Adam Farrar: el hermano “oculto” de Leonardo DiCaprio, entre los excesos, la cárcel, los reproches y la vida en las sombras
Cuando la estrella de Titanic y Los asesinos de la luna empezó a tener vínculo con su medio hermano, notó que sus actos delictivos perjudicaban su imagen y decidió alejarse de él
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A Leonardo DiCaprio no le gusta recordar su infancia y, cuando lo hace, es para remarcar el gran esfuerzo que hizo su madre para protegerlo de situaciones peligrosas y desesperantes que marcaron su vida al punto tal de elegir cómo quería manejarse en Hollywood: libre de vicios, con la mente concentrada en una profesión por la que tantos sacrificios hizo.
La estrella de cine es hijo del escritor y editor de novelas gráficas George DiCaprio, y de la secretaria alemana Irmelin Indenbirken. Su vida itinerante comenzó cuando era tan solo un niño. Sus padres se divorciaron e Irmelin se fue mudando a distintos barrios de Los Ángeles, como Los Feliz y Echo Park, con el objetivo de obtener un trabajo que le brindara estabilidad a Leo.
A medida que iba creciendo en esos contextos, el joven DiCaprio comenzó a asimilar cómo eran los lugares en los que vivía con su mamá. “Nunca probé drogas, y si no lo hice fue porque veía el consumo literalmente todos los días de mi vida cuando tenía tres, cuatro años”, le contó a Los Angeles Times. “Por eso, cuando llegué a Hollywood, para mí era como un paseo en el parque. Iba a fiestas, donde estaba la tentación. La industria es muy volátil y los artistas siempre están buscando pertenecer. Cuando sos niño y crecés en ese medio, te encontrás en una posición vulnerable, las críticas te hacen cuestionarte, y hemos visto a muchas personas ser víctimas de eso, lo cual es muy triste. Yo salía a la calle y en la puerta me encontraba con personas abusando de la cocaína y la heroína”, recordó el protagonista de Los asesinos de la luna.
Un día, cuando tenía cinco años, DiCaprio fue acorralado por un hombre que era adicto al crack, quien lo tomó de los brazos, lo empujó contra la pared y lo amenazó con clavarle una aguja. Esas situaciones extremas eran parte de la cotidianidad de Leo, a quien su madre intentaba cuidar lo mejor posible, dado que su vida tampoco era fácil. Irmelin se peleaba frecuentemente con su exmarido, quien solo pagaba 20 dólares de cuota alimentaria. Además, Leo sufría mucho cuando le tocaba visitar a su papá, quien lo hacía dormir entre cajas, ya que nunca le compró una cama. El panorama para madre e hijo empezó a modificarse cuando el joven se anotó en clases de teatro.
“Ese fue el punto de quiebre en mi vida, esa motivación que se despertó en el momento justo. Simplemente tenía que salir de allí, en la escuela me pegaban y ya estaba empezando a desarrollar una actitud negativa hacia los demás”, expresó el actor, quien a los 19 años conocía a uno de sus grandes referentes, Robert De Niro, cuando fue elegido en un casting para coprotagonizar con el actor el drama de Michael-Caton Jones, Mi vida como hijo. “Estuve de un lado del espectro, en la extrema pobreza, y ahora estoy en otro; eso me da una perspectiva diferente de cómo manejarme, lo que viví en esos barrios me cambió para siempre”, subrayó en esas declaraciones en las que nunca mencionó a Adam Farrar, su medio hermano, la persona de la que debió alejarse cuando sintió que este lo conducía a caminos impredecibles.
El hermano de Leonardo DiCaprio, una figura ominosa
Cuando George DiCaprio se divorció de Irmelin, quiso rehacer su vida con una mujer de la que se había enamorado profundamente: Peggy Ann Farrar. Al conocerla, Peggy ya era madre de un niño llamado Adam, con quien el hombre entabló un lazo muy fuerte desde que lo vio. Por lo tanto, cuando Leo visitaba a su padre en 1995, cuando él ya había mejorado su calidad de vida, pasaba mucho tiempo con Adam y entre ellos se generó una relación de compañerismo.
De hecho, Farrar también quería ser actor y se mostraba mucho más extrovertido que Leo, a quien le insistió en varias ocasiones que se presente a audiciones porque veía potencial en él. Adam, en tanto, ya había logrado algunos pequeños triunfos, desde aparecer en diversos comerciales hasta ser parte de las series Battlestar Galactica y Eight Is Enough. Cuando Leo aceptó sus consejos, todo comenzó a fluir y DiCaprio demostró que no tenía techo, para alegría de su madre, testigo de los frutos que el joven estaba cosechando tras numerosas adversidades.
