Ana Acosta, su larga amistad con Pepito Cibrián y por qué cree que la retiraron de la TV; “nos cancelaron por nuestro humor”
Entusiasmada, la actriz estrena una comedia musical, habla de su vida familiar y del secreto del amor con su marido, a quien conoció cuando tenía 14 años
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Ana Acosta vuelve a trabajar con Pepito Cibrián en Wilde, un hombre, una obra que tiene un gran significado para ella porque interpreta el mismo personaje que alguna vez hizo Ana María Campoy, su madrina artística y quien creyó en ella por primera vez.
En diálogo con LA NACIÓN, la actriz habla de humor, de su particular relación con Cibrián, cuenta por qué la retiraron de la televisión y asegura que siempre tuvo mucha suerte en la vida. También detalla cómo conoció a su marido a los 14 años y cuál es el secreto para seguir juntos.
-¿Debutaste con Pepito en el inicio de tu carrera?
-No exactamente, pero hice con él uno de mis primeros trabajos y me dio una gran oportunidad. Egresé del Conservatorio de Arte Dramático en 1983 y ese mismo año hice una comedia musical con música de Los Jaivas que estuvieron prohibidos durante la dictadura; la obra se llamaba Inkari. Después hice La casa de Bernarda Alba y con Pepe recién me encontré en el 1986, en Los Borgia. Así que lo conozco de toda la vida. Siempre me dirigió hasta ahora, porque en Wilde un hombre, además, se sube al escenario y ese es el desafío después de tantos años. Trabajamos juntos hasta 1992 haciendo cuatro comedias musicales y en 2014 volvió a convocarme para hacer Lifting. Ahora lo primero que le pregunté es si iba a actuar, porque me encanta que me dirija, pero si el personaje es Oscar Wilde, que lo haga él. Es una obra que hizo con su mamá hace muchos años y mi personaje lo hacía Ana María Campoy, quien fue mi madrina artística.
-¿Por qué?
-Porque yo la elegí (risas). En realidad, yo tengo mucho que ver en la vida de Pepe gracias a ella, porque en la audición a Pepe le gustó mi trabajó y por eso entré en Los Borgia. Pero un día, Ana fue a un ensayo y le dijo: “La chica española esa tiene futuro”. Así. Y fue como una premisa para Pepe, y cada vez me dio más protagonismo dentro de la obra porque había chicos que se iban y yo los cubría. Yo hacía de árbol porque éramos 42 en escena, pero me fue dando mucha confianza. Cuando después me convocó para Aquí no podemos hacerlo me di cuenta de que siento algo hacia él que él siente hacia mí: admiración, respeto.
-¿Son amigos?
-Si, pero no de esos amigos de irnos de vacaciones ni pasar los sábados juntos. El otro día lo hablaba con mis hijas (Talía y Estefanía) y me decían que no era amiga de ellas y yo les explicaba que no era una amiga íntima a la cual ellas le confiesan sus cosas privadas. Con Pepe me pasa otro tanto: somos amigos y sé que él está cuando lo necesito y yo estoy cuando él me necesita, y cuando estamos juntos la pasamos bárbaro. Entonces es una fiesta poder trabajar con Pepe. Estrenamos el 16 de agosto y vamos a estar viernes, sábados y domingos en el Teatro Regina. Y más adelante seguramente vamos a hacer gira también. En marzo pasado me llamó, pero para hacer otra obra que era para mitad de año y ya tenía funciones con mi hija Talía con Casa matriz. Esta obra finalmente va a hacerla más adelante y a él se le ocurrió hacer Wilde un hombre. Me encanta el desafío por la gente que la vio con Ana María y por quien no la vio y se imagina cómo la hizo (risas). Es un gran placer estar al lado de Pepe. Wilde tenía una madre bastante complicada, polémica, que compite con su hijo, lo insta a que sea libre y eso termina hundiéndolo como escritor porque, en su libertad sexual, después es condenado. Por un lado, está bueno tener una madre que te aliente a seguir adelante, pero ve que te vas a pegar contra una pared y ahí entendés que la relación es complicada. Es una historia que va y viene en el tiempo.
-Hace unos años que trabajás con tu hija Talía, ¿cómo se llevan en el escenario y en la vida?
