La actriz dialogó con LA NACION sobre la flamante ficción de Star+, The Dropout, sobre la increíble historia de invención y fraude de Elizabeth Holmes, uno de los personajes que más le costó interpretar en su carrera
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Una joven, una idea, un lugar y un mantra. Elizabeth Holmes dejó sus estudios en Stanford donde cursaba la carrera de ingeniería química porque, inspirada por las creaciones de Steve Jobs, pensó en un concepto que, según su ambiciosa visión, tenía el potencial de cambiar la manera en la que los Estados Unidos iba a acceder a la salud.
Holmes había creado un pequeño aparato de extracción de sangre con el que bastaba pinchar el dedo una sola vez para obtener una gota. La misma luego sería analizada en una infame máquina bautizada Edison, que prometía arrojar resultados precisos en pocos minutos.
Análisis al instante y un procedimiento poco invasivo. Una propuesta que Holmes le hizo a una profesora de medicina de la universidad que, con escuetas palabras, le aseguró que jamás funcionaría. “Es cuestión de ciencia básica”, le explicó a la entonces estudiante. En una historia exitosa de superación, esa objeción hubiese sido el primer escollo de la heroína en su camino a la gloria. En la de Holmes, fue la advertencia no escuchada a tiempo.
La obstinada joven no se rindió y, tras irse de Stanford, se mudó al paraíso de los entrepeneurs: Silicon Valley, donde logró financiación para lo que, en el año 2003, sería su propia gran empresa, Theranos. Terapia, diagnosis y el mantra de Yoda que iba adosado a la compañía: “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”.
La misma profesora que rechazó su idea le hizo una salvedad: “Estamos hablando de ciencia: siempre estamos intentando”. Nuevamente, Holmes no escuchó y logró persuadir a inversores para poner a Edison al alcance del dedo de millones de individuos. Los problemas empezaron cuando la máquina comenzó a arrojar resultados inexactos o bien a romperse a los pocos minutos de ingresada la gota, catástrofes que, por años, se escondieron puertas para adentro.
Con esa voz grave que fue objeto de debate, sus turtlenecks (cuellos de tortuga) negros inspirados en Steve Jobs, su labial rojo y mirada intimidante, Holmes no iba a permitir que nadie le dijera que su invento había fracasado.
Y eso fue nada menos que el puntapié para uno de los mayores fraudes de Silicon Valley, un mazazo a las mujeres que buscaban triunfar en la biotecnología, campo monopolizado por los hombres. Amparada en que no podía revelar “secretos industriales” de la empresa, Holmes intentaba tapar el sol con las manos. Su aparato simplemente no funcionaba.
El ascenso y caída de Holmes, quien este año fue declarada culpable por fraude, fue investigado por el periodista de The Wall Street Journal, John Carreyrou, quien publicó un artículo que exponía a la ex CEO mediante testimonios de empleados de Theranos, y quien luego editó el apasionante libro Bad Blood que sirvió como material para el gran documental de Alex Gibney, Desangrando a Silicon Valley.
Este jueves, por la plataforma de streaming Star+, se estrenan los primeros tres episodios (de ocho) de The Dropout, la ficción sobre Holmes de Elizabeth Meriwether, basada en el podcast homónimo de Rebecca Jarvis.
Su protagonista es Amanda Seyfried, quien además produce la serie que se desmarca en el microclima de los relatos biográficos con un gran manejo del humor y una interpretación extraordinaria de su actriz principal. Asimismo, The Dropout arroja luz, ya desde el primer episodio, sobre la compleja relación de Holmes con Sunny Balwani, su pareja y socio, personificado por el exLost Naveen Andrews, una figura clave en el recorrido de Theranos, cuya dinámica con la empresaria continúa siendo una incógnita. “Elizabeth es un enigma para mí, y eso que la estudié mucho”, le confesó Seyfried a LA NACION en una entrevista exclusiva.
La actriz que debutó en cine en 2004 con Chicas pesadas y que el año pasado recibió una merecida nominación al Oscar por Mank, de David Fincher, no le temió al desafío de personificar a una impostora que se promocionaba como una mujer de la ciencia que había roto el techo de cristal, cuando en realidad estaba perjudicando una larga lucha. “Creo que ella quería sobrevivir a toda costa en el ámbito en el que estaba y por eso ocultaba tantos secretos al mundo, pero todavía sigo sin saber quién es”, añade la actriz quien, vía Zoom, habló con este medio sobre los riesgos de querer imitar a una figura cuando se realiza una biopic, el vuelco que tuvo su carrera tras haber sido candidata al premio de la Academia, y sobre lo orgullosa que se siente de haber formado parte de una película clave para la cultura pop como Chicas pesadas. “Sé que en 10 años, cuando mi hija cumpla 15, la vamos a ver y le va a encantar, eso tienen los clásicos”, asegura.
