El actor habló con LA NACIÓN sobre su presente, el reestreno de una obra que lo tiene entusiasmado y por qué no abandona su rol de emprendedor
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Protagoniza El plan, una comedia dramática que habla de salud mental y en la que interpreta a una persona con muchas fobias. Dice Alejandro Müller que se siente muy lejos de ese personaje y que tampoco se aferra a los planes en su vida. Más bien, los tiene a corto plazo. En diálogo con LA NACIÓN, el actor que a los 50 años se animó a cerrar su fábrica, subirse a un escenario y empezar una nueva vida, reconoce que todavía tiene espíritu de empresario. Y aunque vive de la actuación, tiene otros emprendimientos porque si no se aburre. También cuenta que, por primera vez en muchos años, no está en pareja y disfruta de su soltería.
El plan ya se había estrenado en la última temporada de Mar del Plata y gracias a su trabajo, Müller ganó el premio Estrella de mar al mejor actor de comedia. “Hasta hace unas semanas hice teatro en Uruguay, una comedia que se llama El secuestro, y por eso el estreno en Buenos Aires se retrasó. No me puedo quejar, no me falta trabajo. El plan es una comedia dramática que cuenta la vida de dos hermanos, uno de ellos tiene fobias y varios TOC, no sale a la calle y la historia empieza cuando conoce a alguien por internet. Y el otro hermano siempre lo sobreprotegió. La obra habla de la salud mental siempre en tono de comedia”, detalla el actor. Y agrega que investigó mucho para interpretar al personaje: “Está muy bien escrita, pero le puse mi sello. Es un tema que siempre me interesó, aunque el personaje es muy lejano a mí. Nunca tuve fobias, ni miedos, ni siquiera de familiares directos”.
-¿Y sos de tener planes?
-Intento planificar a corto plazo. No soy un hippie que vive al día, pero me gusta vivir bien, aunque no soy muy ambicioso. Y eso hace que necesite tener planes. No vivo para el futuro sino en el presente. Por ejemplo, yo no me privo de nada para ahorrar e irme de vacaciones. Prefiero disfrutar todos los días y para eso también hay que tener un plan. A mis 50 años cerré mi empresa y me dediqué a actuar y eso más o menos me pinta. No me aferro a las cosas ni a los proyectos tampoco.
-Tenías una empresa de matrices...
-Sí y decidí cerrarla hace unos diez años. Fue muy difícil porque tenía empleados y eso era lo que más me preocupaba. Les ofrecí quedarse con la empresa, pero no se animaron en ese momento, así que vendí todo lo que pude vender, puse mis ahorros, llegamos a un acuerdo y pagué las indemnizaciones. Volví a empezar a mis 54 años.
-¿Alguna vez te arrepentiste?
-Nunca. Jamás me arrepentí de este cambio de rumbo en mi vida. Empecé a estudiar clown cuando mis hijas eran chicas y tenía la fábrica como una especie de terapia y me entusiasmé. Durante unos años hice las dos cosas, pero no podía sostenerlo porque no me daban los tiempos. Con teatro independiente no ganaba dinero, pero cuando me llamaron para formar parte de la tira Valientes, me di cuenta de que podía trabajar y vivir de esto. Fue mágico; tenía la necesidad de trabajar como actor.
-Y desde entonces no paraste...
-No. Acabo de terminar el rodaje de Una semana juntos, hace algunas semanas se estrenó Las corredoras, película de la cual participo y además estoy dirigiendo La coartada en el Teatro Multiescena. Aunque ya dirigí en varias oportunidades, esta es la primera vez que lo hago en una obra en la que no actúo y está muy bueno porque me puedo concentrar solamente en la dirección.
-¿Por qué volviste a tus pagos, en Padua?
-Tengo mi casa y también algunos emprendimientos porque todavía tengo la cabeza de empresario... (risas).
-Te reinventaste varias veces...
-Sí y sigo haciendo cosas porque si no me aburro.
-¿Es inquietud o necesidad?
-Las dos cosas. Como actor me va bien, pero siempre digo que hay que tener huevos en varias canastas. Además, me entretiene. Cuando cerré la fábrica dije que iba a dedicarme a ser empleado y que me contraten, pero no es tan así... (risas). Siempre estoy haciendo cosas, me gusta generar y entonces si no actúo, dirijo o produzco. Soy inquieto. Tengo mi alma de empresario por más que reniegue y mis hijas, Camila y Catalina siguen un poco mis pasos; tienen una productora de contenidos, y hemos trabajado juntos y nos llevamos muy bien. Son mi guía y todo lo consulto con ellas porque tienen otra visión de las cosas. Una es licenciada en comunicación y la otra socióloga, y hace unos años se asociaron.
-¿Te fundiste alguna vez?
-No llegué a fundirme, pero la pasé muy mal en muchas etapas y en 2001 estuve al borde, pero nunca presenté convocatoria y ni tuve juicios.
-Con tantos compromisos, ¿tenés tiempo para el amor?
-En este momento estoy solo. Todos creen que tengo que estar siempre de novio con una mujer más joven, pero no es así. Estoy más tranquilo, en otra etapa. De todos modos, soy enamoradizo y me gusta estar en pareja, mucho más que solo. Antes padecía la soledad y buscaba, y ya no. Creo que por fin, a los 64, estoy madurando, como dice mi terapeuta.
-¿Cómo te llevás con el paso de los años?
-No me saco años porque no puedo, pero lo haría... (risas). No tengo problemas en decir que tengo 64 años y me siento y me veo mucho más joven. No quiero sentirme un viejo y tampoco hacerme el pendejo. Como decía Clint Eastwood en una entrevista: “No dejo entrar al viejo a mi cuerpo”. Y yo hago eso, no dejo a entrar al viejo y busco el equilibrio entre los años que tengo y los que siento, y los llevo con la mejor actitud.
-Hiciste varias ficciones y muchas fueron éxitos, ¿añorás esos tiempos?
-No vivo del pasado. Tengo una memoria bastante corta y me olvido de algunas cosas... Debe ser para poder disfrutar el presente. Claro que añoro y me gustaría que hubiera más ficciones y producciones nacionales para que haya trabajo para todos, pero no creo que el pasado sea mejor. Si bien tuve la dicha de estar en varios éxitos, ya cuando entré en la televisión todo estaba cambiando y se producía menos. Viví el último coletazo y hoy disfruto de otras cosas. Me gusta actuar y a eso apunto.
-¿A qué personaje le tenés un cariño especial?
-A Huevo, de Valientes. Imaginate cómo pegó el personaje que todavía me dicen Huevo. En ese momento no me di cuenta de la dimensión de lo que estaba viviendo. Lo entendí después, con lo que se generó. Mientras sucedía todo era medio raro porque la gente me reconoció de una semana a la otra y, de pronto, no podía ir a ningún lado. No quería hacerme cargo de eso tampoco porque muchos amigos me decían: “Vos ya llegaste”. Y no es lo importante llegar, el tema es mantenerte y a eso me aboqué. Cómo no tenerle cariño a Huevo, entonces. El otro día alguien me contó que hasta Lionel Messi mira Valientes; parece que lo dijo en un reportaje.
Para agendar
Cuándo verla. La obra El plan se puede ver de jueves a sábados, a las 21, y los domingos, a las 20, en el Teatro La Casona (Avenida Corrientes 1975).
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