Alejada de la pantalla chica desde hace casi ocho años, la actriz se dedica a la crianza de sus hijos, a su casa y a nuevos proyectos
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Hija de dos cantante, Mónica y Luis (Pintura Fresca), de chica Agustina Posse amaba cantar en los coros de su escuela. Pero era tímida y para animase a subir a un escenario y desplegar su histrionismo pensó en estudiar teatro. Sin querer, con esa decisión trazó su destino. Su primer protagónico lo tuvo en Montaña rusa otra vuelta, en el 96 y dos años después hizo Gasoleros, donde conoció a Yaco González (hijo de Jairo y también su productor y manager). Se enamoraron, tuvieron a Juana (20) y Francisco (16) y se separaron hace poco más de dos años.
En 2013, Agustina se desempeñó en tira Solamente vos y a partir de ese momento el trabajo empezó a mermar. “No sé por qué, no le encuentro una explicación. Las ganas de trabajar siempre están”, le confiesa Agustina a LA NACION. Sin embargo, de vez en cuando aparecen oportunidades. “A principios de año participé de la película Conurbano, que hizo el polo audiovisual de Merlo, con dirección de Pablo Yotich, y es una ficción basada en hechos reales que se va a estrenar el año que viene. Con Pablo también hice El abismo… todavía estamos, que fue su opera prima, en 2010. Y con él y Alejandro Fiore, porque los tres somos muy amigos, tenemos una obra de teatro dando vueltas, que espero se concrete”, relata.
-¿Dejaste de trabajar con continuidad por elección?
-Todos me preguntan si me dediqué a mis hijos, pero no sé qué pasó. Trabajé bastante cuando mis hijos eran chicos y menos cuando eran más grandes, pero no por elección. Se dio así. La verdad es que no tengo una explicación. Mis ganas de seguir trabajando siempre estuvieron. Como no aparecía nada, me fui quedando en mi casa y por un tiempo largo no pensaba en eso. Y después me enojé mucho y, de alguna manera, me resigné, me puse el delantal y me dediqué full a la casa y a los chicos, y la verdad es que lo disfruté.
-¿El enojo fue con el medio?
-No sé, con todo (ríe). Hasta el 2010 todos los años hacía algo, más o menos corto, pero siempre tenía algo. Tuve representante y después quise cambiar y me di cuenta de lo complicado que es conseguir otro. Y ahí me enojé y no quise estar mendigando nada. Hoy, con las redes, si te quieren encontrar, te encuentran y mientras sigo mi vida. Yo quiero seguir trabajando, lo que no me interesa es darme la cabeza contra la pared, ni forzar algo que no tiene que ser. De todos modos, siempre les mando mensajitos a los productores que conozco.
-¿Tenés otra profesión?
-Estudié astrología pero nunca ejercí, sino que lo hice porque me gusta y me divierte. Miro cosas puntuales, hago las revoluciones solares de mis seres queridos pero no soy obsesiva ni vivo a través de la astrología ni miro todos los días dónde están los planetas. Y di clases de actuación en una escuela de modelos, y estuvo muy bueno. En pandemia necesitaba plata y salió la oportunidad de cuidar a la hija de unos amigos. Ahora ya no porque volvió al colegio presencial y se arreglan de otra manera. Me gustó también esa experiencia. Y tampoco quiero menospreciar el trabajo de ama de casa porque es mucho y siempre estoy atenta. Toda la vida fue así porque mi marido viajaba mucho y a veces se complicaba, porque se iba de gira con Jairo a veces por un tiempo largo, y si no era raro que estuviera un sábado o en Pascuas, por ejemplo.
-Estás separada de Yaco, ¿cómo es tu relación con él?
-Nos separamos hace un poco más de dos años. Estuvimos veinte años juntos y tenemos buena relación. Y es un papá muy presente también. Nos conocimos en Gasoleros, nos hicimos amigos hasta que nos enamoramos. Desde la primera noche que estuvimos juntos no nos separamos más hasta 20 años después.