-¿Cómo abordaste al personaje de Elizabeth? Porque me imagino que podía ser fácil caer en la imitación, recuerdo tu interpretación de Marion Davies en Mank, en la que captaste de una manera hermosa su esencia; en este caso también evitaste la mímesis...
-Sí, es que yo sabía desde el primer momento en que hablé con la creadora de la serie, Elizabeth Meriwether, que no tenía sentido intentar imitarla porque la serie está basada en una persona real, en algunos eventos reales, y nuestra tarea era dramatizar eso, pero tratar de que se sienta lo más real posible, aunque tenga toques de humor.
-Sí, más allá de la temática, se perciben viñetas cómicas
-Eso es porque la vida es graciosa, la vida tiene humor. Entonces, a pesar de que tuvimos en cuenta eso, quería que mi interpretación se sintiera lo más real posible, porque así es cómo se impacta en la gente. Con Liz hacemos un gran equipo, vemos muchas cosas de la misma manera y estoy segura de que la versión de la historia que hicimos, y mi versión como actriz de Elizabeth es la versión que yo siempre quise mostrar.
-Decías que Elizabeth Holmes sigue siendo un enigma para vos después de haberla investigado tanto. ¿Qué era lo que esperabas encontrar y por qué considerás que permanece tan misteriosa?
-Creo que sigue siendo un enigma porque está increíblemente capacitada para esconder quién es realmente. Tal vez lo hace para sobrevivir, que es lo que todos hacemos, mostramos una parte al mundo y escondemos otra como manera de adaptarnos al entorno. Eso nos brinda una sensación de seguridad. En el caso de Elizabeth, debe haber una razón por la cual todavía no sabemos bien quién es.
-Es interesante que la voz tan característica de Elizabeth no fue el eje de tu actuación, solo la utilizás en momentos clave, ¿eso fue para aludir a su impostación?
-Sí, esa decisión que tomamos fue totalmente deliberada. La idea era que conociéramos a la Elizabeth en sus primeros días, sus inicios en la empresa y los estudios. Yo sabía que era una muy buena elección poner al descubierto la voz a la mitad del camino, porque querés estar con ella, y al mismo tiempo no...
-¿A qué responde la transición?
-Buscamos generar mayor impacto, que sea como un golpe de efecto, porque todo depende de dónde decidas ubicar cada cosa a lo largo de la historia, y creo que hicimos un gran trabajo en ese aspecto. Además fue muy divertido intentar hacer la voz, porque hice el mismo proceso que yo pienso que hizo Elizabeth: utilizarla únicamente en situaciones que lo ameritaran. O por lo menos así es cómo creo que pasó (risas).
-¿Cómo cambió tu carrera luego de haber sido nominada al Oscar el año pasado por Mank? ¿Realmente se produce un cambio o es parte del mito?
-No, algo cambia, sí. Realmente impactó en mi carrera. Fue muy grande lo que generó esa nominación. Gracias a ella obtuve este papel en The Dropout, porque estoy convencida de que me llegó gracias a Mank, por ahí no por la nominación en sí, sino porque al menos aumentó las chances de que fuera yo quien interpretara a Elizabeth, y por eso no me podría sentir más afortunada.
-También te ubicó en otro lugar como actriz...
-Claro, porque creo que cada oportunidad que me dan genera otra, y así sucesivamente, y yo siento que Mank me hizo brillar otra vez, por lo menos por un rato, y obtuve grandes personajes que no había logrado consegir antes. Ahora puedo interpretar a gente increíble y estoy feliz con los trabajos que estoy consiguiendo, me tienen todos muy entusiasmada.
-¿Y qué se siente ser parte de un fenómeno cultural como Chicas pesadas?
-Mirá, es muy loco, ¡porque tenía 17 años cuando la filmé!
-¿¡17!?
-¡Sí! ¡Ni siquiera sabía cómo se hacía una película! Fue la primera vez que me encontré con una cámara para un film. Es increíble, yo amo la película y me divierto cada vez que la veo, me gustaría quedarme con el crédito pero fui solo una jugadora más en una historia brillante. Cuando mi hija tenga 15, dentro de 10 años, la va a ver, y eso es genial, porque ya es un clásico y lo seguirá siendo.
Dónde verla. Los tres primeros episodios de The Droput ya están disponibles en Star+, y todos los jueves se estrenará uno nuevo.
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