El joven se impuso en El gran premio de la cocina y fantasea con tener su propio restó boutique, se luce en teatro y está por recibirse de director de cine
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Sus ojos, casi transparentes, encandilan. Son su sello indiscutible, herencia de su papá, el bailarín Pablo Lena. Bautista Lena, cuya mamá es Reina Reech, creció entre bambalinas de teatros y sets de televisión, pero cuando decidió ser actor lo hizo a conciencia. Debutó apenas con 16 años en la ficción Señales e hizo un interesante recorrido y ahora, con 25, fue el ganador de El gran premio de la cocina, el reality de eltrece que conduce Carina Zampini y en el que Bautista se lució con sus preparaciones y sabores. En diálogo con LA NACION, recorre su historia y revela algunos de sus sueños.
-¿Aprendiste muchos tips de cocina?
-Aprendí una bocha de todo, también de organización, de técnicas de cocina. Tengo ganas de más y si me vuelven a llamar para un reality de cocina, no lo dudo.
-¿Listo para MasterChef Celebrities 4?
-Me postulo y seguro lo gano, sobre todo ahora que gané experiencia. De verdad me gusta cocinar y hasta fantaseé con tener alguna vez un pequeño restaurante boutique, con cinco mesitas, y cocinar yo.
-¿Quién te enseñó a cocinar?
-Mi amor por la cocina arrancó a los 16 años, la primera vez que hice un asado en un campamento del colegio. Había que elegir equipo de cocina y me apunté, y fue ‘guau, yo quiero esto’. Fue prueba y error, y me fui perfeccionado. Y en casa mamá cocina todos los días, muy rico, pero cosas de mamá. Aprendí de videos, libros.
-Entonces no dudaste cuando te convocaron...
-No, hace muchos años que disfruto de la cocina y les hago cosas ricas a mis amigos, a la familia. Soy el asador oficial. Consumía el reality como espectador y me parecía un desafío muy copado que tenía ganas de hacer y además soy una persona muy competitiva. Desde que dije que sí me propuse ganar. Otros participantes cocinaban bien también y creo que gané la final por detalles. Por ahí metíamos algún extra para lucirnos sobre los demás. No sé si fue una sorpresa porque siempre me vi ganador.
-¿Qué hiciste con el premio de $450.000?
-Todavía no me lo pagaron, pero pienso invertirlo en algún viaje.
-Pero antes que cocinero, sos actor...
-Sí, por supuesto. De hecho estamos todos los jueves de noviembre, a las 21, en el Teatro Picadilly con Trepadores, una producción de Nazarena Vélez, con Santiago Camaño, Fede Barón, Rodrigo Noya y dirección de Ariel Basaldúa. Es una comedia muy divertida con la que posiblemente sigamos en enero, en Buenos Aires. Y estoy a punto de recibirme de realizador de cine en el CIC (Centro de Investigaciones Cinematográficas); muy enfocado en eso. Me queda un mes de cursada y los finales.
-Creciste en una familia de artistas, ¿pensaste en seguir otra carrera?
-Quise ser jugador de fútbol pero era demasiado sacrificado. Me crié en teatros, en sets; en mi familia se vive y se respira la actuación. No es algo que me impusieron sino mi deseo. Arranqué a los 16 y creo que hice una carrera muy inda. En un momento no tuve trabajo y tenía ganas de ocupar mi cabeza en algo y el cine me encanta, además todo se conecta y todo suma. Obviamente la prioridad es actuar y algún día mi gustaría hacer mi película. Me gusta escribir, dirigir cámaras, lo disfruto mucho. Me interesa la autogestión de mis contenidos para redes sociales y estoy atento al abanico de oportunidades.
-¿Te gustaría trabajar con tu mamá y tu hermana?
-En 2017 hicimos la remake de Colores, con Juana (Repetto) y yo en el escenario y mi vieja dirigiendo. Fue la única vez que trabajamos juntos. Claro que me gustaría hacer la experiencia otra vez porque Juana es una actriz superlativa, es alucinante. Y si mi mamá dirige es más complicado.
-¿Por qué?
