Ángel de Brito: su vida fuera de las cámaras, las “angelitas” que no volvería a llamar y la noticia que más dolor le causó dar
El conductor de LAM repasa su carrera, cuenta cómo reparte sus días entre el trabajo y su familia, analiza la situación de la televisión abierta y revela los sueños profesionales que le quedan por cumplir
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“Voy para adelante, casi sin rumbo”, dice Ángel De Brito, el periodista que dio el salto de cronista a panelista, para luego convertirse en conductor de LAM, el ciclo de espectáculos más visto -y comentado- de la TV abierta. Pese a sus declaraciones, su recorrido profesional parece no tener nada de casual, sino que responde a la construcción de un personaje implacable, que no teme dar informaciones incómodas ni hacer las preguntas más certeras a los famosos, pero que también es capaz de rodearse de las más variadas “bastoneras” que sumen datos y puntos de vista que alimenten el debate televisivo.
“Desde que arranqué no paré y fui creciendo en distintos aspectos. Me gusta mucho el trabajo, me apasiona, soy muy detallista, soy muy exigente también, pero me divierte mucho lo que hago. Me gusta el ida y vuelta con la gente que quiero y respeto del medio”, le dice De Brito a LA NACIÓN. “Nunca tuve ningún tipo de acomodo. Aunque después me ayudó un montón de gente, obviamente. De la licenciatura en Comunicación la Universidad de Lomas, empecé a trabajar en una agencia de noticias. Y ahí arranqué, porque después pasé a una radio barrial, después a otra... Aprendí mucho porque hacía de todo. Y después a los dos o tres años la conocí en un teatro a Laura Ubfal”.
-¿Y qué pasó?
-Le dije que quería trabajar. “Bueno, si te animás, hablemos, tomemos un café”, me respondió. El laburo también fue muy accesible en ese entonces y me llamó primero para una revista, y en el 2000 formalmente empecé a trabajar en Radio 10. Fue el momento de explosión máxima de ese monstruo que creó Daniel Hadad, que era como una aplanadora. Ahí empezamos a hablar de los realities, que recién asomaban en el mundo, y me quedó el chip de la información. Entonces siempre fui por esa línea cero chimentos, aunque después sí me metí en ese mundo.
-¿Y cómo fue el ingreso al mundo del chimento?
-Yo algunos perjuicios tenía y después me di cuenta que eran estupideces también, porque todo surge de una información. Llevaba tres temporadas en La Linterna y me escuchó el productor de Viviana Canosa en la radio, que era su marido Daniel Tobal. ”Vení que es una prueba de cámaras para el panel”, me dijo. Fuimos al canal, luego a un estudio en que estaba Viviana, era su debut como conductora también. Iban probando a varios panelistas y empecé a trabajar de forma ininterrumpida en la tele.
-¿Siempre mantuviste esa escuela de periodismo e información?
-En ese momento teníamos como referentes a Intrusos o a Lucho Avilés. En el caso de Los Profesionales, con Viviana hablábamos mucho de ficciones, era la época de Resistiré... Empezamos a hacer un poco lo que yo venía haciendo en la radio, esa era mi parte. Además de los romances y de las entrevistas, empezó también una época fuerte de los mediáticos con la televisión barata, post corralito e inicios del kirchnerismo, en donde toda la industria se estaba reciclando. El panelismo estaba en auge en ese momento. Me destaqué porque tenía mucha información y empezamos a contar lo que no contaban otros programas u otros colegas; ahí hice la diferencia.
-¿Y qué vino después?
-En 2006 arrancó el “Bailando por un sueño” y me llamaron para hacer un programa de debate, que era La previa. Nos mandaron una noche, sin directivas y fuimos dándole forma. Cuando empezamos era tremendo todo lo que pasaba delante y fuera de cámara; era un mundo nuevo, todo era bomba. El programa tenía 35 puntos de rating, entonces todo interesaba.
-Había mucha fantasía acerca de si las peleas estaban armadas o no...
-[Sonríe] Incluso cuando estaba parado ahí como cronista veía al jurado y pensaba “¿lo habrán hablado?”. Después me tocó ser jurado y me di cuenta: vos vas, te parás ahí, te sentás y pasa lo que pasa. No hay guion, ni directivas sobre el puntaje, ni “saquemos a este” ni “subamos al otro”. Lo máximo que te puede llegar a decir un productor es “cuidado que esta quiere renunciar por tal cosa”, pero después al jurado eso no puede importarle.
