Alberto Cormillot, sobre su paternidad a los 82 años: “Hay un cliché sobre los adultos mayores, se los considera desechables”
El nutricionista habló con LA NACION sobre el embarazo de su mujer y sobre cómo transita el paso de los años sin dejar que las imposiciones lo condicionen
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Alberto Cormillot está en su despacho. Después de ver algunos internados en su clínica, se sienta y chequea el teléfono. Se da cuenta de que es hora de otra entrevista. Desde que anunció que será padre por tercera vez, y lo hará a los 82 años, que no paran de contactarlo. Lejos de escaparle a los medios, el especialista en nutrición atiende uno por uno. En esta oportunidad, tiene pautada una entrevista con LA NACION y casi en paralelo Estefi, su esposa, dará la única entrevista al respecto en vivo con Intrusos [después de que ella le dijera: “Están todo el día hablando de mí, ¿no puedo hablar yo de mí?”, le llegó su turno]
El viejismo, el sexo en los adultos mayores, la pandemia y Estefi son temas recurrentes en la conversación. Cormillot sabe que su relación con su colega, la nutricionista Estefanía Pasquini, no pasa inadvertida. No solo se animó a luchar para conquistar a esta joven que tiene 34 años (él es 48 años mayor que ella) sino que llevó el vínculo a otro nivel: se casaron a finales de 2019 y hoy esperan su primer hijo juntos. La ansiedad fue más fuerte que el reparo y fue él quien contó que su mujer estaba embarazada. Aún falta para que se cumplan las 12 semanas de gestación, por lo que Alberto pide que crucen los dedos para que el embarazo continúe su curso. En los próximos días, la nutricionista se hará un estudio de rutina. “Estefi lo vive con miedo. Al principio tuvo unas pérdidas pero la médica le dijo que estaba todo bien. Si bien ella quiere que sea una nena, para mí lo más importante es que sea sanito”, cuenta a LA NACION mientras mira de reojo la tele y confiesa que su esposa nació con una “incapacidad genética para el conflicto”.
-¿Cómo te cayeron las críticas que surgieron luego de que contaras que estabas esperando un hijo?
-Yo me entero de las críticas o de la polémica cuando me lo preguntan, porque yo no sigo las redes. Realmente lo que quería era tener el apoyo familiar, no lo necesitaba, pero lo prefería fuertemente. Cuando nosotros decidimos que íbamos a tener un hijo, se lo comenté a mi familia. No les pedí permiso, les dije: “Vamos a procurar tener un hijo”. Tengo el apoyo familiar: mi hija va a ser la madrina, mi hijo me apoya desde el primer momento. Eso me da una tranquilidad, me siento bien con el tema. Después, las únicas dos personas que me dijeron que me habían criticado me llamaron para disculparse. Ernesto Tenembaum me dijo que se le fue de las manos, que fue un comentario del que estaba arrepentido y avergonzado. Está todo bien, cuando hacés programas en vivo las cosas se pueden complicar.
-¿Por qué pensás que la noticia causó tanto revuelo?
-La gente tiene sesgo con respecto a un adulto mayor, hay un cliché: una persona mayor no puede tener hijos, ni sexo, no puede divertirse. Parece como que estás desafiando la vida. Sí puede tener un hijo una monoparental pero no un adulto mayor. No es muy juicioso el tema. Un adulto mayor es una sobrecarga, es desechable, descartable ni siquiera reciclable y bueno mucha gente compra eso. Y yo no lo compro ni lo compré.
-¿Nunca te intimidó la edad?
-Lo que intento es hacer lo que puedo. Cuando sé que hay cosas que no puedo hacer por la edad que tengo trato de hacerlas más rápido. Si no me salen, no me salen. No me impido, la gente se empieza a decir a sí misma: “Esto no puedo”, “Esto no es para mí”, cosas que les pueden decir los nietos, los hijos. En realidad es la sociedad la que facilita el envejecimiento, el retiro obligatorio es a los 65 años, ¡es el mejor momento en que podés ser profesor, por ejemplo! El trabajo te identifica con algo, y si te sacan el trabajo te sacan un poco de identidad. El tema es cuando te retirás y no tenés otra actividad, tenés 20 o 25 años más de vida y te vas a aburrir como loco.
-¿Te imaginabas nuevamente padre?
