A dos años de la muerte de María Concepción César, la actriz de las piernas más bellas
Siempre se dijo que tenía las piernas más lindas de la Argentina, y ella se jactaba de eso y las lucía con orgullo. Pero María Concepción César no fue solamente un par de bellas piernas sino una de las actrices más esplendorosas del espectáculo vernáculo, también cantante y bailarina. Murió a los 91 años, el 26 de julio del 2018 y se mantuvo activa casi hasta el final. En alguna entrevista, muchos años antes, había dicho: "Mi vida intelectual y emocional es muy intensa. Cuido mucho mi carrera y mi espíritu. Para vivir pasivamente como un vegetal es mejor irse antes".
Había nacido en el barrio porteño de Floresta, el 25 de octubre de 1926, con el nombre de Concepción María Cesarano. De muy jovencita estudió en el Conservatorio de Arte Dramático y solía decir, orgullosa: "Tuve la suerte de estar en manos de Antonio Cunill Cabanellas y de tener como profesor al escritor y filósofo Vicente Fatone". Además, realizó un postgrado con Lee Strasberg, en el Teatro San Martín.
Debutó en cine en 1945, en una película de Luca Demare, Pampa bárbara, que protagonizó Francisco Petrone, que era su tío. Hizo varias películas, entre ellas El crimen de Oribe, de Leopoldo Torres Ríos y La barra de la esquina, donde personificó a la novia de Alberto Castillo, El regreso, El hombre que ganó la razón, de Alejandro Agresti, Bajo el signo de la cruz y Las aventuras de Dios, de Eliseo Subiela. También hizo papeles dramáticos en María Magdalena, con Laura Hidalgo, y en Rosaura a las diez, con Susana Campos, que tuvieron muy buenas críticas. Le siguieron Hotel alojamiento de Fernando Ayala, y Los chantas, de José Martínez Suárez, donde hizo un desnudo. Su última aparición en la pantalla grande fue en el 2004, en el documental Historia del cine.
De actriz dramática a sex symbol
Curiosamente, tras una intensa carrera como actriz dramática, María Concepción se convirtió en un sex symbol cuando hizo Tropicana Club, en los ’60, y fue un gran suceso. A partir de entonces empezaron a hablar de sus piernas y a ofrecerle papeles más sexies.
"Fue una gran amiga a quien quería y quiero, y muy talentosa. Una actriz importantísima que además cantaba bien, bailaba bien y todo hacia bien. Y tenía un cuerpo fantástico", recuerda su amigo, Chico Novarro, que protagonizaba junto a ella Tropicana Club. "Todos los tipos que se encontraban conmigo, me hablaban de ella y me decían: ‘Chico, contá si es verdad que María Concepción tiene las piernas tan lindas como se ven'. Yo les contestaba que personalmente eran más lindas todavía".
Su historial en la pantalla chica también incluye a Esquina tango, junto a Enrique Dumas, Su comedia favorita, Soledad frente a la vida, Teleteatro íntimo, Sábados de la bondad, Vos y yo toda la vida, Chau amor mío, Fabián 2 Mariana 0, Alta comedia, Amo y señor, Regalo del cielo, Duro como la roca frágil como el cristal, La nena, Verdad consecuencia, Alma de tango, Amándote, Señoras sin señores y Amor en custodia. Su última participación fue en Telefe, con la comedia Qitapenas, en el 2013.
Arnaldo André compartió con la actriz varias novelas. "Recuerdo con mucho cariño a María Concepción. Tenía una actitud profesional increíble. Lo que me gustaba de ella es que cuando la veía aparecer en el set tenía una energía hermosa, unas ganas tremendas. Nunca llegaba con problemas ni con el ceño fruncido. Siempre estaba arriba, brillante y así toda la jornada de trabajo que, a veces, se extendía por nueve horas. Era muy buena compañera, le gustaba contar sus cosas y también escuchar a los demás. Tengo un hermoso recuerdo de ella. Además, algo que admiro muchísimo, y comulgo con eso, es el cuidado de la estética: ella siempre se cuidó muchísimo y tenía esa actitud juvenil que hace que, por más que los años pasaran, siguiera sintiéndose tan joven como la más joven".
"Se destacaba porque era una mujer hermosa, súper elegante, con unas piernas geniales. Grabando una vez con Hugo Moser me dijo: 'Mirá las piernas de esta mujer, pocas actrices tienen esas piernas contorneadas, divinas'. Tenía una sonrisa muy contagiosa, un ángel muy fuerte. Muy femenina, muy leona. Era hermosa, con una sonrisa espectacular", rememora Silvia Kutika. "Fue mi mamá en Qitapenas, la comedia de Telefe, y era súper agradable, recontra profesional. Me acuerdo de su postura erguida, era muy seductora y muy entradora y compradora".
Natalia Lobo también estuvo en Qitapenas y compartió algunas experiencias. "Teníamos pocas escenas porque ella estaba en la otra familia y no nos cruzábamos tanto. Pero recuerdo que era una mujer muy coqueta, todos hablaban de sus piernas. Era muy femenina y sexy, a pesar de la edad. Quiero decir que no era una viejita, ¡era una sex bomb!".
