La actriz, que protagoniza un unipersonal y la comedia Madres, habló con LA NACION sobre la maternidad, el amor, las aplicaciones de citas y los nuevos límites del humor
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Por estos días Anita Martínez reparte su tiempo entre Encantadora, el unipersonal que hace los sábados en el Café Rivas de San Telmo, y Madres, la obra de teatro que protagoniza en la sala Pablo Neruda del Complejo la Plaza, los viernes a las 21.30 y los sábados a las 19.30.
Pero, sobre todo, se ocupa de la crianza de su hijo Lorenzo, de 13 años, de sus clases de teatro y yoga, de sus mascotas, su huerta y sus plantas. De la maternidad, de su vínculo con el padre de su hijo, del amor y del humor en tiempos de transformación conversó con LA NACION.
-¿Por qué te sumaste a Madres?
-Me ofrecieron hacer la obra el año pasado pero no me convenía porque ya tenia algunas fechas cerradas con mi unipersonal, Encantadora, y había planeado la temporada. Después volvimos a hablar y acepté porque la obra está buena, y durante años estuvo en el Off Broadway. Mi personaje es el de una mujer adicta al trabajo, abogada y con una madre jueza, que vive en una especie de limbo, muy práctica, muy terrenal, mamá de mellizas divinas pero que no las aguanta. Repite siempre que ella es su trabajo, entonces llega a casa, ve a las nenas divinas con el pijamita, peleando por cualquier cosa y quiere volver a trabajar. Y en el grupo de mamis del colegio está la empleada y no ella.
-Una mujer muy diferente a vos…
-¡Nada que ver conmigo! El año pasado fui al viaje de egresados de Lolo, organizo la compra de los libros para todos... Tengo un hijo solo y sé que esto pasa volando y cuando te querés dar cuenta ya está criado, y no me quiero perder nada porque, además, estos quilombos cotidianos me gustan. Me apasiona estudiar con mi hijo, ver historias, que se ría porque no sé nada de matemáticas y él se ponga nervioso: me emociona verlo tan brillante. La maternidad es divertida.
-Antes de ser madre, ¿imaginabas que ibas a disfrutar tanto de la maternidad?
-Estoy convencida de que los primeros años quedan en la cabeza de los chicos y yo creo que no perdonan que no haya amor; lo demás se va haciendo. Siento un amor muy grande por mi hijo, me atraviesa, y no tengo cuestionamientos con la maternidad. Es una parte muy mía, sé que tengo que hacerme responsable y trato de darle todas las herramientas. Soy muy idealista. Soy rescatista, proteccionista, amo las plantas, la huerta. Soy de las personas que creen que se ejerce la maternidad con las mascotas, con tus padres; es un instinto. Quiero dejarle lo mejor con todos mis errores.
-¿Cómo es tu vínculo con Lorenzo?
-Trato de que en casa se hable todo. Lolo es hijo único y para él sus amigos son sus hermanos. Conserva a sus amigos de la primaria, se encuentran los fines de semana y salen a comer, al cine, y yo intento incentivar esa amistad. Fui la única mamá que fue al viaje de egresados; fuimos al Tigre, cerquita de Capital, para que ante cualquier eventualidad, pudiésemos estar rápido de regreso.
-¿Compartís esta crianza con el papá (Jorge Parodi, productor teatral)?
-En este momento vivimos muy lejos, y cuando voy al teatro y él viene a casa, se queda con Lolo pero también me corta el pasto, me arregla cosas o pinta algo, cocina.
-¡El exmarido perfecto! Te ocupaste de tener un buen vinculo con él...
-Sí, yo hice el trabajo que tenía que hacer porque sabía que iba a ser para siempre. Somos familia. Es muy importante el puntal del papá, y me siento muy contenida. Aparte pasamos las fiestas con mis ex suegros, y con toda la familia. Antes de la pandemia nos fuimos de vacaciones los tres a Brasil y fue un viaje hermoso que Lolo no se lo olvida más. Es bueno que nuestro hijo vea que a pesar de que sus padres están separados, pueden llevarse bien y no es una guerra.
-¿Alguna vez volviste a enamorarte?
-Muy fallidamente. Intento preservarme, ser cuidadosa.
-¿Estás o estuviste en alguna plataforma de citas?
-No. Muchas veces estuve tentada de tener pero imagino que no me lo bancaria. Y veo que las personas que la tienen están muy pendientes de quién les puso me gusta o si hicieron “crush”; esa es una de las cosas que pude soltar, porque sino te consume el día entero. Tengo la idea de que si tiene que aparecer, va a aparecer. Porque salir a buscar nunca me funcionó, es más, fracasé absolutamente en eso. No me quejo pero preferiría no volver a equivocarme.
-Comentaste que querés disfrutar a full a Lolo porque es hijo único, ¿te hubiera gustado tener más hijos?
-No fue un proyecto tener la familia perfecta. Si venía otro hijo, venía. Pero siempre pensé en uno. Lolo pidió muchas veces un hermanito y yo le decía: ‘pedile a tu papá’.
