A los 87 años, murió Analía Gadé, la gran diva argentina del cine español
Este mediodía falleció en Madrid Analía Gadé, una de la las figuras más destacadas del cine español. La actriz argentina tenía 87 años y se encontraba internada en la clínica Santa Cristina de la capital española. Desde hacía tres años, batallaba contra un cáncer.
La historia de María Esther Gorostiza -su verdadero nombre- es tan rica como logró serlo su trayectoria artística. Nació en la Ciudad de Córdoba el 28 de octubre de 1931. Junto a sus dos hermanos -uno de ellos el reconocido dramaturgo Carlos Gorostiza- y sus padres conformaba una típica familia argentina de clase media.
Su vida cambió cuando sus padres decidieron, cuando ella tenía siete años, enviarla como pupila al Colegio del Carmen, en la Ciudad de Buenos Aires. Allí recibió su formación académica y de allí se fugó a los 15 años para presentarse en un concurso organizado por la célebre revista Radiolandia. El premio era, nada más ni nada menos, que la participación en una película próxima a filmarse: La serpiente de cascabel, de Carlos Schlieper.
Gracias a sus hermosos ojos claros, a su porte elegante y a su simpatía, Gadé resultó elegida y, a partir de ese momento, comenzaría su carrera dentro del medio artístico, borrando de un plumazo los planes familiares de que se dedicara, como era esperable en toda "chica de bien" de la época, al magisterio.
Pero antes de enfrentarse a sus padres tuvo que escuchar los reproches de las monjas que, debido a su mundano impulso, decidieron expulsarla del colegio. "Has caído en la hoguera", le dijeron, antes de despedirla para siempre.
En la filmación de su primer película la suerte quiso que se cruzara con un prodigio de la actuación, Milagros de la Vega. La emblemática interprete vio en Gadé un diamante en bruto y la tomó como pupila, brindándole clases particulares de actuación y ayudándola en su formación.
Cuando su bello rostro ya había sido retratado por la lente de varios directores, la actriz decidió que era momento de debutar en el teatro. Su desembarco fue en 1950 y a lo grande: de la mano de Enrique Carlos Discépolo.
Pero ese no fue el único cambio que atravesó por aquellos años. Cuando su carrera comenzaba a despegar y su nombre ya era conocido por el público -gracias a su participación en películas como ¡Qué noche de casamiento!, Nacha Regules y La rubia Mireya- Gadé conoció a uno de sus grandes amores: el eterno galán Juan Carlos Thorry. El flechazo fue instantáneo y, luego de pasar por el registro civil, emigraron juntos a España.
Si bien el matrimonio duró muy poco, la relación de amistad y compañerismo entre ellos fue una constante. En 1956, el año de su desembarco, Gadé comenzó su carrera el aquel país europeo, pero nunca dejaría de ocupar un lugar importante, también, en su país natal. En España compartió cartel con los actores más importantes de su época: Alberto Closas, Fernando Rey, Concha Velazco y Fernando Fernán Gómez, de quien se enamoraría perdidamente en el rodaje de su primera película española, Viaje de novios. Con el correr de los años, trabajarían juntos en total ocho films y encabezarían una compañía teatral propia.
La extrema popularidad que consiguió gracias al cine la llevaron también a la televisión, donde no solo trabajó en ciclos de ficción: entre 1961 y 1961 condujo su propio magazine, Analía nos cuenta, por TVE.
Con el regreso de la democracia volvería a radicarse temporalmente en la Argentina, donde , protagonizó la telenovela Lucía Bonelli. En los años 90, con la vuelta del clásico Alta Comedia al Canal 9 de Alejandro Romay, fue protagonista de algunos de los unitarios que presentaba el ciclo los sábados por la noche.
Tal vez por la influencia de Milagros de la Vega, no tenía dudas sobre la disciplina que más le gustaba: el teatro. Y si bien en la pantalla grande se convirtió en una de las comediantes más festejadas, sobre los escenarios también se midió en papeles dramáticos.
Entre las obras que supo representar se encuentran Colombe, de Jean Anouilh; Las brujas de Salem, de Arthur Miller; Las mujeres sabias, de Molière y La fierecilla domada, de Shakeaspeare. En 1997, en plena gira teatral, sufrió un leve infarto cerebral del que logró recuperarse. En 2011, se despidió de las tablas protagonizando Dulce pájaro de juventud, de Tennessee Williams, la obra que también eligieron, a modo de despedida, otras divas como Claudia Cardinale o Elizabeth Taylor.
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