La actriz conversó con LA NACION sobre la experiencia del rodaje de Diario de un gigoló, del vínculo que la une a Alejandro González Iñarritu y al trabajo con celebridades como Brad Pitt o Jennifer Aniston
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Adriana Barraza extraña la cantina de Dorrego y Álvarez Thomas a la que suele concurrir cuando habita su casa ubicada a pocos metros de esa confluencia entre Colegiales, Chacarita y Palermo. Casada con un argentino desde hace veinte años, la premiada actriz nacida en Toluca, México, encuentra en Buenos Aires un lugar de pertenencia.
“¿Tú también vas a comer allí?”, pregunta en el comienzo de la charla con LA NACION, donde aparecen esos rasgos de empatía e identidad entre un país y otro. A decir verdad, Barraza es una artista del mundo. Su papel en el film Babel, de Alejandro González Iñarritu, le valió una nominación al premio Oscar de la Academia de Hollywood y al Globo de Oro, que entrega la Asociación de Prensa Extranjera, también en la meca del cine norteamericano. Se trata de solo dos de las tantas consideraciones que los críticos tuvieron hacia su labor, actividad que hoy la encuentra rodando en Brasil.
-¿Qué estás filmando?
-Ahorita mismo, mientras hablo contigo, estoy en un alto del rodaje de la película The Penguin & The Fisherman (El pingüino y el pescador), donde comparto el trabajo con el actor francés Jean Reno. Por supuesto, hago de la esposa del pescador y no del pingüino (risas).
El diario de Barraza
Simpatiquísima, Barraza se dispone a la charla en un rincón del set montado en una lugar paradisíaco y pletórico de vegetación. La ficción en largometrajes o series es su ámbito de los últimos años. De hecho, hace pocos días, la plataforma de entretenimiento audiovisual Netflix estrenó Diario de un gigoló, una producción rodada en la Argentina y dirigida por Mariano Ardanaz, en la que la actriz comparte el reparto con el actor español Jesús Castro, las argentinas Eugenia Tobal y Victoria White y la mexicana Fabiola Campomanes.
“Ha sido una gran satisfacción haber sido convocada por Underground y, una vez más, por Telemundo, para hacer esta serie. He tenido mucha admiración por los productos de Underground y por todo lo que hacen Sebastián Ortega y Pablo Culell”, dice. Barraza se refiere a los productores argentinos y a la compañía, creada por Ortega, que hoy forma parte de la importante cadena televisiva y productora internacional nacida en Estados Unidos y que genera materiales en español. “Fue increíble estar con compañeros argentinos y rodar en la Argentina, donde también está mi casa”, asegura.
Carolina Valsagna, hija de Barraza, también cumple con un rol en esta ficción. “Hemos puesto ha hablar en neutro a los argentinos”, dice con gracia ante el desafío. “Mi hija me ha enseñado el neutro y eso hace que mi personaje pueda ser de cualquier lado”.
-Trabajar con argentinos, ¿te vincula a las raíces de tu esposo?
-Sí, claro, pero, además, me interesa trabajar con el concepto argentino.
-¿A qué te referís?
-Es bien diferente al concepto de otros lugares y tiene que ver con esa capacidad de ser los más verdaderos posibles, de tomar las historias desde un lugar real que te da la chance de ser profundos. Para mí, de verdad, fue un placer trabajar con todos ellos.
La miniserie Diario de un gigoló, producida por Telemundo Streaming Studios, llegó al tercer puesto a nivel mundial y escaló en el top five de Estados Unidos, Argentina y países europeos como Turquía. Bajo los libros de Silvina Fredjkes y Alejandro Quesada, Barraza interpreta a Minou, una acaudalada dama que ayuda a un joven acompañante a convertirse en un codiciado escort.
-Hablame sobre Minou...
-Es lo que podríamos definir como una “self made woman”, una mujer que se hizo a sí misma, que llegó desde muy abajo, pero con una inteligencia suficiente para entender que en el mundo hay que relacionarse. Ella, de muy jovencita, fue una prostituta, pero siempre entendió dónde estaba el poder, que es lo que le gusta, además del dinero. En muchos aspectos no estoy de acuerdo con ella, pero, sin embargo, sostiene algunos valores como entender que una mujer tiene un derecho a ser satisfecha sexualmente, a ser tratada bien y como una dama. Minou también hace lo que sea por su hija. Es muy fuerte y supo navegar en aguas oscuras y profundas.