-No, para nada, nunca me imaginé siendo padre. No es que un día me levanté y dije: “Qué ganas de ser padre”. No, tenía ganas de estar con Estefi y de armar una vida y una familia con ella. No tuve el deseo así aislado sino que tuvo que ver con ella. Es un proyecto de armado de una familia con la persona que yo amo, que es joven, para que pueda tener un hijo. Me alegro por la alegría que tiene ella. Yo no cedí, ella no me lo pidió, salió de mí. Ella pensaba que no se iba a enamorar más. En los últimos 10 años no se había enganchado con nadie, tampoco sabía si quería tener un hijo. Cuando nos encontramos le dieron ganas de tener un hijo. Es como lo que pasa en cualquier otra pareja, con la salvedad de que tengo muchos años más.
-¿En algún momento la diferencia de edad fue un tema para la pareja?
-No, nosotros no la sentimos. Y la gente que está con nosotros, nuestros amigos, al rato de estar con nosotros se olvida de la diferencia de edad. Nuestro trato es muy horizontal, de igual a igual. Cuando estamos juntos la gente no ve a un persona vieja y a otra joven, ve a dos personas que se aman.
-Estefi contó en las redes sociales que visitó a una virgen para quedar embarazada, ¿tardaron mucho?
-A ella le dieron unas inyecciones y después quedó. Fue a ver a la virgen de la dulce espera, se encontró con mujeres creyentes que le contaron de esta virgen para quedar embarazada. Yo no soy muy creyente, pero la acompañé. Tardó unos meses, nosotros nos casamos en diciembre de 2019 y fue en el transcurso de un año. Soy tan papá primerizo como cualquier otro, se van a llevar 44 años con Reneé. No es que estoy con mucha idea de cómo es la cosa, después de tantos años ninguna experiencia te sirve.
-¿Cómo está viviendo ella el embarazo?
-Está muy contenta y con mucho miedo. Tuvo perdidas al principio, estaba desolada, pero fue a la médica y le dijo que estaba todo bien. Yo estoy muy al lado de ella.
Más allá de que su DNI diga que Alberto Cormillot nació el 31 de agosto de 1938, él no se siente para nada condicionado por su edad. Se levanta a las 3.45 todos los días para leer los diarios y prepararse para la primera nota en radio Mitre. A eso de las 10.30 termina su trabajo radiofónico y concentra sus energías en sus otros mundos: su clínica de nutrición, la universidad. Su rutina semanal incluye clases de tap y aéreo: a los 70 años descubrió su amor por las coreografías y el baile y ahora hasta se anima a hacerlo sostenido en el aire con un arnés. Duerme un promedio de 6 horas, trabaja y entrena y tiene una mujer 48 años más chica que él. Sin embargo, asegura, la gente que los conoce no se da cuenta de esos años que se llevan. Según cuenta ellos se tratan como pares y nunca hubo algo paternal ni mucho menos. Para Cormillot, el que vive mareado es su cerebro: a pesar de los achaques (la placa no coincide con la clínica, bromea), él hace cosas que no hacía ni a los 40. Ahora toda esa vitalidad se verá desafiada por la llegada de un bebé a la familia.
-¿Cómo te imaginás los primeros meses?
-No sé cómo van a ser los días. A partir de las 3.45 tengo que estar a 220. Igual vamos a tener mucha ayuda: la madre de ella va a ser muy participativa y tenemos ayuda en casa. Sé que lo voy a querer mucho, lo voy a tener a upa, me va a gustar mirarlo, tocarlo. Hace mucho que no estoy en contacto con alguien que tenga chicos.
-¿Y tus nietas?
-Con mis nietas, sí. El viernes fuimos a Luján, pero con ellas no tuve eso de abuelo que iba a la casa y las cuidaba. Yo trabajo, estoy muy ocupado entre la universidad, clínica, hospitales. Cuando eran bebés, las visitaba, estaba un rato, y me iba. No soy abuelo como era mi abuela.
-Estefi dijo en Intrusos que quería tener algo de vos cuando no estés más, ¿hablan de esos temas?
-El día de mañana sabemos que no voy a estar. Está totalmente hablado. No quiero que viva en esta casa porque es muy grande para una mujer sola. Seguramente después se va a volver a casar.
-¿Qué te enamoró de ella?
