En una extensa charla con LA NACION, los actores, que protagonizan Inmaduros, la comedia éxito que se ríe del machismo y enaltece la lucha de las mujeres, reflexionaron sobre sus vidas personales y el presente del país
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El letargo del verano porteño, que fuera bien armonizado por Ástor Piazzolla, le resta vorágine al centro de la ciudad. Aunque, como en toda regla, existe esa excepción que la confirma. Esta vez, la modorra se despabila a metros del Obelisco, exactamente a los pies de ese otro ícono que es el Teatro El Nacional, la barroca sala que fuera por décadas administrada por Alejandro Romay.
La postal es algo inusual. En la vereda de ese teatro, que recibe a los espectadores con un foyer en cuyo cielorraso los frescos recuerdan a Tita y a tantos más, una considerable cantidad de personas hace fila en la boletería en busca de su ticket para disfrutar de la comedia Inmaduros, protagonizada por Adrián Suar y Diego Peretti, a quienes acompañan Patricia Echegoyen, Jessica Abouchain, Fernanda Metilli y Carla Pandolfi. La escena recuerda a una época dorada de ese Broadway con aroma de tango que parece resurgir en un tiempo que se ilusiona con definirse como pospandémico, aunque tal cosa aún sea una quimérica ilusión.
“En el saludo final, miro a la platea y agradezco el milagro”, dice Adrián Suar, mientras se acomoda en uno de los mullidos sillones de la escenografía de la comedia que va primera en recaudaciones y ofrece sus funciones a sala llena. El marco para la charla es perfecto. Inspirador. La media luz sobre la platea vacía con más de mil butacas genera el clima propicio para conversar largo y tendido, sin apuros, ya que aún restan más de dos horas para que comience la función. Acomodado en la otra punta, Diego Peretti reconoce que “la clave está en hacer un material entretenido e inteligente, algo que es muy difícil de lograr”.
Minutos antes, cuando Suar y Peretti ingresaron a la sala, LA NACION fue testigo de ese otro ritual que va más allá de lo escénico. Con amabilidad, ambos se detuvieron en la puerta para ser protagonistas de unas cuentas selfies, el autógrafo digital con el que los espectadores buscaron inmortalizar la escena que fatiga con solo observarla, aunque los actores participen del rito con gran predisposición. Esa euforia devocional es la misma que se vivirá en la sala ni bien se levante el telón. Inmaduros, escrita por Juan Vera y Daniel Cúparo y dirigida por el actor Mauricio Dayub, apela a esa siempre compleja dinámica del género en el que todo sucede con funcional cronometría.
-De un tiempo a esta parte hablamos con naturalidad de protocolos sanitarios. Hacer comedia también puede ser leído como un imperioso rito que hace a la salud emocional del público.
Diego Peretti: -En este tiempo es esencial lograr que todos lo pasen bien. Es más, la catarsis de escuchar un montón de gente riéndose con la historia que estamos planteando no solo resulta terapéutico para la gente, sino también para mí.
Adrián Suar: -Coincido plenamente, no solo me gusta lo que le pasa a la gente, sino también lo que me sucede a mí cuando hago comedia. Quedo bien.
-Si bien todo acontecimiento escénico se hace con el espectador, el género de la comedia encuentra en la química con el público uno de sus basamentos.
Peretti: -En la comedia la expresión de la risa es mucho más ruidosa que la de la emoción o la melancolía. Además, al ser sonora, se convierte en un elemento dramático más que nos impulsa a sostener determinado ritmo. En el drama, en cambio, el ritmo está marcado por la introversión de los actores y por la intuición, a través de silencios o de percibir respiraciones.
-Nadie llora de viva voz, al menos en el teatro.
Peretti: -Se puede sentir un moqueo o una tos de emoción, pero lo que sucede en el drama es más indetectable.
-La comedia requiere de determinado tempo para funcionar, pareciera ser una partitura donde cada nota sostiene a la que sigue sin posibilidad de desafinar.
