A seis años de la muerte de Juan Alberto Badía, el recuerdo de sus amigos y discípulos famosos
Se cumplen hoy seis años de la muerte de Juan Alberto Badía . Una ausencia que es solo física porque su obra sigue vigente y hace escuela. Fue maestro de muchas figuras y eso, en gran medida, fue su sello e identidad de su trabajo. Su estilo no tuvo reemplazo. Fue único. Era un profesional de una ética poco habitual y de gran generosidad. Daba oportunidades a los nuevos talentos, dejaba brillar. Seguro de sí mismo, se permitía ceder espacios.
Se reinventó una y otra vez. Arrancó en los ´70. Sedujo a las audiencias radiales de la pionera amplitud modulada y navegó como pez en el agua en el aire vanguardista de aquellas FM que experimentaban. Trabajó en casi todas las radios. Los micrófonos de Antártida, Rivadavia, Del Plata, El Mundo y La Red fueron seducidos con su voz. Perteneció a esa última camada de animadores elegantes, de buen decir. Estirpe de los que ya no quedan. "Levanto la vista y me cuesta encontrar un enemigo", dijo en un homenaje que le realizó Aptra en una fiesta de entrega del Premio Martín Fierro cuando recibió una distinción por su trayectoria. Sería una de sus últimas apariciones públicas. Ya se lo notaba deteriorado. Pero allí estaba, como siempre, su inseparable hermana Marisa para sostenerlo amorosamente.
Melómano a más no poder, tenía un oído especial para encontrar tesoros no advertidos. Fanático enfermo de los Beatles. Se dejó ser. Jamás se camufló en lo que no era. Saco y corbata para presentar rock. ¿Por qué no? Cómo olvidar esa sonrisa de dientes amplios. El pelo con raya al costado y esa mirada que jamás perdió la curiosidad del pibe de Ramos Mejía que dejaba de lado la pasión por River Plate y buceaba en la casa en busca de todo aquello que se pudiese convertir en un micrófono. Influencia le sobró. Siguió la profesión de su padre Juan Ramón, una de las grandes voces del éter local y maestro de locutores. Ascendió peldaño por peldaño en la difícil escalinata de las responsabilidades y el reconocimiento popular. Badía no transó. El rating no era su desvelo. Y si enfrente había más audiencia, él prefería quedarse con la suya, fiel a un estilo de modo exquisito. Atravesó la pantalla para comunicar ideas, arte y buen gusto.
Dejó huella. Se rodeó de los mejores y supo encontrar talento en las nuevas generaciones como quien hurga en busca de un oro oculto. Un puñado de esos renombrados profesionales que lo acompañaron en radio y televisión; varios músicos; y sus amigos conversaron con LA NACION para recordarlo y homenajearlo en este día tan especial.
Marcelo Tinelli: "Aprendí todo con él"
"Fue un maestro, un mentor. Creyó en mi carrera cuando yo no creía. Me llevó a la televisión y me hizo pisar por primera vez un estudio de radio FM cuando solo había hecho AM. Me abrió las puertas de su casa, me hizo ser parte de su familia. Le debo muchísimas cosas. Le estaré siempre agradecido. Me encanta haber estado con él en sus minutos finales, acompañándolo en la despedida de este mundo. ¡Tengo tantas anécdotas! Me embromaba sanamente. Recuerdo que siempre me hacía participar en Badía y Cía., del segmento de humor de Esteban Mellino personificado como el profesor Lambetain. Una vez, me hizo entrar en el aire para explotarme un artefacto que me dejó la cara teñida de negro. Todo en vivo. ¡Nos divertíamos mucho! Su legado es de una honestidad absoluta, tanto en sus pensamientos como en sus procederes. Un tipo con ideas muy claras, con una forma de comunicar muy cercana. Tenía mucha empatía con la gente, era muy sensible. Y, como todos saben, era un fanático increíble de los Beatles. Se empapaba de todo y producía lo que hacía. Era un estudioso, tenía un gran archivo, y hasta un estudio en su casa. Aprendí todo con él. Luego del primer programa de Ritmo de la Noche, el 6 de enero de 1991, me llamó por teléfono. Le pregunté si le había gustado y me dijo: ´No tenés que demostrar más nada. No eleves tanto el tono de voz. Ya llegaste, disfrutá´. Una vez, me invitó a su ciclo nocturno en el canal 360. Recuerdo que, al aire, me agarró la mano. Nos emocionamos. Aún percibo esa mirada".