-Maravillosamente. Ya habíamos trabado juntas. Yo en la dirección, que no es lo mismo, y las dos en el escenario hicimos Entretelones, pero ella entró por un reemplazo en la última semana. Y en cambio, Casa matriz la hacemos los dos desde el vamos, la armamos juntas, ensayamos y fue una experiencia maravillosa. El proceso creativo es lo más bonito. En julio de 2020 decidimos hacer esta obra, en plena pandemia. Fue mi cumpleaños y le pedí que viniera a saludarme. Por otra parte, mi marido nos decía hace tiempo que nos merecíamos trabajar juntas y que tenía que ser con Casa matriz, una obra que yo había hecho con Lidia Catalano, dirigidas por Tina Serrano. Leyó la obra, se emocionó y me dijo que quería hacerla conmigo, pero que no la dirigiera y las dos coincidimos en que fuera Nicolás Pérez Costa. Y empezamos a trabajar, ensayamos por Zoom y fue el tercer espectáculo en estrenarse en 2021. Fue muy lindo verla crecer desde los ensayos y tuvo tanto coraje como yo de empezar a ensayar sin saber cuándo íbamos a estrenar. La obra fue un salvavidas en ese momento tan difícil porque no sabíamos cuándo podríamos subirnos a un escenario otra vez; era mi fuente de trabajo porque hace rato me retiraron de la tele.
-¿Qué sentiste cuando te dijo que quería ser actriz e iba a seguir tus pasos?
-Primero sentí mucho orgullo porque mamó mi pasión por el teatro. Y ojalá tenga la misma suerte que tuve yo toda mi vida. Me encontré con un Pepe Cibrián, después haciendo una obra de él me vio Jorge Guinzburg y me llamó para Peor es nada. El factor suerte fue muy importante, porque si Jorge no hubiera ido a ver esta obra de Pepe, quién sabe si yo hubiera aparecido por la tele. Quizá hubiera tenido 47 obras hechas, como las tengo, pero no hubiese sido popular. Hice cuatro años de Peor es nada, uno con Jorge Porcel y Jorge Luz, otro con los uruguayos, Rompeportones con Emilio Disi y Miguel del Sel y algunas ficciones como Son amores, Sos mi vida y la que más me enorgullece de todas que es Archivo negro porque Héctor Olivera me llamó para sumarme, pese a tener una imagen más cercana al humor que al drama. Que apostara por mí fue muy importante. Antes Olivera me había llamado para hacer El caso María Soledad, también una película dramática.
-Hablás de suerte, ¿tiene que ir de la mano del talento para poder desarrollarse en el oficio?
-Tiene que ver con lo que te propongas en la vida. Si te propones ser Susana Giménez, es complicado si no pasás por la tele y no tenés esa cuota de suerte a la que me refiero. Podés trabajar toda la vida en teatro, pero la televisión te da popularidad. Y también hay muchos actores de televisión a quienes no se los conoce popularmente. A los 18 años decidí ser actriz y esta carrera nunca me dejó. Llamalo suerte o como sea.
Otros tiempos
-¿Por qué decís que te “retiraron” de la tele?
-Porque se dejó de hacer humor en la tele. Decían que era porque nuestro humor no era bueno y ahora hay streamings en los que dicen cualquier cosa. En comparación, nosotros éramos Heidi. No puedo creer la libertad, en el mal sentido, que tienen para decir cualquier cosa. Un libertinaje. Nos cancelaban por un programa de humor y ahora los chicos dicen cualquier cosa.
-Uno de esos chistes se los hicieron a Pepe en Olga, ¿qué pensás?
-Está enojado y creo que con justa razón, porque es un tipo que no es mediático, no se metió nunca con nadie y solo trabajó y le dio espacio a muchos jóvenes. Los que hemos pasado por la comedia musical trabajamos con Pepe. Se siente destratado. Extraño el humor en la tele porque soy de una generación en la que los martes estaba Mario Sapag, los miércoles Porcel, los viernes eran de Olmedo. Mario Sánchez tenía su programa. Y estoy hablando de todos hombres (risas), lamentablemente. Estaba Gabriela Acher, y también Cecilia Rosetto pero los capocómicos eran hombres.
