Alfredo Casero estuvo de casamiento: su hija mayor pasó otra vez por el registro civil, tras superar una relación tóxica
Luego de 8 años en pareja y un hijo en común, decidió oficializar su unión y poner “en regla” sus papeles; preparan una gran fiesta para más adelante
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Alfredo Casero estuvo de casamiento y estaba tan contento, que transmitió todo en vivo a través de sus redes sociales. La que dijo “sí, quiero” fue su hija mayor, Guillermina, conductora de radio y actriz, quien de un día para otro organizó la boda, sacó turno en el registro civil y preparó un festejo íntimo en su casa. Rescató de su placard un vestido de HyM, se maquilló, se peinó ella misma y enseguida estuvo todo listo.
Luego de ocho años en pareja -con un hijo de cinco, Antón- decidió que era momento de poner los papeles en regla y apuró los trámites. Más adelante vendrá la fiesta grande, en un campo, con un invitado especial que hará de ministro: Peperino Pómoro, el célebre personaje de Cha Cha Chá.
Guillermina Casero le contó a LA NACION por qué decidió casarse tan repentinamente. “Con Juan nos conocimos a través de Tinder, increíble, era la primera vez que yo usaba esa plataforma de citas”, recordó y sumó: “Pero lo vi y fue un flechazo. Y a pesar de que yo ya tenía tres hijos y toda una historia, fuimos creciendo, sorteando todas las vicisitudes que nos fue poniendo el destino y llegamos hasta acá. Quisimos casarnos porque creemos que ya era momento de formalizar y de ser responsables uno del otro. Pasamos muchas cosas, mejores momentos, otros más difíciles, pero siempre acompañándonos”.
Ella dice “decidimos”, pero luego se sincera y asume: “En realidad lo decidí yo a raíz de una situación bastante triste que nos tocó vivir de cerca. Eso me hizo recapacitar y tomar noción de la importancia de tener lo legal organizado. Que si tanto nos amamos y tanto queremos compartir juntos, era necesario tener todo en orden por si algún día le pasa algo a alguno, para que las cosas estén claras”.
En el casamiento, además del hijo de la pareja, estuvieron los tres niños que Guillermina tuvo con su anterior pareja. “Sorprendentemente, los chicos fueron los más felices de la fiesta. Los más grandes estaban chochos, súper orgullosos. Les cambió la mirada, no sabemos bien qué les pasó porque nosotros no le dimos tanta importancia, no fue como un evento ¡guau!, pero ellos estaban felices, quisieron usar traje, nadie se los pidió. Lo disfrutaron mucho”.
Si bien Guillermina explicó que el matrimonio se realizó por “los papeles”, es cierto que también hay una cuota sentimental en todo esto y una situación de superación muy fuerte. Ella misma dijo “queríamos celebrar el amor con nuestra gente más querida”, pero también sabe que este paso significa definitivamente dejar atrás una situación conflictiva, un matrimonio que la alejó durante muchos años de su familia y del que pudo salir gracias a sus afectos y a ella misma, que tomó la decisión de cortar con esa relación tóxica.
“Es verdad que se puede salir adelante, siempre hay otra opción”, reflexionó a unos días de la feliz boda. “A veces pensamos que no hay salida, pero siempre hay una mano de donde agarrarse. Puede estar en un familiar, en un amigo, o en la persona menos pensada, pero siempre se puede salir de donde se está. No hay que perder las esperanzas.” Y sobre su propia experiencia, dijo: “Es importante trabajar mucho sobre una misma, reflexionar, entenderse, aprender de los errores y de todo aquello que te hizo daño. Aprender a abrir la mirada y conocerse, para saber por qué llegaste a ese punto, qué te llevó hasta ahí y qué fue lo que tuviste que aprender para no volver a caer en los mismos errores. Hay que estar atenta a las señales, ser fiel a tu instinto y cuidarte mucho”.
Con la libreta roja en la mano y un presente más que alegre, Guillermina aseguró: “No se puede amar bien si antes no te amás a vos misma. Cuando salís de una relación y más cuando es una problemática, es muy importante tomarse el tiempo de analizarse, sanar y estar bien para empezar algo nuevo”. Para ella, “ser feliz es posible, pero hay que soltar los patrones que nos llevaron a los lugares que ya no queremos habitar. Siempre hay que revisarse, buscar la forma de aprender de lo que nos pasa y ser críticas, pero amorosas con nosotras mismas. Yo, con mucho trabajo interno pude sanar el pasado y reconciliarme conmigo. Soltar el papel de víctima es difícil, pero necesario. Hay que seguir adelante porque la vida es ahora”.
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