Benito Fernández: "Este es mi mejor momento en el amor y en el sexo"
En una charla sin temas vedados y a corazón abierto, el diseñador nos habló sobre su novio uruguayo y la etapa de plenitud personal y laboral que vive sostenida por el amor a su pareja, a su ex mujer y a sus hijos
“Jamás me preguntaron si estaba enamorado”, dice con sorpresa Benito Fernández . A lo largo de tres décadas de trayectoria como diseñador, encabezando la cima del buen gusto desde hace años y respondiendo a entrevistas una y otra vez, la cuestión no era prioridad para sus interlocutores.
-¿Será por qué te tenían respeto?
-No, para nada. He respondido a todo tipo de preguntas y realizado entrevistas de lo más desopilantes y desinhibidas. No me lo preguntaban por prejuicio.
-Benito, ¿estás enamorado?
-Sí. ¡Al cien por cien!
El amor tiene nombre: Zeus. Nacionalidad: uruguayo. Edad: 42 años. Profesión: sociólogo, vicedirector de un liceo, interiorista de ambientes. Un personaje sumamente atractivo con el que Benito mantiene un noviazgo desde la última Semana Santa en la que lo conoció al visitar la sede de Punta del Este de Paul, la casa top de decoración y diseño. Se vieron allí y no se separaron más. Es el tercer novio de Fernández, luego de su matrimonio con la maquilladora y productora de modas Victoria Durán Cordero, con quien tuvo a sus dos hijos, Lucas (30) y Marina (25).
“Somos una sociedad súper prejuiciosa en todo. Lo somos en la política, en el deporte y en el amor. Y, sin embargo, fue el amor el que me ha llevado a superar mis propias dificultades. Rompí con prejuicios. En el trabajo me animé a hacer remeras para un supermercado o volcar mis diseños hacia la identidad latinoamericana. Y en la vida, elegí una sexualidad diferente y eso solo se puede atravesar a través del amor y de comunicarlo desde ahí”.
-¿Por qué hablás de una sexualidad “diferente”? ¿Eso no es prejuicio? ¿Con qué vara se mide lo “diferente”? ¿Quién estipula la “normalidad”?
-Es que para el prejuicio, se trata de una sexualidad diferente.
-Y de una categoría que debería ser desestimada...
-Desde ya, porque el prejuicio paraliza, no te deja hacer, te traba. Entonces el amor en mi vida tuvo que ver con aferrarme a lo que me gustaba.
Una vida, muchas vidas
Benito Fernández hizo un culto de la no rutina, tanto en lo laboral como en lo personal. La exigencia de renovar su colección dos veces por año y estar a tono con las tendencias mundiales, pero imprimiéndole un sello propio, lo impulsan a volver a reinventarse una y otra vez. Esa dinámica también lo llevó a barajar y dar de nuevo varias veces en su vida. A los 57 años, el modisto, que vistió a la Reina de Holanda Máxima Zorreguieta, o a celebridades como Valeria Mazza y Dolores Barreiro, transita su mejor momento personal. Y ese bienestar no es fruto del azar sino de un trabajo interior intenso y de haber logrado, en la madurez, la plenitud en el amor. Esa madurez es la que hoy le permite disfrutar de la vida. Una nueva vida. Prueba y error hasta alcanzar su mejor versión, la actual. Será porque logró todo en su carrera; porque ve crecer a sus dos hijos amorosamente; porque mantiene una excelente relación con su ex mujer o porque está enamorado de Zeus. “Este es mi mejor momento en el amor y en el sexo. Mucho mejor que a los treinta o a los cuarenta. ¡Qué loco! Hoy disfruto mucho más porque me enamoro como si tuviese dieciocho, pero con una cabeza que sabe que hay que lucharla y dispuesto a no repetir errores".
-¿Qué errores no repetirías?
-Hay que trabajar el amor. Relajarse, aceptarlo, educarse y luchar.
-¿Esa lucha sería la peor cara del amor?
- Que el amor es para toda la vida es solo un mandato. Antes no me daba cuenta que las cosas se pueden ir de las manos.
