Alejandra Pradón, íntima: sus amores, los fans obsesivos y los tres juicios por los que espera una pronta resolución
La criaron sus tías monjas y vio a su mamá una sola vez, a los 24 años; hace 18 años sufrió un brutal accidente que prefiere no recordar, pero sabe que la vida le dio otra oportunidad
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Hizo la primaria pupila en un colegio de monjas porque su mamá abandonó la familia cuando Alejandra Pradón era muy chiquita y su papá, Carlos, tenía que trabajar muchas horas en el correo central. Ya siendo más grande, las tías se hicieron cargo de ella y de sus dos hermanas. “Mis tías también eran monjas, así que rezo desde que tengo uso de razón. Tengo una familia hermosa y muy unida”, se emociona. A los 18 años, Alejandra recorrió el mundo bailando con Juan Carlos y su rumba flamenca y llegó a la televisión también de la mano de ese grupo, cuando se presentaron en La noche del domingo, con Gerardo Sofovich. Trabajó con Lucho Avilés en Indiscreciones, con Antonio Gasalla, Jorge Guinzburg, Marcelo Tinelli, Mario Pergolini y en decenas de programas y obras de teatro con Jorge Corona, Tristán, el Negro Álvarez y Nito Artaza. Pronto se convirtió en un ícono, en la vedette más deseada y a la que todos querían tener en su elenco. En diálogo con LA NACION, Alejandra Pradón recorre su historia, habla de amor, de su familia, de sus sueños y decisiones.
Su rutina diaria es simple. Dice que es una vecina más, y que hace las compras, limpia y ordena como cualquiera. “Soy una persona normal, hago de todo, no me alcanza el tiempo. Me levanto temprano, riego mis plantas mientras tomo mate, desayuno mis claras”. También entrena en algún momento del día, porque le gusta cuidarse y siempre lo hizo: “Soy súper sana en la alimentación y tengo mucha conducta. No como pastas, ni grasas ni azúcares. En cambio como muchos frutos secos, avena, claras de huevo, pescado, pechuga de pollo, fruta y verdura”, detalla.
-¿Cuándo decidiste ser bailarina?
-Nunca supe ni quise ser famosa. Solamente trabajaba y la fama se me vino encima. Siempre me gustó el baile. A los 17 años, la esposa de Juan Carlos habló con mi papá para que me autorizara a viajar con ellos. Decían que llamaba mucho la atención. Y me fui a trabajar afuera. Viví durante dos años en la Isla Margarita, viajando a varios países de Centroamérica y Europa. Siempre con Juan Carlos y las rumberas. Su esposa era como mi madre. Éramos un grupo hermoso, la pasé re lindo. Bailábamos todos los días, primero ensayando y a la noche hacíamos el show en hoteles cinco estrellas. Por ahí pasábamos un mes en un país, otro mes en otro, pero siempre volvíamos a Margarita. Fue una carrera maravillosa la que tuve, y me enorgullece. Durante muchos años trabajé mucho, de lunes a lunes, sin feriados, sin vacaciones, haciendo temporada, fiestas. Así es la vida del artista.
-Hace rato que no te vemos en televisión y teatro, ¿es una elección?
-Nunca estuve alejada del medio. Quizá no me vean en la tele pero hago presencias, sobre todo en el interior, también en Miami, Perú, Chile, Uruguay, Paraguay. Y tuve propuestas para hacer teatro el verano pasado, pero no acepté porque preferí cuidarme. Quiero estar sanita. La pasé mal un año entero (en referencia al accidente que sufrió en 2004 cuando cayó del balcón de su casa). Durante la cuarentena hice notas por zoom, llamadas telefónicas, radios. La pandemia no fue fácil para los artistas, pero me tomé todo muy en serio y me cuidé mucho la salud. Recién después de darme la tercera dosis de la vacuna, en febrero, empecé a animarme a salir un poco más. Encima tuve un accidente el año pasado.
-¿Qué te pasó?