-¿Y con Marcelo Tinelli qué vínculo tenés?
-En 2001, cuando ya era la máxima estrella del rating, le hice una entrevista para Canal 7. Hicimos un mano a mano y me sorprendió lo simple y lo amable que era con todo el equipo. En 2003, me llamó cuando compró Radio del Plata y empecé a trabajar con él, y desde ahí ya me quedé. Empecé a tener más contacto cuando hice los backs porque era el único lugar en que Tinelli hablaba una vez por semana, en esa época era inalcanzable. Cuando terminaba la nota, hablábamos. Era muy curioso y me preguntaba mi opinión. Con el paso de los años la relación creció, hoy somos muy cercanos, lo respeto y admiro. No hay un monstruo semejante, un tipo que lleve 35 años siendo el número uno en la televisión. Los hubo: Silvio Soldán, Cacho Fontana, Héctor Larrea, todos esos grandes conductores. Marcelo está en esa liga.
- ¿Y por qué creés que la gente le pega tanto a Tinelli?
-Porque garpa, como pegarle a Susana Giménez, Mirtha Legrand o Jorge Lanata. Son los que tienen éxito y generan controversia. Sin embargo, hay críticas que comparto: nunca me gustó el humor del viejo VideoMatch; aunque la época lo permitía, era medio discriminatorio, medio border, cruel.
- ¿Cómo te llevás con la política?
- Me gusta, la hago por arriba en la tele, trato de no meterme pero me gusta en la vida. Porque desde afuera siempre están pensando en el sobre o en el no sobre. Cuando trabajamos en Canal 13 “éramos la corpo” y “nos mandaba el guion Magnetto”. Ahora en América me dicen “estás en el canal de Massa, sos kirchnerista”. Me parece que genera mucha fantasía negativa. No me divierte que la gente piense que tenés un interés oculto detrás de lo que estás diciendo. Opino como cualquier ciudadano, estoy informado, pago los impuestos, ¿por qué no voy a opinar?
-¿Cómo ves a los medios en general?
-Estamos en reconversión en toda esta era digital que no tiene un límite de va a seguir cambiando y modificando todo. Ahora con la inteligencia artificial, hace unos años era internet. Dicen que la tele va a desaparecer, la radio va a desaparecer, están matando al cine hace 900 años. Va a seguir todo igual para mí, transformándose y cambiando sus contenidos. La tele hoy no puede producir ficción por los costos, entonces eso va a las plataformas.
-Pasás mucho tiempo conectado, ¿no?
-Sí, los fines de semana me relajo, pero de lunes a viernes estoy hiperconectado porque el programa es como una pirámide y creo que estoy arriba en un montón de decisiones: hablo con el cronista, los productores, los invitados; produzco los invitados; me informo de ciertos temas. Entonces es una rueda que te lleva todo el día.
-¿Manejás vos mismo tus redes?
-Las redes las hago solo. Por ahí mando a editar algunas cuestiones que tienen que ver con la publicidad, pero no con la parte periodística.
-Alguien por ahí ve algo que puede ser información y te manda una foto... ¿Revisás o no llegás ni a mirar?
-Sí, reviso bastante y muchas veces salen primicias de ahí. Las redes también nos ayudaron mucho a los periodistas. A mí me han mandado expedientes por Instagram. La gente no tiene tu teléfono y te manda informaciones de casos muy delicados y de estupideces también. En LAM entra todo, la pavada y temas más serios.
-¿Siempre supiste en lo que querías convertir LAM?
-Empezó como un magazine que tenía actualidad al principio y después iba a aflojando hacia el entretenimiento. Está más identificado con el chimento, eso lo tengo claro. Para mí es todo entretenimiento: la actualidad y el chimento, lo hacemos divertido. Eso es lo que más impacta del programa. Se fue dando solo.
-¿Y te gustaría producir otra cosa una ficción u otro formato?