Entre los años 1993 y 1996, el joven actuó en ¿A quién ama Gilbert Grape? (que le valió una nominación al Oscar), Rápida y mortal, y Romeo + Julieta, entre otras producciones. 1997 fue el año que lo cambió todo cuando audicionó para el rol de Jack Dawson en Titanic y nada volvió a ser lo mismo, ni su carrera ni su vida familiar. Su vínculo con Adam comenzó a enfriarse ya que, como se aseguraba en informes de la época, Farrar se sentía abatido por no haber logrado un éxito en Hollywood, industria en la que parecía haberse aclimatado con soltura.
Las constantes desilusiones lo condujeron a las drogas. Adam vivía de fiesta en fiesta y, cuando estaba sobrio, aceptaba trabajos como asistente de diseñadores de producción. Ya no estaba en el centro de la escena sino tras bambalinas, una realidad muy dura para ese joven que tenía todo para triunfar y que veía cómo era su hermano quien lograba lo que él quería para sí mismo.
“Con Leo éramos muy cercanos”, declaro Adam, en diálogo con The Daily Mail en 2016. “Lo amaba y todavía lo amo, pero no hemos hablado en varios años. La última vez que lo vi fue en su fiesta de cumpleaños, hace algunos años. Me había invitado otro amigo. Leo se alegró de verme y me dio un abrazo, pero cuando intento llamarlo, mis mensajes quedan sin respuesta. Ahora tiene todo un equipo a su alrededor y es imposible traspasar ese muro en el que más de uno es un parásito”, añadió, sin disimular su angustia por haber perdido ese contacto que tanto valoraba. “Leo quiere salvar el mundo, pero parece más preocupado por el cambio climático que por su propio hermano, y eso me duele mucho”.
Asimismo, Farrar recordó cómo fue para ambos crecer en la pobreza. “Vivíamos a una cuadra de distancia, y yo me quedaba con él. Éramos lo más cercano que dos hermanos podrían ser, teníamos un vínculo más espeso que la sangre”, remarcó. De acuerdo a su versión, la infancia de ambos no fue fácil y eso los unió aún más. “Leo y yo veíamos gente fumando marihuana y consumiendo cocaína, y eso a él lo marcó mucho, le empezó a tener pánico a las drogas, le hacía muy mal ver cómo la gente encendía un cigarrillo de marihuana a su lado”, detalló su hermano, quien también evocó la relación que tenía con George, su padrastro. “Leo era hijo de George y por eso siempre le brindaba más cariño. Recuerdo cómo en las fiestas él recibía muchos regalos, y yo solo algunos. Siempre sentí que era el favorito de todos, pero también sé que nuestros padres nos criaron con el mismo amor”, aseveró el hombre que ya no puede comunicarse con su hermano.
Entre las tentaciones de la vida nocturna y las detenciones
Cuando Leo comenzó a tener un éxito indetenible al convertirse en el joven galán de Hollywood, las fiestas empezaron a multiplicarse. Su hermano reveló que él era su “compañero de la noche”, y que veía cómo le daban “cocaína gratis”. En esa charla con The Daily Mail, Farrar llegó a decir que la exposición de DiCaprio lo terminó afectando a él, porque no pudo dejar pasar “las tentaciones” de esa vida.
“Era un mundo embriagador y yo lo acepté. Soy un hombre adulto y soy responsable de mis propias acciones. No culpo a Leo por todo eso, en absoluto”, aseguró. En 1998, cuando DiCpario se encontraba en pleno rodaje de El hombre de la máscara de hierro, Adam todavía vivía con él, hasta que el ganador del Oscar advirtió que pasar tiempo con su hermano era perjudicial para su estilo de vida. Cuando Leo comenzó a colaborar con Martin Scorsese en films como El aviador y Los infiltrados, Farrar ya no era parte de su círculo.
“Me arrestaron cinco o seis veces por pequeños robos, yo robaba mucho en supermercados porque quería dinero para droga”, contó Adam. “Leo empezó a rodearse de gente que no me quería cerca. Él es la estrella más grande del mundo y yo me la pasaba consumiendo, por lo que fui excluido de su mundo”, reveló el hombre que tocó en fondo en 2013. “Me cansé de entrar y salir de la cárcel y dejé la heroína”, compartió. Farrar empezó una relación con una mujer llamada Charity, madre de su hija, quien también luchaba contra sus adicciones, y con quien tuvo un vínculo turbulento.
Mientras batalla con sus demonios, Adam sigue esperando que DiCaprio lo contacte. “Soy el único hermano que tiene, y lo quiero en mi presente”, expresó, e hizo una apreciación sobre su hermano: “Sigue siendo un playboy, alguien que está buscando llenar un vacío en su vida”.
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