Suar: -Tanto Diego (Peretti) como yo somos muy rigurosos con ese tempo y en cómo le servís a tu compañero para que remate bien, sin agregar por demás. Tomo el concepto de partitura y siento que lo es. Me gusta eso, así como no me gusta nada cuando se improvisa o se bastardea y no se termina de redondear el material.
-Alfredo Alcón, según ha confesado más de una vez, leía todos los días el texto de las obras que interpretaba, ya que sostenía que el instrumento actoral debía estar afinado para la interpretación.
Suar: -Los días que no tenemos función paso internamente la letra de la obra. Siento que, tomando los términos de Alfredo, hay que afinar el instrumento para llegar al escenario de la mejor manera, como el deportista que entrena a diario.
Adrián Suar compone a Alfi, un hombre exitoso, de buen poder adquisitivo y seductor, que vive al servicio de la noche y de los amores de ocasión. Su amigo Fideo, interpretado por Diego Peretti, vio claudicar a su matrimonio de décadas, lo cual lo sumergió en una profunda depresión. Alfi le dará cobijo y unas cuantas lecciones con vistas a recuperar la plenitud de su vida. Son el agua y el aceite, pero, paradójicamente, desde sus profundas diferencias filosóficas para llevar adelante sus vidas encontrarán el punto de encuentro.
-¿Cuál es el punto de partida para la composición? ¿A qué apelan para darle vida a Alfi y Fideo?
Suar: -El tipo de personaje que hago en esta obra, lo conozco. No lo que atraviesa puntualmente, pero sí su forma de ser, esa máscara que se construye de hombre de la noche que va para adelante, pero que esconde a un inmaduro. Hay algo de esa expresividad casi superficial de Alfi que es una tecla de la actuación que conozco y me divierte.
-Diego, en tu caso, para componer, ¿apelaste a tu formación como psiquiatra o a la experiencia empírica de la vida?
Peretti: -En lo personal, conozco el miedo, la timidez y el temor a comunicarse con una mujer. Soy torpe. Mi personaje, que tiene un temperamento de mucha timidez, olvidó cómo es el vínculo con el otro género. Así que, si no fuera por el contrapunto con Alfi, no haría nada.
-Si Neil Simon viviera, Inmaduros podría llevar su firma.
Suar: -Tenemos a muchos autores franceses y norteamericanos como referencia, y, sin dudas, Neil Simon es el padre de este tipo de obras.
Peretti: -¿Extraña pareja es de Neil Simon?
Suar: -Sí.
Peretti: -Hay una referencia monumental ahí, es como Los Soprano con El padrino. Además, el humor de la obra también es muy al estilo Woody Allen.
Argentina inmadura
-¿La inmadurez puede ser una virtud? ¿Reconocen en ustedes algún rasgo de ese tipo?
Suar: -Puede ser una virtud en tanto no se le ponga tanta cabeza a todo y se deje librada cierta zona de acción, algo que no vendría nada mal.
Peretti: -La inmadurez se define en relación con otro, pero quién puede afirmar que alguien es inmaduro o no. Ahora bien, si alguien a los 50 tiene conductas de un pibe de 22, pero es consciente de eso, ahí aparece la madurez.
-Se trata de una elección.
Peretti: -Yo me angustio muchísimo con cosas que no sé hacer y que dejo de lado para ir a jugar a la pelota a Palermo. ¿Por qué tengo que ir a los bancos o estar preocupado por el monotributo? A mí no me interesa la tecnología, no sé comprar por el playstore, ni hacer trámites. Eso me convierte en un inmaduro muy maduro, porque lo elijo y no me quejo.
-Adrián, alguien que ocupa un lugar tan relevante como vos, evidentemente se maneja con la razón. ¿Por dónde pasa tu rasgo de inmadurez?
Suar: -Me conozco bastante y sé que funciono muy bien para una parte de mi vida, donde la cabeza se me abre y puedo estar al frente de ciertas cosas, pero eso no me termina de definir en su totalidad. Por otro lado, hay una idea sobre mí que es la que construye la gente. Durante años, me paraban y me decían: “Lo que debés trabajar, ¿cómo hacés?”. Y la verdad es que tengo mucho tiempo de ociosidad. Trabajo en su justa medida y sé delegar. Una parte importante de mi vida tiene que ver solo con mis cuestiones personales y hasta con mi inmadurez, que siempre está en jaque. En algunos aspectos me va muy bien y en otros siempre estoy tratando de llegar a la orilla y cuando creo que llego, vuelvo para atrás.