-Sí, de hecho estoy con algunas cosas. No sé si ficción porque es muy difícil. Hace años hablamos con Nacho Viale de hacer una ficción, pero no se dio. Es un mundo que lo tenés que conocer bastante para poder desarrollarlo bien y muy costoso. Sí me gustaría desarrollar contenido periodístico, temas que tienen que ver más con la realidad que con la ficción. Me gustaría probar un programa de noticias, por ejemplo. Hice actualidad en El diario de Mariana y en Desayuno americano, en radio también. Durante la pandemia, en LAM fueron dos años hablando sobre lo que decían los médicos o del caso de los bolsos de López.
-¿La pasaste muy mal durante la pandemia?
-Creo que estoy viendo los efectos mentales ahora. Nos quedó una secuela a todos, la estamos procesando, nos cambió el ánimo a todos en algún sentido. Yo no me puedo quejar porque trabajé todos los días con mil aislamientos: tuve dos veces Covid. El primero sin vacuna, por suerte no tuve síntomas. Pero me quedaron secuelas físicas, no podía salir a caminar, jugar al tenis, ni subir las escaleras del canal, me quedaba sin aire. Ves una realidad paralela que no te esperabas, el encierro y todo nos afectó mucho las relaciones sobre todo a la gente grande, a los chicos, y a los adolescentes. Y cambió la forma de relacionarnos en muchos sentidos. En lo personal, te despegás de gente, de cosas, de pérdida de tiempo que tenías en la vida antes acumulada sin sentido.
-Más allá de que sos muy workaholic, ¿disfrutás del tiempo libre?
-Sí, a mi familia la veo todo el tiempo, salgo a caminar y a comer, me junto con amigos, hago deporte todos los días. Hago una vida normal más allá del trabajo, no soy un ente. Hago las cosas normales que hacemos todos, y la gente se sorprende, no sé, piensan que vivo en un plato volador. La televisión y las redes generan esa fantasía.
-Te reprochan que mantenés tu vida privada oculta...
-Es mi carácter. Siempre fui así desde chico. Soy reservado, no se si introvertido o tímido es la palabra. Pero después me ves en la tele y digo las estupideces que digo, pero no me divierte llamar la atención. Pero sí, siempre mantuve mi vida en privado; no es ni secreta ni oculta. Vivo con mi familia, con mi pareja, ando por los lugares que anda todo el mundo, pero no lo subo a las redes, ni lo comento en el programa. Surgió así, siempre lo mantuve y estamos tranquilos, nadie se mete.
-¿Nunca abriste esa puerta?
-No, si la abrís primero es más negocio porque tiene repercusión y fama inmediata. Hoy para las marcas es más redituable mostrar cualquier cosa, todo lo que vos quieras mostrar porque garpa. La gente quiere saber de otros, pero prefiero vivir tranquilo. Tengo muchos amigos del medio, pero tengo un montón que no lo son. La gente tiene la idea de que todo el mundo le gusta ser famoso, que a todo el mundo le gusta, contar, mostrar, y hay gente que no quiere saber nada.
-¿Tu familia cómo tomó tu profesión?
-”Te vas a morir de hambre”, eso decían. Pero me criaron con mucha libertad y me apoyaron con directivas claras: hay que estudiar y trabajar. Eso lo absorbí rápido.
-Hoy con todo lo que lograste, ¿lo disfrutan o sufren cuando te peleás con alguien?
-Sí, me ven, me escuchan, me consumen. Creo que deben sufrir, pero no dicen nada. Alguna vez me agarró mamá y me dijo “guarda”; mi papá se divierte. Voy directo, no doy golpes bajos, digo lo tengo que decir y lo que digo lo pienso, no puedo fingir. Me sale opinar de determinadas cosas con las que no estoy de acuerdo con gente del canal, con colegas o gente que quiero mucho.
-¿Te guardás muchas primicias?
-Un montón, hasta que se habilitan los temas. Los embarazos y temas de salud nunca los cuento. Llegan todo el tiempo; por las redes te llegan historias clínicas.
-Así como los humoristas dicen no se puede hablar de nada, ¿creés que algo fue cambiando dentro del periodismo?
-No creo que no se pueda hacer humor; lo que no se puede es discriminar, aprovechar el humor como herramienta para burlarse y herir. Los tiempos cambian y hay cosas que ya no se pueden hacer como antes. Vengo de una época donde la palabra violencia de género no existía, y todavía muchos hombres y mujeres les cuesta entender qué es eso. Hay cosas que se modifican en la sociedad primero y después se ven reflejadas en los medios.
