El New York Times posó los ojos sobre la cantante pop, la más exitosa que salió de Brasil en la última década; cómo fueron sus comienzos y por qué nunca pensó en un plan B a pesar del consejo de su familia
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“Meiga e abusada”, la canción de 2013 que catapultó a la fama a la cantante brasileña Anitta, comienza con un sample de Lady Gaga y una afirmación genial en portugués. “Consigo todo lo que quiero, pero fue tan fácil controlarte”. En el video musical de la canción, filmado en parte en Las Vegas, Anitta se divierte en el desierto vestida con una blusa corta a cuadros, bebe champaña y llega a los casinos en limusina. Es una declaración de su talento que resulta aún más osada por el momento en que se produce: solo un par de meses antes de su lanzamiento, la brasileña sentía que nunca nada iba a concretarse para ella.
“Soy pesimista”, dijo Anitta en una entrevista reciente en la que habló en portugués. Eso es, en parte, debido a que las probabilidades nunca estuvieron exactamente a favor de ella. “Cuando era más joven, mi padre me decía: ‘Somos pobres, no podés estudiar disciplinas artísticas’”, comentó. “Él pensó que yo necesitaría un plan B”, agregó. Resulta que no lo necesitó. Desde que debutó con su primer álbum, a los 20 años, Anitta se convirtió en una de las estrellas pop más grandes de Brasil. En la década pasada, lanzó cuatro álbumes de estudio, participó en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Río 2016 y obtuvo numerosas nominaciones a los Latin Grammy. Anitta comenzó cantando en las favelas de Río de Janeiro y a la larga los triunfos la siguieron por el resto de Sudamérica, donde una serie de éxitos en español en colaboración con estrellas como J Balvin y Maluma cimentaron su estatus como una de las principales intérpretes de la región.
El mercado estadounidense parece la frontera final. Este mes, Anitta tenía previsto actuar durante ambos fines de semana del festival de Coachella. El 12 de abril, salió a la venta su nuevo álbum trilingüe, Versions of Me (el primero desde que firmó con Warner Records, en 2021, y también el primero que será lanzado a nivel internacional). Una solista pop brasileña nunca se ha convertido en una estrella en Estados Unidos, pero el equipo y la discográfica de Anitta están decididos a hacer que eso suceda (y se nota). Con temas producidos por creadores de éxitos reconocidos, entre los cuales están Ryan Tedder, Stargate, así como Andrés Torres y Mauricio Rengifo (que produjeron “Despacito”), las elegantes notas del álbum, las rígidas melodías y la producción deslumbrante dan señales de un claro intento de hacerla irrumpir en Estados Unidos.
En una conversación a través de video desde su casa en Miami a finales de febrero, Anitta estaba sentada en un sillón con la cara lavada y vestía una camiseta naranja de Versace. Se veía cansada, pero su postura era perfecta. “Regresé ayer de Río y estaba agotada. Trabajé domingo, lunes, martes, miércoles y jueves sin descanso”, mencionó mientras acariciaba a su somnoliento galgo italiano, Plínio (él también tenía buena postura).
Larissa Machado, el verdadero nombre de Anitta, nació en el barrio de clase trabajadora Honório Gurgel, en Río de Janeiro. La cantante, de 29 años, se hizo famosa tras publicar un video en el que usa una lata de desodorante como micrófono. Después surgió su nombre artístico, un homenaje al personaje que desde hace tiempo admira y que aparece en un antiguo programa de televisión brasileño, Presença de Anita. En la serie, explicó, Anita decía que quería despertar como una persona diferente cada día: “Podría ser romántica, sensual, inteligente y alocada al mismo tiempo”. A Anitta también le gusta jugar con esa idea. “La gente siempre ha querido definir a las mujeres: ¿es de las que se casan? ¿Es de las que gustan de salir a divertirse? Pero puedo ser ambas, ¿verdad?”, agregó.