-Estaba estacionando y pasó un camión de soda y me hizo bolsa la puerta, el guardabarros, el paragolpes y me lastimó, porque yo estaba dentro del auto. Me quebraron la clavícula y la rehabilitación fue larga y no podía moverme. No sabía que era tan jodido y eso que ya había estado toda quebrada. Pero la clavícula es delicada porque involucra la cervical, el brazo, el pecho, la espalda. La pasé muy mal y todavía estamos en veremos porque la Justicia es muy lenta. Estoy en juicio. Tengo tres juicios en este momento.
-¿Por qué?
-En verano también me hackearon mis redes, mi Instagram y mi Facebook. Ahora los recuperé. Y tengo otro juicio porque se hacían pasar por mí, pedían dinero para chatear supuestamente conmigo. Se vendían como una salita hot con la Pradón. Empezó la pandemia y a los pocos días ya estaban lucrando, delinquiendo con mi nombre. Es una asociación ilícita y hay mucha gente involucrada. Un desastre.
La sensualidad y la fama
-Volviendo a tu trabajo, durante muchos años fuiste el sueño de muchos argentinos: una “bomba sexy”. ¿Cómo lo vivías?
-(Ríe) Hasta el día de hoy me dicen: ‘sos mi sueño’. Y chicos muy jóvenes que me miran en Internet. Nunca quise ser famosa, simplemente se me dio. Dios habrá dicho ‘que sea feliz en este medio’. Y la verdad es que la pasé muy bien, me divertí mucho.
-Cuando todavía no se hablaba tanto de feminismo, ¿vos te sentiste cosificada, te sentiste un objeto sexual?
-Nunca me sentí cosificada. Esto es nuevo. Obviamente en los contratos ponía que no me dijeran malas palabras, ni chistes con la cola y las lolas, y que no fueran machistas. Era mi única condición. Nunca me maltrataron ni se metieron conmigo. La pasé muy bien siempre. Lucho (Avilés) era como mi padre y todos eran como hermanos, íbamos a comer, la pasábamos divino. Y cuando trabajé con Gasalla igual, años haciendo teatro acá, en Miami y en Uruguay y televisión. No tengo más que agradecimientos. Me divertí mucho en los sketchs con Marcelo Tinelli y con (Marcelo) Polino, con quien hicimos presentaciones en todo el país. Pero nunca me sentí cosificada, para nada. Es más, ahora hago fotos para sitios para adultos. Son elevaditas de tono, aunque no tanto como las de Playboy.
-Debés tener muchas anécdotas...
-Un montón. Una vez estábamos con Amelita Vargas en Miami haciendo teatro. Recuerdo que íbamos a un ensayo y en la calle me vio un morocho grandote y se me abalanzó y me succionó. Amelita le pegó con la cartera, para separarnos. Entré al teatro y me caía sangre de la nariz. Hubo varios obsesivos en mi vida. En los teatros me ponían seguridad porque era una locura, y me tenían que sacar por la puerta de atrás, como en el Lido de Mar del Plata, porque sino se me abalanzaban. Una vez fui a hacer un show a un boliche para cuatro mil personas, en Santa Fe. Había 12 patovicas a los costados y, sin embargo, un tipo se abalanzó y me atacó sobre el escenario. Yo sangraba, porque hubo un forcejeo, y lloraba. El hombre estuvo preso tres días y cuando salió dijo que si me volviera a ver haría lo mismo. Ni siquiera pidió perdón. Y con Nito (Artaza) y el Negro (Álvarez) tenía un admirador muy obsesivo. En ese entonces yo estaba de novia con Claudio Gentile y había un pibe que iba todas las noches al teatro, compraba la entrada, se sentaba en la primera fila y después me preguntaba si quería casarme con él. Y veía que mi novio me dejaba en la puerta del teatro, pero insistía. Un día Claudio se agarró a trompadas y cortaron la calle Corrientes. Nito trataba de separarlos. Al día siguiente el pibe fue al teatro, lastimado, pero fue. Al final mi representante se sentó en un bar con mi novio, con este hombre y su mamá, para explicarle cómo eran las cosas. Me dejaba flores blancas en el edificio de mi casa y en el teatro. Se me enamoraban los tipos (ríe).
Los amores
-¿Y tuviste muchos amores?