Graciela Borges: "Seguirá siempre en mi corazón"
"Fue una persona muy cercana a mí. Tenía una discreción única, hasta en su final. No quería dejar de respirar. Sostuvo a la muerte como pudo. Cuando falleció, estábamos con su segunda mujer, sus hijos y algunos amigos. Marcelo Tinelli le sostenía la cabeza y yo le tomaba una de sus manos con la mía. Es curioso, pero tenía mis manos heladas y él tenía las suyas muy tibias. En un momento me angustié porque pensé: ´Le voy a enfriar sus manos con las mías´. Los que estábamos ahí le decíamos: ´Entregate Juan, ya está, te queremos´. En medio de esa escena, en un momento determinado veo una luz azul que, en realidad, no sé si fue tal, pero yo la vi. Lo curioso es que cuando ingresó una médica, dijo: ´Tuvieron el privilegio de estar con él cuando entró en la luz´. De alguna forma, respiramos aliviados porque Juan venía haciendo mucho esfuerzo. Juan es un ser entrañable que nunca se fue, seguirá estando siempre en mi corazón. Un amigo que es familia".
Cecilia Laratro: "Fue fiel a su estilo"
"Yo hacía la conducción de un noticiero de lunes a viernes en ATC y los sábados veía el programa de Juan. Me parecía genial porque mezclaba lo culto y lo popular, tenía invitados de lujo y les daba gran espacio a los artistas. Así que quería trabajar allí. Fui a Canal 13, me reuní con el Gerente de Programación y le conté mi deseo. ¡Así de lanzada era de joven! A las dos semanas me llamó Marisa Badía y me propuso hacer un móvil en Palermo con motivo del día del estudiante. Al sábado siguiente, me convocó para cubrir la Fiesta de la Flor en Escobar, pero, además, me dijo que me llevase un vestido para ir al estudio luego del móvil. A partir de ese día me quedé. Estuve unos cuantos años. Para mí fue un orgullo, un honor. Badía y Cía. ha sido un programa maravilloso. Tenía un respeto sacrosanto por la televisión y eso es algo que hoy se perdió. A Juan jamás lo sentí jefe. Nuestras familias eran muy amigas y hasta compartimos veraneos juntos. Nos quisimos y nos respetamos. Me enseñó a no hacer presentaciones larguísimas así el invitado no se quedaba pagando a un costado. Algunas actitudes lo pintan de cuerpo entero: tenía al productor Claudio Koremblit designado para investigar en las bateas de las disquerías de la calle Corrientes buscando nuevos talentos. Y si Claudio encontraba algo bueno, lo traía al programa. Ese era el nivel del ciclo. Tenía una virtud que es poco vista: convocaba a gente que, a veces, sentía que intelectualmente eran más que él. Decía que así crecía. Eso no es habitual. El tiempo me hace añorarlo infinitamente. En aquellos años no existía el minuto a minuto, así que todo era más relajado. Siempre fue fiel a su estilo. No miraba al de enfrente. Competíamos con Sábados de la Bondad de Canal 9, conducido por Leonardo Simons. Muchas veces nos ganaban porque tenían contenidos muy populares. Pero una vez, Juan se cruzó con Leonardo, que también era un gran profesional, y Simons le dijo: ´Daría todo lo que tengo por tener algo de tu prestigio´. Eso era lo que generaba Juan".