-Hasta no hace demasiado tiempo atrás, la sociedad machista y patriarcal, solo pensaba en la satisfacción sexual como una atribución masculina.
-La satisfacción es una bandera de mi personaje, por qué no, por qué sólo el hombre puede y tiene derecho. La mujer tiene derecho a la satisfacción sexual y a pagar por ella si es necesario, como lo hace el hombre.
Camino al Oscar
-No es habitual desarrollar una carrera internacional para los actores latinos y, aún menos, recibir los reconocimientos que has recibido.
-Es una felicidad poder trabajar en tantos idiomas y con personas tan diferentes como Brad Pitt o Jennifer Aniston.
Barraza se enorgullece de sus logros y de compartir la tarea con celebridades renombradas, pero la enunciación no cae en soberbias ni pedanterías, sino en la satisfacción profunda de aquello que percibe merecido.
-La posibilidad de producción y distribución de las plataformas incrementó el trabajo y le dio sesgos de internacionalidad a las carreras de los actores. Hoy no hay límites para desarrollar la tarea.
-Gracias a las plataformas muchísimos actores tienen trabajo y pueden hacerlo en distintos idiomas. Hace poco, la directora de un festival me comentaba que en Cannes casi no había actores presentes porque estaban todos trabajando. También pude observar eso en un festival en México. Todos llegaban, mostraban su película y se iban rápido a filmar en algún lugar del mundo. “Bravo, estamos todos trabajando”, me dije. Y, como espectadores, lo que ha pasado con las plataformas es que podemos ver materiales de cualquier parte del mundo y en la propia casa, aunque siempre defenderé que hay que ir al cine, el cine se ve en el cine de otra forma, pero las plataformas nos permiten tener mucho trabajo y expandido por diversos lugares. Por Diario de un gigoló me ha escrito gente en castellano y en inglés, una maravilla.
-No se trabaja igual en los diversos mercados, lo cual implica una gran flexibilidad del actor. Es decir, más allá de los idiomas, aparece la variedad de modos de abordaje.
-Es así, fíjate que he trabajado en Bulgaria, Australia, Colombia, Argentina, México, Estados Unidos y siempre el modo es diferente. Ahora, que estoy en Brasil, es muy distinto a lo anterior. Pero los actores tenemos esa capacidad de adaptación, si no, no podríamos sobrevivir haciendo personajes distintos. Para mí es divertido, mientras entienda algo.
-¿Lo lográs?
-Cuando llego a un lugar, aprendo a decir mínimamente lo esencial porque me interesa tener buena onda en el set. Así que me intereso por saber cómo saludar, decir gracias, buenas noches o buen fin de semana. Y eso también te lleva a abrazar y el abrazo, definitivamente, es universal. La sonrisa y la buena onda no tienen frontera, es tan universal como la mala onda, enseguida te das cuenta. Procuro estar feliz, porque tengo trabajo, y ser muy cordial con mis compañeros.
-Muy pocos artistas, al menos del espectro latino, han sido tenidos en cuenta por el premio Oscar. En tu caso, ¿cómo incidió la nominación?
-Mira, no todos los actores tienen el deseo de estar en el mercado americano y está muy bien, cada uno tiene el derecho de hacer lo que le parece. En lo particular, tal vez por ser mexicana y estar cerca, o por haber tenido una familia muy cinéfila que me hizo ir al cine desde que yo recuerdo, y por haber visto la ceremonia tantas veces, había una cercanía con el premio. Más allá de eso, solo por Babel tuve 17 nominaciones de premios muy importantes en Estados Unidos, algunas gané y otras no, pero, cuando sucedió lo del Oscar, los pedidos de entrevistas fueron desde Japón hasta donde se te ocurra. Eso me hizo darme cuenta que esa nominación era importante para el mundo entero. Agradezco mucho que, siendo extranjera en Estados Unidos, me hayan nominado. Y agradezco cada uno de las nominaciones y premios, más allá del Oscar, porque eso quiere decir que hay gente que cree que mereces eso.
-¿Cambió la carrera después del Oscar?
-Sin la nominación al Oscar, no hubiera tenido la carrera que tengo a mi edad. Me pasó a los cincuenta y hoy tengo sesenta y seis. Nunca busqué el crossover en Estados Unidos, trabajé mucho más detrás de cámara, por la necesidad de pagar las cuentas y vivir, pero, ya con la posibilidad, no tengo más que agradecerle a Alejandro González Iñarritu que me llevó a hacer, no sólo Amores perros, sino también Babel, y ahora puedo trabajar en cualquier parte.
