A cuatro años de la muerte de Susana Ortiz, la villana de las novelas que tenía un corazón tierno
Debutó en la calle Corrientes junto a Alfredo Alcón, fue la malvada por excelencia en decenas de ficciones y tuvo un final con una larga agonía; el recuerdo de Osvaldo Laport
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Susana Ortiz murió el día que cumplía 72 años, el 30 abril de 2020, después de estar internada por más de tres meses. Había nacido en Flores, en 1948 y fue una actriz prestigiosa que ganó popularidad en las muchas novelas en las que participó, sobre todo haciendo papeles de villana. Fue la cruel Matilde de Chiquititas y fue la suegra de su hijo Alejo Ortiz en Verano del 98.
Con decenas de ficciones en televisión y mucho taco gastado en los escenarios porteños, el mundo del arte la atrajo desde muy chica. Hija de una ama de casa y de un músico, Susana Ortiz se crió en el barrio de Mataderos y estudió en La Divina Pastora, un colegio de monjas en el que solía hacer retiros espirituales y hasta llegó a ser la presidenta de la Acción Católica. En su adolescencia escribía poemas y fue por entonces que pisó un escenario por primera vez. De ahí en más siempre fue la primera en sumarse a las obras de teatro de la escuela.
Sin embargo, antes de decidirse por la actuación cursó dos años de Arquitectura y luego se cambió a Filosofía y Letras. Pero su vocación de artista fue mucho más fuerte. Estudió en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Actuó en varias obras del teatro under mientras se ganaba la vida vendiendo productos Ravanna, hasta que en 1975 Carlos Gandolfo la llamó para formar parte de una producción comercial.
Debutó en Panorama desde el puente, la obra de Arthur Miller que protagonizaron Rodolfo Bebán y Alfredo Alcón, de quien llegó a ser una gran amiga. Luego le siguieron otras obras, como La Piaf, Stéfano, Made in Lanús, La muerte de un viajante, Antígona Vélez, La caja del almanaque, La casa de Bernarda Alba, Los siete locos, Juego de masacre, La depresión, Bodas de sangre. Uno de sus últimos trabajos en la escena alternativa fue Azucena sin guipiur.
La popularidad le llegó de la mano del público infantil cuando interpretó a la despiadada Matilde, la celadora de Chiquititas, en el 95. Hacía ya mucho tiempo que trabajaba en televisión. Su primera oportunidad fue en 1979 con Mañana puedo morir, con Narciso Ibáñez Menta. Hizo también Donde pueda quererte, Todos los días la misma historia, Silencio de amor, Compromiso, La cuñada, Sin marido, Ella contra mí, Socorro quinto año, Una voz en el teléfono, Cosecharás tu siembra, Fiesta y bronca de ser joven, Sin Condena, Alta Comedia, El día que me quieras, Mía solo mía, Verano del 98, donde trabajó con su hijo Alejo Ortiz; Provócame, Rebelde Way y Abre tus ojos. También se desempeñó en Epitafios, Collar de esmeraldas, Mujeres asesinas, Valientes, Botineras y Herederos de una venganza. Su último trabajo en televisión lo realizó en 2013, en Historias de corazón.
Osvaldo Laport trabajó en varias oportunidades con Susana Ortiz y la recuerda con emoción. “Fue mi mamá en una de las novelas y la relación era hermosa. Susana era un ser de luz. Una actriz del carajo, no actuaba, interpretaba. Era cálida, generosa y tenía ese timbre de voz grueso, tan sensual. A partir de nuestra relación, nos hicimos amigos con Alejo, a quien convoqué para hacer Beatnik. Hermosa persona”.
Aunque el teatro y la televisión fueron sus ámbitos de trabajo por excelencia, Ortiz también hizo cine. En el 73 tuvo una pequeña participación en El mundo que inventamos. Y le siguieron Pinocho, Incorregibles y La canción de Buenos Aires.
Los amores de Susana
Se casó en tres oportunidades. La primera fue con el director de teatro León Moguilner, con quien tuvo a su único hijo, Alejo. A los 35 quedó viuda y al año volvió a formar pareja, esta vez con el actor y director Víctor Bruno. Estuvieron seis años juntos y se separaron. Su última pareja fue otro actor,José Goldin.
Alejo Ortiz creció entre sets de televisión y camarines de teatro. Mamó el arte y siguió los pasos de su mamá, aunque ella le aconsejó que no lo hiciera. “Le juraba a mi vieja y a sus compañeros que actor no iba a ser. ‘No me voy a morir de hambre como ustedes’, les decía. Y ella me dejaba en claro que era una profesión muy dura y que no era para cualquiera. Después estaba orgullosa. Le gustaba venir a verme al teatro, a pesar de que no iba en general a ver obras porque era un poco fóbica. Pero a mí venía a verme”, señala Alejo en diálogo con LA NACIÓN.
Con respecto a por qué utiliza artísticamente el apellido de su mamá, Alejo responde: “Lo decidí cuando empecé a trabajar porque siempre fui ‘el hijo de Susy’, y así me conocían todos. Fue muy linda mi infancia yendo a teatros, a giras, creciendo entre actores. Era la mascota de los elencos en los que estaba mi vieja. El teatro tiene un misterio que mamé”, sostiene visiblemente emocionado. “Tengo a mi vieja en un pedestal -agrega-. Era muy talentosa, muy profesional y de perfil bajo. Teníamos muy buena relación. Pertenecía a una raza de actores comprometidos política y socialmente. Otra generación, aunque pienso que es imposible que un actor no dé su opinión mientras actúa. Por suerte, alrededor tuve gente talentosa y muy bien plantada, sabían lo que hacían. Así crecí y así lo vivo. Amaba su trabajo y siempre me decía que ‘el día que ya no sientas esas mariposas en la panza, te tenés que dedicar a otra cosa’. Y tenía toda la razón del mundo”.
La actriz murió en plena cuarentena, cuando los protocolos dificultaban la posibilidad de despedirse de un ser querido. “Fue todavía más duro despedir a mi vieja. Fue una actriz increíble, una persona maravillosa. Todavía se la extraña. No vivíamos juntos ya, pero en el final estuve ahí. Éramos muy unidos porque mi papá murió cuando yo tenía 9 años y soy hijo único. Nos fuimos a vivir con mis abuelos, por lo tanto mi vieja tenía que parar la olla y laburaba como una condenada. Por suerte tenía mucho laburo, en ese entonces en las telenovelas de Alberto Migré. Éramos muy pegados, charlábamos mucho, nos consultábamos. Lo bueno de la relación con mi vieja era que no siempre todo lo que yo hacía estaba bien. Ensayábamos mucho juntos. Era muy bueno eso. Siempre estar en un set de filmación es algo que me lleva directo a la infancia. La veía a mi vieja en la tele, la veía al lado mío y no lo podía entender”.
El día del cumpleaños 72 de su mamá, que fue también el día de su muerte, Alejo publicó en las redes: “Hoy es el cumpleaños de Susana Ortiz, no sé si sea feliz o no. Está internada hace 3 meses y medio, quizás podría haber sufrido menos de no haber sido por la irresponsabilidad de algunos médicos y algunas personas de nuestra bendita obra social. Está por fin con cuidados de fin de vida, tranquila, y si algo podemos desearle todos para su cumpleaños, es eso: que se vaya en paz y tranquila. Feliz 72 mamá. Te quiero”. Unas horas después de ese posteo, la querida actriz, la mamá de Alejo, se iba de este mundo.
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