Nació en la provincia del Chaco de casualidad porque sus padres estudiaban en Resistencia. Se crió en Formosa y a los 18 años se mudó a Buenos Aires para estudiar abogacía, pero también hizo la carrera de Comunicación Social mientras trabaja como modelo. Hace nueve años que Alejandra Maglietti (34) forma parte de Bendita, un programa que ya es un clásico de la televisión y que emite elnueve de lunes a viernes, a las 20.30.
Maglietti dice que era muy tímida, a tal punto que se le convirtió en un problema, pero como ella es de solucionar sus problemas, se anotó en clases de teatro y además hizo terapia. En los últimos años en su vida hubo muchos cambios -reconoce- y no duda en hablar con LA NACIÓN sobre eso, sobre sus ganas de ser madre, sobre su separación de Jonás Gutiérrez y sobre su trabajo.
"Me encanta, soy feliz. Cada año que pasa y sigo en el programa disfruto, porque es como estar con un grupo de amigos. Más que un trabajo es un lugar de mucho placer porque nos llevamos todos súper bien y se nota. Y Beto (Casella) es un conductor muy generoso", arranca diciendo Maglietti y agrega: "Cuando empecé en Bendita yo todavía estaba estudiando, me quedaban ocho materias para recibirme de abogada y tuve la oportunidad de hablar de otros temas que tienen que ver con las leyes, por ejemplo. Quizá, en otro lugar, no hubiese tenido nunca la posibilidad de hablar de cosas que, en definitiva, eran las que me interesaban y lo que tenía ganas de hacer".
-¿Entonces los roces con los otros panelistas son chicanas?
- Claro, son chicanas, nos llevamos muy bien, nos queremos. Y quererte te da la confianza de hacerte chistes y que igual nos sigamos queriendo. Los años hacen que tengamos una relación estrecha y nos conozcamos bien. Venir a Bendita es pasarla bien con amigos. Los informes me hacen reír como la primera vez. Estoy atenta a lo que sucede en el minuto a minuto porque, en definitiva, de eso se habla. Siempre me informo, a veces siento que estoy sobre conectada y hago muchas cosas al mismo tiempo.
-¿Por ejemplo?
-A la mañana estoy en Radio Continental, en el equipo de Nelson Castro, en La mirada despierta, que va de de 6 a 10, aunque yo entro a las 7. Cuando salgo tengo de todo para hacer porque me manejo sola, desde lo administrativo hasta las producciones. Y siempre hay algún trámite para hacer o buscar vestuario. Después vuelvo a casa, desayuno algo y contesto mails y esas cosas. Después almuerzo, voy al gimnasio y duermo una siesta. Luego, me conecto un poco más y voy al canal.
-Además de modelo y periodista, sos abogada, ¿ejercés?
-Ejercí un tiempo pero me decepcioné bastante. No era lo que esperaba ni lo que quería hacer. Me gusta la parte teórica y estudiar, quizá la burocracia y que todo sea tan lento me sacaron las ganas de ejercer. Tenía algunas causas que manejaba y pasaban los meses y no había ni un solo movimiento. Me decepcioné, me frustré. Hice de todo un poco: laboral, civil, pero no era la abogacía mi camino. Ese año decidí estudiar periodismo. Creo que el Derecho me dio una formación muy buena, de todas maneras. Quizá hubiera estudiado otra cosa, pero a los 18 años es muy difícil saber cuál es tu vocación y no equivocarte. Cuando me quise dar cuenta ya estaba en tercer año de la facultad y seguí. El último año y medio me costó más porque ya estaba trabajando y viajaba bastante: era complicado combinar los viajes y los castings con la facultad. Hice malabares y tardé bastante tiempo en terminar.
- ¿Cómo fue tu llegada a Buenos Aires? ¿Te costó adaptarte?
-Vine a estudiar. Nací en Chaco, pero me crié en Formosa. Fue un accidente que haya nacido en el Chaco porque mis papás estudiaban en Resistencia. Fue una casualidad. Mi papá, Alfredo, es ingeniero civil y mi mamá, Shirly, es escribana. Me vine a Buenos Aires a los 18, a estudiar abogacía. El que tiene la posibilidad de estudiar en otra provincia lo hace. En algún momento sabía que iba a estudiar en Corrientes, Córdoba o Buenos Aires que eran las ciudades de estudiantes por excelencia. Para los que somos del interior, vivir en Buenos Aires es un gran desafío porque es una ciudad enorme, competitiva, diferente a lo que estamos acostumbrados. Era un sueño vivir aquí. Ya llevo 12 años y hoy me siento una porteña más. Y aunque tengo la tonada y muchas costumbres, estoy bien adaptada y ya tengo mi espacio en esta ciudad.