-Volviendo a la obra de teatro, ¿con cuál de los personajes de Madres te identificas?
-La obra genera identificación, y tengo un poquito de cada una de esas madres pintadas. Y que mi personaje sea tan opuesto a mí, es todo un desafío. Se tocan muchos temas y se abren muchos debates sobre la maternidad y eso también esta bueno.
-Muchas veces elegiste hacer unipersonales, ¿cómo te sentís cuando volvés a trabajar con compañeros?
-Lo último que había hecho antes de la pandemia fue Únicas, con un elenco femenino también. Me estoy acostumbrando mucho a trabajar sola, me voy afianzando, ocupando espacios, pero cada tanto está bueno trabajar con compañeros porque puedo ir y actuar, sin las otras responsabilidades que tenés en un unipersonal, donde intervengo en luz, sonido, música, tiempos en escena.... En Madres me relajo un poco, en ese sentido. Y por otro lado tengo mi nidito porque sigo con el unipersonal los sábados a las 21.30 en Café Rivas, en San Telmo, después de la función de Madres. Es un lugar hermoso donde podes tomar una copa y también cenar. Es mi válvula de escape, me hace bien porque me siento muy amparada.
-Sos una mujer muy inquieta, ¿es verdad que aprovechaste la pandemia para estudiar?
-Siempre estoy estudiando algo. Ahora tomo clases sobre dramaturgia, de filosofía. Siempre es lindo aprender. Además estoy dando clases de teatro en un estructurado de yoga para niños.
-Y nunca abandonás la lucha por los animalitos….
-Amadrino el refugio San Francisco de Asís, con más de 400 animalitos rescatados del abandono y el maltrato; quien quiera colaborar e ir a las visitas, serán bien recibidos. Por otra parte pedimos por más campañas de castración y vacunación masiva.
-Sos una actriz muy popular pero la prensa no te invade, ¿es algo que te propusiste especialmente?
-Es que nunca salí con un famoso. Eso, seguramente, hubiera llamado la atención.
-¿Nunca te enamoraste de un colega?
-No, nunca. Ni siquiera un romance secreto. Tampoco soy de salir y mostrarme. Siempre fui perfil bajo. Yo creo que este es un oficio, no una manera de vivir, entonces trabajo, vuelvo a casa y soy como cualquiera. Nadie espera que esté impecablemente vestida, no me piden glamour y lo agradezco mucho porque siento que con lo que hago, alcanza. No tengo que cumplir ninguna expectativa más allá de mi trabajo y está buenísimo. Si bien no me oculto, tampoco desfilo porque sé que es una puerta que después no podés cerrar.
-¿Por qué no hay espacio para el humor en televisión?
-El otro día hicimos un asado con un grupo muy lindo de humoristas que armó Alejandra Fidalme, una colega espectacular. Y tuvimos esta charla, decíamos que no hay humor en la tele. Cuesta entender qué le pasa hoy a la televisión que no tiene espacio para el humor y además hay muy pocos actores trabajando. Yo crecí con la tele, volvía del colegio y encendíamos la tele, nos acompañaba. Es algo muy argentino que siempre nos pintó como familia y sociedad. Y hoy, definitivamente, está en crisis. Falta espacio para los humoristas y para todo, aunque entiendo que están las plataformas y vinieron par quedarse. Lolo no mira televisión, solo Bienvenidos a bordo por Youtube. Sería lindo tratar de que la gente se vuelva a enamorar de la tele, y hay público, porque mirá qué buen rating tienen las novelas turcas, que son como nuestras novelas de las ‘90.
-¿Es difícil hacer humor en estos tiempos de cambios en nuestra sociedad?
-Da mucho miedo meter la pata. Es algo en lo que pensé mucho, un replanteo que nos hacemos. Es un planteo que tenemos como sociedad, y el humor como lo entendíamos antes ya está fuera de moda. Hoy Alberto Olmedo no podría trabajar pero no podemos negar que fue uno de los más grandes de nuestro país. No se puede juzgar en retrospectiva porque aquel humor estaba acorde a lo que era la sociedad. Ahora la sociedad cambió y estamos yendo hacia un lugar transformador que se va a acomodar. Hay que pensarlo mejor pero sin temor, porque no se puede hacer humor con miedo.
-¿Cómo trabajas el humor?
-Me lo replanteo pero con algunas cosas intento no negociar. Por ejemplo, el humor con vínculos matrimoniales siempre está vigente porque son cosas que van a seguir pasando. Y tengo desafíos nuevos, como un sketch con un nene diabólico que habla en neutro, maneja toda la casa, extorsiona a la familia si no le dan lo que quiere. Intento ir por otros lados y repensarme. Con el personaje del viejo Adelmar hago un punto de vista bien machirulo, que era encantador en su momento pero no a la vista de hoy. Cuando no hay maldad, hay formas de hacer todo. Y además hay un montón de cosas para hacer humor que no tienen por qué dañar la susceptibilidad de nadie y podés perfectamente correrte de lugares que no están buenos. La sociedad se repensó y el humor también.
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