Benjamín Amadeo tiene motivos para celebrar. La gran respuesta que viene obteniendo Crímenes de familia, el intenso thriller de Sebastián Schindel que está al tope de las preferencias de los argentinos abonados a Netflix desde su estreno hace dos semanas, y el flamante lanzamiento de "Magnetismo", un single en el que aparece Coti como invitado y en pocos días ya tiene más de 250 mil reproducciones en YouTube, son dos buenas razones. Y hay una tercera: el próximo 13 de septiembre subirá a escena para ofrecer un show en la plataforma Suena en vivo (entradas a la venta en ticketflash).
Otro plan inmediato es enfocarse en terminar un nuevo disco ,que será el sucesor de Vida lejana (2016), con el que ganó un Premio Gardel en la categoría Mejor Álbum Nuevo Artista Pop. "Además de la Argentina, donde imagino un espacio como el Teatro Vorterix, mi idea es tocar en otros países de la región. Todo el tiempo recibo señales de que en lugares como Chile, Uruguay y Perú mis canciones se escuchan mucho", dice Benjamín, también elegido para abrir grandes shows internacionales como el de Backstreet Boys en el Campo Argentino de Polo en marzo pasado y el de Ed Sheeran en el Estadio Único de La Plata, en 2017.
-¿Pensás en repartir el tiempo entre la actuación y la música o en privilegiar una de esas dos facetas?
-Puedo ir calibrando las dos cosas. Yo siento que empecé a prestarle la atención necesaria a la música un poco más tarde de lo que hubiese querido. No tenía el tiempo que merecía y merece un proyecto tan personal porque estaba más dedicado a la actuación. Yo escribo mis canciones y decido cómo van a sonar, no soy solo un intérprete de temas que escriben otros. Es algo enteramente mío, y eso lleva más tiempo que si trabajara con canciones ajenas. Fue una elección, de todos modos. La actuación es algo que también me fascina. Pero finalmente tomé la decisión y empecé a dejar cosas de lado para acomodarme y darle la importancia que asumo que tengo que otorgarle a algo que me apasiona como la música. Creo que también me paralizó un poco el pudor, porque las canciones que escribo dicen mucho de mí, son muy personales. Pero ahora ya está, ya me animé. Antes no me quería subir y ahora no me quiero bajar.
-¿Como será tu nuevo disco?
-Muy heterogéneo. Eso tiene que ver con la música que me gusta, que es muy variada. Me permito escribir canciones de distintos géneros y hacerlas mías, siento que tengo esa capacidad. Eso es lo bueno del universo del pop: podés vestir a las canciones de diferentes maneras y aun así que haya una consistencia en lo que estás mostrando.
-Ya habías lanzado el año pasado un corte con Los Auténticos Decadentes ("Las flores"), y ahora convocaste a Coti para "Magnetismo". ¿Por qué pensaste en él?
-En los dos casos se trata de artistas que escucho habitualmente y me gustan. Creo que eso muchas veces se termina filtrando en mis canciones, entonces dije "seamos honestos y vayamos a las fuentes". Fui a buscar a los padres de la criatura. "Magnetismo" tiene mucho de la onda y la energía de la música de Coti. Le escribí para invitarlo a cantar y me respondió muy rápido. Fue todo muy natural, sin intermediarios. Y yo estoy muy agradecido por la generosidad que tuvo. Las circunstancias nos obligaron a trabajar a distancia, pero estoy muy contento con el resultado.
-¿Cuál fue tu primer contacto importante con la música? ¿Qué escuchabas cuando eras más chico?
-Era fanático de Pappo y de Michael Jackson. Tenía un gusto amplio de chico (risas). Para mí eran como The Avengers... Pappo era un dios de la guitarra, un luchador invencible, con su pelo largo, su moto y su campera de cuero; y Jackson, una especie de extraterrestre, un elfo maravilloso de la música. Estaba obnubilado por esas dos imágenes, muy cautivantes y muy distintas. También notaba que había mucha riqueza musical en los dos, claro. Después me fui interesando cada vez más por la música, mis gustos se fueron ampliando y la fui incorporando como otro lenguaje para expresarme. Pero yo toco la guitarra desde que la puedo sostener, no es algo que se me ocurrió ahora. Hice un camino largo: fui corista, toqué la armónica en una banda, armé mis propios grupos... Más tarde empecé a escuchar mucho a Divididos, que es la banda que más fui a ver en vivo. Mollo es un gran guitar hero para mí. Y también me encantan Charly García, Soda, Stereo, Jorge Drexler, la Bersuit...
