, jugar con la intimidad no mostrada, y darle a la industria, y a sus seguidores, grageas muy pensadas, y en dosis mínimas y rigurosas, de todo aquello que no hace a lo estrictamente laboral. Justamente lo que todos quieren saber. Tan selectos son que, sin contradicción, terminan siendo comidilla de los gossip shows. Lo saben. No hay ingenuidad. Incluso, se dice que son ellos mismos sus propios trolls, infundiendo novedades y chimentos falsos. ¿O no tanto? Lo cierto es que hacen un formidable manejo de sus famas.
Tal es la discreción con la que se manejan que, hace pocos días, con motivo del estreno de Pokémon: Detective Pikachu, película de la que él es protagonista, ella sorprendió en la red carpet con una figura que "deschababa" su tercer embarazo. Así son los llamados herederos de Angelina Jolie y Brad Pitt. Viven en modo propio.
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Luz, cámara, amor
Corría 2010. El rodaje de Linterna verde , de Martin Campbell, los cruzó por primera vez. Sin embargo, allí no sucedió demasiado. Más que miradas sugestivas y alguna frase de doble connotación. Él estuvo casado con Scarlett Johansson . Y ella se relacionó con Penn Badgley , su compañero en Gossip Girl. Aunque siempre fueron muy reservados con respecto a sus vidas privadas, la unión de Blake con Ryan potenció aún más esa característica. Antes, algunas de sus parejas se dedicaban a hablar de más.
Había pasado un año desde el último grito de "corten" del director de Linterna verde. Ellos seguían solteros. En una cena compartida, cada uno llegó con su respectivo acompañante. Pero las miradas no tardaron en atravesarse. Lo que se había iniciado como una relación laboral devino en amistad. Así las cosas, y con la confianza que daba el vínculo, decidieron ir por más.
"Nada mejor que ser amigo de tu futura esposa", dijo él, alguna vez. La fórmula les dio resultado. En septiembre de 2012 llegó la boda. Sucedió el 9 de septiembre en Boone Hall, Mount Pleasant, Carolina del Sur. "Nunca fui tan feliz", proclamó la novia en aquella oportunidad.
En familia
A los dos años, Blake y Ryan transformaron la pareja en familia. El 6 de octubre de 2014 hicieron el anuncio del embarazo de ella. Solo faltaban dos meses para que llegara James. Veintidós meses después nació Inez. Los cuatro conforman una familia tipo. Modelo. Y ellos se encargan de jugar con ese imaginario. A pesar de lo esporádico de sus apariciones públicas y de la exhibición en redes, cuando lo hacen no dan puntada sin hilo. Siempre tienen repercusión. Imantados quedan sus seguidores ante cada declaración. La fórmula les da buen resultado. Y, a su modo, cada tanto cuentan algo chispeante sobre su vida privada. Por ejemplo, el protagonista de Deadpool 2 recordó cuando debió manejar con su mujer embarazada a punto de dar a luz. Pero la chica de A simple favor hizo mutis y no respondió a la requisitoria de su chico por saber cómo terminaría su nuevo personaje, tan misterioso como ella. Pero se encargó de decirle que tenía muchos secretos más. Y que no se refería a la ficción. Touché. De ingenuidad, poco. La pareja suele provocarse cuando, ¡oh casualidad!, alguno de los dos está por estrenar un nuevo trabajo.
Pero no todas fueron rosas para las estrellas adoradas del momento. Hubo crisis de parejas. Sí, las hubo. Cada tanto, la prensa del mundo da cuenta de algún problema entre ambos. Sin embargo, ellos capean los temporales con humor y salen a arremeter los comentarios mostrándose juntos. Y hasta juegan en las redes sociales con fotografías especialmente recortadas para que uno de los dos desaparezca. En más de una ocasión, los programas de chimentos los han distanciado, pero todo se soluciona cuando ellos salen a aclarar que el distanciamiento se debe al rodaje de alguna película lejos del hogar familiar. De todos modos, alguna vez, ella habría borrado de las redes todo lo referente a su imagen de familia. Rebeldía en estado puro.
Sin embargo, uno motivo real de tormenta pasajera habría sido la crisis de ansiedad y depresión de Ryan. El galán, que parece tenerlo todo, sufriría de estas dos patologías desde hace bastante tiempo. "El ejercicio me salva y el humor, aún más", confesó a la prensa norteamericana. Tal es su humor que no se privó de declarar en una entrevista que solo había tenido sexo con su esposa con la finalidad de concebir. Su mujer siempre está a su lado para sostenerlo, pero sus cambiantes estados de ánimo son un problema a la hora de estabilizar a la pareja.
Uno de los secretos en la resiliencia de la pareja es compartir la misma profesión. "El entiende si yo me beso con alguien, porque sabe que lo hago desde un personaje hacia otro personaje", declaró ella. Su marido comparte idéntica mirada: "Es imposible no tener celos, pero uno sabe cuáles son las reglas de juego y eso suaviza las cosas".
Una última escena
Saco y pantalón pastel, y un chaleco azul sobre la camisa blanca. Ryan lució impecable en la premiere de Pokémon: Detective Pikachu. ¿Ella? Más divina aún: vestido amarillo, sandalias celestes y amarillas, y los signos de un nuevo embarazo. Tal fue el shock mediático que hasta podría decirse que se habló más de la pareja que de la propia película que se iba a estrenar. A los 31 años, la actriz luce radiante y feliz. Al igual que su marido.
Sin dudas, son la pareja estelar del momento. Y, lejos de dejarse presionar por la categorización, ellos disfrutan del estrellato y saben cómo manejarlo. No es sencillo, pero lo lograron a fuerza de misterio, fábulas que ellos mismos inventaron y una aparición mediática tan estudiada como escueta que siembra más misterios que certezas. Pertenecen a esa joven estirpe de celebridades que, lejos de dejarse manipular, saben muy bien cómo sacar provecho del mundo globalizado y de una industria que pide a gritos una renovación en sus estrellas protagonistas.
Con una imagen estilizada e informal, no reniegan del concepto de familia. Sin abandonar el costado sexy de cada uno, son los primeros en lograr que se hablen de ellos desde el silencio. Y un dato no menor, son muy taquilleros y negocian con sagacidad sus contratos. Blake y Ryan S.A.: a facturar se ha dicho. Y a aprender cómo dominar la fama sin morir en el intento y sin perder privacidad, mientras trolean a lo loco en las redes sociales. ¿Acaso sea el nuevo modelo de estelaridad posible?
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