-Cuando bailaba con Juan Carlos y su rumba flamenca estaba de novia con Daniel Comba. Recuerdo que yo estaba en Italia y me dijo que si no volvía a la Argentina rompíamos la relación. Me iba a visitar pero me extrañaba. Entonces dejé todo y me vine, nos fuimos a vivir juntos y quería que nos casáramos. Le dije que no porque nunca quise casarme y tener hijos. Con mi trabajo ayudaba a mi familia. Y me divertí mucho trabajando. A veces pienso que soy como una niña, tengo mi casa llena de peluches. De grande me divertí lo que no pude en mi infancia. Tuve varias convivencias, por ejemplo con Claudio Gentile, que era jugador de rugby, y Claudio Arzeno, jugador de fútbol. Y con otros hombres que no son famosos, que nada tienen que ver con este medio y la verdad es que prefiero que no sean públicos. Estuve casi tres años con todos.
-¿Te hubiera gustado formar una familia?
-Me hubiera gustado formar una familia bien constituida. Y con una familia, ser mamá. Siempre tuve temor de criar un hijo sola. Respeto a quien puede hacerlo, pero yo no. Amo a los chicos, tengo locura, pero no hubiese tenido tiempo para criar a un bebé sin una familia constituida. De todos modos, no hubiese tenido tiempo de casarme tampoco. ¿Cómo vas a estar de gira y casarte? Muchos viajes, tres funciones diarias en teatro, ensayos. Un marido no lo aguanta. Siempre quisieron que dejara todo y no trabajara más para ser esposa. Pero nunca quise eso. Soy muy libre.
-¿Estás en pareja hoy?
-Mi vida íntima es mía. No me gusta abrir mis puertas. Mi intimidad vale todo y eso me lo enseñaron Lucho Avilés y Antonio Gasalla.
La infancia
-Contaste que te crió la familia de tu papá, porque tu mamá los abandonó cuando eras chiquita, ¿qué recuerdos tenés de tu infancia?
-Sí, cuando éramos chiquitas mi mamá nos abandonó. Somos tres hermanos y nos criamos pupilas en un colegio de monjas porque mi papá trabajaba muchas horas en el correo central, durante 40 años. Pero siempre estuvo, al igual que toda la familia. En la primaria estuvimos pupilas y en la secundaria íbamos de tía en tía. Tengo una familia hermosa, con primos, sobrinos. Soy tía abuela de un montón de niños bellos, estoy enloquecida de amor. Tengo gente estupenda a mi lado.
-¿Volviste a ver a tu mamá?
-La vi una vez cuando tenía 24 años y al año falleció. Mi papá murió sin saber que la había conocido. No sufrí el abandono realmente porque tuve contención de la familia de mi padre.
Una segunda oportunidad
-Tuviste una educación católica, ¿sos creyente hoy?
-Sí, rezo y le pido a la Virgen por las personas que están más necesitadas. No soy de ir a la iglesia a rezar pero soy creyente. Hay que tener fe. Siempre ando con algún rosario.
-¿Fue la fe la que te sostuvo cuando tuviste el accidente en 2004?
-Fue la fe, fue mi papá, que es un angelito que me cuida desde el cielo; fue mi fuerza de voluntad y el entrenamiento. Me acuerdo que me dejaron una Rosa Mística en el sanatorio en el que estaba internada, y dicen que es muy milagrosa. Y yo creo que fue un milagro pero también hice mucho sacrificio. Me montaron un gimnasio en mi habitación y nunca dejé de entrenar. Los médicos siempre dijeron que me salvé porque estaba muy bien físicamente, tenía músculos, y era fuerte. Caí sentada, me quebré la pelvis y es un tema del que no quiero hablar porque me trae malos recuerdos.
-La vida te dio otra oportunidad...
-Yo creo que sí, porque soy buena gente y tuve voluntad de seguir adelante. Los médicos no podían creerlo. Aprendí a caminar otra vez. Y una vez que me levanté y pude caminar, tiré todas las pastillas y seguí entrenando. Siempre digo que hay que entrenar y no solo para estar linda. Eso me salvó. No hablo más porque anclé el pasado, basta del accidente. ¿Para qué revolver al pasado?
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