Adriana Aguirre: "Ricardo me compensa con propiedades todo el daño que me hizo"
Fue un inicio de temporada turbulento para Adriana Aguirre. Ya está instalada en Mar del Plata, donde encabeza la revista Un loco súper show, de lunes a domingo, a las 23, en el Teatro de La Campana, con Torry Palenzuela –quien además es el productor– y con su exmarido, Ricardo García.
¿Cómo es la convivencia en el escenario entre ellos, luego de una escandalosa separación y ahora que llegaron a un acuerdo en la división de bienes y esperan que salga el divorcio apenas termine la feria judicial? LA NACION habló con la vedette. "Para mí es un volver a empezar en todos los aspectos de mi vida, en el amor y en el trabajo, con mi edad y en medio de una pandemia que nos azota. Hemos venido a hacer temporada casi por amor al arte, como quien dice. Pero estamos trabajando y llenamos el aforo todas las noches. Según el protocolo, que se cumple a rajatabla, pueden entrar 120 personas, de acuerdo a la capacidad de nuestra sala", se sincera.
"Tan profundo es este volver a empezar que, de alguna manera, canto la canción de Alejandro Lerner a dúo con él porque en el teatro ponen el tema y yo lo entono. Es realmente lo que siento, que en medio de la desolación que sufrimos en el mundo, yo vuelvo a empezar. Y en Argentina todavía no tenemos todos la posibilidad de ser vacunados. Yo tuve Covid-19 el año pasado y compartí la cuarentena con Ricardo. En medio de todo eso hicimos el divorcio. Recién cuatro días antes de venir a Mar del Plata, a mediados de diciembre, pudimos firmar el acuerdo ante escribano público. Ya está todo listo y cuando termine la feria ingresará el expediente de divorcio. Hicimos todo de común acuerdo".
–¿Cómo te sentís en ese volver a empezar?
–Me siento más fuerte que nunca porque, encima, la bronca me empuja. No es odio, sino bronca. Y nunca tuve resentimiento, porque no soy una mina resentida. Es más, a mi ex ya lo perdoné, tenemos muy buena relación comercial y de trabajo. Eso está a la vista porque me pidieron ingresarlo en el elenco y acepté porque yo no le corto la fuente de trabajo a nadie y además nos llevamos bien en cuestiones de negocios. ¿Por qué no trabajar con él entonces? Tengo el privilegio de ser una figura convocante, el público me quiere y me sigue, y pude volver a trabajar. Obviamente no lo voy a desaprovechar.
–¿Cómo se llevan cuando se ven en el teatro cada noche?
–Lo veo muy poco. Tiene la gentileza de alcanzarme a mi casa con el auto, porque es lo único que nos quedó como usufructo para los dos. En realidad tenemos usufructo compartido sobre unas cuantas cosas más pero ese es otro tema y no me gusta ventilarlo. Somos socios en unas cuantas cosas aunque ya no en el amor. No tenemos nada que ver en el amor. Él ya está conviviendo con una pareja que conoció hace dos años a mis espaldas, y fue lo que provocó esta ruptura. Me dijo que no se había enamorado pero no negó la relación. Y no soy una mujer que hace la vista gorda y mira para otro lado. No quiero que mi marido tenga una amante. Y él la tuvo, aunque ahora es su pareja.
–¿Cómo fue ese momento?
–Le dije que yo no iba a permitir que tuviera una amante, que tenía que optar por una de las dos. Eligió y me dijo que se sentía cómodo con esa señora. Esa fue la palabra: cómodo. No le pregunté más nada porque no me interesa si está enamorado o no. Pero yo sufrí mucho estos dos años. Y un día, cuando firmamos el acuerdo, sentí que se había terminado todo. Entonces me dije: ‘ahora sí Adriana hay que volver a empezar’. Para mí la vida es así. Me tocó esa desgracia y lloré muchísimo.
–¿Qué te hizo dar vuelta la página después de haber sufrido tanto?