Luisa Delfino: "Me enseñó a buscar la transparencia"
"Juan Alberto fue una de las personas más transparentes y modestas que he conocido. No exhibía el enorme talento que tenía. Se ponía frente al micrófono y, sin papel alguno, podía hablar media hora de diferentes temas, entretener, informar y hacerte reír con calidad y delicadeza. Me enseñó a buscar la transparencia, la modestia, la improvisación, y la creatividad de la mano de un gran sentido del humor Y lo más importante: a confiar en el conductor porque siempre buscaba que todos los que trabajaban con él se lucieran y lo pasaran bien. Recordarlo me da mucha risa porque realmente él jugaba mucho con el humor. A mí jamás se me hubiera ocurrido trabajar en televisión, sentía que no era para mí. Cuando me pidió que lo acompañara en Badía y Cía., mi respuesta fue: ´No puedo trabajar en televisión, Juan, ahí trabaja la gente que es linda´. Y él respondió rápidamente: ´No te preocupes, no te llevo por linda, sino por espontánea y sensible´".
Sandra Mihanovich: "Fue el mejor"
"Tengo entendido que el transmitió en vivo los recitales de Obras de 1982 a través de su programa de Radio del Plata, Flecha Juventud, pero no lo conocí en ese momento. Lo conocí en Canal 13, en Badía & Cía. Íbamos, a menudo, todos. Era una felicidad tocar en la tele en vivo, con sonido, con luces, con todo, como si estuviéramos en el teatro. ¡Un capo! El, y su infaltable hermana Marisa, con la que armaba un combo imbatible. Fue el mejor. Un melómano total. Generoso, inclusivo, abierto. Uno de esos argentinos necesarios, imprescindibles. Se lo extraña siempre. Gran artífice de la música nacional de todos los géneros. ¡Todos le debemos gratitud! Cuando teníamos algo nuevo para mostrar, era el primero en aceptar la propuesta. Un grande total".
Ana María Cores: "Era serio, honesto y respetuoso"
"Trabajé con Juan Alberto en televisión y en teatro. Fue uno de los pocos que se atrevió a darle un espacio a la comedia musical en un medio que, aún hoy, sigue siendo esquivo para el género. Se ensayaba toda la semana para poner en el aire, en vivo, el sábado por la tarde en Badía y Cía., un segmento especialmente producido con bailarines, iluminación especial, y banda de sonido. Juan pedía que las puestas en escena fueran como si se tratase de una función de teatro. Era un lujo. Un año decidió subirse a las tablas y me convocó para compartir el escenario de la obra Badía, Lambetain y Cía. Lo hicimos en Buenos Aires y en temporada en Mar del Plata. Me pedía consejos sobre cómo pararse en el escenario. Y él nos enseñaba a estar frente a cámaras. Juan Alberto fue un profesional de lujo. Serio, honesto y respetuoso con los artistas y una gran persona".
Patricia Sosa: "Un amor de persona"
"Lo que voy a contar sucedió a principios de los ´80. Habíamos grabado un disco con La Torre que jamás iba a ser escuchado en ninguna parte. En aquellos tiempos, Badía, que era mi ídolo, tenía un programa en Rivadavia. Una mañana me fui a la radio para acercarle el disco, pero el portero no me dejó pasar. Así que decidí esperarlo en la puerta. Cuando Juan salió le dije: ´Juan Alberto, me gusta mucho la música que pasás y me atrevo a traerte este disco que grabé´. El, con mucha ternura, lo tomó y me respondió: ´No te puedo prometer que lo vaya a poner al aire, pero sí te prometo que lo voy a escuchar y, si me gusta, lo paso´. Luego de esa charla, con Oscar nos poníamos el despertador todos los días a las ocho de la mañana para escuchar el programa. A la semana, comienza a sonar nuestro tema Colapso nervioso. ¡Nos pusimos a saltar arriba de la cama! El marcaba tendencia así que con ese gesto estaba dando la venia, diciendo que el material era bueno. El recuerdo que tengo de él es entrañable. Un amor de persona. Le daba mucho valor y espacio a los autores nacionales, además de a los Beatles. Está en nuestro ADN musical. Un verano nos íbamos a presentar con la banda en Pinamar. Fuimos a hacer una nota a la radio que él tenía allá y fuera del aire nos preguntó cómo venía la venta. Le dijimos que muy floja. Inmediatamente, se puso a promocionar el show, y hasta dijo al aire que sería el presentador del mismo. Así fue. Vino esa noche con su mejor vestuario a presentarnos. Y, por supuesto, el teatro se llenó. Ese era Badía. Fui, con el Negro Rada, la voz de la cortina de Imagen de Radio, un placer. Cuando falleció, estaba toda la música nacional presente en su funeral. No faltó nadie. Llorábamos todos como cuando se va un familiar, un ser querido. Cuando el sacerdote terminó de dar sus palabras, todos gritamos: ´Gracias Juan Alberto´. Jamás pensé vivir una experiencia así. Nunca vi nada igual".