Peretti: -Si llegás a ver la orilla...
Suar: -Cuánta gente conocemos que ocupa roles relevantes y uno los ve y siente que son re boludos. Lo he visto en un amigo, en un gerente de banco o en un político.
-Ahí no funciona la llamada inteligencia emocional.
Peretti: -Acá se premia la llamada viveza y el tipo es un boludo que se mete en problemas donde el inteligente no se mete. Este es un país que está lleno de ese tipo de personas. Y esa viveza es inmadurez, como el que se cree que puede engañar al otro y cagarlo para vivir bien y encima te dice que es lo que hay que hacer porque vivimos en la ley de la selva.
-¿Argentina es un país inmaduro?
Suar: -Creo que sí.
Peretti: -En la política se da mucho. Son todos políticos de partido, pero no hay conciencia política. Todo es chisme de pasillo, de catalogar, de rumiar quién pertenece a quién.
-El fanatismo es un acto de inmadurez.
Suar: -Sí, y, además, es un rasgo nefasto. Y no es solo una característica de Argentina, el mundo está así. El fanatismo, que siempre es irracional, está llevando al ser humano a lugares que no nos damos cuenta. Tenés a (Jair) Bolsonaro en Brasil, a (Donald) Trump en Estados Unidos, ¿qué dicen y qué hacen esas personas?
-Los liderazgos en buena parte del mundo están en manos de seres monstruosos.
Suar: -Algo peligrosísimo.
-¿Por qué se los elige?
Peretti: -Creo que siembran un temor infundado para mantenerse en el poder. No buscan la transformación para el bien común, sino que focalizan en los negocios y eso hace que se transforme a las democracias en corporaciones de negocios, donde hay más influencia del sistema económico que de la voluntad popular. Eso pasa acá, en los países de izquierda y en los de derecha. El tema del poder no está resuelto, basta con fijarse en lo que sucede en Ucrania, en la guerra nuclear, en el cambio climático. ¿Qué sucede con Nicolás Maduro? Es gente que solo busca el fanatismo para sostener el liderazgo.
-La grieta es inmadurez.
Suar: -Absolutamente.
-Un rasgo inmaduro que produjo un daño enorme en el país.
Suar: -Lo más lindo que tiene un ser humano, a diferencia de otras especies, es la posibilidad de repensar los temas, revisar. Acá todo es tajante, terminante.
-Y el que discrepa es convertido en enemigo.
Suar: -Fascismo puro, venga del lugar que venga. No legitimar al otro es fascismo puro.
Deconstruirse
En Inmaduros, junto a Adrián Suar y Diego Peretti se luce la estupenda comediante Patricia Etchegoyen. Además, el elenco se completa con Fernanda Metilli, Jessica Abouchain y Carla Pandolfi. Justamente, serán los personajes femeninos quienes oficien el viraje en esos dos varones arcaicos en sus maneras de vincularse y entender el lugar de la mujer, dotando a la pieza de resonancias con el presente, la lucha feminista y las conquistas ganadas y derechos adquiridos por la mujer que históricamente les habían sido cercenados.
-Los personajes hacen un quiebre, no son lineales.
Suar: -Eso es lo que me gusta de esta comedia que, con armas nobles, profundiza en cuestiones muy actuales. Desde ya, es una propuesta para que la gente se venga a divertir y reír, pero también habla de ciertos temas como el feminismo.
Peretti: -La deconstrucción que hacen los personajes está muy vigente.
Suar: -Me causa mucha gracia lo machirulo de mi personaje, pero hay una deconstrucción posterior con un gran secreto que se devela en el final.