-En la Argentina, los actores se quejan que no hay papeles de ficción para gente de más de cincuenta y cinco años. ¿Sucede eso a nivel global?
-Claro, fíjate que una vez leí una declaración de nada menos que Judi Dench, donde se quejaba por eso. A mi edad, donde tienes que hacer de la mamá o la abuelita, es más complicado. Por eso le agradezco tanto a Dios, porque no me ha faltado hacer personajes de mi edad que son muy lindos e interesantes, pero lamento mucho que no sea así siempre. El actor da mucho más de grande, tiene rostros que solo hay que ponerlos frente a la cámara y dicen todo. Ojalá que los que hacen historias, incluyeran a más personas que tienen más de sesenta años.
-¿Cómo es tu vínculo con Alejandro González Iñarritu?
-Nos vemos muy poco, porque viajamos mucho, pero tenemos una relación muy linda. Nos mensajeamos bastante y nos tenemos mucho cariño. Lo quiero y él me quiere a mí. Acabo de recibir la invitación para ir a la premier de Bardo en México, pero ahorita estoy en Brasil y no podré ir.
Cumplió cincuenta años como actriz, pero su labor también abarca la docencia, desarrollando un sistema denominado “actuación técnica”: “Es algo medio exagerado y nunca lo he podido modificar del Wikipedia. En realidad, se trata de una actuación que no tiene que ver con las experiencias personales específicas, sino con la segunda parte del maestro Stanislavski, donde hablaba de las acciones físicas. Estoy en ese lado, antes que usar mis propias vivencias que tienen nombre, hora y lugar. Yo trabajo con la historia del personaje, para mí todo está en el guion. Desde ya, como actriz, presto mi cuerpo y mis sentimientos, pero siempre desde la ficción del personaje y no conmigo.
-Es decir que rompés con la llamada “memoria emotiva”.
-Sí, rompo con eso. Aunque en el estudio que tengo desde hace once años, también les damos a los alumnos, una vez que trabajan, la libertad para manejarse con el método con el que se sientan más cómodos.
Adriana Barraza tiene su escuela montada en el sur de Florida, Estados Unidos, el lugar donde está afincada y donde desarrolla su tarea docente. “En Argentina, nuestra casa está sobre la calle Dorrego, pero, por razones de trabajo, estamos afincados en Miami”.
-Muy atrás quedó tu paso por la carrera de Química.
-Todas las áreas del universo tienen fórmulas, pensamiento y emoción. Yo quería ser investigadora, pero es muy difícil en mi país, aunque lo investigativo está en la ciencia y también en la actuación. Uno de los aspectos que más disfruto de mis personajes es la preparación, investigar por qué se comportan como se comportan, por qué caminan como caminan.
Resiliencia
-Atravesaste una dolencia de salud compleja y te has referido a ella en varias oportunidades, dejando un gran mensaje para quienes pueden atravesar por igual circunstancia y mostrando un gran trabajo de resiliencia.
-Aquello lo pasé en la Argentina, porque allí tengo a mis médicos. Fue el mejor lugar donde puede haberlo pasado, ya que estuve con mi esposo, mi hija y con médicos extraordinarios. Lo más importante es que se pasa por lo que se tiene que pasar, eso es inevitable. Perder la salud es un luto, pero también hay un renacimiento cuando te das cuenta que está en tu mano no quedarte ahí. Y, algo más importante aún, es que está en tu mano prevenirlo. Yo tuve cáncer, pero haciéndome cada año mis estudios, encontré rápidamente lo que me pasaba.
-¿Cómo reaccionaste ante el diagnóstico?
-Mira que increíble, cuando me entero del tema del cáncer, tenía una propuesta de Juanita Viale y de su hermano Nacho Viale para hacer una serie hermosa que rodamos en Villa La Angostura. Como mi nieto no conocía la nieve, le pregunté a la doctora si podía cumplir con mi trabajo y hacer que mi nieto conociera la nieve, algo que para mí era muy importante. La doctora me dijo que estaba a tiempo y que viajara. Así que fui, rodé, pensé mucho, regresé y me operé. Luego vino el tratamiento, que también lo hice en la Argentina. La prevención es salud, si previenes, se puede, si no previenes, no lo sabes, y ese es el mensaje que quiero dar.
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