-Ella es la que más entiende a los pacientes. Me gustaba su capacidad de escucha. Además es muy atractiva… Me gusta su manera de ser, es una persona tranquila. Es tan difícil de explicar… Me gusta como persona y es muy buena compañera. Estuve bastante tiempo atrás de ella, pero no quería saber nada.
-¿Por la edad o porque eras el jefe?
-Ella tuvo que vencer muchos obstáculos para trabajar en la clínica y, una vez que entró, quería aprender. Nuestra relación no era de alumno y profesor, era más horizontal. Se había prometido nunca salir con un jefe y además ella dice que como yo tenía mala fama no iba a salir conmigo. Un día vino a casa y no se quiso quedar a dormir y otro día me dijo: “¿Vos que querés que haga?” y se quedó, después trajo el cepillo de dientes y chau. Fue viendo que yo realmente no la buscaba como un pasatiempo, porque todo lo que le fui diciendo que iba a pasar fue pasando.
-¿Habías salido con mujeres mas jóvenes?
-Solamente. Siempre salí con mujeres de 30. Es lo que se da, es lo que pasa.
-Antes hablaste de los temas tabú en los adultos mayores, ¿qué pasa con el sexo?
-Yo lo que te digo es que una persona saludable es muy probable que siga teniendo deseos parecidos. Si es mujer puede que tenga un poco de sequedad vaginal que se resuelve con un lubricante y si es hombre y tiene dificultad en la erección se toma algo. Creo que la asexualidad de los adultos mayores es uno de los tantos viejismos que hay, ¿no? Como uno habla de sexismo, racismo y cualquiera de los ismos, el viejismo es un ismo bastante extendido. Hay un especial maltrato por los adultos mayores, casi un ensañamiento; con los jubilados, con los viejos, se los trata lo peor posible. El viejo no puede nada. Es descartable, no puede divertirse, no puede bailar.
-Vos demostrás lo contrario…
-Estuve dos veces grave, tuve dos veces cáncer pero lo superé, lo tomé con actitud de seguir adelante. Lo traté, tuve suerte, zafé, chau. Siento que sigo manteniendo el mismo espíritu de siempre.
-En la pandemia los más damnificados, de alguna manera, fueron los adultos mayores, ¿cómo viviste esos tiempos de miedo y cuarentena?
-Ahora estoy vacunado y la clínica es una burbuja bastante eficiente, todos los que entran se cuidan mucho y hay muchos temas con la limpieza, la ventilación, lavarse las manos. En la cuarentena, afortunadamente, pude laburar bastante bien por zoom. Trabajaba todo el día y cortaba a las 7.
-Ahora recuperaste tus rutinas…
-Sí, también hago tap y aéreo. Después de que abandoné el tenis, tardé como 10 años en encontrarme con el baile. No es que si voy a una fiesta voy y bailo, sé hacer lo que aprendí en las muestras. No me gusta improvisar, me gusta hacer coreografías. En mi casamiento hubo baile, vals, coreografía que hicimos con Estefi. Ella es muy buena bailando, tiene ritmo, no le gustan las coreos. En general las mujeres tienen más ritmo que los hombres, le salen moverse desde adentro.
-¿Cuántos años sentís que tenés?
-Le digo a la gente cuántos años tendría y no lo sé. Empecé a pensar en términos de edad a partir de estar con Estefi. Hasta ahora, el cuerpo me ha acompañado bastante, puedo hacer actividades que son bastante fuertes, hago cosas que no hacía cuando tenía 40. Supongo que mi cabeza está confundida: con las cosas que hago, tengo 40, y con cómo están mis huesos, tengo 80. Creo que a mi cerebro le cuesta integrar las dos edades.
-¿Hay alguna preferencia en torno al sexo del bebé?
-Para mí, no, pero ella quiere que sea una mujer, entonces me gustaría que sea mujer. Estefi es muy coqueta, le gustaría vestirla y dedicarle más tiempo al arreglo personal. Además, una nena la puede comprender más y acompañar más en la vida.
-Si es varón entonces, habrá que buscar la nena…
-No, ya está. Yo también quiero algo para mí. Quiero viajar, he viajado mucho pero no hemos tenido la oportunidad de compartir tantos viajes. Yo conozco gran parte del mundo y ella no.
-Antes vienen los pañales…
-Tengo mis dudas en eso de que la paternidad se mida en la cantidad de pañales que uno cambia.
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