Decía Moliere, el padre de la Comédie-Française, que “el deber de la comedia es corregir a los hombres divirtiéndolos”. Salvando las distancias, algo de eso sucede en Inmaduros, donde los varones quedan expuestos con patrones ideológicos perimidos como la cosificación y la dominación.
-En una escena, uno de los personajes femeninos aparece enarbolando pañuelos que simbolizan luchas como la de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Es un riesgo desafiante apelar a esos tópicos sensibles para la sociedad en medio de una comedia y que resulte orgánico.
Peretti: -Tiene que ver con la época y cómo se relacionan los personajes con eso. John Lennon hablaba de feminismo hace cincuenta años, pero no repercutía como si repercuten las voces que hoy lo hacen y lo ejercen en la acción. Estas cuestiones están tan a flor de piel que, bien utilizadas, son oro en polvo para la comedia; se convierte en una revisión de los derechos ganados.
-Mencionás a Lennon y podemos pensar en Simone de Beauvoir. La obra refleja un presente social sostenido en un pasado de militancia que hoy ve sus frutos.
Peretti: -Es una ola imparable que provoca una reacción en la sociedad. Me parece que el humor o una comedia son buenas herramientas para mirar desde otro ángulo.
Sin mordaza
-Adrián, sos actor, productor y director. Te movés en el medio desde hace décadas y tu contacto con actores es diario. ¿Cómo repercuten en vos las denuncias sobre acosos y abusos en el mundo artístico que se conocieron en los últimos años?
Suar: -Hace muchos años que soy actor y otros tantos que soy productor y en el ámbito en el que me he manejado ha pasado poco. Desde ya que en el medio han sucedido esos hechos, es una realidad, pero se trata de una minoría. Este fenómeno mundial en el que las mujeres se expresan y denuncian puso a esos hijos de puta en su lugar. En la década del ochenta, cuando comencé, recuerdo que era un tiempo de mucha promiscuidad y acoso, y que no pasaba nada con todo eso. Mi camada y la camada más grande se tuvo que aguantar ese tipo de abusos, no se contaban. Ahora bien, en Polka jamás me he enterado de un hecho de este tipo, salvo el caso de Juan Darthés, que estaba trabajando con nosotros, pero la denuncia fue por un hecho sucedido años antes en otro lugar.
-Imagino que habrá sido un shock para vos enterarte de las acusaciones de Thelma Fardin.
Suar: -Fue muy duro. Ahora bien, debo decir que se trata de una minoría y que, en lo referente a los casos que salieron a la luz y son de público conocimiento, en el medio algo se intuía.
-Hay casos que no sorprenden, ya que hay nombres involucrados con poca reputación ética dentro del medio.
Suar: -Los caos que salen a la luz, a mí no me sorprenden. Más allá de eso, puedo dar nombres de gente intachable, la mayoría es gente de bien.
-Diego, desde la perspectiva psiquiátrica, ¿qué se puede decir de quien comete un acoso o un abuso?
Peretti: -Un pedófilo es un enfermo metal, que causa un dolor tremendo y maldito. También se toca, tangencialmente, con lo que es la maldad y la perversión. Y, como bien dice Adrián, sobre algunas personas ronda un run run de maltrato, de pasar los límites. Tampoco me sorprende que el movimiento Me Too haya aparecido en el ámbito del mundo del espectáculo y que luego se extendiera a otros sectores. Eso es importante, porque genera una gran resonancia.
-Adrián, hace poco tiempo tu hijo Tomás contó públicamente una situación traumática que padeció de niño. ¿Cómo vive un padre un hecho de esa naturaleza?
Suar: -Fue un shock. Salir a cagar a trompadas a ese tipo fue la actitud primera. ¿Cómo se puede hacer algo así con un chico de siete años? Después, uno pasa por todos los estados, te preguntás dónde estabas, qué hiciste mal. Con el tiempo, entendés que estas cosas desgraciadamente suceden en muchas familias. En este caso, por suerte, no pasó de un toqueteo, no hubo abuso, pero fue suficiente para dejar una huella. Él lo vive como puede, con la ayuda de la terapia. Es un pibe que tiene una fortaleza muy grande.
-Se lo percibe muy plantado.