-¿Qué recuerdos tenés de los capocómicos con los que trabajaste?
-Lo que más admiré es que ellos confiaban más en mí que yo misma. Me sorprendía. Mi novio, hoy mi marido, y mi familia me lo hicieron ver. Me acuerdo cuando tuve que imitar a la Cicciolina porque iba a estar con Mirtha y Guinzburg, quería que primero estuviera en Peor es nada (risas). Hice la satirización, porque siempre dije que era eso y no imitación; no me podía parecer nunca a Xuxa e hice Caxuxa, ni me podía parecer a Flavia Palmiero y la hice también. Quizá, por contextura física, podía parecerme a Andrea del Boca y también la hice. Jorge consideraba que podía hacer todo eso. Siempre los otros vieron y confiaron más en mí que yo. El mismo Olivera que me llamó para hacer Ruth Salazar en una película icónica como El caso María Soledad. Olivera recibió una carta documento de Salazar cuando se enteró que yo iba a interpretarla porque creyó que haría una sátira. Y no pude ir a Catamarca a filmar mis escenas, porque no quería exponerme.
-¿Por qué no trabajás en las ficciones de las plataformas?
-Porque no tengo representante; soy de las antiguas. Y cuando se arma una ficción está el productor, el director, la cabeza de elenco y el representante que sugiere y ofrece a la gente que trabaja con él. Tuve representante una vez, durante seis meses, pero no funcionó porque si tengo que decirle lo que valgo, no me sirve. Para eso lo peleó yo. Fue en el momento que pasé del off a calle Corrientes con Necesito un tenor, con Ricardo Darín.
-Siempre tuviste trabajo como actriz y paralelamente, un negocio familiar. ¿Por qué?
-Si, y lo tenemos. Hace años tuvimos uno, lo fundimos, y en el ‘95 Fabian empezó a trabajar conmigo e hicimos el unipersonal que, creo es mi mejor trabajo, Cómo se rellena un bikini salvaje. Después nos pusimos una escuela de teatro y estuvimos 13 años, con mi marido y mi hija Talía, viviendo del teatro y ocasionalmente de la tele. Hicimos también otra obra y recorrimos la costa varias veces. En 2008 ya tenía dos hijas y era mucho, y decidimos abrir Ana Acosta Moda, que todavía funciona y muy bien. Estamos en Once y yo voy todos los sábados y le gusta a la gente, me dicen que se reían mucho conmigo, algunos creen que dejé porque no me ven en la tele.
-Estás hace casi 50 años con tu marido, Fabián Chiocchio, ¿cómo se conocieron?
-Lo conocí cuando él tenía 14 y yo 15, y nos pusimos de novios dos años después. Era el primo del amigo de mi primo (risas), y nos conocimos en una fiesta en GEBA. Hicimos una barrita y salíamos todos los fines de semana; después me le declaré.
-¿Vos te le declaraste?
-Sí, porque ni se imaginaba que, siendo mayor, él podía llegar interesarme. Es un año, es verdad, pero en esa época él tenía 16 y yo 17.
-¿Hay un secreto para seguir juntos?
-No creo que haya una fórmula. Nosotros tenemos crisis grosas, hemos estado separados varias veces, aunque volvemos a los tres meses (risas). Creo que tiene que ver con que somos almas gemelas. No me imagino la vida sin él. Puede sonar feo decir que somos como hermanos pero es así, porque a veces lo siento como un hermano además de marido, amigo, amante, todo. Hace muchos años que estamos juntos.
-¿Alguna vez pensaron en abrir la pareja?
-No, no me cierra. No por celos sino porque creo que si la paso mejor con otra persona, ¿para qué estoy con él? Si estás aburrida y no te divierte tu marido, te separás. Hace unos meses nos fuimos solos de vacaciones a España durante 26 días, por primera vez en la vida. No tuvimos de luna de miel porque cuando me enteré de que estaba embarazada, estaba haciendo una comedia con Juan Carlos Calabró; nos casamos y seguí trabajando. Llevábamos 13 años de novios en ese momento. Así que ésta fue una especie de luna de miel, muchos años después de la boda, y la pasamos bárbaro. Cuando llegamos, a la semana ya estábamos peleados de vuelta (risas). La vida misma.
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