Anabel Cherubito: "No me siento realizada como mujer por tener una hija"
La actriz de acento español habló con LA NACION sobre su reciente maternidad y sus comienzos como la chica sexy de la TV
Anabel Cherubito es recordada por muchos como la chica sexy, simpática y cabrona de la medianoche de mediados de los 90. Pero esa joven de amplia sonrisa y escotes sugerentes siempre le hizo ruido, iba en contra de su herencia feminista. Por eso, a pesar de ser un boom con sólo 22 años, bajó el perfil para dar lugar a la actriz, su verdadero sueño. Desde ese momento, su nombre sólo resonó en los titulares cuando fue novia de Alejandro Lerner o cuando fue parte del show teatral de Ricardo Fort, Fortuna. Aunque lo cierto es que de los 90 a hoy, nunca dejó la actuación. En las tablas o en algún unitario, su acento español siempre se destacó. Aún más, en las obras más recientes: Algunas mujeres a las que les cagué la vida y Ser ellas, en donde personificó a Simone de Beavoir hasta hace unos meses.
Hoy, en pareja con el ex futbolista Luciano Álvarez - ahora médico naturópata-, disfruta de ser mamá primeriza a los 42 años. Cherubito, con voz baja para no despertar a su pequeña Simona, habló por teléfono con LA NACION sobre su presente y su pasado como una niña con "familia rota", de papás argentinos exiliados y de sus batallas contra una caja boba que sólo la quería cosificar.
-¿Cómo estás transitando la maternidad?
-Muerta de amor, tratando de organizarme y entender qué está pasando. Como tuve a Simona por cesárea, hay algunas cosas que pasan como que la leche tarda en bajar y hay que estimular el pezón para que la beba aprenda a succionar bien. Hay que tener mucha paciencia, pero todo es muy amoroso y en el sanatorio Finochietto nos cuidaron muy bien.
-¿Tu pareja te ayuda?
-Tengo el mejor compañero del mundo hace dos años y dos meses. Como médico naturista me hace tés si me duele la cabeza. Me gané la lotería desde el embarazo, antes y ahora es tremendo. Los hijos son de la madre y del padre, así que nos completamos muy bien. El la cambia, yo la alimento, lo vamos logrando. Fue un antes y después entender que estamos aquí para lo que ella necesite porque acaba de de nacer y se siente desprotegida. Cuando tiene hambre, tiene hambre con todo el cuerpo, no con la panza. Le hago muchos masajitos y caricias en todo el cuerpo.
-¿Sentís las angustias que algunas primerizas suelen tener?
-A una le duele la herida, tenés pérdidas, las tetas se te ponen duras, no dormís hace siete días, te preguntás qué vas a hacer ahora, qué paso con mi vida, con mi pareja... Pero uno tiene que entender que ahora todo el amor es para ella.
-¿Te es fácil dejar de lado ese grado de egoísmo que tenemos todos?
-El ego pasa a un segundo plano con felicidad. Yo tengo una edad en la que ya hice de todo. No se me corta nada. Es una nueva etapa de mi vida y es una edad para disfrutar, hoy, de mi hija y mi pareja.
-Para muchos es todo un suceso que una mujer decida tener un hijo después de los cuarenta, ¿qué opinás de eso?
-Es que yo no había deseado ser madre antes. Arrancamos a buscar con mi pareja por el amor puro que nos teníamos y vino al toque. Me cuidé toda la vida, nunca me había quedado embarazada porque no quise. Eso de no querer ser madre joven o no ser madre nunca suele ser visto como algo extraño, no entra en lo estipulado por el mandato social, al igual que si una no quiere casarse siempre alguien va a preguntar: "¿Qué le pasará que tuvo un hijo siendo tan grande? ¿Qué le pasa que no se casa? ¿Qué le pasa que no tiene novio?".
Yo no me siento realizada como mujer por tener una hija y no creo que una sea menos mujer porque no es mamá. De eso hablamos mucho en Ser ellas, como dice mi personaje: "El hecho de tener un útero no implica que el destino final de una mujer sea el de ser madre".
-La palabra madre tiene un peso simbólico muy fuerte, ¿será por eso que hay que luchar tanto contra esa etiqueta?
