Beatriz Salomón, la eterna chica Olmedo, ícono erótico de los ´80
A los 65 años murió Beatriz Salomón , luego de sortear diversos contratiempos que minaron su salud. La actriz y exmodelo se encontraba internada desde hacia varios días, aquejada por un cáncer de colon.
Durante la primera semana de junio concurrió al Hospital Juan A. Fernández para realizarse una extracción de sangre de rutina, pero, debido a fuertes dolores abdominales, los médicos decidieron internarla. Allí pasó sus últimas horas sedada y con tratamiento de morfina para atenuar el dolor.
En el último año, lo que comenzó con inconvenientes gástricos derivó en un cáncer con el que luchó sin bajar los brazos. Atendida por los prestigiosos especialistas del Hospital Fernández del Barrio Norte porteño, la actriz se sometió a sesiones de quimioterapia y tratamientos con pastillas que debilitaron su masa muscular, le hicieron bajar más de diez kilos y perder su característica cabellera. En diciembre último, además, debió ser internada por una infección urinaria, pero, en pleno proceso de recuperación, se cayó en la habitación del nosocomio, ante lo cual debió ser intervenida quirúrgicamente y recurrir a una prótesis de cadera que le permitió volver a caminar.
Los problemas de salud la fueron alejando de su profesión. Pero, gracias a su entereza, la Turca, como la llamaban sus compañeros, hizo todo por llevar adelante una vida lo más normal posible. De hecho, en marzo último se puso de pie y concurrió a la celebración del cumpleaños 18 de su hija Noelia. Con peluca, una túnica diseñada por su fiel amigo Roberto Piazza y buen temple, se mostró en público en medio de su duro tratamiento. Al poco tiempo, el sábado 27 de abril, asistió a La noche de Mirtha, donde contó los duros momentos atravesados y su proceso de recuperación. Se la vio espléndida. Así era ella: luchadora. La palabra que mejor la define.
Gloria, ocaso y dolor
Lo tuvo todo. Lo perdió todo. La vida de Beatriz Salomón supo de extremos. En la felicidad y en el dolor. Nació en San Juan el 9 de octubre de 1953. De muy joven se radicó en Buenos Aires, luego de haber trabajado como bancaria en su provincia natal, para desarrollar su carrera como modelo.
En 1971 ganó el concurso Miss San Juan, y luego fue pre candidata a Miss Universo por Argentina. En ese certamen obtuvo la mención especial de Miss Simpatía. En 1974 fue Virreina de la Fiesta Nacional del Sol, desarrollada en su terruño natal. Su belleza era exótica y atrayente, atributos que, junto con su simpatía y carisma, fueron las grandes herramientas que le permitieron ingresar al mundo del espectáculo.
En la década del ´80 integró el grupo de atractivas mujeres que rodearon al capocómico Alberto Olmedo . Allí comenzó su verdadera carrera en el mundo del espectáculo. Junto a Silvia Pérez, Susana Romero y Adriana Brodsky, ganó popularidad y fortuna acompañando al actor en televisión, teatro y cine. Su personaje de secretaría del Manosanta, interpretado por Olmedo en el ciclo televisivo No toca botón, fue el personaje por el que siempre será recordada . Además, junto a Olmedo, filmó películas como El manosanta está cargado y protagonizó sucesos teatrales como Éramos tan pobres, con récord de recaudación de boletería en el Teatro Tronador de Mar del Plata.
El ocaso de la bomba sexy
Las revistas eróticas del momento no se privaron de tenerla sin ropas en sus portadas que adelantaban producciones especiales donde mostraba todos sus encantos para un público ávido de este tipo de materiales. Paradójicamente, a pesar de ser una bomba sexy, fue muy seguida por mujeres y niños. "Comencé mostrando mi cuerpo, pero rápidamente la gente compró mi simpatía", dijo alguna vez.
Cuando el 5 de marzo de 1988 Alberto Olmedo murió, luego de caer de un edificio Maral frente a la playa Varese de Mar del Plata, la desazón comenzó a adueñarse de su carrera. Hugo y Gerardo Sofovich , Guillermo Francella , Jorge Porcel, Jorge Corona y Tristán la convocaron para integrar los elencos de sus programas de televisión y espectáculos teatrales. Beatriz Salomón siempre participó de propuestas taquilleras. El éxito fue denominador común de su profesión hasta que, luego del fallecimiento de Alberto Olmedo, y con el paso de los años, las ofertas laborales comenzaron a mermar.
En el plano personal, contrajo enlace con el médico Alberto Ferriols. Juntos adoptaron a Bettina y Noelia, los verdaderos motores afectivos que impulsaron a Salomón a luchar por su vida hasta el final. El cuadro familiar era idílico. Ferriols es un cirujano plástico reconocido y con una gran vocación solidaria que lo lleva a operar a niños de bajos recursos en las provincias argentinas sin percibir remuneración alguna.
Llegó la separación y un cambio de vida radical para la actriz. Ya sin Alberto Olmedo protegiéndola en la faz laboral y con un matrimonio derrumbado en medio del escarnio público, Salomón ingresó en un cono de sombra. Protagonizó algunas comedias de escasa producción y algún espectáculo de revista sin los brillos de la época de oro del género. Con los años, las ofertas laborales ya no eran frecuentes.
La ex vedette tuvo que afrontar sola la crianza de sus hijas en el departamento duplex que habitaba en la calle Pacheco de Melo. Fue una gran madre. Le costaba llegar a fin de mes. Su vínculo con su ex marido era nulo, más allá de los formalismos en torno a la cuota alimentaria que él le pasaba mensualmente. Con la doctora Ana Rosenfeld al frente de la demanda, Salomón inició acciones legales contra quienes produjeron y difundieron aquel video protagonizado por su marido y que significó su debacle personal y artística.
Fue el director José María Muscari quien, en los últimos años, le permitió volver a vivir las mieles del éxito cuando la convocó para participar de la obra Extinguidasjunto a colegas de su generación como Patricia Dal, Naanim Timoyko, Noemí Alan, Adriana Aguirre, Silvia Peyrou, Luisa Albinoni y Sandra Smith. Este trabajo le permitió saldar algunas deudas y volver a gozar del cariño del público.
Con la partida de Beatriz Salomón, el mundo del espectáculo pierde a uno de sus íconos eróticos, fiel exponente de una época. Se fue una comediante que no tuvo suerte en este rol que desarrollaba con solvencia. Su paso por los espectáculos de Alberto Olmedo le dieron fama y fortuna, pero, en cierta medida, le impidieron desarrollarse con el mismo suceso y repercusión junto a otros colegas.
El sino trágico del cómico parece haberse hecho carne en ella. Murió junto a sus hijas, con problemas económicos y una carrera que le fue algo ingrata a pesar de haber alcanzado el éxito con mayúsculas. Su separación matrimonial la marcó a fuego. Pero fue, sobre todo, la humillación pública de sentirse vulnerada en su privacidad lo que la sumió en una profunda tristeza de la cual jamás pudo salir.
El cuerpo le pasó factura. Su último año de vida fue extremadamente duro. Angustiante. En los últimos meses volvió a entablar diálogo con su ex, quizás intuyendo que pronto dejaría a sus hijas y, quizás, la imagen de un padre más presente le daba tranquilidad para poder partir. Se fue la Turca. La que lo tuvo todo. Y lo perdió.
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