-Un mandato que tiene mucho de frase hecha.
-¿Cómo convivimos con eso? Ese mandato nos ha paralizado y marcado. ¿Cómo se construye para toda vida?
-¿El amor sería una edificación cotidiana?
-Hay que proyectar, pero hay que edificar en el día a día. Con mi actual pareja tratamos de construir y de hablar todo permanentemente.
-¿Qué es lo más difícil del amor?
-Ser honesto. Y, justamente, es lo más importante. Al amor lo utilicé como herramienta para atravesar un montón de cosas, pero con honestidad y sin mentiras.
-La mentira es uno de los grandes enemigos de lo elevado...
-El circuito de mentiras en la pareja es tremendo. Dejar que el otro haga porque así yo hago también es nefasto. Ahí transitas lugares que no llegan a buen puerto. ¡Ojo, tampoco soy el consejero del amor!
Benito apela al humor siempre. Trabaja más de la cuenta. No para en todo el día. Su estudio de Palermo es un ir y venir de gente que lo consulta, lo asiste y le organiza el caos de una producción incesante y que se adelanta doce meses a su salida al público. El sol de un verano anticipado tiñe todo el espacio blanco enmarcado por prendas de estampados intensos y coloridos, un sello de su factoría de alta costura y prêt-à-porter Además de la abultada agenda y la demanda incesante de sus clientas, recientemente se le animó a la televisión conla conducción de Vestido de novia, un reality que conduce con Pía Slapka, y que emite la señal de Discovery Home & Health. Mientras almuerza, disfruta reflexionando sobre cuestiones que hoy conforman la gran prioridad de su vida.
Juego de seducción
-Tu pareja vive en Punta del Este, ¿la distancia será el secreto de la estabilidad?
-¡No! ¡Nos cuesta un montón a los dos! Él nunca había estado en pareja y es todo muy nuevo.
-Se conocieron en su trabajo, ¿qué te sedujo de él?
-Fue algo instantáneo. En Semana Santa entré con un amigo a Paul y él estaba ahí, porque es su actividad de sábado y domingo. Me gustó verlo en un lugar que yo conocía. Si lo hubiese visto en un espacio en el que no me hubiese sentido cómodo, como un bar o un boliche, no me habría fijado. Pero en ese contexto, me gustó. Ahí sentía comodidad.
-¿Qué te enganchó?
-Me mató su apariencia sofisticada, su mirada, su forma de ser. Me pareció súper fuerte, personal. Acá entran en juego el tema de los egos, mi profesión, ser gay, tener hijos. Sucede siempre. En una cena con varias personas, mi charla es la más divertida en las primeras dos horas, después aparecen conversaciones más interesantes.
-La atracción de la figura Benito Fernández.
-Así es. Te preguntan por Máxima, te consultan cómo es Valeria Mazza, qué hace Pampita, qué tal es salir en la tapa de una revista, pero luego aparecen temas más interesantes.
-Surge el Benito que aborda otros temas.
-Tal cual. Siempre me interesó que aparezca alguien que me corra del lugar.
-Alguien que no se enamore de la persona pública.
-No sé si tanto, porque yo soy esto y no me molesta. No me da miedo. Sé que seduzco por quien soy. Está el que seduce por el lomo o por el Porsche estacionado. A mí me divierte que se enamoren porque soy famoso, pero lo que me interesa también es no absorber a la otra persona y correrme de ese lugar.
-¿Y eso lo logró Zeus?
-Sí. Me importa charlar con él, que me cuente sus historias en el liceo, hablar de sus problemáticas, de las relaciones humanas con los alumnos y sus padres. También me fascina hablar de arte contemporáneo, porque él es un especialista, o tocar temas de sociología, que es su área de estudio.
-¿Qué comparten?
-¡Todo! Nos divertimos mucho, nos reímos. Salimos con mis amigos o con mis hijos.
-¿Cómo es la relación con ellos?
-¡Buenísima! Volvemos a lo mismo: la conexión fue el amor. Los chicos saben, se los expliqué, que todas las decisiones que tomé en la vida, equivocado o no, fueron a través del amor. Es en esa zona donde no hay nada que debatir, discutir, nada que enoje a nadie.