Peretti: -Es un fenómeno.
Suar: -Está entero porque la cosa no pasó a mayores, pero hay muchos chicos que sufren situaciones peores y que no pueden superar esa huella. De todos modos, lo que le pasó a mi hijo fue muy difícil y tanto la madre como yo, luego que nos enteramos, pasamos un año muy duro.
Ser público
-La fama es una condición antinatural, la mayoría de los mortales no contamos con esa característica. Más allá de que el actor busca ese reconocimiento, debe ser engorroso ser observado permanentemente. ¿Cómo se preserva el ámbito privado cuando se tiene una carrera pública de la dimensión de la de ustedes?
Suar: -Es un tema que siempre lo llevo en mi cabeza y me lo priorizo desde hace tantos años para no perder el foco: elegí una profesión para que la gente me mirara, así que no puedo separar eso de mi vida. Esta sala estará llena dentro de una hora y eso es parte de la actividad. Por eso me enojo mucho con los que reniegan y yo mismo me pongo en penitencia. Con los actores amigos, con los que tengo más confianza, se los digo y me lo digo. No se puede renegar de eso.
-Si bien es cierto que el oficio va de la mano con el reconocimiento del afuera, ¿algo engorroso debe tener?
Suar: -No podemos renegar del cariño y el aplauso de la gente. Elegí un oficio que tiene como consecuencia eso. Cuando veo a un colega que se enoja cuando se le acerca la gente, me pregunto por qué eligió esta carrera. En lo personal, y creo que le pasa lo mismo a Diego, no tengo más que palabras de agradecimiento para la gente. Desde ya, uno no puede gustarle a todo el mundo, pero contar con el cariño de mucha gente es muy lindo. Soy un agradecido de por vida.
Peretti: -Coincido plenamente, no podemos renegar del cariño de la gente, este es el oficio que elegimos y tiene la devolución hermosa del público.
-¿También es orgánico el vínculo con la prensa?
Suar: -Hay de todo y hay que madurar en ese sentido. Existe un periodismo más amarillo y he vivido situaciones de preguntas donde he contado hasta veinte para responder, pero entiendo que el otro tiene un oficio, yo tengo el mío y mi rol es el de responder. Y si puede resultar incómodo, cuando abro el plano, veo que el que tiene problemas es el señor que abre su local todos los días o los que la luchan desde la mañana temprano. A mí me pagan y me aplauden, así que me digo a mí mismo: “callate la boca”.
Peretti: -Yo nunca di cabida a hablar de mi vida privada. Cuando me preguntan pongo cara de “boludo, qué te importa eso”. Nunca abrí la puerta, pero también es cierto que nunca la empujaron, no sufrí un acoso.
Suar: -En mi caso, también entendí que tuve una vida que generó interés. Estuve casado con una mujer conocida (Araceli González) y Griselda (Siciliani) es una mujer popular, entonces seguramente mis separaciones van a dar que hablar. ¿Con quién me voy a enojar?
Proyectos
-A partir de la penetración de las plataformas, ¿qué lugar tendrá la ficción en la televisión abierta? ¿Desaparecerá?
Suar: -Van a convivir. Las plataformas son un mercado enorme que hizo que el público se fragmentara a la hora de consumir. En lo que a mí me toca, siempre pienso que tengo que hacer el mejor trabajo para hacer la mejor ficción. Cuando lo logro, va a venir la gente. Si no lo logro, vendrá menos.
-A veces se logra y la gente no responde.
Suar: -Soy un convencido que, si se hacen las cosas bien, siempre el resultado es bueno. Que hoy es más difícil hacer ficción en la televisión abierta, es cierto. Hace veinte años no tenías la competencia que hoy se plantea con las plataformas. He hecho programas malos que los vieron mucha gente porque no había otra cosa para ver. Sin embargo, cada vez que estuve bien enfocado, la gente me acompañó mucho más.
-Ibsen dijo en su pieza Un enemigo del pueblo que “las mayorías también se equivocan”. Existen innumerables casos de ficciones de impecable factura que no contaron con el favor del público.