Gustavo Lutteral: "Era un animal de trabajo"
"Juan es uno de los responsables de que yo haya elegido esta profesión. Primero fue el jefe y luego fue el amigo con el que hablaba cuestiones personales más profundas. De todos modos, cuando había algo que no me gustaba, se lo planteaba y eso hizo que, en algún momento, no tuviéramos tanto vínculo, aunque siempre con mucho respeto y cariño. Cuando enfermó, estuve siempre en comunicación con su familia para ver como evolucionaba. Luego de su primera operación, que había salido fantástica, lo llamo para dejarle un mensaje en el contestador. Supuse que como recibiría cientos de llamados por día, no me iba a atender. Para mi sorpresa, me atendió. Estuvimos hablando dos horas. Recuerdo que le dije: ´Betito, viajá, disfrutá de la vida, rodéate del amor del bueno´. Él me dijo: ´Gus, ya aprendí, quédate tranquilo´. Esa fue la última vez que conversé con él. Pero no me hizo tanto caso porque siguió laburando un montón. Era un animal de trabajo. Era su camino pasional y genuino. Juan fue el responsable de mis inicios como productor y me llevó por primera vez en mi carrera a hacer conductor de un ciclo que se llamaba Todo Nuevo con Marcela Oviedo Montserrat y Ari Paluch. No me puedo olvidar de las madrugadas tomando cointreau con él.
Una anécdota marca su exigencia profesional: era el primer programa, en Canal 9, de Badía y Cía. y Juan me pide que arme una mesa de imitadores, entre los que tenía que estar Mario Sánchez haciendo de Raphael. De los siete artistas convocados, conseguí a seis porque Sánchez viajaba. Cuando le digo a Beto que no iba a estar, se enoja, me mira fijo y me dice: ´¿Yo te ascendí a productor? ¡Cómo me equivoqué con vos!´. Yo no entendía nada. Había hecho un gran trabajo de producción, pero Juan era excelso. Recuerdo que esa vez me dijo: ´Pibe, si Mario Sánchez viaja, lo vestís de Raphael en la escalerilla del avión y le hacés decir que no puede estar porque se va de gira, pero no lo perdemos para el programa´. Me dio una gran lección. Y, por supuesto, así lo hicimos. Otra anécdota que recuerdo es cuando entrevisté a Paul McCartney. Fue la primera vez que hablaba para un medio argentino. Y con ese material se hizo un especial de Imagen de radio donde me puso de coconductor. ¡No lo podía creer! Pasé de escuchar la beatlemanía de Badía en la madrugada de la radio a estar con él en un estudio y presentando una nota a Mc Cartney que había hecho yo. Él me había enviado a hacer esa cobertura. Era muy generoso".