-¿Hay planes compartidos con tus hijos y Zeus?
-¡Obvio! Salimos los seis porque los chicos están de novio.
-¿Y con tu ex mujer tiene vínculo?
-¡Por supuesto! Se siguen en Instagram y se ponen likes.
-¿Pensaron en una convivencia en Buenos Aires o en Punta del Este?
-En este momento de mi vida, no me podría mudar, pero hay proyectos para que él venga acá y probemos. Pero como trabaja los siete días de la semana, es complejo. El tema es que a los dos nos gusta cada vez más estar juntos. Veremos qué sucede.
-En determinado momento, la distancia se tornará compleja...
-Yo soy muy del tacto. En eso hay relación con mi trabajo: toco las telas, necesito ver el color, percibir las texturas, tener en cuenta la imagen. En el amor, también.
-Hoy se desarrollan vínculos por chat, ¿podrías sostener un amor así?
-No podría. Cuando estoy con él en público y no lo puedo tocar como a mí me gusta, llego a casa agotado. No hablo solo del tacto sexual, sino de lo erótico, de apoyarse.
-¿Por qué decías que tenías mejor sexo ahora que antes?
-Es la década en la que elijo en todo, tanto en la pareja, con mis hijos, en la carrera. Y disfruto de todo eso. A partir de los cincuenta, saboreo más, pegué una vuelta donde ya está, estoy relajado. ¡Hasta vestí a una reina!
-Hiciste todo.
-Siempre se puede hacer algo más, pero ya estoy de vuelta.
-¿En el sexo también?
-Nunca pensé que iba a ser tan sexual. De chico, no fantaseaba con eso. De hecho, pasé momentos, como cuando me separé, en los que no tuve sexo. Ahora, en cambio, es cotidiano. ¡Me encanta!
-¿Cómo se manifiesta el sexo pleno a los 57 años?
-En el sexo es donde soy menos prejuicioso. Obviamente, me tiene que gustar la otra persona. Además, cuando más afecto tengo, más pleno es el sexo. Gozo con libertad. Me gusta no quedarme quieto sino explorar cosas nuevas. Se puede ser muy creativo. El sexo es la vida y funciona con la cabeza, no solo con la piel. Es programar y desprogramar; es improvisación; es apasionarte y apasionar al otro; es hacer disfrutar a tu pareja y a vos mismo. ¡Es la vida! Uno puede recrear tantas cosas y con libertad total.
-Para alguien que le da tanta importancia al contacto, ¿la distancia con tu novio no es un problema?
-Sí, pero lo compensamos cuando nos vemos. ¡Somos intensos! Me cuesta hablar de esto, porque involucrás a los demás. Es difícil. Pero, si fuese por mí, hablo de todo.
La mujer de su vida
Hoy la felicidad es total y la sensación de integridad invade cada aspecto de su vida, pero no siempre sucedió así. “De chico era disléxico. Todo lo hacía mal y el mandato era que nada iba a hacer bien. Lo pude atravesar gracias al amor de mis padres y al amor de uno mismo. A querer salirme de ese lugar. Me costó mucho, pero lo pude hacer a través de generar una vida sostenida en los afectos familiares, de pareja, de las modelos que son mis amigas”.
-Superación de uno mismo y corrimiento de lugar. En ese espacio, ¿cómo fueron las primeras manifestaciones del amor?
-Tuve una infancia muy tranquila, pero en la adolescencia no podía enamorarme. En general, tardo más de lo normal en encontrar el amor. Me costaba de chico pensarme enamorado o con una vida sexual plena. No me imaginaba. Así fue hasta que me enamoré de Victoria Durán Cordero. Estuvimos dos años de novio y nos casamos cuando yo tenía 25. Nos fuimos a estudiar a París y cuando volvimos, nació Lucas. Con Victoria conecté con la cuestión de enamorarme.
-Victoria fue el primer gran amor.