La radio, su gran amor
María Concepción tuvo un intenso paso por la radio, medio en el que hizo radionovelas durante muchos años. Fue artista exclusiva de radio El Mundo y luego de Splendid, donde participó en Cumbres Borrascosas, Treinta y nueve escalones, de Alfred Hitchcock, Rosa de abolengo, La loba, Las alegres comadres de Windsor, de William Shakespeare. En 2008 fue una de Las doñas de la radio, un grupo de actrices del radioteatro argentino denominado así cariñosamente por el Consejo Profesional de Radio de Argentores. Las otras actrices eran Beatriz Día Quiroga, Elcira Olivera Garcés, Haydeé Padilla, Irma Roy, Beatriz Taibo y Beatriz Vilmajo.
Fue por entonces cuando conoció a su marido, José Castro Volpe, un hombre muy importante de la radio, con quien tuvo dos hijos, Jorge Alberto y Mayco. Durante algunos años se alejó del medio para dedicarse a la familia y, alguna vez, dijo que logró cierto equilibrio que la hacía feliz.
"Fue gran figura de la radio. Siempre me acuerdo que cuando era chico, tenía 11 años, me mandaron a Lanús porque se estaba muriendo mi abuela que vivía con nosotros- recuerda el periodista Jorge Lafauci-. Yo escuchaba una novela que protagonizaba ella y que terminaba esa tarde, un 28 de enero. Y no quise enterarme de la muerte de mi abuela hasta después del final del radioteatro. Creo que en los últimos años ella no se mostró para que no vieran cómo envejecía. Cuando me enteré de su muerte me sorprendió que tuviera 91 años, apenas unos meses mayor que Mirtha Legrand, y nadie se había dado cuenta de eso".
María Concepción también brilló en teatro, donde protagonizó la obra Después de la caída, de Arthur Miller, en la que Ernesto Bianco interpretó al escritor y ella a Marilyn Monroe. Hizo Celos, dirigida por Francisco Petrone, Llueven ladrones del cielo, Clase media, 6 personajes en busca de un autor, Un guapo del 900, El conventillo de la Paloma, El enfermero imaginario. Y musicales como Todos en París conocen, Can can, Temporada del Maipo, con Dringue Farías, Buenas noches Buenos Aires, con Hugo del Carril y dirección orquestal de Mariano Mores, Mi Buenos Aires de entonces, Hoy ensayo, hoy, y Houdini, dirigida por Ricky Pashkus. También participó en obras de su propia autoría como Dulce María, dulce y Entre mis amores.
Ricky Pashkus la evoca con alegría: "Trabajé con ella en 1978, como actor, en Fausto shock y la dirigí en Houdini, en el 2005. Tengo el mejor de los recuerdos. Una mujer hermosa, le encantaba hacer teatro, valoraba y disfrutaba el trabajo y necesitaba trabajar por una cuestión emocional. Daba todo pero tenía su carácter. Era alguien profundamente comprometida y con la escuela antigua, con los roles, el cartel, la primera dama. Se jactaba, y era verdad, de haber estudiado con Cunill Cabanellas y había podido hacer tanto una obra clásica como mostrar las piernas. Eso la volvía loca de alegría: sus piernas. Y las seguía teniendo en el mejor lugar. Amaba hablar de sus piernas y de su versatilidad".
"Tengo una anécdota que la define muy bien: un día la llamé a su casa y me atendió ella con un tono de voz fatigoso. Cuando la saludé y le dije que era yo, enseguida cambió su tono, feliz. Y me contestó que pensaba que era alguien que no le importaba. Eso la definió en el momento, de pies a cabeza. Y hay otra anécdota muy graciosa, sucedida mientras ensayábamos el Fausto shock, aunque fue traumática en ese momento. Había un arnés en el que ella tenía que colgarse, pero tenía miedo y no quería. Hasta que probó un actor chileno, Tomás Vidiella, que era muy famoso entonces. Probó y se cayó toda la estantería abajo, casi lo destroza. Y ella simplemente dijo: 'Vieron que no había que probarlo'. Tengo muchos recuerdos y muy lindos", dice Pashkus.
Recibió decenas de reconocimientos, entre ellos el Quinquela Martín, uno a la trayectoria entregado por el Congreso Nacional en 1999, el Pablo Podestá en el 2000, el Premio Susini del Consejo Profesional de Radio de Argentores en el 2008, y el Cóndor de Plata en el 2013. Sin embargo, esos galardones no estaban nunca a la vista. "¿Sabés por qué en mi casa no hay fotos ni premios? Porque no quiero que cuando mis hijos me visiten vean a una figura sino a su mamá. Quiero eso, porque bastante habré no estado con ellos. Yo era una esplendorosa muchacha que salía de un contrato y se metía en otro. En un momento de mi vida tuve que trabajar mucho. Era para marcar pautas a mis hijos. Quedé viuda muy joven y no había otra posibilidad. En algún momento era una máquina más, no paraba", le contó alguna vez a LA NACIÓN.
Además de compartir escenarios, Selva Alemán fue muy amiga de María Concepción. "Era una profesional de primera. Una compañera de trabajo fantástica, generosa, muy simpática, muy graciosa. Había sido muy amiga de mi mamá y era un sostén para ella. Así que yo la apreciaba muchísimo. Trabajamos juntas en una novela que hicimos con Pablo Alarcón, Duro como la roca, frágil como el cristal. En esa época, si hacías una telenovela te veías todo el día, compartías mucho. Era un placer encontrarla cada mañana en los estudios de Canal 9, siempre impecable, con buen humor. Mis mejores recuerdos", asegura.
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