Amanda Bynes sale de la institución mental donde fue internada de urgencia hace 22 días
La actriz, conocida por Hairspray y Se dice de mí, de 36 años, comenzará un tratamiento ambulatorio; fue una de las más grandes estrellas juveniles de comienzos de los 2000, carrera que abandonó para estudiar diseño de indumentaria en 2010
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La actriz Amanda Bynes fue dada de alta de la institución mental en la que tuvo que ser internada de urgencia hace tres semanas, después de ser encontrada caminando desnuda y desorientada por las calles de Los Ángeles, California. Así lo confirmó el medio estadounidense TMZ, que en su momento también dio la exclusiva de su internación. Bynes, de 36 años, comenzará un tratamiento ambulatorio, trabajando con médicos y especialistas para asegurar su estabilidad mental. Según fuentes cercanas que hablaron con TMZ, Bynes vivirá sola en su propia casa, como hacía antes de su hospitalización, y mantendrá gran parte de la independencia que ganó tras recuperar su autonomía después de nueve años bajo la tutela de sus padres.
A fines de marzo, TMZ informó que Bynes había sido hospitalizada en una institución psiquiátrica. La actriz, conocida por sus papeles en series infantiles como The Amanda Show en Nickelodeon o películas como Hairspray (2007) y Se dice de mí (2010) fue vista caminando sin rumbo por la ciudad. Según la publicación, Bynes paró a un conductor y le explicó que acababa de tener un brote psicótico, y llamó por sus propios medios al servicio de emergencias médicas para informar de la situación. Tras ser llevada a una comisaría cercana, fue atendida por un equipo especializado en salud mental. Estos determinaron ponerla bajo la tutela de un hospital psiquiátrico a través de un procedimiento conocido por el código 5051, que permite a médicos especializados en salud mental, policías e incluso familiares internar temporalmente a personas que constituyan un peligro para sí mismos o para otros. Este procedimiento suele durar 72 horas, pero puede prolongarse hasta estabilizar a un paciente, en este caso fueron tres semanas.
Ya hace años que la actualidad de la actriz nacida en California es materia de interés para los paparazzi en Los Ángeles, quienes durante mucho tiempo la persiguieron sin tregua y documentaron su difícil transición de estrella juvenil a actriz adulta sin proyectos por delante. Es parte de las problemáticas estadísticas que tiene Hollywood: Bynes comenzó a trabajar en la industria del cine y la televisión a los siete años, y con el tiempo pasó de ser una estrella infantil a convertirse en una de las caras más conocidas de las comedias románticas adolescentes gracias a sus papeles en Lo que una chica quiere (2003), donde compartía cartel con Colin Firth, o Una chica en apuros (2006), una versión libre de Noche de reyes, junto a Channing Tatum.
En aquella época su carrera estaba en pleno ascenso gracias a las buenas críticas cosechadas en algunos de sus últimos trabajos, como el musical Hairspray, en el que interpretaba a Penny, la inocente mejor amiga de la protagonista, papel por el que ganó el premio de la crítica cinematográfica a la mejor interpretación de reparto y que le consiguió una nominación para los galardones del sindicato de actores en 2008. Sin embargo, en 2010, Bynes anunció a través de su cuenta de Twitter que se tomaría una pausa por tiempo indefinido de la actuación. Su idea, según se supo luego, era dedicarse a estudiar diseño de indumentaria y experimentar la vida universitaria. Con la prematura muerte de Brittany Murphy y la caída en desgracia de Lindsey Lohan, otras dos talentosas actrices juveniles cuyo potencial quedó como telón de fondo de sus problemas personales, la decisión de Bynes de alejarse del mundo del espectáculo parecía la mejor solución para evitar seguir el mismo camino de sus colegas.
Sin embargo, a partir de 2012, la actriz comenzó a aparecer en los titulares por noticias que nada tenían que ver con su faceta como actriz: primero por ser arrestada por posesión ilegal de drogas y luego numerosos problemas por conducir bajo los efectos de estupefacientes la llevaron a los tribunales en pocos meses. Esos hechos, sumados a las imágenes en las que prendía fuego a un pantalón en la entrada de su casa o en las que se afeitaba su popular melena rubia, confirmaban de una forma demasiado pública que algo estaba ocurriendo en la vida de la joven intérprete.
Desde entonces, la exestrella infantil pasó por varios centros de rehabilitación e instituciones de salud mental y, desde 2013, sus padres tuvieron la custodia legal de la artista. En 2022, siguiendo los pasos de Britney Spears, Bynes solicitó el fin de la tutela de sus padres, que le fue concedido por un juez que determinó que “ya no era necesaria”. El fin del tutelaje volvía a otorgarle el manejo de su vida personal y de su fortuna, que se estima en torno a los seis millones de dólares. Pese a los últimos acontecimientos, los padres de la actriz, Lynn y Rick, no se plantean volver a pedir la tutela de su hija, según informó TMZ.
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