-Porque actuando está todo bien pero si dirige creo que pensaría: ‘ok, me estás haciendo la corrección porque sos mi directora y no mi madre’. Quizá corrigen algo con lo que no estoy de acuerdo pero acepto porque es el director y con tu madre es otra cosa (ríe). ‘Respira, es tu directora’. Cuando hicimos Colores, el regreso la pasamos bárbaro.
-¿A tu mamá la admirás tanto como a tu hermana?
-Mucho, por la carrera que hizo, porque siempre la hizo sola, y es una laburante incansable. La admiro mucho como directora artística porque no vi nada parecido en nuestro país, ni en revistas ni en shows. Hoy en día Flavio (Mendoza) es el número uno, pero en su momento mi mamá la rompía y fue la mejor a nivel dirección artística. Y está buena también la carrera que hizo como actriz y como vedette. También soy consciente de quiénes fueron mis abuelos maternos aunque lamentablemente no los conocí, pero tengo las historias de mi madre y de quienes los vieron y es un orgullo.
-¿Es difícil hacerte un nombre propio en una familia de artistas? Abuela vedette, Ámbar La Fox; abuelo bailarín, Alejandro Mourin; mamá, Reina Reech; papá, bailarín también y hasta hermana actriz, Juana Repetto.
-No es más fácil, la verdad, nunca me ha pasado de conseguir trabajo gracias a mi mamá. Y tampoco es un peso, para nada. Siempre van a decir que estás acá o allá porque sos el hijo de... Y no me molesta porque estoy muy seguro de mi trabajo y de mi esfuerzo y de lo que le pongo. Yo escucho, absorbo, proceso y uso las críticas constructivas pero las otra no, a otra cosa.
-Decís que ibas a ser jugador de fútbol, ¿qué pasó?
-De chico me probé en Acassuso y Platense y tuve una breve etapa, pero el entrenamiento era muy heavy y tal vez no me gustaba tanto (ríe). Era demasiado sacrificio. Amo el fútbol, pero a los 12 años no tenía ganas de correr una hora alrededor de la cancha, me daba fiaca. Todos los sábados juego con mis amigos, y soy fanático de Boca y de la Selección. Soy fan total de Messi, un gran ídolo. Diego (Maradona) y Messi cambiaron el estilo de jugar al futbol, son los mejores del mundo de toda la historia. Quiero que Argentina gane el mundial más por Messi que por mí.
-Todos conocemos a Reina pero poco a tu papá, ¿cómo es tu relación con él?
-Hace años que vive en Mar del Plata con su mujer, Vero. Lo amo, es el más grande del mundo. No nos vemos mucho por la distancia, pero por suerte se aggiornó y usa WhatsApp porque antes era reacio. Hablamos todas las semanas. Me contagió su fanatismo por la Fórmula 1 y estamos en contacto todo el tiempo. De chico viajaba más pero con el estudio y el laburo, se complica y a él también venir.
-¿Sos muy familiero?
-Es lindo compartir con la familia. Cuando nos juntamos hago el asado yo. Somos una familia chica: hermana, madre, y ahora Sebastián (Graviotto, marido de Juanita); Delfi, mi novia y mis sobrinos, Toribio y Belisario. Pero también me siento parte de la familia de mi hermana (hija de Nicolás Repetto), porque pasé mi infancia con ellos.
-¿Hace mucho que estás en pareja?
-Tres años. Con Delfina nos conocimos por amigos en común. Es licenciada en Psicología, es mi cable a tierra. Nos llevamos bárbaro, es mi fan número uno. Vino muchas veces a verme al teatro y estamos muy felices.
-¿Planes de convivencia?
-Creo que el proyecto de irme a vivir solo va a arrancar cuando termine la facultad y se concretará el año que viene. Los dos estamos de acuerdo en que lo mejor es tener primero cada uno su lugar. Somos chicos, ella tiene 23 y yo, 25. Eventualmente, nos vamos a dar cuenta de que no vale la pena pagar dos alquileres (ríe). Claramente no vivo solo todavía porque no es fácil pagar las cuentas; proyectar un futuro es casi utópico hoy.
-Muchos chicos quieren probar suerte en otros países, ¿te irías?
-La realidad es que mi país es increíble y me encanta. Tengo ganas de vivir acá, de trabajar de lo que me gusta y hacer mi vida acá. Es re difícil pero es mi deseo.
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