-¿Esperabas el éxito que está teniendo Crímenes de familia?
-Tenía, antes del estreno, la conciencia de que habíamos hecho una muy buena película. Pero pasó algo muy interesante con la repercusión que conseguimos porque traspasó las fronteras de la Argentina. Eso me pone especialmente contento. Creo que mucha gente se identifica con las problemáticas que plantea la historia: la desigualdad, la falta de herramientas frente a una justicia que no siempre funciona bien, la violencia de género. Son temas muy actuales.
-¿Cómo llegaste al proyecto?
-Conocía a uno de los productores, Esteban Mentasti, porque habíamos trabajado juntos en otra película, La última fiesta. Me avisó que había un casting y me presenté. Fue una prueba extensa, y lo bueno es que estuvo Sebastián Schindel. No siempre están los directores en los castings. Sebastián fue muy claro para transmitir el tono de la película y la intención que tenía con mi personaje. Cuando me confirmaron el papel, yo ya tenía un panorama muy definido. Lo tomé como un desafío porque no era un rol de los más habituales para mí. Hicimos un trabajo muy minucioso en los ensayos, sobre todo alrededor del monólogo de mi declaración testimonial en el juicio que aparece en la película. Trabajamos mucho en el ritmo, la tensión y la atención. Era una escena difícil porque estaba solo, no tenía mucho rebote ni con quién pivotear o retroalimentarme. Creo que salió muy bien.
-¿Cómo trabajaste al personaje? ¿Te costó comprender sus conductas más reprobables?
-La película deja muy claro de dónde viene el personaje, la estructura en la que creció, a quiénes tuvo como referentes. A lo largo de la historia se dicen muchas cosas de él que pueden ser ciertas pero no aparecen concretamente en escenas de la película. Son espacios que el espectador tiene que ir llenando para ir construyendo su propia versión de los hechos. Siempre trato de tener en cuenta la distancia que hay entre los personajes que interpreto y yo. Cuanto más alejado está el personaje de mí, más grande es el espacio que tengo que llenar. Y este era un caso en el que esa distancia era realmente muy grande. Fue muy importante entregarme por completo a la mirada del director. El mecanismo de la película es el de un rompecabezas que se va armando de a poco. Los personajes cumplen determinadas funciones en cada escena para que ese relato se vaya enriqueciendo.
-¿Es más exigente el cine que la televisión?
-Son dos terrenos distintos. En la televisión muchas veces el libro les llega al director y a los actores un día antes de grabar, entonces las posibilidades de trabajar algo para lograr mayor efectividad son más bajas que cuando un director tiene un guion ajustado hace dos años, empezó a ver locaciones seis meses antes de filmar y te da la chance de ensayar las diez o quince escenas en las que estás. En el cine también es muy importante el rol del editor, que siempre mejora el trabajo de todos. Es una especie de reescritura que se vuelve clave para que una película funcione.
-¿De los trabajos en televisión que hiciste tenés alguno predilecto?
-Celebré mucho lo que pudimos hacer con Underground en Fanny la fan, aun cuando el programa no tuvo el resultado que se esperaba de entrada y se decidió sacarlo del aire muy rápido. Era una gran ficción, y además se armó un grupo divino. Hemos invadido más de una vez la casa de Mex Urtizberea para hacer asados y fiestas. En televisión los tiempos son crueles. Creo que era un proyecto que merecía más confianza, que si se sostenía podía rendir mejor.
-Sos el hijo de un político, Eduardo Amadeo. ¿Cómo llevás esa relación en un país donde la famosa grieta provoca reacciones tan destempladas?
-Creo que los dos nos supimos mover bien para no interferir en el trabajo del otro. No es una carga para mí. No puedo controlar las opiniones, sean adhesiones o rechazos, sobre su trabajo, pero claramente son cosas que van por carriles separados. Yo lo manejo con la mayor naturalidad posible. En mi casa hay una gran diversidad de opiniones y total libertad para expresarlas. Crecí en un ambiente libre y muy dinámico.
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