- ¿Cuáles son esas costumbres que te quedaron?
- Me quedó la siesta, el tereré, la chipá. Cuando está lindo el tiempo y hace calor, me dan ganas de sentarme bajo un árbol y tomar tereré. Son las cosas que más extraño. Viajo mucho porque allá está mi familia.
- ¿Cómo se dio tu primera oportunidad de entrar al medio?
- Fue por un casting para elegir a la chica ShowMatch en todo el interior. Me vio el Negro Luengo, el fotógrafo de Marcelo Tinelli, en un avión y me dijo que participara del casting. Lo hice, me quedé con algunas fotos que mandé a una agencia, además empecé a hacer castings y salieron algunas publicidades, entre ellas la de Doritos y me hice conocida. Fue un poco de suerte también.
- Joven, bonita y del interior: un blanco fácil para el acoso, ¿lo sufriste alguna vez?
- No acoso, pero si me costó adaptarme. Ahora me parece que la tonada gusta y les encanta escucharme, pero en algún momento me decían que no se me entendía lo que decía. O cosas por el estilo y mi tono de voz es fuerte, raro, distinto. Ese fue un prejuicio que tuve que romper para poder estar contenta conmigo misma. Por momentos, sentía que tenía que hacerme un espacio y decir: ésta soy yo.
- ¿Te sentiste discriminada de alguna manera?
-No sé si llegó a eso, pero había comentarios poco felices. De todas maneras, no me pasa hoy: o se acostumbraron o es mi marca registrada. Me siento muy querida por la gente. Obviamente algunos te critican siempre por algo, pero lo tomo con gracia. Si el comentario negativo es relativamente ingenioso me da risa. No hay mala onda, al contrario. Me encanta el momento que estoy viviendo, contenta con lo que fui logrando a lo largo de los años, que aunque es un lugar chiquito, humilde, igual me siento bien. Cuando iba a la facultad me gustaba que me subestimaran, en algún punto, porque me daba la chance de sorprender mejor. No se esperaban que estudiara o que me preparara para los exámenes, cosa que siempre hice. Entonces cuando me tocaba pasar, me iba bastante bien porque estudiaba mucho antes de cada examen. Después me recibí de abogada y el título presume idoneidad. Nunca sentí que me tratara como tonta. Al contrario, siempre me dieron la oportunidad de poder hablar desde un ámbito o una cuestión más técnica. Por otra parte, muchas veces el espectáculo está ligado a temas jurídicos y eso me da la chance de tener una opinión mucho más profunda de algunos temas.
-¿Tuviste que romper con prejuicios o con tus propios límites?
-Por muchos años hice teatro para no ser tímida. Cuando llegaba tarde a la facultad no me animaba a entrar al aula porque me daba mucha vergüenza. Imaginate hasta qué punto era súper tímida que ni siquiera me animaba a entrar fuera de horario, sola, al aula. Hice cinco años de teatro no solamente para aprender sino también para romper con la timidez. Al ser de Formosa soy mucho más tímida que los porteños. Los del norte somos más tranquilos, tiene que ver con nuestra cultura. Hoy ya no tengo timidez, en absoluto. Algunas veces me agarra, quizá, pero soy súper desenvuelta, nada que ver que cuando vine a vivir a Buenos Aires que, recuerdo, hasta me costaba irme a quejar por algo.
-Estudiaste teatro durante varios años, ¿tenés aspiraciones de actriz?
-Hice mucho teatro, sobre todo cuando hacía castings porque me los tenía que ir ganando. Me gusta la actuación, pero creo que hoy mi camino tiene que ver más con el periodismo. El teatro me sirvió para romper ciertos prejuicios y no tener tanta timidez. Era súper tímida y me fui adaptando de a poco. Si tomaba un colectivo lo más probable era que me perdiera, no sabía poner las monedas en la máquina ni tomarme un subte, hoy soy una más. Me costó al principio, pero me adapté rápido porque aunque esté en el mismo país, el desarraigo es duro y no dejás de estar a una hora y media de avión o 14 horas de colectivo de tu familia. Y no es poca cosa.
- ¿Alguna vez te sentís sola?
