La actriz y el productor se cruzaron en un teatro, se miraron en un recital de los Rolling Stones y a los tres meses se pusieron de novios; el largo camino de la adopción de Ani los unió todavía más
- 7 minutos de lectura'
La historia de amor de Andrea Pietra y Daniel Grinbank nació hace poco más de 23 años. Se conocieron en un teatro cuando la actriz estaba viendo un espectáculo de La Cubana, junto a su amigo y también actor Alejandro Fiore. Fue en 1998 y Grinbank era el productor del show. Faltaba muy poco para que los Rolling Stones tocaran en River y Fiore, fanático, se tiró el lance y le pidió entradas de cortesía a Grinbank, responsable de traer a la banda inglesa a nuestro país. Esa fue la primera vez que Andrea y Daniel se miraron, pero no fue más que un saludo y una sonrisa. O al menos eso fue lo que pensó ella porque al día siguiente, una empleada de prensa de la productora de él, se comunicó con Pietra para invitarla a ver a los Stones. Dicen también que él la invitó a cenar, pero ella se excusó. Finalmente fue a todos los recitales de la banda y en el último, la actriz quiso agradecer la gentileza al productor y lo llamó por teléfono. Ella estaba en el estacionamiento de la cancha... y él también. “De pronto salió de atrás de un micro con una camiseta de Independiente, todo colorado porque es muy tímido y transpirando. Ahí lo conocí y se me cayó al piso con ese look, ¡qué le pasaba!”, contó la actriz, divertida, en el programa de Andy Kusnetzoff.
A partir de entonces se vieron todas las semanas durante tres meses: un día iban a cenar, otro al cine o a tomar un café. Pero la cosa no pasaba más allá de una linda charla porque ella se resistía. “Me quería abrazar o dar un beso y yo le decía que no. Se la hice difícil”, contó en una entrevista. Sin embargo, la insistencia del productor dio sus frutos y en mayo de ese año empezaron a salir y al poco tiempo oficializaron la relación. Unos años después decidieron convivir, pero nunca se casaron. ¿El motivo? “Por cábala”, se sinceró Pietra hace poco. “Conozco a muchas parejas que se casaron después de muchos años juntos y al poco tiempo se separaron. ¿Para qué arriesgar entonces? Así estamos bien. Llevamos 23 años juntos y no digo que sean eternos ni un nido de amor y rosas, pero hay laburo, charla, y cuando estuvimos en la cuarentena estricta sabíamos cuando estábamos hastiados de estar encerrados y nos permitimos eso también”, le confió ella a LA NACION.
Los padres de Ani
De perfil bajo, la pareja no expone su vida privada y apenas los íntimos sabían del doloroso camino que recorrieron para intentar ser padres. Los tratamientos de fertilización no resultaron. “Era todo muy desgastante”, recuerda ella cada vez que habla del tema. Hasta que dijeron “basta” y pensaron en adoptar. Hoy son padres de Ani, una hermosa haitiana de 12 años. Pietra relató el recorrido de esa adopción: “No me gusta hablar de mi vida privada, pero cuando sé que algo que me pasó le puede servir a otro, lo comparto. Y no es que soy una superada, al contrario, me costó mucho trabajo y a partir de ese sufrimiento y esas frustraciones que viví en la búsqueda de la maternidad, encontré el motivo de por qué quería ser madre, lo fui, y me da una felicidad enorme. Entonces me siento responsable de poder contárselo al mundo porque sé lo que sufren quienes pasaron por lo mismo que yo, que hacen tratamientos y no les funcionan o buscan un embarazo que se supone que nos pasa a todas las mujeres y de golpe no sucede. Yo me di cuenta de que lo que realmente quería era ser la madre de alguien y pude despejar todo lo demás, dejar de lado mi ego, la idea de tener un bebé en mi panza y ser el centro del mundo durante nueve meses. Resigné y resinifiqué todas esas cuestiones. Tardé un tiempo, no fue de un día para el otro, hasta que descubrí que realmente no hay ninguna diferencia y el amor explota en tu corazón. Agradezco haberme dado cuenta de que podía hacer el camino de esta forma también y no haberme perdido este amor que no hubiese vivido de ninguna otra manera. Por eso cuento la verdad de lo que me pasó. Fue muy mágico”.