Anitta se forjó una reputación al presentarse en fiestas en las favelas de Río. El funk carioca, o baile funk, un ritmo vibrante que surgió en los barrios predominantemente negros de la clase trabajadora de Río de Janeiro en los ochenta, es la música elegida para estas reuniones, en las que los sistemas de sonido con frecuencia hacen sonar a todo volumen el tamborzão, el ritmo característico del género. “Empecé a molestar a todos y a preguntarles si podía cantar en sus eventos, las proibidas, señaló Anitta.
Proibida significa “prohibida”. A comienzos de la década de los 2000, la policía -que consideraba a estos bailes como caldos de cultivo para violencia pandillera- empezó a cancelar a la fuerza estos eventos en las favelas de Río bajo el pretexto de la seguridad pública. Aunque el género ahora se reproduce en algunos de los barrios más acaudalados del país y en clubes nocturnos populares entre el público extravagante de Londres y Berlín, sus creadores, en especial aquellos que todavía no se han vuelto famosos, aún están marginados.
En el punto más álgido del pánico moral sobre el baile funk, incluso estrellas como Anitta no salieron ilesas. Cuando participó en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en 2016 junto a íconos nacionales como Caetano Veloso y Gilberto Gil, los críticos reprobaron su inclusión en el evento, al denostarla como una “favelada”. “Los prejuicios hieren, pero lo que artistas como Caetano, Marisa Monte, Djavan y Bethânia siempre me han dicho es que ellos fueron los Anitta de su época”, mencionó en referencia a Maria Bethânia y otras estrellas brasileñas que en su mayoría tienen más de 70 años de edad (Monte, la más joven del grupo, tiene cincuenta y tantos). “Todo el mundo les decía que eran vagos y ahora son íconos”.
Veloso, uno de los cantautores más venerados del país, que ha colaborado con la cantante en el pasado, la elogió en un correo electrónico. “Anitta es muy competente, sincera, directa y simpática -escribió-. Ha captado el espíritu de la época de una manera impresionante”.
A mediados de la década de 2000, MIA y Diplo empezaron a exportar el funk carioca de Brasil a través de canciones como “Baile Funk One” y un documental, Favela on Blast, pero el género nunca llegó a las listas de éxitos del pop. Sin embargo, Anitta sigue creyendo que tiene potencial para globalizarse. Y aunque su nuevo álbum experimenta con una serie de estilos -el electropop inspirado en Gaga de “Boys Don’t Cry”, el reggaetón de “Gata”-, Versions of Me nunca rompe del todo los lazos con sus raíces. Aun así, sabe que el éxito suele llevar tiempo. “Lo principal es la paciencia y la persistencia”, dijo. “Hay que hacerlo paso a paso”.
Ryan Tedder, líder de la banda One Republic y autor de éxitos para Beyoncé y Taylor Swift, aceptó ser productor ejecutivo del proyecto de Anitta a mitad de su primera sesión de estudio. “Es fácilmente la persona más trabajadora con la que he colaborado”, dijo por teléfono. “No tiene un interruptor de apagado”.
Tom Corson, copresidente y director de operaciones de Warner Records, coincidió: “Anitta tiene lo necesario para ser una superestrella mundial”. ¿El plan? “Obviamente, queremos discos de éxito”, dijo Corson. “Y nos gustaría verla como una fuerza única dentro del mercado estadounidense y mundial, alternando entre los idiomas”. La comparación obvia es Shakira.
Aunque Versions of Me es, sobre todo, un proyecto internacional, Tedder y Anitta insistieron en que los ritmos brasileños debían formar parte de él. “No quería privar a su base de fans brasileños de lo que ella ya ha construido”, dijo.
Para “Faking Love” -un tema inspirado en el baile funk en el que participa la rapera estadounidense Saweetie- Anitta y Tedder llevaron a Los Ángeles a los productores brasileños Tropkillaz para una sesión. “El movimiento rítmico de un verdadero ritmo funk no utiliza lo que se llama cuantización”, dijo Tedder, refiriéndose al software que hace que los ritmos se alineen perfectamente. “Hay que programarlo con el movimiento humano natural”. Le costó varios intentos antes de conseguirlo; Anitta se sentó a escuchar hasta que supo que habían encontrado el adecuado.