–Tuvimos una larga cuarentena juntos y en esos meses hablamos mucho, hasta que llegamos a un punto de inflexión. Y nos preguntamos: '¿ahora qué hacemos?' Éste es un país monogámico, no estamos en Arabia o en países que aceptan la poligamia. Sé que hay hombres y mujeres que tienen sus amantes pero yo no puedo ser tan hipócrita conmigo misma, saber esa situación y aceptarla. Me di cuenta que esto no iba, que no había vuelta atrás y que él no iba a cambiar. Porque los tipos grandes, que pasaron los 65 años y son machistas, no van a cambiar su forma de ser ni su actitud. Me di cuenta que la que tenía que cambiar el juego era yo. Y me dije: esto da para un divorcio y no para otra cosa. Así fue. Nos llevamos bien como socios, somos honestos. Y me di cuenta que soy fuerte, guerrera y muy trabajadora. Hace 49 años que trabajo. Debuté en la película La sonrisa de mamá. Ésta es mi obra número 84. Iba a ser la 85 pero el año pasado no pude hacer temporada en Termas de Río Hondo. Hace años que hago dos obras por año, en verano e invierno.
–Sos única vedette de los 80 que todavía se pone las plumas, ¿cómo te cuidás?
–Nunca tomé alcohol, nunca me drogué y fumé apenas tres meses en toda mi vida para ver de qué se trataba, porque todos lo hacían y estaba de moda en los 80. No me gustó. Siempre comí sano y me cuide en la alimentación. Como cinco cosas: frutas, verduras, pescados, legumbres y cereales. Y algún yogur alguna vez. Nada más. Ni harinas, ni sal, ni azúcar. Hace más de 30 años que tengo esa conducta. Además hago mi rutina de ejercicios. Hubo una época en que estaba más gordita porque tomaba hormonas para quedar embarazada.
–¿Ser madre fue un deseo que quedó trunco?
–Si. Era lo que más deseaba en el mundo. Lo intenté con tres parejas estables, entre ellas Ricardo, pero no se dio. Fue duro pero entendí que es lo que Dios manda y si no se dio, por algo será. Acepté lo que pasaba. También intentamos adoptar, ingresamos papeles en varios juzgados pero nunca nos llamaron. A esta altura ya está.
–Hay un amor nuevo en tu vida, ¿quién es?
–Es un abogado de uno de los cinco estudios más grandes del país. No es el amor de mi vida, apenas nos estamos conociendo.
–¿Sabías que Ricardo está preocupado y tiene miedo de que tu pareja te convenza y le reclames los 60 millones de pesos por compensación económica por los 26 años juntos?
–Que se quede tranquilo porque, por el momento, no me mete fichas. Ni mi propio abogado tampoco. Nunca le hice daño a nadie en toda mi vida y no se lo voy a hacer a un hombre que amé durante tantos años y con quien compartimos todo, lo bueno, lo malo, lo lindo y lo feo. Entonces hicimos la división de común acuerdo. Es una determinación que tomé, porque no podría pagarme ni un millón. Y no es una cifra que yo haya inventado sino que sacó mi abogado, en base a los 26 años de matrimonio. Y se paga en efectivo. Sé que Dios me va a premiar por el hecho de no hacerle daño a alguien que sí me hizo daño a mí.
–Dijo que te dio todo lo que pedías en la repartición de bienes.
–No es así. Creo que fue una división de bienes justa. Me compensa con las propiedades todo el daño que me hizo. Una vez más, vuelvo a empezar con mucha fuerza, como una buena guerrera que soy.
–¿Alguna vez pensaste en retirarte?
–No pienso en eso pero vivo el minuto a minuto. Si esta persona con la que estoy saliendo me propone ir de viaje, acepto. Estoy para disfrutar.
–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
–Bien. No miento mi edad (cumplió 69 años el 16 de diciembre). Y si se me cae la cola, me la levanto. Arrugas no tengo porque heredé la piel de mi papá y tengo buena genética. Lo que necesite lo voy a hacer cuando sea necesario. No escondo mi edad porque no tengo nada que esconder. Y tampoco escondo si tengo ganas de llorar por tristeza o emoción. Ojalá este año me traiga felicidad, porque hace mucho que soy infeliz y necesito ser feliz.
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