Suar: -Seguro que la gente puede equivocarse, pero, en mi experiencia personal, cuando hice las cosas bien, me fue bien. Y a la inversa, cuando hice algo mal, me fue muy mal.
Peretti: -A mí me sucede algo parecido. Estuve en programas que eran muy buenos, pero que arrancaron con bajo rating. Sin embargo, el boca a boca los fue posicionando y terminaron con buena audiencia. Cuando algo no es bueno, la llama se apaga rápido.
A pesar de privilegiar su tiempo libre, Adrián Suar mantiene una hiperactividad laboral. Este lunes, el actor comenzará a rodar la segunda temporada de Los protectores, material que se verá por Star+, donde comparte el elenco con Gustavo Bermúdez y Andrés Parra. Y, con un ojo puesto en el mediano plazo, a mediados de año estrenará 30 noches con mi ex, film producido por Patagonik en el que no solo actúa, sino que marca su debut como director. En este nuevo relato, el actor interpretará a un exmarido que convivirá durante treinta noches con su exmujer, quien acaba de recibir el alta de una internación psiquiátrica. “Es algo que me pone muy feliz. Estuve acompañado por Pilar Gamboa que hace un trabajo extraordinario”, reconoce.
-En lo que refiere a Polka, ¿habrá segunda parte de Argentina, tierra de amor y venganza?
Suar: -Sí, ATAV estará en el aire este año.
-¿Irá pegada a la finalización de La 1-5/18?
Suar: -No, creo que pararemos dos meses y luego comenzará ATAV.
-Diego, ¿cómo sigue tu año?
Peretti: -Recientemente se estrenó la película Ecos de un crimen y pronto se podrá ver La ira de Dios, dirigida por Sebastián Schindel. Además, a mitad de año se estrenará Más respeto que soy tu madre, dirigida por Marcos Carnevale, donde trabajé con Florencia Peña. Antes, en abril, comenzaré a filmar la segunda temporada de la serie El reino, con todo el elenco de la primera parte.
-¿Podemos pensar en una temporada de Inmaduros en Mar del Plata durante el próximo verano?
Suar: -Nos vamos a quedar mientras la gente nos siga acompañando y mientras tengamos ganas de hacer la obra. Tenemos muchas ganas de pasarla bien y, aunque parezca una frase hecha, de darle al público lo mejor. Personalmente, siento que hemos trabajado mucho con el director Mauricio Dayub y con todo el elenco.
-Hace pocos días, y a poco de debutar, transitaron el Covid. Se los ve muy bien.
Suar: -Si estás vacunado se transita mejor. Yo tuve un poquito de fiebre, chuchos de frío, como una gripe que todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida.
Peretti: -Rápidamente pudimos volver a la actividad.
-No salen de escena, se percibe que el desgaste físico es alto.
Suar: -Dejamos todo en el escenario. La verdad es que hacemos reír muchísimo a la gente y eso se ve reflejado en el aplauso. Con las armas de cada uno, ponemos lo mejor para que todos la pasen bien.
Ingresa Patricia Etchegoyen, saluda a sus compañeros y atraviesa el escenario rumbo a su camarín. Más allá, en el fondo de la platea, Pablo Codevilla, quien trabaja codo a codo con Suar programando eltrece, aguarda para reunirse con el actor. De a poco se va percibiendo un movimiento mayor. En la cabina de luz y sonido, los técnicos comienzan con las pruebas, mientras un ejército de acomodadores está reunido en el foyer para organizar el ingreso de las más de mil personas que volverán a colmar la platea de El Nacional.
Peretti: -Cuando algo así sucede, hay que disfrutarlo.
Suar: -Es una alegría, una bendición, cómo no lo vamos a disfrutar.
Suar y Peretti se despiden, luego de una extensa charla que los obligó a llegar al teatro más temprano. Es hora de comenzar el ritual. Afuera ya es de noche. La fila de espectadores se extiende hasta la 9 de Julio. El Obelisco no deja mentir. Nació un nuevo fenómeno teatral. Esos que aparecen de cuando en cuando.
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