"¿Esto no será ilegal?", se preguntaba Ashton Kutcher cuando besaba a Mila Kunis en las escenas de la serie That ´70´s Show. Es que, en aquellos tiempos, él tenía 19 años y ella apenas 14. Pero la duda del actor solo remitía a lo imaginario, dado que, cuando se apagaban las cámaras, tras bastidores, él se comportaba como un verdadero hermano mayor. Sin embargo, bajo las luces de los estudios de la Fox, germinó el amor real. Ante la mirada de actores, productores y técnicos, y, sobre todo, ante el ojo de millones de televidentes del mundo, se gestó ese romance que, varios años después, se transformó en el pilar de una familia hollywoodense.
Amores con ficción
Los autores de las series televisivas o de los largometrajes generados bajo las fórmulas de los grandes estudios siempre husmean en la química artística que puede generarse entre los actores escogidos para protagonizar sus historias. A veces, la cosa sale mal, no hay ecuación perfecta. Pero en no pocos casos la empatía es tal que termina traspasando la pantalla para convertirse en experiencias reales. El caso Kutcher-Kunis no es el primero y mucho menos será el último. Los actores se sumaron a una larga lista de parejas que se flecharon trabajando. Jennifer Garner y Ben Affleck; Emma Stone y Andrew Garfield; Brad Pitt y Angelina Jolie; Penélope Cruz y Javier Bardem; o los locales Susana Giménez y Carlos Monzón son botones de muestra interminable de famosos que iniciaron sus flirteos amparados en sus personajes, aunque para Cupido no hay ficción que pueda apaciguar la pasión. Cuando Cupido lanza su flecha, los sets pueden acelerar los pasos. Escenas marcadas por besos ingenuos hasta pasajes del más puro erotismo que logran desarrollar romances y confundir fidelidades.
Corría 1998. That ´70´s Show era un suceso en cada mercado en el que se emitía. Ashton Kutcher era Michael Kelso. Mila Kunis le daba vida a Jackie Burkhart. A medida que fueron avanzando las grabaciones, la ficción comenzó a atravesar a la realidad. Ashton la sobreprotegía y Mila comenzaba a vislumbrar un cosquilleo dentro suyo, al punto tal que, según él, había escrito en su diario íntimo: "Qué sexy es este chico". Sin embargo, ella en el programa Late Late Show confesó que Ashton no era el tipo de hombre que le gustaba. Sea como fuere, algo trasmutó, convirtiendo el vínculo de hermandad en pasión, desterrando prejuicios y diferencias generacionales. Ya lo decía el poeta inglés que "el amor de los jóvenes no reside en el corazón, sino en los ojos" y fueron esos ojos los que se miraron una y otra vez. En cada escena ese amor emergía, crecía y no se desvanecía ante el "¡corten!" del director. "En uno de los episodios, él me tenía que besar. Yo estaba inquieta, pero todo salió bien. Ese fue mi primer beso no solo en la ficción, sino en la realidad", confesó Mila en varias entrevistas.
En la serie de estética y clima disco que transcurre en el pueblo de Point Place, ella interpretaba a una chica insoportable, de buen pasar y con dificultades para relacionarse. El, en cambio, le daba vida a un chico algo inmaduro, divertido y con claro espíritu de liderazgo y seducción. Vueltas de la vida o de los libros de Marcos Brazill, Bonnie Turner y Terry Turner, Kelso y Jackie se enamoraron. Guiños de la ficción. Prólogo a la realidad como, a veces, suele suceder.
Juegos del destino
Así como en el teatro griego, la peripecia conllevaba el giro trágico; en la historia de Mila y Ashton, el cambio inesperado tuvo un final luminoso, con aura. Pero antes, ambos experimentaron sus vivencias personales, esas que confirmaron que estaban hechos el uno para el otro. El 18 de mayo de 2006 salió al aire el último episodio estreno de la serie que los cruzó por primera vez. Fue el momento en el que la pareja de actores comenzó a transitar un período de amistad, pero marcado por la distancia física debido a sus agendas laborales y porque ambos estaban en pareja.