-¿Estás en pareja?
-No, lo único negativo de la cuarentena fue eso, no poder conocer a nadie. Igual no tengo ganas, aunque hay días en que pienso que estaría bueno tener un compañero. Mi hizo bien atravesar sola el duelo de la separación, estuve muy pero muy triste y hoy estoy bien. Y creo que fue producto de ese proceso, porque no me hice la distraída, ni saqué un clavo con otro clavo, como suele decirse. Me dije: ‘ok, vamos a sufrirlo’. Hasta que un día no pasa más. Me dejé atravesar por lo que sentía, no podía hacer otra cosa. Me levantaba de la cama porque tenía que cocinarle a mis hijos. Es cierto que el tiempo cura todo.
-¿Hiciste terapia?
-No. Fue a pelo (ríe).
-¿Cómo pasaron la pandemia?
-Con mis hijos, los tres, en casa. Cocinamos, vimos películas, jugamos juegos de mesa. Lo voy a recordar como algo lindo. Juana tuvo Covid, se aisló en su cuarto y mi hijo y yo no nos contagiamos. Tomé clases de actuación en televisión vía zoom y eso me mantuvo activa, y me ayudó un montón. Y participé de Proyecto la serie, que hicimos en pandemia también.
-Empezaste a trabajar de chica, ¿tenías en claro desde el colegio que ibas a actuar?
-Cuando terminé el secundario no tenía claro qué quería hacer. Me gustaba mucho cantar y en todos los colegios a los que fui estaba en el coro. Pero mi sensación era que no podía subirme a un escenario y cantar, entonces pensé que estudiar teatro podía sacarme la timidez. Y me copé con actuar, me pareció increíble poder escudar esa timidez mía en un personaje. Pensaba: ‘puedo no ser Agustina, qué divertido’. Trabajaba como secretaria de unos abogados y estudiaba publicidad. Uno de los abogados trabajaba con Ricardo Piñeyro y me decía que me iba a llevar a la agencia de modelos pero yo media 1,60. Un día fui y como era de esperar, me dijo que me daba la altura pero me recomendó otra agencia. Hice algunas publicidades, gráficas de ropa hasta que me propusieron hacer castings, y quedaba para un personaje acá, otro allá.
-Hasta que llegó la oportunidad de Montaña rusa...
-Exacto, hasta que llegó el casting de Montaña rusa y quedé para hacer un personaje de 15 capítulos. Y gracias a eso hice el casting multitudinario de Montaña rusa otra vuelta, y quedé como protagonista. Después hice De corazón, Milady, Gasoleros. Yo miraba el programa y quería entrar a trabajar en Polka pero no sabía cómo. Un día acompañé a la productora a Angie Cepeda (actriz colombiana que en ese momento era novia de Diego Torres), que era muy amiga mía, y conocí a Adrián Suar, charlamos un rato y me dijo que llamara a Víctor Tevah y justo necesitaban un personaje en Gasoleros. Era para interpretar a una noviecita de Nicolás Cabré que iba a durar poco y paralelamente buscaban a una actriz para que se casara con Matías Santoiani, que era el hijo de Juan Leyrado. Matías quiso que yo hiciera ese personaje entonces viraron la historia, me peleé con Cabré, me enamoré de Santoiani y me quedé hasta el final. Después hice Calientes y ahí se cortó la rueda, porque me llamaron para El sodero de mi vida y tuve que decir que no porque estaba embarazada de Juanita. Igual seguí trabajando pero con personajes más chicos. Hice Durmiendo con mi jefe, Juanita la soltera.
-¿Un sueño por cumplir?
-La música me gusta mucho. Me encantaría saber componer, animarme y salir a cantar. Mi viejo murió hace seis años, era jinglero y me enteré que están usando una publicidad suya en Ecuador, así que estoy detrás de los derechos de autor, por su obra y su memoria.
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