-Uf, sí. La madre que sufre, que se sacrifica es endiosada. En Ser ellas hay una línea que dice: "Bueno, mira el mundo está lleno de hijos de puta y alguien los crío". Las mujeres crían a los machistas del mundo, así como es machista la nena con el cochecito de bebé o el niño con la pelota. O ver a una mujer feliz en una publicidad porque le brilla el piso, como si fuera normal. Estamos muy atrasados.
-¿Sos de leer libros para mamás, sobre la crianza, los hijos, etc?
-Sólo me enganché con un libro sobre la vida intrauterina, es muy importante saber qué es lo que le pasa al bebé cuando está en la panza. Ahora estoy leyendo uno de masajes para bebés y toda la filosofía que hay alrededor de la importancia de conectarte con ellos a través de las caricias, es hermoso. Pero, en general, me dejo llevar por la intuición. Es importante el momento de la concepción, el amor de sus padres, como pases el embarazo, sus primeros días y sus primeros años.
-¿Cómo dirías que fue tu infancia?
-No tuve una linda infancia, no fue horrible, no fue espectacular. Yo con dos años ya había vivido en tres países porque mis papás eran exiliados argentinos. Pasamos de la Argentina a Chile y después a Barcelona, donde estuve desde los dos años. Mi madre no tenía a su mamá y a sus hermanas para que la ayuden. Yo no tenía primos para jugar. No conocí lo que es una familia grande. Mi madre estaba muy sola. Por eso cuando decidimos con mi pareja buscar un bebé nos vinimos a la Argentina a establecernos. Yo quiero que tenga a sus abuelos, a sus primos. Acá está la familia de mi pareja, que es hermosa y están mis padres. En Barcelona, tengo mis amigos, pero quiero que ella sepa lo lindo de tener primos. No quiero repetir lo mismo que me pasó a mí. Es como se dice, "habré cometido errores, pero lo importante es que no sean los mismos que los de mis padres".
-¿Cómo tomaron tus padres la noticia de ser abuelos?
-Antes de Simona no tenía mucha relación con mi familia, era una familia rota. Ahora sé que los lazos se van a hacer más fuertes. Es bueno perdonar, soltar, eso es muy importante. Mi mamá no imaginó nunca que iba a ser abuela.
Cherubito y sus comienzos como chica sexy
-Apenas pusiste un pie en la televisión, en los 90, fuiste un boom, ¿por qué creés que fue así?
-Tenía sólo 22 años, no sabía qué era el rating. La gente me aceptó, pero a mí me costó porque tenía una mamá feminista y el lugar donde me querían poner todo el tiempo era en el de "la chica sexy". Yo no quería eso y me peleaba mucho, no quería estar cosificada. A esa edad hice lo que pude.
-¿Cómo llegaste a la tele?
-Fue bastante suerte. Yo estaba estudiando con Julio Chaves y daba clases de gimnasia para mantenerme hasta que conocí a Gastón Pauls y me habló de un casting que era para Gastón Portal. Me dijo: "Si salís en la tele te van a conocer más y vas a poder trabajar como actriz". Así arranqué con Portal en el canal 7 [hoy TV Pública], en Clase B y la pasé muy bien. No duró mucho, pero nunca me he reído tanto. Portal y su hijo siempre se portaron muy bien conmigo, me protegieron. Más adelante fui al casting de Atorrantes, en lo que era el canal 2 [hoy América] y quedé. Era a la medianoche y fue un boom. Yo hacía el rol de la prima copada. Ahí es donde no me fue fácil. Me sentí cosificada. Tenía muchas peleas con la producción, me querían mostrar siempre sexy y así me mostraba, pero nunca lograron ponerme una bikini. El cuerpo desnudo es desnudo, pero el tema es cómo se lo vive y se lo toma la sociedad. Si arrancás haciendo desnudos es difícil ir para atrás. Una cosa es hacer de sexy cuando ya estás instalada, otra cuando recién empezás porque te etiquetan de esa manera para siempre.
-Hoy, hacés algunas producciones muy sexy, pero en general preferís el perfil bajo, ¿cómo se equilibra eso?
-Nunca me interesó la prensa. Hago lo que me gusta, en teatro hice cosas que me gustaron mucho y otras veces no tanto, tengo que pagar cuentas. No quise nunca entrar en la parte del glamour del ambiente, menos de chica. Eso de ir a los eventos para la foto o a programas, no. Creo que es un precio muy caro el que se puede llegar a pagar. Tampoco me pasa nada si se preguntan: "¿Cherubito está viva?".
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