-Extraño a mi familia. No sé si volvería porque tengo mi vida construida acá, pero los domingos a las seis de la tarde digo: dónde está mi familia. Tengo tías con las que me junto y hacemos domingo familiar de pastas. Mis tías y primas hicieron que me sintiera un poco en Formosa, pero en Buenos Aires.
- ¿Te separaste (del futbolista Jonás Gutiérrez) hace seis meses, ¿estás sola?
- Sí, me separé hace seis meses y estoy soltera. Fue difícil tomar la decisión de separarnos porque estuvimos juntos cinco años y nos íbamos a casar. No nos poníamos de acuerdo en un montón de situaciones, queríamos cosas diferentes de la vida. No éramos compatibles. Al principio estábamos en la misma sintonía, pero después, cuando empezaron los desequilibrios, era difícil poder sostener la relación. A él le tocó atravesar momentos más difíciles que a mí, después tuvo una lesión importante y todo eso fue resintiendo la relación. No es que nos hayamos separado por una lesión, pero buscábamos algo diferente de la vida.
- ¿Siguen en contacto?
-Muy de vez en cuando para devolvernos algo, quizás, pero no más que eso. No tener contacto me parece más sano y mucho mejor. Para mí ser amigo de tu ex no existe, quizá en unos años, pero hoy no puedo ser amiga de mi ex. No suma, me parece. Es un proceso que tenés que hacer sola porque si seguís en contacto con la persona con la que estabas en pareja, entonces, ¿para qué tomaste la decisión de separarte? Si te separás es porque querés probar cómo te sentís sin esa persona al lado.
-Y vos te sentís bien...
-Estoy soltera hace seis meses y me llevo mucho mejor de lo que me imaginé. Fueron cinco años de estar en pareja y me costó al principio, pero estoy súper adaptada y disfrutando de trabajar, de viajar, de hacer lo que me gusta. Me ayudó mucho tener un grupo de amigas que están en la misma situación que yo y me dieran esa contención para poder disfrutar de este momento. Quizá, más adelante, me gustaría formar una familia. Ahora no me lo planteo por una cuestión lógica: porque no estoy saliendo con nadie. Creo que es algo que se da con la persona indicada. Quiero decir que te nacen ganas cuando encontrás con quién. Voy a congelar mis óvulos, por una cuestión de tiempos. Es un buen resguardo y hoy es mucho más simple. Por eso me gustaría aprovecharlo, pienso que está bueno para quedarme tranquila. Estoy en la edad para hacerlo, me lo planteó mi ginecólogo y dije que sí; me gustaría hacerlo.
Voy a congelar mis óvulos, por una cuestión de tiempos
- ¿Te animás a conocer a alguien a través de las redes sociales?
-No tengo prejuicios con ese tema y soy de usar redes sociales. No tengo Tinder, pero sí hablo por Instagram, por ejemplo. Alguna vez he tenido un novio que conocí por Facebook y otro por Messenger. Podés conocer a alguien de miles de formas hoy, ya no es a la vieja usanza con una serenata, eso es una antigüedad. Hoy las redes sociales forman parte de nuestro día a día. No me parece nada grave acercarse a alguien de esa manera.
- ¿Hacés terapia o terapias alternativas?
-Estoy en una búsqueda espiritual. La verdad es que cambié muchas cosas de mi vida en éste último tiempo, sobre todo desde que hago terapia, hace 7 años. Empecé yendo dos veces por semana y ahora voy una sola vez. Una manera de progresar y de que los resultados sean más rápidos era esforzándome y haciéndolo más seguido. Además hago meditación lo máximo que puedo. Siempre me atrajeron las formas de poder vivir mejor. Antes tenía fobia a volar, ni siquiera podía subirme a un avión y con el tiempo, terapia, técnicas de meditación y mindfulness, logré que esa fobia se terminara en mi vida y ahora puedo volar tranquilamente. Hasta me animo a hacer el curso de piloto, que hace unos años hubiera sido impensado. Logré vencer muchos miedos y animarme a hacer cosas nuevas que antes ni se me hubiesen ocurrido. Entonces, la inversión que hice en sentirme mejor y tratar de estar mejor y bajar el nivel de estrés me ayudaron un montón a romper con cuestiones que me limitaban en cuanto a mi trabajo, porque los fines de semana viajo muchísimo al interior a hacer desfiles, eventos y me costaba mucho subirme un avión. Lo estaba sufriendo. Realmente todo eso me cambió mucho para bien. Además es un momento en el cual podés estar con vos misma. También hice el curso de El arte de vivir que me ayudó muchísimo a respirar, a relajarme y a bajar un cambio.
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