Anitta está consciente de que cuando se trata de su obra, ella es, ante todo, una perfeccionista. Durante años, ha trabajado con un terapeuta del lenguaje para minimizar su acento e incluso cuando daba los toques finales a su álbum, regrabó partes de las canciones. ¿Importaría si cantaba en inglés con un acento marcado? No debería, pero sí importa, opinó Anitta. “Me di cuenta de que si hablo más lento en las reuniones o con acento, las personas me respetan menos”, indicó al recordar cómo se sintió cuando empezó a hacer negocios en Estados Unidos.
Las cosas son diferentes en su vida personal, pero es difícil renunciar completamente al control cuando ha vivido la mayor parte de ella bajo la lupa. Anitta, que es bisexual, ocultó durante años a la prensa brasileña aspectos clave de su identidad, entre ellos su sexualidad. “Fue complicado porque todo era muy tabú en aquella época”, explica. “Muchos cantantes no salían del armario, y no los juzgo porque sé que muchos lo hicieron por mí”.
Solo después de que un guardaespaldas tuviera que perseguir a alguien que le hizo una foto besando a una mujer en una fiesta, se dio cuenta de que quería dejar de esconderse. “Mi madre sabe que beso a chicas desde que tengo 13 años, ¿por qué debería importarme lo que piensen los demás?”, dijo en una segunda entrevista, levantando las dos manos en señal de exasperación mientras se encorvaba en el sofá de una habitación de hotel en Los Ángeles.
En cuestiones políticas, algunos aspectos de la vida de Anitta también han estado bajo escrutinio desde hace tiempo. La intérprete fue criticada en 2018 por no condenar de manera abierta al ahora presidente brasileño de extrema derecha, Jair Bolsonaro, cuando estaba en las primeras etapas de su campaña. Sin embargo, ella afirma que hay una razón para ello. “Estaba teniendo mi iniciación religiosa”, aseguró. En el candomblé, un culto que mezcla creencias de los yorubas, los fons y los bantús, las iniciaciones en general requieren que las personas se mantengan recluidas durante alrededor de 21 días. “No tenía forma de ponerme en contacto con el mundo exterior”.
Cuando quedó claro que Anitta tendría que decir algo, llamó a una amiga, Gabriela Prioli, una abogada, periodista y comentarista política y le pidió ayuda. “No entendía nada. No sabía qué hacía un congresista o qué hacía un concejal -relató Anitta-. No me avergüenza decirlo porque la mayoría de los brasileños no lo sabe”.
A la larga, a Anitta le pareció tan útil la conversación que decidió comenzar a transmitir clases de educación política con Prioli en su Instagram, que espera reiniciar antes de las elecciones de este año. Aunque ella no dará su apoyo a ningún candidato, Anitta ahora se opone de manera firme a Bolsonaro. A finales de marzo, cuando abogados que representan al partido del presidente solicitaron al Tribunal Superior Electoral que evitara que los artistas hicieran “manifestaciones políticas” en sus presentaciones, Anitta alentó a otros artistas a desafiarlos. “A mis amigos que quieren alzar la voz: yo pagaré su multa”, dijo en una historia de Instagram. Bolsonaro y Anitta incluso chocan en ocasiones en las redes sociales, donde la cantante puede presumir de tener 61 millones de seguidores tan solo en Instagram. “Él sabe que no le agrado a sus simpatizantes conservadores, así que usa mi nombre para atraer la atención hacia él”, aclaró.
Es probable que el conteo de sus seguidores siga creciendo en los próximos meses. Popularizado por el “paso de Anitta”, su éxito en TikTok, “Envolver” es la primera canción de un artista brasileño en ingresar a las diez más populares en la lista global de Spotify. A finales de marzo, se colocó ahí en el primer lugar.
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