-Estuvimos 8 años juntos, años muy buenos. Tuvimos, y tenemos, una gran relación. Como esposa y como madre Victoria ha sido excelente. Disfrutamos mucho. Y eso nos hace bien a todos.
-Luego de esos felices ocho años de matrimonio, llegó el cimbronazo de la separación.
-No sé qué nos pasó. Quizás éramos muy chicos o tendríamos que haber tomado herramientas antes y no cuando ya era tarde. Estaba muy metido en la carrera, en querer llegar a no sé dónde. A mi pareja de hoy la lucho de otra manera.
-¿No defendiste el amor?
-Algo de eso. No me di cuenta antes que a una pareja hay que trabajarla. No solo es disfrute.
-¿Cómo fueron esos años posteriores al divorcio?
-Llegó una etapa en la que parecía una lombriz. Estaba asexuado y le dedicaba toda mi energía a mi carrera y a mis hijos. Fueron unos seis años donde no salía, no encontraba el espacio o el sentido al amor de pareja.
La nueva vida
-¿Cómo aparece el deseo por un hombre? ¿Tenías dudas sobre tu identidad a lo largo de tu vida?
-No tuve deseo por un hombre desde siempre. De hecho, me casé enamorado de Victoria. No había dudas al respecto. Aunque, ahora a los 57 años, puedo vislumbrar que había algo que yo sentía desde antes. Fue como mi carrera, no existía estudiar ésto que yo hago, pero había algo que me atraía. En lo sexual, en sociedades tan prejuiciosas, uno lo tapa. Pero no lo sufrí, ni estaba enroscado. Nunca lo viví como algo traumático ni como algo pesado. Se dio muy natural. Todo lo relacionado con el sexo o el amor lo viví naturalmente.
-¿Cuándo llegó el primer amor gay?
-Hace unos quince años. Solo tuve tres novios y el actual es mi cuarta pareja gay.
-Luego de aquel período post separación, jamás estuviste solo...
-Incluso, con el primer hombre que tuve sexo realmente fue mi novio durante 3 años. Luego estuve un mes separado y volví a ponerme de novio. Y el tercero, fue pegado al segundo. En diez años jamás estuve solo. Por eso, nunca viví la sexualidad gay de boliches, bares.
-¿Cómo es el vínculo con tus hijos a partir de este cambio?
-Con amor. Los abracé y los quise mucho siempre, desde el amor uno sostiene todo. No fue fácil para ellos, pero todo lo vivimos naturalmente. Esa fue la fórmula que surgió espontánea. No fue feo, ni trabado, aunque les costó procesarlo porque eran chicos.
Contar para ayudar
-¿Sentís que contando tu experiencia podés ayudar a otros que pasan por situaciones similares y quizás no se animan a la libertad?
-Hay que cuidarse al hablar porque las redes están bravas, pero es bueno porque ayudás a mucha gente. Cuando conté que fui disléxico o que me hacía pis en la cama hasta los 14 años, me escribió una cantidad increíble de padres cuyos hijos atravesaban igual situación. En ese aspecto está bueno poder hablar.
-Que digas que a los 57 años se puede llegar al amor auténtico y gozar de un sexo pleno, es muy estimulante para mucha gente.
-Pienso que sí. Me encanta la visibilidad que tengo para esas cosas. Hay gente más talentosa que yo que no es visible como un médico o un científico. Antes el médico era la celebridad, ahora es la farándula o alguien del mundo de la moda, pero hay que saber usar la vidriera.
-¿Qué es el éxito?
-El éxito no es la tapa de Valeria con mi vestido, el éxito es mi amistad con ella. El éxito es que me cocina en su casa o que cuando criticaron un vestido mío, ella va y se lo pone a los quince días en el Fashion Week de Nueva York. Eso solo te lo hace una amiga. Mi éxito es ese. Lo demás es algo que me tocó. Caí en un momento donde la moda se ve más y somos más protagonistas los diseñadores. El éxito no soy yo. El éxito no es ser Benito. Lo que se ve es solo el envase. El éxito es sacar prejuicios, crecer, amar. Ese es el éxito de mi vida.
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