Abusos y violencia: las duras confesiones de la autobiografía de Sharon Stone
En sus memorias, The Beauty of Living Twice, la actriz de 63 años recordó etapas traumáticas de su vida
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La flamante autobiografía de Sharon Stone, The Beauty of Living Twice (La belleza de vivir dos veces), arroja luz sobre etapas desconocidas de la vida de la actriz que, según sus propias palabras, sintió que era momento de hacer públicas. Desde episodios de abuso hasta rodajes con ámbitos de trabajo tóxicos, Stone, de 63 años, se expone en sus memorias con total crudeza.
Abusos sistemáticos
Uno de los hechos más complejos de narrar fue el abuso sexual que sufrió tanto ella como su hermana Kelly por su abuelo materno en Meadville, Pensylvania. La actriz contó lo que experimentó cuando, a los 14 años, este falleció y debió ir al funeral. “Lo empujé y la extraña satisfacción de que por fin estaba muerto me golpeó como una tonelada de hielo”, escribió Stone, quien relató que cuando le contó a su madre, Dorothy, lo que había vivido con Kelly, ella tardó en reaccionar, pero luego le escribió una carta explicándole lo desconcertada que se había sentido por la información recibida.
“Cuando terminé el libro, se lo leí a mi madre durante tres días. Después grabé una hora y media de su conversación, volví a revisar todo el libro y se lo dediqué”, narró Stone. De hecho, una temática insoslayable de la autobiografía es la violencia que muchos hombres ejercieron sobre ella y sobre la cual quiso poner el foco especialmente. Como consecuencia, además de la dura historia de abuso intrafamiliar, Stone también detalló cómo un productor la forzó a tener sexo real con un actor al filmar una secuencia.
Si bien la actriz se reserva la identidad del hombre, narra que el argumento que le había sido dado era que necesitaba “conseguir más química” entre ella y su coprotagonista, y que para eso la secuencia no debía ser simulada. En ese momento, Stone abandonó la película, pero eso no evitó que le volvieran a suceder episodios similares en otras circunstancias, con empresarios de Hollywood que solicitaron, mediante terceros, que se acueste con ellos para poder acceder a proyectos de renombre.
Pesadilla en el quirófano
En otro de los extractos, Stone cuenta que en 2001 pasó por el quirófano para que le extirparan unos tumores benignos que le habían sido detectados en el pecho. Al despertar luego de la intervención, notó que el cirujano a cargo de la misma había decidido, sin su consentimiento, ponerle implantes mamarios de gran tamaño.
“Cuando me quitaron la venda descubrí que tenía unos pechos más grandes que antes, que según el médico pegaban más con el tamaño de mis caderas. Había cambiado mi cuerpo sin mi conocimiento ni mi consentimiento. Pensó que me vería mejor con unos pechos más grandes y ‘mejores’”, recordó la actriz sobre el hecho.
El engaño en Bajos instintos
Por otro lado, uno de los relatos más comentados en los medios fue el que hizo sobre el rodaje, en 1992, de Bajos instintos, especialmente sobre la escena del interrogatorio de su personaje, Catherine Tramell. En ese momento, Stone tenía 34 años y el realizador del film, Paul Verhoeven, le pidió que se retirara la ropa interior por cuestiones técnicas. “No podemos ver nada, solo necesito que te saques tu ropa interior porque el blanco está reflejando la luz”, citó Stone en sus memorias.
Sin embargo, cuando llegó el momento de ver la escena en un “cuarto lleno de agentes y abogados”, percibió lo expuesta que había quedado.
“Le di una bofetada a Paul, me fui, entré al auto y llamé a mi abogado”, relató. De todos modos, aunque legalmente podría haber logrado que la toma no se incluya en el corte final, empezó a cambiar de opinión. “¿Qué tal si yo hubiera conseguido esa toma? ¿Qué tal si la conseguí a propósito? ¿O por accidente? ¿Qué tal si simplemente existiera?”, se preguntó, influenciada por lo mucho que le pesaba la oportunidad que el cineasta le había dado.
Tras varias explicaciones artísticas, Verhoeven terminó reconociendo que la secuencia efectivamente no era parte del guion. “Es cierto, el momento del cruce de piernas no estaba en el guion, fue una idea que pensé a partir de una situación que viví siendo universitario. En nuestro grupo había una chica que venía a las fiestas y nunca usaba ropa interior. Un día un amigo le dijo: ‘¿No te das cuenta de que cuando cruzás las piernas se te ve todo?’ Y ella le contestó: ‘Por supuesto, por eso lo hago’”, argumentó.
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