Casi un año antes del final de la serie, 24 de septiembre de 2005, Ashton se casó con Demi Moore. El oficio religioso fue presidido por un rabino en el Centro Kabbalah. Fue una ceremonia sonada, tapa de todas las revistas de farándula y hasta Bruce Willis, ex de ella, asistió. Este matrimonio tuvo un inicio muy auspicioso. Lo compartían todo, pero en noviembre de 2011 Demi anunció que el vínculo estaba roto. Si bien se mostraban siempre juntos y en plan armónico, puertas adentro la cosa no funcionaba hace rato.
Mila, por su parte, entabló una extensa relación con el siempre conflictivo Macaulay Culkin, que poco tenía de angelito y mucho menos de pobre. Pero ella no se quedó atrás y también fue responsable de la tormentosa relación. "A los veinte años era una imbécil", confesó hace pocas horas en una charla periodística. En 2011, luego de casi una década juntos, la pareja puso fin a un romance, que ya era insostenible. La vida compartida se había vuelto una pesadilla. Un final tardío porque las desavenencias habían comenzado mucho antes.
En 2012, Mila Kunis y Ashton Kutcher se encontraban libres de todo compromiso afectivo. Jamás habían dejado de estar en contacto, de enviarse algunas señales y de contarse cómo estaban. Sin anillos de compromiso en sus manos, ambos vieron renacer aquello que habían sembrado en los estudios de la serie que los hizo conocerse. Esa amistad nacida en That '70s Show rápidamente comenzaría a tener latidos de otra intensidad.
Actuando llegó el amor
La primera salida de Mila y Ashton fue al cine. Un plan previsible y convencional, pero efectivo. Si bien trataban de ocultarse de los flashes indiscretos, cuando fueron sorprendidos aludieron a esa amistad nacida en el trabajo compartido. "Somos como hermanos", decían con poco convencimiento y transmitiendo cero credibilidad a sus interlocutores. Al poco tiempo, decidieron blanquear la situación. "Si, somos novios". Mila había logrado formalizar aquel amor platónico que parecía imposible.
El 4 de julio de 2015 la pareja se casó. Testigo de la boda fue la pequeña Wyatt Isabelle Kutcher, la hija de la pareja que nació 1° de octubre de 2014. En noviembre de 2016 llegó el segundo heredero: Dimitri Portwood Kutcher. Mila y Ashton no son adeptos a mostrar a sus chicos en los medios, así que son muy ocasionales las oportunidades en las que se los puede ver juntos. Las redes sociales tampoco son el fuerte del matrimonio. Ambos coinciden en que no tienen derecho en exponer a los niños. Por eso cuentan con una cuenta privada donde comparten fotos del día a día de sus hijos para que puedan ser vistos por sus abuelos, tíos y primos. "Nunca imaginé que podría ser tan buena madre", confesó ella. Su marido también se animó a celebrar la conformación familiar: "Es lo más fuerte, lo mejor, que nos sucedió en la vida".
Ellos son una pareja atípica. Se exponen poco, se distancian de todo tipo de escándalos y viven a pleno la vida familiar y eso no hace mella en el éxito de ambos. Se alejan de los medios y regresan renovados. No le temen al "olvido" del público ni de la prensa. Mucho menos temen ser dejado de lado por los productores. Son seguros de sus talentos porque saben el lugar que ocupan en la industria. Y, sobre todo, tienen clara su prioridad. Una prioridad por partida doble y con nombres propios: Wyatt y Dimitri. Aquel beso que él le estampó a ella en la ficción, y por el que temía incurrir en una ilegalidad; se convirtió, más de una década después, en la piedra fundamental de una de las parejas devenida en familia más queribles del show business internacional. Un amor que se gestó en la ficción, pero se consolidó en el día a día.
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