-También solés referirte al tema de la salud mental en tu programa...
-Hay que informarse de ciertos temas para tratarlos. A veces nos tiran los temas por la cabeza en vivo y hacemos lo que podemos. Todos nos equivocamos, todos dijimos una burrada en algún momento, pero me parece que hay que profundizar ciertas cuestiones centrales porque ayudan: la salud mental, la discriminación, violencia de género. Por ejemplo, el caso de Beatriz Salomón fue el más cruento. Le hicieron una cámara oculta, un programa periodístico en donde lo único que develaba era que su marido se acostaba con travestis que operaba a cambio de sexo, y la sentaron a Salomón con su marido a ver ese material. Fue un espanto. Habían adoptado dos nenas, estaban por adoptar el tercero. En ese momento se les arruinó la vida. Ella venía al programa y hablaba, siempre recibíamos alguna amenaza.
-¿Creés que cambió el tema de los abusos, el acoso y el maltrato en el ámbito del espectáculo?
-Sí, sí, creo que se modificó bastante en la diaria para los que están detrás de cámaras. Antes era moneda corriente y todos miraban para otro lado. En el último tiempo, hicimos casos de abuso sexual que involucraban famosos y fue difícil hacerlo porque involucraba muchos intereses: canales poderosos, productoras poderosas, representantes poderosos. Me pasó con Jey Mammon, éramos amigos, pero cuando me enteré de una historia que no conocía, no pude continuar la amistad, ni me pude hacer el estúpido. Dije lo que pensaba en LAM. Él me mandó una mediación y sostuve cada palabra que dije.
-Para cerrar, vamos a hacer una serie de preguntas random: top tres de angelitas canceladas a las que no volverías a llamar.
-No soy tan rencoroso como parece. Trabajaría con todas, pero si tengo descartar sería a Mercedes Martí, porque no me gustó como se fue, y a Nancy Pazos, porque fue la peor compañera que tuvimos todos. Creo que trabajaría con todas las demás. No tuve problemas con mis compañeras, algunas generaron mal clima, internas tontas, y también hubo otras que no rindieron.
-¿Un sueño laboral por cumplir?
-Me gustaría conducir un reality en otro país, volver a trabajar en Uruguay con algún programa o reality. Me llamaron para Tu cara me suena, para jurado, me hubiese gustado conducirlo, pero estaba haciendo el “Bailando” y era imposible.
-¿Cómo definirías a Ángel De Brito detrás de cámara?
-Depende del horario. Tengo momentos muy tranquilos, por momentos estoy muy alterado. Algunos dicen que soy muy difícil, yo creo que soy bastante fácil en comparación con las cosas que viví. Si querés una definición es que soy muy exigente conmigo y con los demás, pero creo que soy buen compañero, que no jodo mucho a nadie. Fastidioso a veces, puntilloso.
-¿Una noticia que te haya dolido dar?
-Estaba entrando a hacer el programa con Dady Brieva, en ese momento era un personaje muy divertido, muy querido; era un planazo para cualquier programa que él participara, te levantaba el programa. Entramos al estudio, se nos acercó una persona y nos dijo: “Se murió Jorge Ibáñez”. Fue como un puñal porque era totalmente inesperado, lo habíamos visto hacía poco, una muerte súbita. Y me tocó arrancar el programa con Dady, quedamos congelados. Salimos al aire en ese minuto y lo dije. Fue un momento espantoso. Trabajando con Mariana Fabbiani, también me tocó un momento difícil cuando murió su abuelo, Mariano Mores...
- ¿Te irías a vivir a otro país?
-Sí, a varios. Es más, cada vez que viajo pienso “viviría acá”. Soy muy adaptable a cualquier situación, pero me gusta mucho mi país, mi casa, mi familia, mi gente de trabajo. Podría arrancar de cero, pero no me conviene. Me gusta mucho España, Uruguay, Miami y Nueva York.
-¿Qué reality te gustaría conducir?
-Me gustan todos. Gran Hermano me encanta. En América me propusieron, durante esta gestión, hacer El bar. Nunca lo conté. No estaba mal porque era un símil de Gran Hermano, pero tenía contacto, no tanto aislamiento. El Cantando lo disfruté muchísimo y los de talento también me gustan mucho. Estoy muy acostumbrado a ser jurado.
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