Alejandro Lerner: "Siempre estará cerca nuestro"
"Cuando grabé Todo a Pulmón, el primero que lo escuchó fue Juan Alberto, ahí nació nuestra amistad. Cuando registré el tema, le escribí una carta donde le decía que sería el primero en escucharlo. Luego, con los años, leyó al aire esa carta cuando ya era un himno de toda Hispanoamérica. Con los años, dejamos de vernos solo para el trabajo y pasamos a tener un contacto de vida cotidiana, fue uno de los primeros en conocer a mis hijos. Él fue quien me enseñó el arte de dar una mano. Cuando lo invitaba a comer asados en casa, me encontraba con un Juan más informal que se atrevía a decir malas palabras, algo impensado cuando estaba frente a cámaras. Me gustaba verlo así de suelto. Una vez me dijo: ´Vos sos un pelotudo´. Y yo le respondí: ´¿En qué sentido me lo decís?´¡Nos reíamos mucho! Puedo decir que estuve junto a él hasta último momento, junto a Mariana, su mujer, y a Marcelo Tinelli, entre otras personas. Cuando estábamos en el cementerio, despidiéndolo, lo miré a Pedro Aznar y me puse a cantar "Let it Be". Instantáneamente, toda la multitud se puso a entonar ese tema de los Beatles. Siempre estará cerca nuestro querido Juan Alberto Badía".
María Ester Sánchez: "Es mi ángel, mi descubridor"
"Es mi ángel. Fue el impulsor de mi carrera, mi descubridor. Yo trabajaba en Chacabuco como locutora y en una Fiesta del maíz, él fue contratado para animar y a mí me designaron su locutora. Como le gustó mi manera de trabajar, me sugirió que me fuera a Buenos Aires a estudiar. Fue un shock para mi familia, pero lo hice. En Chacabuco, me preparé, durante un año, en cultura general y pronunciación extranjera. En esa época, se estudiaba en el Iser y en el Cosal. Me anoté en los dos. Al Cosal entré y el último examen en el Iser me lo toma un profesor bravísimo: Juan Ramón Badía, el papá de Juan. Al final del examen, se dan todas las notas y a mí no me nombran. Cuestión que se lo hago notar al papá de Juan, quien me dice: ´Señorita, usted se merece un diez y no necesitaría estudiar´. Desde ahí estuve vinculada a los Badía. Con mi título, comienzo a colaborar de lunes a lunes, haciendo suplencias. En el edificio en el que yo trabajaba, también lo hacía Juan. Ahí lo saludé y nos reencontramos. Me hizo hacer la tanda como le hacía hacer a los que recién se recibían. Luego me llevó a trabajar con él en FMR. Hacíamos el programa Piedra Libre, donde también arrancó Marcelo Tinelli. Tenía un ojo especial. Un día me dijo que tiene una noticia importante para darme, entonces lo invito a mi casa a comer una pizza y, entre porción y porción, me contó el proyecto de Imagen de radio, un programa que marcó una etapa en la televisión argentina. Conoció muchos de mis dolores y yo los suyos, como cuando partieron sus padres. Me decía ´ma´. Ese ´ma´ de Juan Alberto me hace llorar, jamás lo olvidaré. Pude entrar a su habitación minutos antes de su partida. Le agarré la mano y sentí que me dijo: ´Hola ma, viniste´. Sentí eso. Fue una manifestación".
Silvina Chediek: "Nos dejaba brillar a todos"
"Juan me convocó para Imagen de Radio. Era un programa único, donde nos pedía que no miremos a cámara. Era la radio en la tele, pero no salía por la radio. Era una creación de él. Arrancamos a la mañana y luego seguimos en la trasnoche. Impuso ese horario, siempre fue un precursor. Nos dejaba brillar a todos. La producción de su hermana Marisa era una pieza clave. Era seguro y generoso. Agradable y contenedor. Te preguntaba por tus cosas personales, y te aconsejaba. Me decía que yo era más relajada en la vida y que eso lo tenía que reflejar en la pantalla. Nos reíamos mucho. No había persona que no me preguntara si era tan buen tipo como parecía. Jamás se disfrazó de lo que no era. No se sacaba el traje y no tenía por qué hacerlo. Fue siempre fiel a su personalidad".
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