Emocionada, le contó a LA NACION: “En la carpeta de adopción no pusimos ningún sexo definido, aunque mi deseo era adoptar una nena que se llame Ana, que sea de Aries como yo porque siento que es un signo fuerte que siempre va para adelante. Y todo eso se fue dando, sin que salga de mi genética, de mi ideología, de todas esas cuestiones. Lo siento como confirmaciones del universo que las cosas están muy bien. Y más allá de eso lo confirmo en mi felicidad y en mi vida. Con Dani pensamos en adoptar a dos niños, pero finalmente decidimos ir paso a paso, como es nuestra pareja y nuestra historia. Si hubiese tenido 30 años, hubiera sido diferente la historia, pero ya con 42 y una bebé en casa, se complicaba volver a viajar con la crianza y otras cuestiones. Queríamos tener un hijo para criarlo, acompañarlo en sus etapas y no que sea criado por otras personas; nos dedicamos mucho a esto. Daniel tardó tres años en poder darle el apellido a Ani porque yo la adopté monoparental y en la Argentina no había jurisprudencia de que un concubino le ponga el apellido a la hija adoptada de su concubina. Por eso tuvimos que hacer un trámite que duró tres años, para no tener que casarnos. La jueza me citó y me preguntó por qué no quería casarme y le respondí que por cábala porque hacía 12 años que estábamos juntos y veía gente que se casaba después de muchos años y se separaba al toque”.
Cuando conoció a Pietra, Grinbank ya era padre de Federico, de un matrimonio anterior, pero la pareja decidió que querían transitar esa experiencia juntos. Primero pensaron en adoptar en la Argentina, pero pronto desecharon la idea. La actriz explicó por qué decidió adoptar en Haití y no en nuestro país: “Haití es un país absolutamente olvidado desde hace años. Entonces las adopciones eran bastante rápidas y en la Argentina había gente que esperaba desde hacía 7 años. Yo ya tenía 42 años y venía con mi camino recorrido y mis frustraciones y no quería pasar por más dolor. Además Haití da una adopción plena y en la Argentina hay un año o más en que la familia biológica puede reclamar al chico. No quería pasar por esa situación ni tampoco que el niño la pasara. La oportunidad de adoptar en Haití se me presentó en el camino, por personas allegadas y mucho tiempo antes de concretarlo lo dejé de lado y seguí intentando con tratamientos de fertilización”.
Cuando la beba llegó a los brazos de Pietra y Grinbank se llamaba Stephanie y aún conserva ese nombre en los documentos, pero un día dijo que quería llamarse Ani. “Fue muy emocionante porque mi mamá, que se llamaba Ana, murió en 2001. Yo tenía una relación espectacular con ella y siempre dije que el día que tuviera una hija la iba a llamar Ana, por mi mamá. Cuando me asignaron a mi hija siempre la llamé Stefy hasta que cumplió dos años y ella misma empezó a decir Ani. Entonces, ella me decía Ani y yo Stefy. Tenía una cosa férrea con Ani y un día me di cuenta, se me llenaron los ojos de lágrimas, miré al cielo y dije: ‘Mamá, me estás mandando este mensaje de amor absoluto´. Mi hija es muy hermosa, muy divina, iluminada. Todo el mundo me dice ´qué bien que estás´ y yo digo que estoy feliz desde que soy madre, a mí se me encendió algo... no sé, la felicidad absoluta. Y que Daniel me acompañe en este camino me hace amarlo más”.
Más notas de Andrea Pietra
Más leídas de Personajes
En Nueva York. Mafalda, invitada especial en la gala de los Emmy Internacional, cumplirá uno de sus grandes sueños
“Eternamente agradecido”. Gastón Pauls reveló el rol que cumplió Marcela Kloosterboer en su recuperación de las adicciones
In fraganti. Paul Mescal: amores, coqueteos y conquistas de un Gladiador
Elogios, abrazos y un “piquito”. El celebrado reencuentro de Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, a 27 años del estreno de Titanic