Son las ocho y media de la noche, pero al día de Benjamín Alfonso (34) aún le quedan muchas horas por delante. En un galpón de Villa Ortúzar, el actor –que también es un hit en redes sociales– entra en calor para iniciar su entrenamiento en aquadance, la segunda disciplina a la que deberá someterse en la pista de " Bailando por un sueño ", un desafío que encara por primera vez. Tras practicar saltos, volteretas y mortales, en charla con ¡Hola! Argentina, dice que estar en Showmatch es un aprendizaje. "Como bailarín no tengo mucho para ofrecer, pero gracias a la actuación soy corajudo. Además, me encanta bailar y cantar, cuando escucho la música empiezo a sentir el arte. Cami Méndez, mi compañera, es lo más. Mati [Ramos], mi coach, me tiene mucha paciencia y trajo a Karen Nieto para ayudarme con la preparación del cuerpo, que con todo lo que tuve este año, se vio afectado".
–¿Qué te pasó?
–Tengo dos pequeñas hernias de disco. Por eso, elongo muchísimo, como y duermo muy bien. También medito casi todos los días porque me mantiene en mi centro y así elimino ansiedades. Es un año con mucho trabajo y se ve que el cuerpo pasa factura, pero ¡bienvenido sea! Estuve grabando para Netflix, también para Drunk History, hice Rapunzel en teatro durante las vacaciones de invierno y ahora soy parte del elenco de Mi hermano es un clon. La primera parte del año viajé por proyectos con mis redes sociales y participé del Art Football Fest [el Mundial de Fútbol de artistas] junto a otros treinta y dos actores, periodistas y músicos, en Rusia. Realmente es un sueño todo lo que estoy viviendo.
–Se te escucha disciplinado.
–Soy pragmático. Trato de ser práctico y ejecutivo. Ayuda que soy muy lanzado, me encanta la adrenalina y superar miedos.
–Sos diseñador industrial y alguna vez contaste que tus padres no querían que te dedicaras a la actuación. ¿Cómo viven tu crecimiento artístico?
–Creo que cuando sos padre pasás a preocuparte por todo. Seguramente, cuando me toque, el karma me va a comer vivo… Mis papás me inculcaron valores, me dieron todo lo que podían y se preocupan por que sea feliz. Después, resulta que lo que querían que yo hiciera de mi vida no era lo que a mí me completaba. Con el tiempo, lo entendieron porque me aman y me bancan. Tenían miedo por mi futuro, pero a mí la plata no me interesa, más cuando está la felicidad del otro lado. A veces pueden decir que porque vengo de San Isidro tengo todo servido, aunque yo empecé desde abajo en este medio.
–¿No pensás trabajar como diseñador?
–Lo hago, por momentos: hice los muebles de mi departamento, mi moto y diseño mi carrera. Haber pasado por la facultad me enseñó a aprender. Pasar noches enteras sin dormir, cumplir con exigencias y ponerle el pecho al estudio se puede capitalizar en otros planos de la vida. Hubo muchas partes de sacrificio, a veces uno cree que nada va a salir, te llega la soga al cuello, se te empieza a terminar la plata y no te alcanza para pagar el alquiler. Pero al final hay recompensa. Además, tengo mucho trabajo interno con una counselor y le doy mucho lugar a mi niño interior. Me gusta contagiar felicidad.
–Tal vez, ese mensaje te convirtió en uno de los instagramers del momento.
–Sí, pero soy consciente de que tengo dos caminos, cumplir mis sueños u ocuparme de los de alguien más. Como influencer soy muy orgánico con lo que pienso y siento aunque bajen los likes o seguidores. Las redes tienen cosas buenas y no tanto. La gente pasa mucho tiempo con el "avatar", como lo llamo yo, donde se desarrollan otras personalidades. A veces estoy demasiado tiempo con el teléfono, porque trato de tener un vínculo con mis seguidores, pero eso me empezó a desgastar mucho. Yo tengo que estar bien anímicamente porque soy mi herramienta, motor, volante, delantera y parachoques. [Se ríe].
Cuando el reloj marca las once, Benjamín pide disculpas y se excusa: "Tengo un asado con amigos". Y agrega: "Es fundamental rodearse de gente que te conozca desde siempre. A veces la exposición te puede confundir… No quiero dejar de ser yo".
–¿Y hay tiempo para el amor?
–Estoy en una relación, no quiero contar mucho más. Me parece que la exposición y toda la sobreestimulación que trae la televisión es una decisión que tomé yo y no tengo por qué involucrar a un tercero ni exponerlo. Los vínculos hay que cuidarlos; más ahora que todavía es algo joven, lindo.
–¿Tienen rótulo?
–Es lo que sea. Ella es modelo, pero no está en el medio. Tiene un tipo de exposición aunque es muy distinta y ahora nos dedicamos a disfrutar.
Estoy en una relación, no quiero contar mucho más. La exposición es una decisión que tomé yo y no tengo por qué involucrar a un tercero ni exponerlo
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